El general (r) Óscar Naranjo / Archivo
La imagen del exdirector de la Policía Óscar Naranjo no puede ser mejor. En todas las encuestas su índice de favorabilidad está por el techo y en la última medición de la firma Datexco, al consultar sobre su posible aspiración a la Presidencia, Naranjo estuvo incluso por encima del mandatario, Juan Manuel Santos. Por eso ha sido tentado tanto por el santismo como por el uribismo para aterrizar en la arena política.
¿Cuál es la importancia de Naranjo en la arena política? El título de mejor policía del mundo, la lucha contra los carteles de la droga, los contundentes golpes contra las Farc y la buena acogida en los diferentes sectores políticos lo ubican en el centro del escenario electoral.
Señalan personas cercanas al exdirector de la Policía que desde que estaba en este cargo, en 2009, en pleno fragor de la disputa electoral, su teléfono no paraba de sonar con ofrecimientos políticos. Vicepresidencia, cabeza de lista al Senado, eran algunas de las propuestas. Sin embargo, todos los rechazó.
La importancia estratégica de Naranjo es tal que, según señalaron fuentes a El Espectador, era una de las pocas personas que conocían de los acercamientos entre el Gobierno y las Farc para iniciar la negociación de la paz. Para Santos era una ficha clave, por eso no dudó en sentarlo en la mesa principal del diálogo en La Habana. Desde Casa de Nariño afirman que es tal su influencia que en la actualidad forma parte del círculo más cercano del mandatario.
En los últimos días fue tentado nuevamente para lanzarse al ruedo político, en esta ocasión por iniciativa del polémico asesor J.J. Rendón, quien, consciente de su valor político, le ha recomendado a Santos que lo convierta en su fórmula vicepresidencial. Con esta movida, el presidente podría atacar uno de sus puntos más débiles: la política de seguridad.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Naranjo fue objeto de duros cuestionamientos cuando su hermano, Juan David, fue capturado en Alemania por narcotráfico. Hoy, el general en retiro se desempeña como asesor de seguridad del gobierno de Enrique Peña Nieto, en México, y sus opositores han revivido este episodio para señalarlo. Por otro lado, se asegura que además de su buen posicionamiento es mejor tenerlo como “amigo”. “Artífice de la inteligencia policial, conoce los secretos mejor guardados del país. Ese es un capital que genera temor y que todos quieren tener”, señaló una fuente a El Espectador.
Sin importar que el viento sople hoy a su favor, y más allá de su valor político, la historia ha demostrado reiteradamente que el paso de la milicia a la política no es fácil y el resultado casi siempre se traduce en el fracaso en las urnas. Es el caso del general retirado Alberto Ruiz Novoa, quien ante las evidentes diferencias con el presidente Guillermo León Valencia en la vida civil, lanzó su plataforma electoral conocida como “El Gran Desafío”, que se convirtió en un movimiento incipiente con poco respaldo electoral.
De igual forma ocurrió con el exgeneral Álvaro Valencia Tovar, quien fue retirado de las filas del Ejército durante el gobierno de Alfonso López por ejercer un presunto liderazgo inconveniente. Con gran reconocimiento público se lanzó a la Presidencia en 1978, en nombre del Movimiento de Renovación Nacional, pero apenas superó los 65.000 votos en unas elecciones que ganó Julio César Turbay con más de 2,5 millones de votos.
Para las elecciones de 1994 la situación no fue diferente. El general (r) Miguel Maza Márquez, precedido de una imagen de hombre fuerte, capaz de enfrentarse al entonces aterrador Cartel de Medellín y su máximo jefe, Pablo Escobar, también probó suerte en la arena política. Aspiró a la Presidencia en 1994 por el Movimiento de Concertación Cívica Nacional y no alcanzó ni el 1% de los votos.
En 1998 fue el general (r) Harold Bedoya quien decidió incursionar en la política. Aunque su resultado fue mejor —alcanzó cerca de 200.000 votos—, estuvo muy lejos de Andrés Pastrana y Horacio Serpa, quienes tuvieron que definir la Presidencia en segunda vuelta, con triunfo de Pastrana. En 2002 Bedoya repitió, pero en esta ocasión sólo tuvo 50.000 votos, mientras que Álvaro Uribe Vélez era elegido como mandatario.
La excepción podría ser el exgeneral Gustavo Rojas Pinilla, quien llegó a la Presidencia tras un golpe de Estado en 1953 y estuvo en el cargo hasta 1957. En las elecciones de 1962 tuvo un pobre respaldo de 54.000 votos, pero en las polémicas elecciones de 1970 logró más de millón y medio de votos. Misael Pastrana obtuvo entonces 1,6 millones de votos. Hoy todavía se habla de fraude electoral.
Cada uno de estos generales n retiro ha gozado en su momento del respaldo de la opinión pública, pero el paso a la política no es fácil. La popularidad de Naranjo lo convierte en un importante aliado tanto para el uribismo como para el santismo, pero de dejarse seducir por estas propuestas, serán las urnas las que dicten la última palabra.
La imagen del exdirector de la Policía Óscar Naranjo no puede ser mejor. En todas las encuestas su índice de favorabilidad está por el techo y en la última medición de la firma Datexco, al consultar sobre su posible aspiración a la Presidencia, Naranjo estuvo incluso por encima del mandatario, Juan Manuel Santos. Por eso ha sido tentado tanto por el santismo como por el uribismo para aterrizar en la arena política.
¿Cuál es la importancia de Naranjo en la arena política? El título de mejor policía del mundo, la lucha contra los carteles de la droga, los contundentes golpes contra las Farc y la buena acogida en los diferentes sectores políticos lo ubican en el centro del escenario electoral.
Señalan personas cercanas al exdirector de la Policía que desde que estaba en este cargo, en 2009, en pleno fragor de la disputa electoral, su teléfono no paraba de sonar con ofrecimientos políticos. Vicepresidencia, cabeza de lista al Senado, eran algunas de las propuestas. Sin embargo, todos los rechazó.
La importancia estratégica de Naranjo es tal que, según señalaron fuentes a El Espectador, era una de las pocas personas que conocían de los acercamientos entre el Gobierno y las Farc para iniciar la negociación de la paz. Para Santos era una ficha clave, por eso no dudó en sentarlo en la mesa principal del diálogo en La Habana. Desde Casa de Nariño afirman que es tal su influencia que en la actualidad forma parte del círculo más cercano del mandatario.
En los últimos días fue tentado nuevamente para lanzarse al ruedo político, en esta ocasión por iniciativa del polémico asesor J.J. Rendón, quien, consciente de su valor político, le ha recomendado a Santos que lo convierta en su fórmula vicepresidencial. Con esta movida, el presidente podría atacar uno de sus puntos más débiles: la política de seguridad.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Naranjo fue objeto de duros cuestionamientos cuando su hermano, Juan David, fue capturado en Alemania por narcotráfico. Hoy, el general en retiro se desempeña como asesor de seguridad del gobierno de Enrique Peña Nieto, en México, y sus opositores han revivido este episodio para señalarlo. Por otro lado, se asegura que además de su buen posicionamiento es mejor tenerlo como “amigo”. “Artífice de la inteligencia policial, conoce los secretos mejor guardados del país. Ese es un capital que genera temor y que todos quieren tener”, señaló una fuente a El Espectador.
Sin importar que el viento sople hoy a su favor, y más allá de su valor político, la historia ha demostrado reiteradamente que el paso de la milicia a la política no es fácil y el resultado casi siempre se traduce en el fracaso en las urnas. Es el caso del general retirado Alberto Ruiz Novoa, quien ante las evidentes diferencias con el presidente Guillermo León Valencia en la vida civil, lanzó su plataforma electoral conocida como “El Gran Desafío”, que se convirtió en un movimiento incipiente con poco respaldo electoral.
De igual forma ocurrió con el exgeneral Álvaro Valencia Tovar, quien fue retirado de las filas del Ejército durante el gobierno de Alfonso López por ejercer un presunto liderazgo inconveniente. Con gran reconocimiento público se lanzó a la Presidencia en 1978, en nombre del Movimiento de Renovación Nacional, pero apenas superó los 65.000 votos en unas elecciones que ganó Julio César Turbay con más de 2,5 millones de votos.
Para las elecciones de 1994 la situación no fue diferente. El general (r) Miguel Maza Márquez, precedido de una imagen de hombre fuerte, capaz de enfrentarse al entonces aterrador Cartel de Medellín y su máximo jefe, Pablo Escobar, también probó suerte en la arena política. Aspiró a la Presidencia en 1994 por el Movimiento de Concertación Cívica Nacional y no alcanzó ni el 1% de los votos.
En 1998 fue el general (r) Harold Bedoya quien decidió incursionar en la política. Aunque su resultado fue mejor —alcanzó cerca de 200.000 votos—, estuvo muy lejos de Andrés Pastrana y Horacio Serpa, quienes tuvieron que definir la Presidencia en segunda vuelta, con triunfo de Pastrana. En 2002 Bedoya repitió, pero en esta ocasión sólo tuvo 50.000 votos, mientras que Álvaro Uribe Vélez era elegido como mandatario.
La excepción podría ser el exgeneral Gustavo Rojas Pinilla, quien llegó a la Presidencia tras un golpe de Estado en 1953 y estuvo en el cargo hasta 1957. En las elecciones de 1962 tuvo un pobre respaldo de 54.000 votos, pero en las polémicas elecciones de 1970 logró más de millón y medio de votos. Misael Pastrana obtuvo entonces 1,6 millones de votos. Hoy todavía se habla de fraude electoral.
Cada uno de estos generales n retiro ha gozado en su momento del respaldo de la opinión pública, pero el paso a la política no es fácil. La popularidad de Naranjo lo convierte en un importante aliado tanto para el uribismo como para el santismo, pero de dejarse seducir por estas propuestas, serán las urnas las que dicten la última palabra.