Por Javier CalvoSiete años después de la denuncia judicial de Editorial Perfil contra el Estado nacional por la discriminación de publicidad oficial en varias de sus publicaciones, entre ellas este diario, el Gobierno, por primera vez, presentó una propuesta de distribución de avisos públicos.
Lo hizo ante el Juzgado Contencioso Administrativo Federal Nº 1, a cargo de Ernesto Luis Marinelli, donde se sigue esta causa, y luego de que la Cámara Federal y la Corte Suprema avalaran en sucesivos y contundentes fallos la presentación de Perfil.
Hasta el momento, las apelaciones del Gobierno dilatan –como se observa por el paso del tiempo– la ejecución práctica de la sentencia, por la que la Justicia le impuso una multa ante el incumplimiento. Pero ahora, con la firma de los abogados Sergio Landin y Damián Garat (en representación de la Jefatura de Gabinete de Ministros), el Estado accede al reclamo de Perfil y a lo decidido por la Justicia respecto a que el diario PERFIL y las revistas Noticias y Fortuna reciban la misma publicidad oficial que otras publicaciones análogas a las mencionadas.
Creer o reventar. Según la presentación, el Estado acepta cursar a PERFIL las mismas pautas que reciben los sábados y domingos los diarios oficialistas Página/12, Tiempo Argentino y Miradas al Sur (estos dos últimos propiedad de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, los más beneficiados con la multimillonaria publicidad oficial) y a Noticias las que recibe Veintitrés (también del mismo dúo). No es chiste ni es el Día de los Inocentes: así consta en el escrito.
Como nunca antes, desde 2003 el kirchnerismo no sólo multiplicó año tras año los fondos públicos destinados a la comunicación de sus acciones de gobierno. También utilizó y utiliza esa poderosa herramienta económico-financiera para castigar a los medios críticos (como los de esta editorial) y beneficiar a los que le resultan funcionales. De hecho, esa política va cambiando de destinatarios al compás de los vínculos oficiales: hasta 2008 el Grupo Clarín fue un gran receptor de pauta K, a través de una catarata de avisos que desde 2009 se transformaron en unas míseras gotitas. Por el contrario, aparecieron súbitamente multimedios sin audiencia ni ventas que puedan explicar su desaforada expansión.
Poco satisfecho con el evidente intento de ahogo a las publicaciones alejadas de los deseos oficiales, a través de la discriminación con la pauta oficial, hace varias semanas el Gobierno desplegó otra novedad en la misma dirección. A partir de un acuerdo de congelamiento de precios, obligó a las cadenas de supermercados y de electrodomésticos a no publicitar sus productos en los diarios.
Por esta misma razón llama la atención la súbita entrada en razones del oficialismo en relación a la discriminación a Perfil, cuando en cada instancia judicial apeló o directamente obvió los fallos judiciales, incluso el de la Corte Suprema. Más allá de cualquier especulación o interpretación que se pueda hacer, habrá que ver si cumplen con la propuesta que el propio Estado acerca, o si –una vez más– no se trata de otra maniobra dilatoria.
Lo hizo ante el Juzgado Contencioso Administrativo Federal Nº 1, a cargo de Ernesto Luis Marinelli, donde se sigue esta causa, y luego de que la Cámara Federal y la Corte Suprema avalaran en sucesivos y contundentes fallos la presentación de Perfil.
Hasta el momento, las apelaciones del Gobierno dilatan –como se observa por el paso del tiempo– la ejecución práctica de la sentencia, por la que la Justicia le impuso una multa ante el incumplimiento. Pero ahora, con la firma de los abogados Sergio Landin y Damián Garat (en representación de la Jefatura de Gabinete de Ministros), el Estado accede al reclamo de Perfil y a lo decidido por la Justicia respecto a que el diario PERFIL y las revistas Noticias y Fortuna reciban la misma publicidad oficial que otras publicaciones análogas a las mencionadas.
Creer o reventar. Según la presentación, el Estado acepta cursar a PERFIL las mismas pautas que reciben los sábados y domingos los diarios oficialistas Página/12, Tiempo Argentino y Miradas al Sur (estos dos últimos propiedad de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, los más beneficiados con la multimillonaria publicidad oficial) y a Noticias las que recibe Veintitrés (también del mismo dúo). No es chiste ni es el Día de los Inocentes: así consta en el escrito.
Como nunca antes, desde 2003 el kirchnerismo no sólo multiplicó año tras año los fondos públicos destinados a la comunicación de sus acciones de gobierno. También utilizó y utiliza esa poderosa herramienta económico-financiera para castigar a los medios críticos (como los de esta editorial) y beneficiar a los que le resultan funcionales. De hecho, esa política va cambiando de destinatarios al compás de los vínculos oficiales: hasta 2008 el Grupo Clarín fue un gran receptor de pauta K, a través de una catarata de avisos que desde 2009 se transformaron en unas míseras gotitas. Por el contrario, aparecieron súbitamente multimedios sin audiencia ni ventas que puedan explicar su desaforada expansión.
Poco satisfecho con el evidente intento de ahogo a las publicaciones alejadas de los deseos oficiales, a través de la discriminación con la pauta oficial, hace varias semanas el Gobierno desplegó otra novedad en la misma dirección. A partir de un acuerdo de congelamiento de precios, obligó a las cadenas de supermercados y de electrodomésticos a no publicitar sus productos en los diarios.
Por esta misma razón llama la atención la súbita entrada en razones del oficialismo en relación a la discriminación a Perfil, cuando en cada instancia judicial apeló o directamente obvió los fallos judiciales, incluso el de la Corte Suprema. Más allá de cualquier especulación o interpretación que se pueda hacer, habrá que ver si cumplen con la propuesta que el propio Estado acerca, o si –una vez más– no se trata de otra maniobra dilatoria.
Si esto se confirma, van a cambiar el discurso y decir que los quieren comprar alevosamente con propaganda oficial, pero ellos se negarán heroicamente a recibirla…
No creo. Basta decir que necesitaron un fallo de la SCJ, obedecida tardíamente y de mala ganaa, para hacer lo que debieron hacer desde un principio.
Pero ahora la onda es prohibir la publicidad privada en ciertos medios