El economista y profesor universitario Adrián Ramos consideró que la principal dificultad de la economía argentina ya no es la inflación, porque hoy se ha generado un problema de precios relativos mayor. Asimismo, señaló que si el Gobierno finalmente avanzar en un desdoblamiento formal del mercado cambiario, debería cambiar el tipo de políticas que aplica para hacerse responsable del nuevo mercado que genera.
¿Cómo ve el crecimiento en 2013?
El año pasado fue un año muy malo porque hubo una sequía muy fuerte en el sector agropecuario y un problema de actividad en Brasil. Si esas dos variables, exógenas a la decisión de política económica local, mejoran probablemente repercutan favorablemente en el nivel de actividad. Pero desde 2007/2008, la Argentina entró en un sendero de crecimiento moderado, y más allá de los vaivenes de un año más o menos, romper esa tendencia no parece probable.
¿Observa un problema de atraso cambiario?
Hasta el año pasado las únicas anclas antiinflacionarias que utilizaba el Gobierno eran el dólar y las tarifas. El último año tuvimos un reconocimiento de que están agotadas. Y el Gobierno empezó a buscar otras variables. Intenta moderar las paritarias, pero cuando ve que eso tampoco funciona, lanza un congelamiento de precios. Sin embargo, esto último tampoco va a ser una forma eficaz de control de la inflación. Veo al Gobierno desorientado, tratando de encontrar una forma de control de la inflación. Reconociendo que la inflación es un problema, pero sin un programa detrás. Con lo que no coincido es con la idea de que el problema de la Argentina hoy sea la inflación.
¿Por qué cree que el problema no es la inflación?
El problema de la Argentina era la inflación hace dos o tres años, cuando se podía hacer una estabilización de la tasa de inflación y los precios relativos se podían llegar a mantener comparativamente estables. Hoy transcurridos dos o tres años de desequilibrios acumulados, hay un problema mayor. Ahora hay un problema de precios relativos. Cuando se mira la competitividad, lo que pasa con los sectores y esto ya hablando de estrategias de crecimiento donde ha habido un grado de sofisticación en las exportaciones en los últimos años, donde había algunos servicios transables que habían aparecido (algo que no era común en la economía argentina) y que habían empezado a ganar un nivel de magnitud que hacía que en la balanza de pagos empezaran a tener algún peso. Pero ahora algunos servicios informáticos y empresariales, o el turismo están sufriendo mucho. Lo mismo pasa con algunas producciones industriales. Si se mira lo que está ocurriendo con los productores de vino en la zona de Cuyo, con los productores de frutas en el Sur argentino, esas producciones también están sufriendo.
¿Entonces el problema es de precios relativos?
Y además de comercio exterior y de estructura impositiva. O sea, cuestiones que hace tres o cuatro años atrás, con holgura en lo externo y en lo fiscal, eran administrables sin demasiados cambios, ahora se abre toda una discusión.
¿Se puede salir del problema de precios relativos sin traumas, sin algún tipo de shock?
No es fácil. Se puede, pero depende de como le vaya al mundo en esos años; no es lo mismo si se toma con holgura fiscal que si no.
¿Cómo analiza el rol del Banco Central?
En sí mismo, el Banco Central tiene un rol de segundo orden respecto de la política fiscal. Ha dedicado crecientes cantidades de recursos al financiamiento del Tesoro. Y ese ha sido en buena medida su rol. Estamos en una etapa de dominancia fiscal por sobre la monetaria.
¿Cómo pueden impactar las elecciones en la economía?
Va a depender del resultado el efecto que pueda tener la elección en la economía. Pero creo que hay una lógica económica que va más allá de lo electoral, que lleva al Gobierno a continuar en un sendero del cual es muy difícil salir. Por eso pensar que el resultado electoral pueda significar un cambio de la noche a la mañana no me parece plausible.
¿Qué piensa de un desdoblamiento del mercado cambiario?
Una vez que se toma esa decisión, el Gobierno tiene responsabilidad sobre ese segundo mercado que se crea. Y mejor que esté seguro de lo que va a hacer. Una política monetaria dominada por la cuestión fiscal podría ser un problema para un desdoblamiento cambiario.
¿Pero el mercado financiero no sería libre?
Sí, pero ¿hasta dónde estaría dispuesto el Gobierno a permitir que suba? Hoy al mercado ilegal puede no reconocerlo. Para blanquearlo tiene que tomar la decisión de hacer otro tipo de política económica.
¿El consumo puede seguir sosteniendo la economía?
Por un lado, hay un nivel de empleo que no crece, sobre todo en el privado. Por otro lado, los salarios reales se encuentran amesetados o cayendo, sobre todo en los sectores informales. La masa salarial no crece. La perspectiva del consumo no es muy auspiciosa. Quizá sea mayor que el año pasado, al crecer un poquito el nivel de actividad. Pero en términos tendenciales, el consumo se va a mover muy poco. Y esos escenarios generan desde el punto de vista electoral una situación bastante complicada, porque la economía sigue siendo un factor determinante en lo electoral. Y esta elección es parlamentaria, por lo que cuesta pensar que el Gobierno tenga un desempeño similar al que tuvo en los pasados comicios.
¿Cómo ve el crecimiento en 2013?
El año pasado fue un año muy malo porque hubo una sequía muy fuerte en el sector agropecuario y un problema de actividad en Brasil. Si esas dos variables, exógenas a la decisión de política económica local, mejoran probablemente repercutan favorablemente en el nivel de actividad. Pero desde 2007/2008, la Argentina entró en un sendero de crecimiento moderado, y más allá de los vaivenes de un año más o menos, romper esa tendencia no parece probable.
¿Observa un problema de atraso cambiario?
Hasta el año pasado las únicas anclas antiinflacionarias que utilizaba el Gobierno eran el dólar y las tarifas. El último año tuvimos un reconocimiento de que están agotadas. Y el Gobierno empezó a buscar otras variables. Intenta moderar las paritarias, pero cuando ve que eso tampoco funciona, lanza un congelamiento de precios. Sin embargo, esto último tampoco va a ser una forma eficaz de control de la inflación. Veo al Gobierno desorientado, tratando de encontrar una forma de control de la inflación. Reconociendo que la inflación es un problema, pero sin un programa detrás. Con lo que no coincido es con la idea de que el problema de la Argentina hoy sea la inflación.
¿Por qué cree que el problema no es la inflación?
El problema de la Argentina era la inflación hace dos o tres años, cuando se podía hacer una estabilización de la tasa de inflación y los precios relativos se podían llegar a mantener comparativamente estables. Hoy transcurridos dos o tres años de desequilibrios acumulados, hay un problema mayor. Ahora hay un problema de precios relativos. Cuando se mira la competitividad, lo que pasa con los sectores y esto ya hablando de estrategias de crecimiento donde ha habido un grado de sofisticación en las exportaciones en los últimos años, donde había algunos servicios transables que habían aparecido (algo que no era común en la economía argentina) y que habían empezado a ganar un nivel de magnitud que hacía que en la balanza de pagos empezaran a tener algún peso. Pero ahora algunos servicios informáticos y empresariales, o el turismo están sufriendo mucho. Lo mismo pasa con algunas producciones industriales. Si se mira lo que está ocurriendo con los productores de vino en la zona de Cuyo, con los productores de frutas en el Sur argentino, esas producciones también están sufriendo.
¿Entonces el problema es de precios relativos?
Y además de comercio exterior y de estructura impositiva. O sea, cuestiones que hace tres o cuatro años atrás, con holgura en lo externo y en lo fiscal, eran administrables sin demasiados cambios, ahora se abre toda una discusión.
¿Se puede salir del problema de precios relativos sin traumas, sin algún tipo de shock?
No es fácil. Se puede, pero depende de como le vaya al mundo en esos años; no es lo mismo si se toma con holgura fiscal que si no.
¿Cómo analiza el rol del Banco Central?
En sí mismo, el Banco Central tiene un rol de segundo orden respecto de la política fiscal. Ha dedicado crecientes cantidades de recursos al financiamiento del Tesoro. Y ese ha sido en buena medida su rol. Estamos en una etapa de dominancia fiscal por sobre la monetaria.
¿Cómo pueden impactar las elecciones en la economía?
Va a depender del resultado el efecto que pueda tener la elección en la economía. Pero creo que hay una lógica económica que va más allá de lo electoral, que lleva al Gobierno a continuar en un sendero del cual es muy difícil salir. Por eso pensar que el resultado electoral pueda significar un cambio de la noche a la mañana no me parece plausible.
¿Qué piensa de un desdoblamiento del mercado cambiario?
Una vez que se toma esa decisión, el Gobierno tiene responsabilidad sobre ese segundo mercado que se crea. Y mejor que esté seguro de lo que va a hacer. Una política monetaria dominada por la cuestión fiscal podría ser un problema para un desdoblamiento cambiario.
¿Pero el mercado financiero no sería libre?
Sí, pero ¿hasta dónde estaría dispuesto el Gobierno a permitir que suba? Hoy al mercado ilegal puede no reconocerlo. Para blanquearlo tiene que tomar la decisión de hacer otro tipo de política económica.
¿El consumo puede seguir sosteniendo la economía?
Por un lado, hay un nivel de empleo que no crece, sobre todo en el privado. Por otro lado, los salarios reales se encuentran amesetados o cayendo, sobre todo en los sectores informales. La masa salarial no crece. La perspectiva del consumo no es muy auspiciosa. Quizá sea mayor que el año pasado, al crecer un poquito el nivel de actividad. Pero en términos tendenciales, el consumo se va a mover muy poco. Y esos escenarios generan desde el punto de vista electoral una situación bastante complicada, porque la economía sigue siendo un factor determinante en lo electoral. Y esta elección es parlamentaria, por lo que cuesta pensar que el Gobierno tenga un desempeño similar al que tuvo en los pasados comicios.