Frenkel: «No hay riesgo de crisis, pero estas políticas no van a traer desarrollo»

“No tengo que ver con la izquierda de Argentina”, aclara Roberto Frenkel, economista argentino de 70 años que investiga lo que sucede en Latinoamérica desde el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES). Frenkel integra los grupos de trabajo sobre liberalización del mercado de capitales, política macroeconómica y deuda soberna que lideran el Nobel Joseph Stiglitz y el exministro colombiano José Antonio Ocampo. “Somos keynesianos, pero desde antes de la crisis”, alude a la Gran Recesión mundial de 2008/2009. “Usamos teorías distintas para entender cada uno de los países en desarrollo. Los que nos especializamos en el tema del desarrollo tenemos que ver que la macroeconomía y las finanzas de estos países no son las mismas que las de los desarrollados, tienen características muy propias y singularidades que hay que respetar. Por eso, cuando escribo de otros países, consulto a gente de ahí y no voy al FMI (Fondo Monetario Internacional) para enterarme qué pasa. Tenemos una red de economistas latinoamericanos con Ocampo”, cuenta quien fuera asesor de los Gobiernos de Salvador Allende (1970-1973) en Chile y de Raúl Alfonsín (1983-1989) en Argentina. En un principio destacaba los logros de la economía kirchnerista, pero ha dejado de hacerlo.
Pregunta: -Este domingo se celebran elecciones presidenciales en Venezuela y se vuelve a hablar del modelo económico de este país. ¿Pero este modelo tiene algo que ver con lo que están haciendo Bolivia, Ecuador o Nicaragua, países con baja inflación, en algunos casos sin nacionalizaciones de empresas y con acuerdos de libre comercio con EE UU?
Respuesta: -No tiene nada que ver. Una cosa es hasta dónde debe extenderse el Estado en la economía y otra es la política económica. Hay países con políticas macroeconómicas consistentes y otros que no. Nosotros en Argentina tenemos una política macroeconómica inconsistente. Le dan manija a la demanda, eso tiende a generar inflación y se atrasa el tipo de cambio (apreciación de la moneda ajustada por inflación). Entonces tenés problemas de (falta de) dólares en un país aislado financieramente y ponés controles de precios y de dólares. ¿Cómo sigue la dinámica macroeconómica con los controles? Los mercados se reorganizan, aparecen los mercados negros, con precios que no son los que vos querés. No vas a comprar y vender pesos en el mercado oficial por una persuasión moral. Muchos van al dólar ilegal si la tasa de interés (de un depósito a plazo) es baja, del 14%, cuando la inflación es del 26%. El Gobierno dice que el mercado ilegal es muy chico, pero va a ser más grande.
P: -¿Pero usted sitúa a Argentina en el eje boliviariano?
R: -Nosotros tenemos una tradición propia de controles. Ya lo hizo el peronismo entre 1973 y 1975. También lo hizo la Unidad Popular en Chile (1970-1973). Se trató de beneficiar a los más humildes, pero éstos fueron los más perjudicados. En Argentina, desde 1975 a 1990 tuvimos 15 años con más del 100% anual de inflación. Ahora en Argentina van a acelerar la devaluación y eso va a acelerar la inflación. Tendrían que devaluar más rápido que la inflación.
P: -Pero una devaluación con inflación perjudicaría a los más pobres…
R: -Sí. Todas las mejoras que se lograron en el salario real (ajustado por inflación), el empleo y el índice de desigualdad ocurrieron entre 2003 y 2007, pero después se mantuvieron. Inevitablemente, a esta altura del partido, una devaluación va a implicar una caída del salario real. Para empezar, el Gobierno tiene que empezar por reconocer la inflación que hay. Las políticas antiinflacionarias tienen componentes coercitivos y cooperativos. Para coordinar una política de precios y salarios, se necesita que el Gobierno que coordina los acuerdos con empresarios y sindicatos mida en forma creíble la inflación y asegure que la inflación futura será menor la actual.
P: -Justamente, los acuerdos de precios entre el Gobierno argentino y los supermercados están bajando la inflación justo antes de que se negocien los salarios.
R: -Pero la gente no es tonta. ¿Por qué van a firmar un acuerdo de alza salarial del 20% o 25%? Es como si la inflación oficial (10,8% en 2012) no existiera. Es extraño. La principal estupidez fue manipular los datos estadísticos porque eso llevó al aislamiento financiero. El canje deuda de 2005 había emitido deuda indexada (ajustada por inflación) y desde la manipulación estadística (en 2007) los acreedores tienen serias dudas sobre el respeto de sus derechos de propiedad.
P: -¿Y el resto de Latinoamérica?
R: -Brasil, Bolivia y Ecuador tienen políticas más consistentes. Ecuador sigue dolarizada, no se le ocurrió a (Rafael) Correa recrear la moneda, que sería el pensamiento de alguien de Argentina. Ecuador sigue con el régimen ultraortodoxo de tener una economía dolarizada y le ha ido bien. Después están los países que tienen metas de inflación, a los que también les ha ido bien. Incluso Brasil trata de aparecer comprometido con las metas de inflación ante el FMI, pero además tiene controles de capitales para enfrentar el exceso de llegada de capitales, que trae el problema de la apreciación del real. Con matices, la mayoría de los países se manejan dentro de las metas de inflación. Hay países con tipos de cambio más estables, como Perú, que ahora quiere contrarrestar algún atraso cambiario. Excepto en Argentina y Venezuela, en los demás países no está presente ninguna de las condiciones que llevaron a crisis de deuda externa, cambiarias o financieras del pasado. Argentina tiene una baja deuda, pero tenemos una crisis autoinfligida. De hecho estamos en una crisis si hay una brecha del 60% entre el mercado cambiario oficial y el paralelo, si reprimo las transferencias al extranjero, con lo que no entra inversión externa. Estamos en una situación crítica y por algo persisten los controles. Pero ya no tenemos un nivel de deuda insostenible como Europa o como nosotros en el pasado. Yo antes criticaba a Chile, Perú y Brasil por ser conservadores en su crecimiento, pero tienen condiciones para pasar mejor una crisis. Pueden hacer más competitivo el tipo de cambio para crecer más rápido, con riesgo de mayor inflación. Brasil se dio cuenta ahora que los efectos negativos de la depreciación llegan antes que los efectos positivos, o sea, primero aumenta la inflación y después se reactiva la economía. Por eso el Gobierno se quedó en su política devaluacionista y el real está por debajo de los 2 dólares de nuevo. Querían llevarlo a 2,20 o 2,30. Están dando la vuelta en la misma calesita (carrusel).
P: -¿Por qué descarta crisis como las del pasado?
R: -Por más que sigan aumentando los precios de las materias primas, vas a tener déficit de cuenta corriente, pero antes este déficit era por el pago de intereses de la deuda externa y ahora es por el giro de utilidades de la inversión extranjera. Y parte de esos giros se reinvierten. Esto es diferente del pasado.
P: -¿Y si caen los precios de las materias primas?
R: -Vas a tener necesidades de financiamiento externo. Y de hecho están cayendo los precios. Por eso Bolivia tomó deuda el año pasado. Lo mejor es no tener que colocar deuda. Pero aún estamos a un largo camino de quedarnos afuera del financiamiento porque hay tasas de interés bajísimas. Si uno ve la historia diría que no se endeuden, que no se endeuden en una moneda que no pueden controlar. Teniendo en cuentas las tasas bajas, esta deuda no nos puede llevar a una crisis rápida e inevitable, pero implica más riesgos.
P: -¿Usted considera que el mayor riesgo para Latinoamérica es la enfermedad holandesa, es decir, la desindustrialización y la primarización de la economía?
R: -Es el principal problema de Latinoamérica, de Chile, Colombia o Perú. Los déficits de cuenta corriente siguen crecientes. La desindustrialización es importante. Es lo que pasó en Argentina en los 90.
P: -Algunos analistas plantean que ciertos países pueden vivir tranquilamente sin industria…
R: -Eso puede ser válido para un país chiquito, pero en los de mayor tamaño necesitás crear empleo y generar progreso. Si no, Arabia Saudí sería el país más desarrollado del mundo. Es la maldición de los recursos naturales porque te lleva a una política de tipo de cambio más apreciada (al ingresar capitales por las exportaciones de materias primas, sube la cotización de la moneda local). Es un tema de desarrollo, de largo plazo, que no les quema los pies a los políticos. Los gobiernos tienen poca visión estratégica. No miran a diez años o más. Si llegan a bajar los precios de las materias primas, los países con baja inflación tendrán distintos grados para ajustarse y tendrán margen para devaluar. Es lo que hizo Argentina en 2009, una devaluación sin crisis, cuando tenía margen para hacerlo.
P: -¿Cuáles son las condiciones que lo llevan a decir que no habrá crisis financieras como las de antes en la región?
R: -Hay cambios en la política económica, en la flotación administrada de la moneda, hay un mayor arreglo fiscal, mejores términos del intercambio (relación entre los precios de las exportaciones y los de las importaciones), otro sistema financiero nacional. Tenemos mayores posibilidades de respuesta que en los 30 primeros años de la globalización financiera. Tenemos un contexto calmo sin riesgos de crisis financiera, con márgenes de maniobra, así como también tenemos problemas para crecer rápidamente.
P: -¿Cómo se podría crecer más rápido?
R: -Mientras no tengas restricciones externas, podés tomar los beneficios de la exportación, ya sea con impuestos, empresas públicas o liquidación de divisas. Hoy en día esos beneficios se canalizan a sectores no transables (no exportables), que crecen rápido, como la construcción y ciertos servicios. Una política de más largo plazo implicaría generar una diversificación exportadora, lo que reduciría el riesgo de producir bienes con precios especulativos.
P: -¿Cómo ve la coyuntura de Latinoamérica?
R: -América del Sur es una cosa y México y América Central, otra. El norte depende de la experiencia de EE UU. América del Sur depende de las materias primas y, por tanto, de China e India. Esta inserción internacional distinta comenzó a finales de los 90, a partir de la crisis asiática. EE UU está recuperándose lentamente, pero dentro de los países desarrollados es de los que mejor va. Se recupera muy lento, muy dependiente de su dinámica propia.
P: -¿Y China?
R: -Hay expectativas de que dejará de crecer al 10% anual, pero va a crecer a tasas altas.
P: -¿Y eso cómo impactará en los precios de las materias primas?
R: -Hay países con diversos grados para manejarse bien porque tienen deuda e inflación bajas. Argentina también tenía margen para manejarse bien en 2009, pero ahora ya no tiene la misma situación externa y fiscal robusta.
P: -¿Cómo ve a Brasil?
R: -Está en el intríngulis entre crecimiento e inflación. El crecimiento de Brasil es muy bajo, cayó mucho respecto de 2010 y no puede crecer más. No hay suficiente inversión porque ha perdido competitividad. El atraso cambiario cobra peaje y uno no puede ver cuándo termina de cobrarlo.
P: -¿México?
R: -Está muy pegado a la economía de EE UU y crece lento. Lo que sí hay es un gran crecimiento de la competitividad de la industria automotriz.
P: -¿Y Perú, Chile, Colombia y Venezuela?
R: -Los otros países están creciendo sobre la base de las materias primas. En Brasil, solo con la minería y la soja no da. Ellos no pueden crecer solo con las exportaciones primarias. A Chile, Perú y Colombia les está yendo bien. Me preocupa su desarrollo a largo plazo, pero no hay una preocupación gubernamental por esto. Es una preocupación estratégica. Sus economías están robustas, con inflación bajo control, con un régimen democrático consolidado, con las negociaciones de paz con la guerrilla en Colombia. Chile tiene un problema muy constitutivo: no mejora para nada la desigualdad. La estratificación aparece en las cosas más básicas, como la salud y la educación. Hay una recreación permanente de la desigualdad. Hay hospitales, colegios y universidades para ricos. A lo largo de los años no encontraron por dónde empezar a desarmar eso. Andrés Solimano, que ahora apoya la candidatura presidencial de Marco Enríquez-Ominami, ha escrito un libro sobre esto, Capitalismo a la chilena.
P: -¿Existen países modelo en Latinoamérica?
R: -No. Hay varios países a los que les ha ido bien con metas de inflación, con matices distintos, con términos del intercambio favorables. Crecieron con estabilidad, sin problemas de la balanza de pago, con flotación administrada del tipo de cambio. Tuvieron mejoras en la distribución del ingreso, por razones diferentes, ya sea en Brasil por las políticas sociales o en otros países por el rápido crecimiento y la generación de empleo. De ahí a decir que hay un modelo existe un gran salto. Hay modelos de gestión macroeconómica, como Brasil, Chile, Colombia y México.
P: -¿Hay modelos de desarrollo?
R: -No. Porque estas políticas no van a traer desarrollo. No van a desarrollar la diversificación tecnológica, la incorporación de sectores económicos más modernos. Eso se logra por la vía de la industrialización. Es lo que han hecho Japón, Singapur, Indonesia, Corea del Sur.
P: -¿Adónde conduce entonces la experiencia latinoamericana? R: -No sabemos. Uno habla por lo que ha visto de desarrollo desde la Segunda Guerra Mundial, pero el futuro es incierto. Si uno mira Chile, se fue (Augusto) Pinochet hace 23 años y la economía está más primarizada que antes. Depende del cobre. En Suecia había industria de la madera, pero después apareció Ericsson. En Latinoamérica no hay Ericsson. Y Suecia es una economía de 9 millones de personas, un poco más grande que Uruguay. Hay países que se han puesto más conservadores con el crecimiento ante lo que pasa en Argentina. Pero hay que entender que manipular las estadísticas no es heterodoxia, es un delito. Toda la política ortodoxa como la que generó (Domingo) Cavallo (ministro de Economía de Argentina entre 1991 y 1996 y en 2001) nos trajo crisis. De una manera u otra, exageran con la política antiinflacionaria, pero tampoco podemos pensar que la inflación es mala en todos los países menos en el nuestro. Nosotros vamos a tener que aplicar una política heroica para bajar la inflación a un dígito, como el plan Austral (1985) o la convertibilidad (1991). Aquí no alcanza con bajar el gasto y subir la tasa (de interés), estamos en una situación límite. Otros países lo pueden hacer porque llevan años de aprendizaje en la lucha antiinflacionaria, desde los 90. Nosotros, en cambio, en los 90 nos atamos a la convertibilidad del peso con el dólar. En 2002 empezamos con la flotación administrada del tipo de cambio, pero en 2007 ya no quisimos ponerle freno a la inflación.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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