Los colores que utiliza el Fondo Monetario Internacional para ilustrar en un mapa el estado de la economía global está lleno de contrastes. En distintas tonalidades de azul aparece América Latina y eso, en principio, es bueno. Solo hay un país en rojo, Venezuela. Es la excepción en una región cuyas condiciones de crecimiento son claramente mejores a las de las economías avanzadas y que, junto a Asia, se ha convertido en el motor del crecimiento global.
Las economías emergentes están teniendo un buen rendimiento gracias al alto precio de las materias primas, a los bajos tipos de interés y al capital que fluyó desde el extranjero. El FMI habla, sin embargo, de que en algunos países el crecimiento se frena con respecto al periodo previo a la crisis. En términos generales, la proyección es de un avance del PIB del 5,3% para este año y del 5,7% en 2014.
En el caso de los países de América Latina y el Caribe, el Fondo habla ahora de un crecimiento del 3,4% en 2013, cuatro décimas más que el que tuvieron el pasado año pero tres menos de lo previsto. De ahí repuntaría al 3,9% en 2014, previsión que mantiene intacta. Para Brasil, la mayor economía de la zona, se proyecta una expansión del 3% este año y del 4% para el próximo ejercicio, desde el 0,9% de 2012. El repunte es consecuencia del recorte de tipos y a la medidas adoptadas para potenciar la inversión privada.
Argentina, Paraguay y Uruguay fueron los países que sufrieron más en el pasado por el frenazo de Brasil. Ahora el FMI también habla de repunte para ellos. En el caso de la economía paraguaya, se pasa de un crecimiento negativo del 1,2% en 2012 a un avance del 11% en 2013, para moderarse después al 4,6% en 2014. Para Argentina se proyecta un crecimiento del 2,8% este año y del 3,5% el que viene. Estas previsiones, en todo caso, se hacen con datos alternativos a los que suministra Buenos Aires. También se hace referencia expresa a los controles del Gobierno argentino sobre las importaciones y otros intercambios con el exterior, lo que afecta al clima de negocio y la inversión.
México crecerá un 3,4% durante los próximos dos años, un frenazo de medio punto frente a 2012. Chile y Perú observan también una moderación del crecimiento hacia su potencial. Para los países de Centroamérica, el FMI habla de una expansión económica media superior al 4% gracias al crecimiento de las exportaciones. Panamá destaca claramente del resto. La consolidación fiscal de alguno de estos países está atemperando la demanda.
Los emergentes tienen que apoyar la demanda interna y controlar el aumento del crédito
La excepción en la región de América Latina es Venezuela, como resalte el FMI en su mapa de situación al representar al país con un color rosado. De una expansión del 5,5% el año pasado, la economía venezolana se enfriará hasta el 0,1% en 2013, para luego repuntar al 2,3% en 2014. El estancamiento se atribuye a un recorte del gasto público y a una caída del consumo privado.
El FMI, como viene advirtiendo en sus documentos técnicos, indica que el gran reto de las economías emergentes, lo que vale para las de Latinoamérica, será gestionar los flujos de capital una vez que en los avanzados vuelva la recuperación y suban los tipos de interés. Eso, en principio, forma parte del proceso de reequilibrio global. El problema es la volatilidad.
“Con las perspectivas globales mejorando, el gran reto será reequilibrar las políticas para evitar una sobreestimulación”, señala el informe que se someterá este fin de semana a la cumbre del FMI. En otras palabras, se invita a los países emergentes en general a que apoyen cada vez más la demanda interna y controlen la rápida expansión del crédito, para preservar la salud de la banca.
Si la transición no se hace de forma correcta, la corrección en el flujo de capitales podría afectar a la estabilidad financiera de esos países y a su economía, insiste Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo. El otro punto de atención es la inflación, donde el abaratamiento del precio de la energía y de los alimentos inducirá una cierta moderación. En este apartado la presión es alta en Argentina y Venezuela.
El FMI señala que la suerte de América Latina en su conjunto dependerá de la marcha de EE UU y de Europa. Si bajan los riesgos en las economía avanzadas del norte, se contienen la amenazas potenciales para los países del sur, opina el Fondo. O dicho de otra manera, si el sector financiero en la zona euro no se repara, las filiales de sus bancos en la zona serán vulnerables. También su futuro dependerá del crecimiento de China, lo que se explica por el efecto que tendrá el precio de la energía en las exportaciones que se realizan desde la región hacia la gran potencia emergente.
El FMI emplaza a los países a aprovechar las condiciones económicas “relativamente favorables” para realizar reformas estructurales y avanzar hacia la consolidación fiscal pensando en el futuro. De hecho, otro de los retos para Latinoamérica a medio plazo es elevar la productividad y la competitividad, un mensaje similar al que se lanzaba a España antes de entrar en la espiral de la crisis de la deuda soberana. Y para mantener alto el potencial de crecimiento, el organismo que dirige Christine Lagarde destaca que la región necesita invertir en infraestructuras y capital humano, mejorar la regulación y diversificar sus exportaciones.
Las economías emergentes están teniendo un buen rendimiento gracias al alto precio de las materias primas, a los bajos tipos de interés y al capital que fluyó desde el extranjero. El FMI habla, sin embargo, de que en algunos países el crecimiento se frena con respecto al periodo previo a la crisis. En términos generales, la proyección es de un avance del PIB del 5,3% para este año y del 5,7% en 2014.
En el caso de los países de América Latina y el Caribe, el Fondo habla ahora de un crecimiento del 3,4% en 2013, cuatro décimas más que el que tuvieron el pasado año pero tres menos de lo previsto. De ahí repuntaría al 3,9% en 2014, previsión que mantiene intacta. Para Brasil, la mayor economía de la zona, se proyecta una expansión del 3% este año y del 4% para el próximo ejercicio, desde el 0,9% de 2012. El repunte es consecuencia del recorte de tipos y a la medidas adoptadas para potenciar la inversión privada.
Argentina, Paraguay y Uruguay fueron los países que sufrieron más en el pasado por el frenazo de Brasil. Ahora el FMI también habla de repunte para ellos. En el caso de la economía paraguaya, se pasa de un crecimiento negativo del 1,2% en 2012 a un avance del 11% en 2013, para moderarse después al 4,6% en 2014. Para Argentina se proyecta un crecimiento del 2,8% este año y del 3,5% el que viene. Estas previsiones, en todo caso, se hacen con datos alternativos a los que suministra Buenos Aires. También se hace referencia expresa a los controles del Gobierno argentino sobre las importaciones y otros intercambios con el exterior, lo que afecta al clima de negocio y la inversión.
México crecerá un 3,4% durante los próximos dos años, un frenazo de medio punto frente a 2012. Chile y Perú observan también una moderación del crecimiento hacia su potencial. Para los países de Centroamérica, el FMI habla de una expansión económica media superior al 4% gracias al crecimiento de las exportaciones. Panamá destaca claramente del resto. La consolidación fiscal de alguno de estos países está atemperando la demanda.
Los emergentes tienen que apoyar la demanda interna y controlar el aumento del crédito
La excepción en la región de América Latina es Venezuela, como resalte el FMI en su mapa de situación al representar al país con un color rosado. De una expansión del 5,5% el año pasado, la economía venezolana se enfriará hasta el 0,1% en 2013, para luego repuntar al 2,3% en 2014. El estancamiento se atribuye a un recorte del gasto público y a una caída del consumo privado.
El FMI, como viene advirtiendo en sus documentos técnicos, indica que el gran reto de las economías emergentes, lo que vale para las de Latinoamérica, será gestionar los flujos de capital una vez que en los avanzados vuelva la recuperación y suban los tipos de interés. Eso, en principio, forma parte del proceso de reequilibrio global. El problema es la volatilidad.
“Con las perspectivas globales mejorando, el gran reto será reequilibrar las políticas para evitar una sobreestimulación”, señala el informe que se someterá este fin de semana a la cumbre del FMI. En otras palabras, se invita a los países emergentes en general a que apoyen cada vez más la demanda interna y controlen la rápida expansión del crédito, para preservar la salud de la banca.
Si la transición no se hace de forma correcta, la corrección en el flujo de capitales podría afectar a la estabilidad financiera de esos países y a su economía, insiste Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo. El otro punto de atención es la inflación, donde el abaratamiento del precio de la energía y de los alimentos inducirá una cierta moderación. En este apartado la presión es alta en Argentina y Venezuela.
El FMI señala que la suerte de América Latina en su conjunto dependerá de la marcha de EE UU y de Europa. Si bajan los riesgos en las economía avanzadas del norte, se contienen la amenazas potenciales para los países del sur, opina el Fondo. O dicho de otra manera, si el sector financiero en la zona euro no se repara, las filiales de sus bancos en la zona serán vulnerables. También su futuro dependerá del crecimiento de China, lo que se explica por el efecto que tendrá el precio de la energía en las exportaciones que se realizan desde la región hacia la gran potencia emergente.
El FMI emplaza a los países a aprovechar las condiciones económicas “relativamente favorables” para realizar reformas estructurales y avanzar hacia la consolidación fiscal pensando en el futuro. De hecho, otro de los retos para Latinoamérica a medio plazo es elevar la productividad y la competitividad, un mensaje similar al que se lanzaba a España antes de entrar en la espiral de la crisis de la deuda soberana. Y para mantener alto el potencial de crecimiento, el organismo que dirige Christine Lagarde destaca que la región necesita invertir en infraestructuras y capital humano, mejorar la regulación y diversificar sus exportaciones.