Roderick Chapman, un especialista de marketing de Vancouver, Canadá, estuvo en Buenos Aires el mes pasado, buscando de-partamentos de una habitación en el lujoso barrio de Recolecta.
«Estoy absolutamente impresionado por la cantidad de opciones», señala Chapman, cuyo presupuesto para una propiedad de vacaciones es de US$130.000 (la mayoría de los bienes raíces en Buenos Aires se negocian en dólares). «Es realmente abrumador».
Ante una caída de entre 20% y 25% en los precios de los departamentos de lujo desde el año pasado, según agentes inmobiliarios locales, los extranjeros están hallando muy buenas ofertas en Buenos Aires tras casi una década de fuertes alzas.
Los apartamentos bien remodelados, con pisos de parqué y balcones en Recolecta -el barrio que le dio a Buenos Aires el apodo «la París de Sudamérica»- se están vendiendo por unos US$2.000 por metro cuadrado, desde unos US$2.600 en 2008, según cálculos de agentes locales.
Las unidades de un dormitorio en Palermo se anuncian en cerca de US$150.000 y se venden por menos. Los agentes locales ofrecen cotizaciones de US$200.000 a US$400.000 que afirman que podrían haberse vendido por 40% más dos años atrás. Algunos inmuebles multimillonarios están en venta a casi la mitad de lo que se solicitaba hace sólo unos años.
Sin embargo, existe un inconveniente en el mercado inmobiliario de Buenos Aires, como el que se encontró Chapman en su viaje. «Yo de hecho tengo que acortar mi viaje, porque me quedé sin dólares y no puedo conseguir más», explica.
Para Chapman, al igual que para otros compradores de vivienda extranjeros en Buenos Aires, navegar por el complejo pa-norama cambiario de Argentina es el obstáculo en lo que de otra manera sería un mercado inmobiliario atractivo.
En mayo del año pasado, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, restringió el acceso al dólar y otras monedas extranjeras para detener la fuga de capital. Con el peso argentino enfrentando una inflación anual de 25% (las cifras oficiales, ampliamente desacreditadas, indican una tasa mucho más baja) y un tipo de cambio no oficial que ha devaluado fuertemente la divisa local, la demanda de dólares es alta.
En estos días, la característica principal que buscan los compradores extranjeros en una propiedad en Buenos Aires no tiene nada que ver con el tamaño del clóset o un balcón amplio, sino un vendedor que tenga una cuenta bancaria fuera de Argentina a la que puedan transferir fondos legalmente. De esta manera, evitan tener que convertir los dólares transferidos a Argentina a pesos a la tasa oficial, ya que después es casi imposible convertirlos de vuelta a la moneda estadounidense.
Chapman pidió a los agentes que le mostraran solamente departamentos de vendedores dispuestos a efectuar una transacción de una cuenta extranjera a otra. «De ninguna forma traeré mi dinero a Argentina», asegura.
La situación cambiaria ha asustado a algunos extranjeros que viven en el país. El agente inmobiliario Pericles Economides afirmó que los propietarios extranjeros representan 90% de los vendedores en su listado, mientras que los compradores locales ansiosos por convertir sus pesos devaluados a un inmueble más estable constituyen casi todos sus compradores actuales.
Aun así, los compradores extranjeros descubren que sus dólares les dan poder en el mercado. Gabriel Maioli, socio de M&M Propiedades en Buenos Aires, comenzó a vender unidades recién construidas en pesos por primera vez el año pasado pero ofrece descuentos a compradores dispuestos a pagar en dólares, asevera.
Entre los departamentos de lujo a la venta figura el piso 14 del Edificio Kavanagh, de 855 metros cuadrados, con vista a la Plaza San Martín y, en un día despejado, a Uruguay. El propietario, el magnate inglés de bienes raíces Alain Levenfiche, colocó la propiedad en el mercado en 2008 por US$5,9 millones, pero no logró venderla. Ahora, pide US$3,3 millones.
Al otro lado, está Alan Dickinson, un ejecutivo de ventas de tecnología de 50 años de Nueva York, quien busca comprar su segundo inmueble en la capital argentina. «¿En qué otra ciudad de clase mundial puedes comprar propiedad de este calibre a estos precios?» dice Dickinson.
-Shane Romig contribuyó a este artículo..
«Estoy absolutamente impresionado por la cantidad de opciones», señala Chapman, cuyo presupuesto para una propiedad de vacaciones es de US$130.000 (la mayoría de los bienes raíces en Buenos Aires se negocian en dólares). «Es realmente abrumador».
Ante una caída de entre 20% y 25% en los precios de los departamentos de lujo desde el año pasado, según agentes inmobiliarios locales, los extranjeros están hallando muy buenas ofertas en Buenos Aires tras casi una década de fuertes alzas.
Los apartamentos bien remodelados, con pisos de parqué y balcones en Recolecta -el barrio que le dio a Buenos Aires el apodo «la París de Sudamérica»- se están vendiendo por unos US$2.000 por metro cuadrado, desde unos US$2.600 en 2008, según cálculos de agentes locales.
Las unidades de un dormitorio en Palermo se anuncian en cerca de US$150.000 y se venden por menos. Los agentes locales ofrecen cotizaciones de US$200.000 a US$400.000 que afirman que podrían haberse vendido por 40% más dos años atrás. Algunos inmuebles multimillonarios están en venta a casi la mitad de lo que se solicitaba hace sólo unos años.
Sin embargo, existe un inconveniente en el mercado inmobiliario de Buenos Aires, como el que se encontró Chapman en su viaje. «Yo de hecho tengo que acortar mi viaje, porque me quedé sin dólares y no puedo conseguir más», explica.
Para Chapman, al igual que para otros compradores de vivienda extranjeros en Buenos Aires, navegar por el complejo pa-norama cambiario de Argentina es el obstáculo en lo que de otra manera sería un mercado inmobiliario atractivo.
En mayo del año pasado, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, restringió el acceso al dólar y otras monedas extranjeras para detener la fuga de capital. Con el peso argentino enfrentando una inflación anual de 25% (las cifras oficiales, ampliamente desacreditadas, indican una tasa mucho más baja) y un tipo de cambio no oficial que ha devaluado fuertemente la divisa local, la demanda de dólares es alta.
En estos días, la característica principal que buscan los compradores extranjeros en una propiedad en Buenos Aires no tiene nada que ver con el tamaño del clóset o un balcón amplio, sino un vendedor que tenga una cuenta bancaria fuera de Argentina a la que puedan transferir fondos legalmente. De esta manera, evitan tener que convertir los dólares transferidos a Argentina a pesos a la tasa oficial, ya que después es casi imposible convertirlos de vuelta a la moneda estadounidense.
Chapman pidió a los agentes que le mostraran solamente departamentos de vendedores dispuestos a efectuar una transacción de una cuenta extranjera a otra. «De ninguna forma traeré mi dinero a Argentina», asegura.
La situación cambiaria ha asustado a algunos extranjeros que viven en el país. El agente inmobiliario Pericles Economides afirmó que los propietarios extranjeros representan 90% de los vendedores en su listado, mientras que los compradores locales ansiosos por convertir sus pesos devaluados a un inmueble más estable constituyen casi todos sus compradores actuales.
Aun así, los compradores extranjeros descubren que sus dólares les dan poder en el mercado. Gabriel Maioli, socio de M&M Propiedades en Buenos Aires, comenzó a vender unidades recién construidas en pesos por primera vez el año pasado pero ofrece descuentos a compradores dispuestos a pagar en dólares, asevera.
Entre los departamentos de lujo a la venta figura el piso 14 del Edificio Kavanagh, de 855 metros cuadrados, con vista a la Plaza San Martín y, en un día despejado, a Uruguay. El propietario, el magnate inglés de bienes raíces Alain Levenfiche, colocó la propiedad en el mercado en 2008 por US$5,9 millones, pero no logró venderla. Ahora, pide US$3,3 millones.
Al otro lado, está Alan Dickinson, un ejecutivo de ventas de tecnología de 50 años de Nueva York, quien busca comprar su segundo inmueble en la capital argentina. «¿En qué otra ciudad de clase mundial puedes comprar propiedad de este calibre a estos precios?» dice Dickinson.
-Shane Romig contribuyó a este artículo..