Cuando parecía que estaba todo listo para el anuncio, el intendente de Tigre, Sergio Massa , volvió a tender un manto de dudas sobre su futuro político y suspendió súbitamente la reunión que pasado mañana iba a mantener en una isla del Delta con el grupo de intendentes, legisladores y dirigentes que desea verlo convertido en el candidato de una alternativa entre el kirchnerismo y la oposición .
El encuentro, en la isla El Descanso, ya había sido pospuesto dos veces en la última semana, pero fue suspendido por Massa, que ayer decidió recluirse en la gestión. Ante los suyos, entre anuncios de pavimentos y la inauguración de un centro de ecoturismo, dejó trascender su incomodidad por los titulares de la prensa que en los últimos días apuraron su candidatura. También, su malestar con «filtraciones» que atribuyó a sus aliados.
Salvo dos intendentes de su entorno que le aconsejan no enfrentar al kirchnerismo, el resto de la tropa se había envalentonado con la posibilidad de que el sábado Massa les confirmara su candidatura a diputado por el Frente Renovador. Según le hicieron saber a LA NACION, otros dirigentes cercanos hoy al macrismo y el peronismo disidente parecían aún más entusiasmados.
Sucede que las encuestas no sólo siguen colocando a Massa como favorito para ganar la provincia, sino que muestran que su imagen crece de manera sostenida.
Pero el intendente no deja de escuchar a los consultores que trajo de su último viaje a Miami, que le aconsejan no postularse en estas elecciones. El equipo, liderado por el peruano Sergio Bendixen, le explica que su candidatura generará una expectativa en el votante descontento con el Gobierno que él no podrá satisfacer luego como un diputado más entre las 257 bancas del Congreso. Bendixen sabe del peso de las expectativas de los electores: trabajó en la campaña por el voto hispano para el presidente norteamericano Barack Obama.
Eso, más el desgaste por la batalla que, con seguridad, le propondrá el kirchnerismo si apura su candidatura, son los argumentos que usa Massa para calmar a sus allegados, que ahora repiten una pregunta: «¿para qué desgastarnos en una elección que no sabemos si nos sirve para llegar a la Presidencia?»
Pero también reconocen que, de no presentarse, Massa no sólo podría dejar el camino liberado para el tándem Daniel Scioli-Francisco de Narváez en 2015. También para que el kirchnerismo avance este año sobre los distritos de sus aliados, una pelea que ya comenzó. «Necesitamos que Sergio se defina para poder poner un límite en nuestros municipios y pararnos con más fuerza», se sinceró un jefe comunal massista.
Todos, sin embargo, coinciden en un punto: con las encuestas en su favor, Massa es el menos apurado para lanzarse, cuando ni el oficialismo ni la oposición definieron candidatos. «Ni siquiera sabemos si va a haber primarias», repiten a coro..
El encuentro, en la isla El Descanso, ya había sido pospuesto dos veces en la última semana, pero fue suspendido por Massa, que ayer decidió recluirse en la gestión. Ante los suyos, entre anuncios de pavimentos y la inauguración de un centro de ecoturismo, dejó trascender su incomodidad por los titulares de la prensa que en los últimos días apuraron su candidatura. También, su malestar con «filtraciones» que atribuyó a sus aliados.
Salvo dos intendentes de su entorno que le aconsejan no enfrentar al kirchnerismo, el resto de la tropa se había envalentonado con la posibilidad de que el sábado Massa les confirmara su candidatura a diputado por el Frente Renovador. Según le hicieron saber a LA NACION, otros dirigentes cercanos hoy al macrismo y el peronismo disidente parecían aún más entusiasmados.
Sucede que las encuestas no sólo siguen colocando a Massa como favorito para ganar la provincia, sino que muestran que su imagen crece de manera sostenida.
Pero el intendente no deja de escuchar a los consultores que trajo de su último viaje a Miami, que le aconsejan no postularse en estas elecciones. El equipo, liderado por el peruano Sergio Bendixen, le explica que su candidatura generará una expectativa en el votante descontento con el Gobierno que él no podrá satisfacer luego como un diputado más entre las 257 bancas del Congreso. Bendixen sabe del peso de las expectativas de los electores: trabajó en la campaña por el voto hispano para el presidente norteamericano Barack Obama.
Eso, más el desgaste por la batalla que, con seguridad, le propondrá el kirchnerismo si apura su candidatura, son los argumentos que usa Massa para calmar a sus allegados, que ahora repiten una pregunta: «¿para qué desgastarnos en una elección que no sabemos si nos sirve para llegar a la Presidencia?»
Pero también reconocen que, de no presentarse, Massa no sólo podría dejar el camino liberado para el tándem Daniel Scioli-Francisco de Narváez en 2015. También para que el kirchnerismo avance este año sobre los distritos de sus aliados, una pelea que ya comenzó. «Necesitamos que Sergio se defina para poder poner un límite en nuestros municipios y pararnos con más fuerza», se sinceró un jefe comunal massista.
Todos, sin embargo, coinciden en un punto: con las encuestas en su favor, Massa es el menos apurado para lanzarse, cuando ni el oficialismo ni la oposición definieron candidatos. «Ni siquiera sabemos si va a haber primarias», repiten a coro..