Beatriz Sarlo es, sin duda, una de las mentes más lúcidas de la Argentina. Su capacidad notable para desnudar, en lenguaje llano, los aspectos más corrosivos del aparato de propaganda oficial y el modo de ejercer el poder de los Kirchner, la convirtieron en estos años en la intelectual anti-K, según ella misma se definió alguna vez, que los kirchneristas aman odiar. Pero lejos de importarle ese mote, la autora de La audacia y el cálculo no tiene miramientos cuando acusa al gobierno de Cristina Kirchner de tener tendencias centralistas y autoritarias y escaso apego por la Constitución nacional. Tampoco cuando advierte que la estrategia de negación a la que apela CFK cuando los acontecimientos no convienen a su imagen o a sus políticas está destinada al fracaso, indefectiblemente.
La escritora y ensayista recibió a WE en su estudio de la calle Talcahuano, cerca del Congreso, eje esta semana de una nueva polémica, tras la aprobación en el Senado de los cambios al Consejo de la Magistratura con los que el Gobierno pretende conseguir, al decir de la propia Sarlo, la garantía de la impunidad.
* Perdió el control de clima social el Gobierno a la luz del 18A y el clima adverso que se mide en la opinión pública frente a problemas irresueltos y las denuncias de corrupción?
– Lo que surgió son esbozos de nuevos protagonismos en la calle. Desde setiembre está emergiendo un sujeto ambiguo, contradictorio, que no tiene una definición política sino más bien sociocultural, que en tres oportunidades y a través de una nueva forma de comunicación, las redes sociales, ocupó el espacio público. La calle es muy difícil de ocupar. No soy de las personas que creen que un acto se hace solo con plata, tampoco solo con militancia. Creo que es una combinación de plata y militancia, que no se lleva a la gente solo como dice la fórmula vulgar por el choripán, eso es falso. La gente que está presente en un acto tiene una voluntad de estar allí, pero movilizarse desde el tercer cinturón del Gran Buenos Aires es una cosa muy complicada y el Gobierno lo sabe. Y sabe que para ocupar la calle como la ocupó en sus grandes manifestaciones de apoyo, en canchas también, necesita esa combinación de recursos del Estado, que usa como si fueran propios, y organización territorial, que es política, nos guste o no la política. Por tanto, sin recursos del Estado es muy difícil esa movilización, excepto en momentos como puede ser el fin de la dictadura, la transición democrática o 2001, donde la gente sale en forma espontánea.
* Movilización que tiene al Gobierno desconcertado. El kirchnerismo no parece tener claro cómo pararse frente a este nuevo sujeto.
– Para estar desconcertado, en principio, tendría que reconocerlo. Públicamente el Gobierno no lo reconoce. Podés decir que muestra su desconcierto por la negación, es decir, no lo ha reconocido públicamente, no ha tenido un discurso que se haga cargo de que esas movilizaciones existieron, con todas sus contradicciones, sino que lo ha negado. La Presidenta, que habla todos los días del año, incluso varias veces por día, no lo ha hecho jamás tema de ninguna de sus intervenciones.
* Sí las ha mencionado el ministro De Vido, que dijo que es la gente que viaja a Miami…
– Sí, pero De Vido no baja línea nacional, lo que diga tiene muy poca importancia política. Como el discurso político es monopolizado por la Presidenta, si ella no lo reconoce, es porque está operando una negación absoluta de eso que ha sucedido, como sucede en muchas instancias en este Gobierno: los acontecimientos que no son favorables son directamente negados, se los tacha, se los pinta como quien pinta las fisuras de una pared.
* ¿Hay un límite para esta estrategia? ¿Puede seguir guardando silencio ante temas tan graves como las denuncias de lavado que involucran a un empresario del riñón K?
– Siempre la Presidenta niega los acontecimientos que no convienen a su imagen, a su política y a sus perspectivas. La respuesta a esa pregunta es: efectivamente, la Presidenta puede seguir equivocándose. El futuro de este Gobierno depende de cuándo se hagan cargo de dimensiones de la realidad que niegan, que hacen como si no existieran. No sé si pueden seguir haciéndolo, digo que si siguen haciéndolo, van a fracasar estrepitosamente. Quizás no mañana, ni siquiera en las próximas elecciones, pero tienen un futuro corto si siguen negando aquellos elementos que para la gente han empezado a ser importantes y que ellos han decidido no tomar en cuenta cuando diseñan política. Con esa negación no se puede establecer un futuro, porque esa negación comienza a convertirse en un sentido común del Gobierno: no hablar de una movilización o de la corrupción durante semanas y semanas puede empezar a convertirse en la conciencia que el Gobierno tiene de sí mismo.
* En la oposición también hay desconcierto. Nadie ha capitalizado los cacerolazos, por ejemplo. ¿Cómo puede decantar ese actor nuevo que hoy no tiene lidearazgo?
– En casi ninguno de los países donde se han producido estas manifestaciones a través de las redes sociales y con cierto grado de espontaneidad ha habido partidos que las capitalicen. Son manifestaciones que tienen un surgimiento vinculado con lo económico, pero rasgos culturales muy fuertes, son capas medias que son las que pueden andar en las redes sociales, movilizarse. Esas movilizaciones lo que han producido es una acentuación de la crisis de los partidos. El surgimiento de estas formas espontáneas de movilización, que son organizaciones muy laxas, no necesariamente encauzan las cosas a la política. La crisis de 2001 no hizo que de ahí salieran nuevos partidos, las asambleas se agotaron en su dinámica, los clubes del trueque también se disolvieron. Es muy difícil organizar la espontaneidad de lo social, la autorganización de esto es muy difícil. Por tanto, si bien uno no puede tener una estimación altísima de los partidos políticos, tampoco hay que decir que los partidos no pueden organizar esto que se mueve porque es un desafío que no se ha visto cumplido en otros lugares donde ha habido esas manifestaciones.
* Muchos interpretan una suerte de llamado a la oposición para que se una y le haga frente al kirchnerismo. ¿Es tan así? ¿Ese reclamo es un común denominador de las marchas?
– Yo no tengo idea de lo que está reclamando la gente. Eso se escuchaba, ahora se escucha menos, en algunas opiniones periodísticas. Frente a ese pedido, yo siempre he dicho: no hay una oposición, hay oposiciones, no una.
* Uno piensa en Venezuela, por ejemplo. Ahí la oposición dejó de lado apetencias personales porque la gravedad institucional exigía ese desprendimiento y se unió. ¿Es capaz la dirigencia política argentina de un gesto de esta naturaleza? ¿O no hay una situación extrema como para avanzar en esa línea?
– La oposición, insisto, son varias oposiciones. Y en segundo lugar, son varias oposiciones no solo por apetencias personales, ahí es donde se simplifica y el primer enigma que es la política queda reducido a uno de sus elementos, que es importantísimo, pero no es el único. Están también las dinámicas de construcción de partidos. Se dice por ejemplo que el GEN y la UCR deberían ir juntos en un mismo frente. El GEN está construyendo un partido que disputa territorialmente con el radicalismo, entonces esa disputa también hay que tomarla en cuenta. Para hacer política se necesitan partidos, más aún en momentos de crisis de la política, salvo que uno crea que la política se hace en Twitter. Hay que unir estructuras territoriales para hacer frentes. Eso en Santa Fe llevó mucho tiempo. Y el tercer elemento, que no tenemos que subestimar nunca, es un elemento ideológico o de valores. La unión en un solo frente de oposición de Macri con el Partido Socialista, por caso, es una monstruosidad. No es algo que más o menos puede suceder. Salvo que alguien tenga hoy el diagnóstico de que este Gobierno es un gobierno dictatorial, que para mí es la única circunstancia en la cual se legitima una unión de todos los partidos para ganarle las elecciones, no para gobernar, sino para salir de ese gobierno y luego volver a llamar a elecciones donde los partidos que hayan ganado en un frente puedan ofrecer sus alternativas.
* ¿Descarta que sea un gobierno dictatorial?
– Creo que no lo es. Creo que es un Gobierno con fuertes tendencias centralistas y autoritarias, que no respeta muchísimos de los valores y los principios que están presentes en la Constitución. Pero en la Argentina sabemos lo que es una dictadura, decir que este gobierno es dictatorial y que hay que hacer un frente amplio para derrotarlo es errar en su caracterización y es ir hacia un nuevo desastre, como fue de alguna manera el que estaba anunciado en la idea de que había que ganarle a Duhalde de cualquier modo cuando se hizo la alianza entre el Frepaso y la UCR. Éra un error, no había que ganarle a Duhalde de cualquier manera. Cuando Duhalde fue presidente no pasó ninguna catástrofe. Yo desearía que este Gobierno perdiera las elecciones. Ahora, no lo desearía como una política simplista. Ya bastante sin principios es el Gobierno como para que yo desee una política sin principios para que la oposición pueda ganar.
* ¿El nuevo frente electoral que está gestando el PJ disidente con De la Sota, Moyano, De Narváez, Lavagna…, ¿tiene futuro?
– No sé. Pero ese frente tiene vetas históricas, uno podría decir que el kirchnerismo, que ha partido todo lo que ha tomado, ha partido al país, ha partido también al PJ. El FPV es uno donde están las vetas históricas, básicamente setentistas, montoneras, y del otro lado queda, en principio, lo que era la columna vertebral del PJ, los sindicatos, y en segundo lugar, algunas figuras que vienen de la larga marcha, de los últimos 40 años dentro del PJ. La única figura nueva ahí es De Narváez.
* ¿Cómo explica que Scioli y Sergio Massa, los mayores cultores de la ambigüedad política, sean los dirigentes hoy con mejor imagen?
– Scioli puede ser un muy mal gobernador o un regular gobernador; el Gobierno puede oscilar entre querer hundirlo o a veces abrir la mano y darle alguno de los millones que necesita para sus obras; pero en aquello en que Scioli es impecable es en su política mediática. Los festivales en Mar del Plata, el uso discreto pero omnipresente de la figura de su mujer que es absolutamente una contrafigura de la Presidenta, desde la manera en que se peina, se viste, se arregla hasta cómo se mueve. Todo eso hace de Scioli un político pospolítico. Se va a decidir en el momento en que él piense. Algunos políticos son tiempistas, saben el momento en que deben intervenir; otros creen ser tiempistas e intervienen tarde, creo que ése es el caso de Scioli: se cree un tiempista y va a llegar demasiado tarde.
* ¿Y Massa?
– Lo de Massa todavía está por verse. Esas subidas súbitas en las encuestas hace que todo el mundo tenga que ocuparse de una persona que fue jefe de Gabinete un tiempo corto e intendente de una ciudad poco problemática como es Tigre. A lo mejor es un buen intendente de Tigre como era el anterior, Ricardo Ubieto, a lo mejor heredó un estilo de gestión. Es muy hábil en la presentación de su figura pública. Ahora, ¿cuánto constituye eso un político? Qué tiene que ver eso con la política, con cómo se van a llevar adelante nuestras relaciones con América latina… Eso no nos dice nada, son políticos misteriosos. Mientras que uno escucha a otros políticos, caso Altamira o Sanz y dice: acá hay un político. Quizá por eso sean menos escuchados, porque su discurso es clásicamente político.
* Uno supone que el Gobierno sabe que no va a obtener los votos en octubre como para lograr los dos tercios en el Congreso que le permitan reformar la Constitución e ir por la re-re. Ahora, ¿en qué puede estar pensando hoy el oficialismo para lograr ese objetivo?
– Ellos se equivocaron muy mal, porque no son tiempistas. Ellos, que quieren un cambio de régimen político, que lo necesitan, hubieran tenido que empezar después de las elecciones de 2011. Pero no diciendo que querían la re-reelección, no dejar las cosas en manos de una persona de la torpeza política de Diana Conti, sino empezar como empezaron con la ley de Medios. No empezaron diciendo vamos a matar a Magnetto, empezaron con foros nacionales y regionales donde se decía que no había comunidad originaria que no iba a tener un canal de TV y una radio, etcétera. ¡Todo mentira porque no lo tiene hoy! Pero se empezó con un debate de carácter progresista. Deberían haber empezado ahí, diciéndole a Conti que se calle la boca, que no era la re-re lo primero que había que decir. Se equivocaron y ahora me parece que es tarde.
* ¿Qué deberían haber hecho, entonces, desde la lógica K, para conservar el poder?
– Avanzar en lo que se avanzó en Ecuador y en Bolivia, en un cambio de régimen. La república tal como nosotros la conocemos en la Constitución de 1853 no es el único régimen posible. Hay otros regímenes republicanos, el de Ecuador es uno, el de Bolivia es otro. En Bolivia, el cambio de Constitución fue bueno porque dio por primera vez una Constitución a los pueblos originarios, que allí son muy importantes, los constituyó como sujetos políticos. Ecuador también hizo un cambio en la Constitución. Hay una tendencia en el constitucionalismo, que la llaman neoconstitucionalismo, que teoriza esos cambios de régimen político. Ahora es tarde, eso no se puede hacer juntando votitos y confiando en que Agustín Rossi grite como un chancho en Diputados. Eso se tiene que hacer como con la ley de Medios, que consiguieron que votaran los socialistas, Pino Solanas, todo el mundo menos Carrió y algún otro. Se debe hacer dándole gran contenido ideológico.
* ¿Es tarde para una consulta popular?
– Es que eso va hacia una consulta popular, ése es el clamor que ha sido preparado durante un año. Me parece que es tarde, salvo que los resultados de octubre no sean los que hoy se prevén, sean mejores. Si son mucho mejores y van más arriba del 40 quizá puedan…
* El Gobierno en realidad siempre ha forzado este tipo de cambios en la adversidad. La ley de Medios es ejemplo de ello.
– Efectivamente, pero era una ley, no es lo mismo que un cambio de régimen que debe ser hecho en un momento de gran movilización, aprovechando la ola.
* Igual ahora avanzan sobre la Justicia. ¿Cree que la Corte va a frenar la reforma?
– No tengo la menor idea, no soy especialista, dicen que la Corte va a objetar. Pero una reforma judicial de ese tipo también podría ser algo que anuncia el cambio de régimen, aunque hoy no anuncia eso: anuncia más bien que lo que el Gobierno quiere es la garantía de la impunidad. Creo que ha pasado el momento, pero cuidado, me lo digo a mí misma, un buen resultado en octubre…
* Se dice, de todos modos, que hay Plan B…
– Plan B es Scioli, él se considera a sí mismo tanto Plan B que deja que lo insulten en público, las cosas más vulgares, las soporta. Lo que no me parece Plan B es que se nombre candidato a Presidente a Urribarri, Capitanich, Zannini.. ¿Cómo ganan las elecciones? Y aún así, que Cristina quedara fuera del Gobierno y siguiera manejándolo… Es muy difícil en la Argentina, en cualquier país, ser un dirigente político fuera del Gobierno. Por algo los dirigentes tienden a perpetuarse en el Gobierno.
* ¿Macri está golpeado tras la inundación?
– No solo después de la inundación, ¡no tiene dimensión nacional! No tiene territorio, no sabe construirlo, no tiene discurso. Scioli tiene más discurso que Macri y, además, no se puede ser una copia de Scioli. Un candidato vacío es Scioli y el otro candidato vacío es Macri y después, ¿qué ponemos? ¿A un muñeco? Tiene que haber más en ese candidato. Yo no lo creo. z we
La escritora y ensayista recibió a WE en su estudio de la calle Talcahuano, cerca del Congreso, eje esta semana de una nueva polémica, tras la aprobación en el Senado de los cambios al Consejo de la Magistratura con los que el Gobierno pretende conseguir, al decir de la propia Sarlo, la garantía de la impunidad.
* Perdió el control de clima social el Gobierno a la luz del 18A y el clima adverso que se mide en la opinión pública frente a problemas irresueltos y las denuncias de corrupción?
– Lo que surgió son esbozos de nuevos protagonismos en la calle. Desde setiembre está emergiendo un sujeto ambiguo, contradictorio, que no tiene una definición política sino más bien sociocultural, que en tres oportunidades y a través de una nueva forma de comunicación, las redes sociales, ocupó el espacio público. La calle es muy difícil de ocupar. No soy de las personas que creen que un acto se hace solo con plata, tampoco solo con militancia. Creo que es una combinación de plata y militancia, que no se lleva a la gente solo como dice la fórmula vulgar por el choripán, eso es falso. La gente que está presente en un acto tiene una voluntad de estar allí, pero movilizarse desde el tercer cinturón del Gran Buenos Aires es una cosa muy complicada y el Gobierno lo sabe. Y sabe que para ocupar la calle como la ocupó en sus grandes manifestaciones de apoyo, en canchas también, necesita esa combinación de recursos del Estado, que usa como si fueran propios, y organización territorial, que es política, nos guste o no la política. Por tanto, sin recursos del Estado es muy difícil esa movilización, excepto en momentos como puede ser el fin de la dictadura, la transición democrática o 2001, donde la gente sale en forma espontánea.
* Movilización que tiene al Gobierno desconcertado. El kirchnerismo no parece tener claro cómo pararse frente a este nuevo sujeto.
– Para estar desconcertado, en principio, tendría que reconocerlo. Públicamente el Gobierno no lo reconoce. Podés decir que muestra su desconcierto por la negación, es decir, no lo ha reconocido públicamente, no ha tenido un discurso que se haga cargo de que esas movilizaciones existieron, con todas sus contradicciones, sino que lo ha negado. La Presidenta, que habla todos los días del año, incluso varias veces por día, no lo ha hecho jamás tema de ninguna de sus intervenciones.
* Sí las ha mencionado el ministro De Vido, que dijo que es la gente que viaja a Miami…
– Sí, pero De Vido no baja línea nacional, lo que diga tiene muy poca importancia política. Como el discurso político es monopolizado por la Presidenta, si ella no lo reconoce, es porque está operando una negación absoluta de eso que ha sucedido, como sucede en muchas instancias en este Gobierno: los acontecimientos que no son favorables son directamente negados, se los tacha, se los pinta como quien pinta las fisuras de una pared.
* ¿Hay un límite para esta estrategia? ¿Puede seguir guardando silencio ante temas tan graves como las denuncias de lavado que involucran a un empresario del riñón K?
– Siempre la Presidenta niega los acontecimientos que no convienen a su imagen, a su política y a sus perspectivas. La respuesta a esa pregunta es: efectivamente, la Presidenta puede seguir equivocándose. El futuro de este Gobierno depende de cuándo se hagan cargo de dimensiones de la realidad que niegan, que hacen como si no existieran. No sé si pueden seguir haciéndolo, digo que si siguen haciéndolo, van a fracasar estrepitosamente. Quizás no mañana, ni siquiera en las próximas elecciones, pero tienen un futuro corto si siguen negando aquellos elementos que para la gente han empezado a ser importantes y que ellos han decidido no tomar en cuenta cuando diseñan política. Con esa negación no se puede establecer un futuro, porque esa negación comienza a convertirse en un sentido común del Gobierno: no hablar de una movilización o de la corrupción durante semanas y semanas puede empezar a convertirse en la conciencia que el Gobierno tiene de sí mismo.
* En la oposición también hay desconcierto. Nadie ha capitalizado los cacerolazos, por ejemplo. ¿Cómo puede decantar ese actor nuevo que hoy no tiene lidearazgo?
– En casi ninguno de los países donde se han producido estas manifestaciones a través de las redes sociales y con cierto grado de espontaneidad ha habido partidos que las capitalicen. Son manifestaciones que tienen un surgimiento vinculado con lo económico, pero rasgos culturales muy fuertes, son capas medias que son las que pueden andar en las redes sociales, movilizarse. Esas movilizaciones lo que han producido es una acentuación de la crisis de los partidos. El surgimiento de estas formas espontáneas de movilización, que son organizaciones muy laxas, no necesariamente encauzan las cosas a la política. La crisis de 2001 no hizo que de ahí salieran nuevos partidos, las asambleas se agotaron en su dinámica, los clubes del trueque también se disolvieron. Es muy difícil organizar la espontaneidad de lo social, la autorganización de esto es muy difícil. Por tanto, si bien uno no puede tener una estimación altísima de los partidos políticos, tampoco hay que decir que los partidos no pueden organizar esto que se mueve porque es un desafío que no se ha visto cumplido en otros lugares donde ha habido esas manifestaciones.
* Muchos interpretan una suerte de llamado a la oposición para que se una y le haga frente al kirchnerismo. ¿Es tan así? ¿Ese reclamo es un común denominador de las marchas?
– Yo no tengo idea de lo que está reclamando la gente. Eso se escuchaba, ahora se escucha menos, en algunas opiniones periodísticas. Frente a ese pedido, yo siempre he dicho: no hay una oposición, hay oposiciones, no una.
* Uno piensa en Venezuela, por ejemplo. Ahí la oposición dejó de lado apetencias personales porque la gravedad institucional exigía ese desprendimiento y se unió. ¿Es capaz la dirigencia política argentina de un gesto de esta naturaleza? ¿O no hay una situación extrema como para avanzar en esa línea?
– La oposición, insisto, son varias oposiciones. Y en segundo lugar, son varias oposiciones no solo por apetencias personales, ahí es donde se simplifica y el primer enigma que es la política queda reducido a uno de sus elementos, que es importantísimo, pero no es el único. Están también las dinámicas de construcción de partidos. Se dice por ejemplo que el GEN y la UCR deberían ir juntos en un mismo frente. El GEN está construyendo un partido que disputa territorialmente con el radicalismo, entonces esa disputa también hay que tomarla en cuenta. Para hacer política se necesitan partidos, más aún en momentos de crisis de la política, salvo que uno crea que la política se hace en Twitter. Hay que unir estructuras territoriales para hacer frentes. Eso en Santa Fe llevó mucho tiempo. Y el tercer elemento, que no tenemos que subestimar nunca, es un elemento ideológico o de valores. La unión en un solo frente de oposición de Macri con el Partido Socialista, por caso, es una monstruosidad. No es algo que más o menos puede suceder. Salvo que alguien tenga hoy el diagnóstico de que este Gobierno es un gobierno dictatorial, que para mí es la única circunstancia en la cual se legitima una unión de todos los partidos para ganarle las elecciones, no para gobernar, sino para salir de ese gobierno y luego volver a llamar a elecciones donde los partidos que hayan ganado en un frente puedan ofrecer sus alternativas.
* ¿Descarta que sea un gobierno dictatorial?
– Creo que no lo es. Creo que es un Gobierno con fuertes tendencias centralistas y autoritarias, que no respeta muchísimos de los valores y los principios que están presentes en la Constitución. Pero en la Argentina sabemos lo que es una dictadura, decir que este gobierno es dictatorial y que hay que hacer un frente amplio para derrotarlo es errar en su caracterización y es ir hacia un nuevo desastre, como fue de alguna manera el que estaba anunciado en la idea de que había que ganarle a Duhalde de cualquier modo cuando se hizo la alianza entre el Frepaso y la UCR. Éra un error, no había que ganarle a Duhalde de cualquier manera. Cuando Duhalde fue presidente no pasó ninguna catástrofe. Yo desearía que este Gobierno perdiera las elecciones. Ahora, no lo desearía como una política simplista. Ya bastante sin principios es el Gobierno como para que yo desee una política sin principios para que la oposición pueda ganar.
* ¿El nuevo frente electoral que está gestando el PJ disidente con De la Sota, Moyano, De Narváez, Lavagna…, ¿tiene futuro?
– No sé. Pero ese frente tiene vetas históricas, uno podría decir que el kirchnerismo, que ha partido todo lo que ha tomado, ha partido al país, ha partido también al PJ. El FPV es uno donde están las vetas históricas, básicamente setentistas, montoneras, y del otro lado queda, en principio, lo que era la columna vertebral del PJ, los sindicatos, y en segundo lugar, algunas figuras que vienen de la larga marcha, de los últimos 40 años dentro del PJ. La única figura nueva ahí es De Narváez.
* ¿Cómo explica que Scioli y Sergio Massa, los mayores cultores de la ambigüedad política, sean los dirigentes hoy con mejor imagen?
– Scioli puede ser un muy mal gobernador o un regular gobernador; el Gobierno puede oscilar entre querer hundirlo o a veces abrir la mano y darle alguno de los millones que necesita para sus obras; pero en aquello en que Scioli es impecable es en su política mediática. Los festivales en Mar del Plata, el uso discreto pero omnipresente de la figura de su mujer que es absolutamente una contrafigura de la Presidenta, desde la manera en que se peina, se viste, se arregla hasta cómo se mueve. Todo eso hace de Scioli un político pospolítico. Se va a decidir en el momento en que él piense. Algunos políticos son tiempistas, saben el momento en que deben intervenir; otros creen ser tiempistas e intervienen tarde, creo que ése es el caso de Scioli: se cree un tiempista y va a llegar demasiado tarde.
* ¿Y Massa?
– Lo de Massa todavía está por verse. Esas subidas súbitas en las encuestas hace que todo el mundo tenga que ocuparse de una persona que fue jefe de Gabinete un tiempo corto e intendente de una ciudad poco problemática como es Tigre. A lo mejor es un buen intendente de Tigre como era el anterior, Ricardo Ubieto, a lo mejor heredó un estilo de gestión. Es muy hábil en la presentación de su figura pública. Ahora, ¿cuánto constituye eso un político? Qué tiene que ver eso con la política, con cómo se van a llevar adelante nuestras relaciones con América latina… Eso no nos dice nada, son políticos misteriosos. Mientras que uno escucha a otros políticos, caso Altamira o Sanz y dice: acá hay un político. Quizá por eso sean menos escuchados, porque su discurso es clásicamente político.
* Uno supone que el Gobierno sabe que no va a obtener los votos en octubre como para lograr los dos tercios en el Congreso que le permitan reformar la Constitución e ir por la re-re. Ahora, ¿en qué puede estar pensando hoy el oficialismo para lograr ese objetivo?
– Ellos se equivocaron muy mal, porque no son tiempistas. Ellos, que quieren un cambio de régimen político, que lo necesitan, hubieran tenido que empezar después de las elecciones de 2011. Pero no diciendo que querían la re-reelección, no dejar las cosas en manos de una persona de la torpeza política de Diana Conti, sino empezar como empezaron con la ley de Medios. No empezaron diciendo vamos a matar a Magnetto, empezaron con foros nacionales y regionales donde se decía que no había comunidad originaria que no iba a tener un canal de TV y una radio, etcétera. ¡Todo mentira porque no lo tiene hoy! Pero se empezó con un debate de carácter progresista. Deberían haber empezado ahí, diciéndole a Conti que se calle la boca, que no era la re-re lo primero que había que decir. Se equivocaron y ahora me parece que es tarde.
* ¿Qué deberían haber hecho, entonces, desde la lógica K, para conservar el poder?
– Avanzar en lo que se avanzó en Ecuador y en Bolivia, en un cambio de régimen. La república tal como nosotros la conocemos en la Constitución de 1853 no es el único régimen posible. Hay otros regímenes republicanos, el de Ecuador es uno, el de Bolivia es otro. En Bolivia, el cambio de Constitución fue bueno porque dio por primera vez una Constitución a los pueblos originarios, que allí son muy importantes, los constituyó como sujetos políticos. Ecuador también hizo un cambio en la Constitución. Hay una tendencia en el constitucionalismo, que la llaman neoconstitucionalismo, que teoriza esos cambios de régimen político. Ahora es tarde, eso no se puede hacer juntando votitos y confiando en que Agustín Rossi grite como un chancho en Diputados. Eso se tiene que hacer como con la ley de Medios, que consiguieron que votaran los socialistas, Pino Solanas, todo el mundo menos Carrió y algún otro. Se debe hacer dándole gran contenido ideológico.
* ¿Es tarde para una consulta popular?
– Es que eso va hacia una consulta popular, ése es el clamor que ha sido preparado durante un año. Me parece que es tarde, salvo que los resultados de octubre no sean los que hoy se prevén, sean mejores. Si son mucho mejores y van más arriba del 40 quizá puedan…
* El Gobierno en realidad siempre ha forzado este tipo de cambios en la adversidad. La ley de Medios es ejemplo de ello.
– Efectivamente, pero era una ley, no es lo mismo que un cambio de régimen que debe ser hecho en un momento de gran movilización, aprovechando la ola.
* Igual ahora avanzan sobre la Justicia. ¿Cree que la Corte va a frenar la reforma?
– No tengo la menor idea, no soy especialista, dicen que la Corte va a objetar. Pero una reforma judicial de ese tipo también podría ser algo que anuncia el cambio de régimen, aunque hoy no anuncia eso: anuncia más bien que lo que el Gobierno quiere es la garantía de la impunidad. Creo que ha pasado el momento, pero cuidado, me lo digo a mí misma, un buen resultado en octubre…
* Se dice, de todos modos, que hay Plan B…
– Plan B es Scioli, él se considera a sí mismo tanto Plan B que deja que lo insulten en público, las cosas más vulgares, las soporta. Lo que no me parece Plan B es que se nombre candidato a Presidente a Urribarri, Capitanich, Zannini.. ¿Cómo ganan las elecciones? Y aún así, que Cristina quedara fuera del Gobierno y siguiera manejándolo… Es muy difícil en la Argentina, en cualquier país, ser un dirigente político fuera del Gobierno. Por algo los dirigentes tienden a perpetuarse en el Gobierno.
* ¿Macri está golpeado tras la inundación?
– No solo después de la inundación, ¡no tiene dimensión nacional! No tiene territorio, no sabe construirlo, no tiene discurso. Scioli tiene más discurso que Macri y, además, no se puede ser una copia de Scioli. Un candidato vacío es Scioli y el otro candidato vacío es Macri y después, ¿qué ponemos? ¿A un muñeco? Tiene que haber más en ese candidato. Yo no lo creo. z we