Apunta contra la inseguridad y la inflación. Suba de AUH. Control de precios
La secuencia fue lineal. Primero sobrevoló una queja cruda sobre inseguridad. Luego, en un minirrécord, anudó tres actos en los territorios rabiosos. Ayer, Cristina de Kirchner eslabonó palabras y despliegue para visibilizar su táctica para el sinuoso raid electoral de 2013.
La suba en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y el refuerzo al «corsé de precios de Guillermo Moreno con un operativo de «control popular» vía militantes cristinistas redondean el pack electoral K que el sábado tendrá un episodio que operará como virtual lanzamiento de la campaña: el acto en Plaza de Mayo por los 10 años de la llegada de Néstor Kirchner al poder.
La celebración, que se imagina como un mini Bicentenario masivo y popular, se convoca con el slogan «Década ganada» y en la cosmogonía K es interpretada como una movilización para cambiar el «clima hostil». Traducción: entrar, por la positiva, en clave de campaña.
Lo curioso es que el kirchnerismo no tiene, todavía, ningún candidato blanqueado por lo cual la campaña empezó sin candidatos lo que certifica la hipótesis mayor de la Casa Rosada: la batalla electoral tendrá en el centro de la escena a Cristina, lo que aportará una dosis adicional de antagonismo. En cierto modo, el Gobierno asume el «Ella o vos» de Francisco de Narváez, consigna que diseñó el consultor español Antonio Solá y sistematizó el publicista Ramiro Agulla.
Esquemas
La rareza de una «campaña sin candidatos» -el plazo para anotarlos es el 22 de junio- forma parte de una lógica integral: el Gobierno entiende que este año se elegirá entre el «proyecto» y la «oposición», más que entre candidatos puntuales y figuras críticas.
Es el argumento por el cual, más allá de sus datos flojos y la intriga domiciliaria, las tribus ultra K vocean la hipótesis que la candidata K en la provincia de Buenos Aires, ring esencial de la disputa nacional, será Alicia Kirchner que ayer estuvo sentada junto a Diego Bossio, titular de la ANSES, otro de los nombres invocados para integrar la boleta K.
La postergación del plazo para publicar el padrón definitivo hasta el 5 de junio alimenta aquella teoría.
La incertidumbre reina en la Capital Federal. Al recurrente nombre de Daniel Filmus se agregó el de Rafael Bielsa. En la lotería de rumores aparece también la actriz Florencia Peña.
Detalles, si se quiere accesorios en la mecánica de la Cristina de Kirchner que ayer puso en marcha un relato electoral que opera sobre tres ejes específicos.
Dos apuntan a los sectores medios que en buena medida en las últimas elecciones votaron a la Presidente, pero que ahora tienen una mirada crítica, aunque no irreversible, en particular por la cuestión de la inflación -en realidad es reflejo del temblor económico- y de la inseguridad.
El tercer punto se enfoca en los sectores bajos, núcleo duro del histórico votante peronista que ahora se replica como votante K y que le aporta al oficialismo el grueso del caudal electoral que constituye el hipotético piso del 30% que a nivel nacional ostenta el kirchnerismo, número sobre el que el Gobierno construye su imaginario de invulnerabilidad en las urnas.
Inflación. Al margen de los datos del INDEC, refutados por las mediciones privadas, y el congelamiento que coordinó el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, para apaciguar la estampida de precios de la primera parte del año, Cristina se resistió sistemáticamente a hablar de inflación. Ayer, aun sin mencionar la palabra, habló al anunciar que militantes y dirigentes K llevarán adelante el plan «Mirar para cuidar» que consistirá en un control «popular» de precios (ver pág. 3). No es una acción inédita. En 2005, Néstor Kirchner le pidió lo mismo a los intendentes cuando comenzó a registrar un desorden en la variable de precios. El resultado fue mínimo: al poco tiempo, el Gobierno prefirió intervenir el INDEC. La decisión de Cristina trafica una aceptación: las encuestas que leen en Casa Rosada revelan que los sectores medios que «simpatizan» con el Gobierno ponen el foco crítico sobre la inflación.
Seguridad. La semana pasada, primero en La Matanza y luego en Ituzaingó, Cristina desempolvó un asunto público que estaba fuera de su esfera discursiva: la inseguridad. Aprovechó una cumbre sobre la reforma judicial para deslizar quejas sobre el accionar policial, y sobre todo contra la «corporación» de jueces sobre la crisis criminal. La razón es similar a la de la inflación: la inseguridad aparece como reclamo puntual de sectores urbanos y, más allá del reproche a intendentes o gobernadores, castiga a la Casa Rosada. En Gobierno deslizan que antes de las elecciones podría anunciarse un plan específico en materia de seguridad y señala a Sergio Berni como el encargado de diseñarlo.
AUH. La suba -de 340 a 460 de la Asignación Universal por Hijo- además de elevar el monto salarial para asignaciones familiares, entre otras medidas (ver pág. 3). El universo social que recibe la AUH es el más vulnerable a la inflación por lo cual resultaría beneficiado por el control «popular» de precios si el mismo diera resultado. Tiene, en paralelo, valor por la suba en el desempleo que aun es leve y estacional.
La secuencia fue lineal. Primero sobrevoló una queja cruda sobre inseguridad. Luego, en un minirrécord, anudó tres actos en los territorios rabiosos. Ayer, Cristina de Kirchner eslabonó palabras y despliegue para visibilizar su táctica para el sinuoso raid electoral de 2013.
La suba en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y el refuerzo al «corsé de precios de Guillermo Moreno con un operativo de «control popular» vía militantes cristinistas redondean el pack electoral K que el sábado tendrá un episodio que operará como virtual lanzamiento de la campaña: el acto en Plaza de Mayo por los 10 años de la llegada de Néstor Kirchner al poder.
La celebración, que se imagina como un mini Bicentenario masivo y popular, se convoca con el slogan «Década ganada» y en la cosmogonía K es interpretada como una movilización para cambiar el «clima hostil». Traducción: entrar, por la positiva, en clave de campaña.
Lo curioso es que el kirchnerismo no tiene, todavía, ningún candidato blanqueado por lo cual la campaña empezó sin candidatos lo que certifica la hipótesis mayor de la Casa Rosada: la batalla electoral tendrá en el centro de la escena a Cristina, lo que aportará una dosis adicional de antagonismo. En cierto modo, el Gobierno asume el «Ella o vos» de Francisco de Narváez, consigna que diseñó el consultor español Antonio Solá y sistematizó el publicista Ramiro Agulla.
Esquemas
La rareza de una «campaña sin candidatos» -el plazo para anotarlos es el 22 de junio- forma parte de una lógica integral: el Gobierno entiende que este año se elegirá entre el «proyecto» y la «oposición», más que entre candidatos puntuales y figuras críticas.
Es el argumento por el cual, más allá de sus datos flojos y la intriga domiciliaria, las tribus ultra K vocean la hipótesis que la candidata K en la provincia de Buenos Aires, ring esencial de la disputa nacional, será Alicia Kirchner que ayer estuvo sentada junto a Diego Bossio, titular de la ANSES, otro de los nombres invocados para integrar la boleta K.
La postergación del plazo para publicar el padrón definitivo hasta el 5 de junio alimenta aquella teoría.
La incertidumbre reina en la Capital Federal. Al recurrente nombre de Daniel Filmus se agregó el de Rafael Bielsa. En la lotería de rumores aparece también la actriz Florencia Peña.
Detalles, si se quiere accesorios en la mecánica de la Cristina de Kirchner que ayer puso en marcha un relato electoral que opera sobre tres ejes específicos.
Dos apuntan a los sectores medios que en buena medida en las últimas elecciones votaron a la Presidente, pero que ahora tienen una mirada crítica, aunque no irreversible, en particular por la cuestión de la inflación -en realidad es reflejo del temblor económico- y de la inseguridad.
El tercer punto se enfoca en los sectores bajos, núcleo duro del histórico votante peronista que ahora se replica como votante K y que le aporta al oficialismo el grueso del caudal electoral que constituye el hipotético piso del 30% que a nivel nacional ostenta el kirchnerismo, número sobre el que el Gobierno construye su imaginario de invulnerabilidad en las urnas.
Inflación. Al margen de los datos del INDEC, refutados por las mediciones privadas, y el congelamiento que coordinó el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, para apaciguar la estampida de precios de la primera parte del año, Cristina se resistió sistemáticamente a hablar de inflación. Ayer, aun sin mencionar la palabra, habló al anunciar que militantes y dirigentes K llevarán adelante el plan «Mirar para cuidar» que consistirá en un control «popular» de precios (ver pág. 3). No es una acción inédita. En 2005, Néstor Kirchner le pidió lo mismo a los intendentes cuando comenzó a registrar un desorden en la variable de precios. El resultado fue mínimo: al poco tiempo, el Gobierno prefirió intervenir el INDEC. La decisión de Cristina trafica una aceptación: las encuestas que leen en Casa Rosada revelan que los sectores medios que «simpatizan» con el Gobierno ponen el foco crítico sobre la inflación.
Seguridad. La semana pasada, primero en La Matanza y luego en Ituzaingó, Cristina desempolvó un asunto público que estaba fuera de su esfera discursiva: la inseguridad. Aprovechó una cumbre sobre la reforma judicial para deslizar quejas sobre el accionar policial, y sobre todo contra la «corporación» de jueces sobre la crisis criminal. La razón es similar a la de la inflación: la inseguridad aparece como reclamo puntual de sectores urbanos y, más allá del reproche a intendentes o gobernadores, castiga a la Casa Rosada. En Gobierno deslizan que antes de las elecciones podría anunciarse un plan específico en materia de seguridad y señala a Sergio Berni como el encargado de diseñarlo.
AUH. La suba -de 340 a 460 de la Asignación Universal por Hijo- además de elevar el monto salarial para asignaciones familiares, entre otras medidas (ver pág. 3). El universo social que recibe la AUH es el más vulnerable a la inflación por lo cual resultaría beneficiado por el control «popular» de precios si el mismo diera resultado. Tiene, en paralelo, valor por la suba en el desempleo que aun es leve y estacional.
tambien ya opine que lo de decada ganada o perdida me parece un slogan pobre y tonton.
hubiera preferido:»decada de kambios»:unidad latinoamericana en politica exterior,politica economica de inclusion con desarrollo del mercado interno,politica cultural con avance tecnologico y revisionismo historico,politica social con atencion a los jubilados y a los niños,politica judicial democratizando la justicia,politica comunicacional avanzando sobre los monopolios informativos.
FALTA MEJORAR la politica sanitaria.Y agregue lo que le parezca,pero con buena leche.
Tambien falta preparar nuevos lideres o elegir con cuidado sucesores.