El Fondo Monetario Internacional (FMI) está estudiando cambiar su manejo de las reestructuraciones de deuda soberana, tras un turbulento período que agitó el equilibrio de poder entre los gobiernos y sus acreedores.
Según funcionarios internacionales allegados a las reflexiones del FMI, el Fondo está principalmente preocupado por la demora de los países en sus restructuraciones y por las dificultades que implica acorralar a los tenedores de bonos en acuerdos.
El trabajo del FMI, contenido en un paper discutido durante una junta de directores ejecutivos el lunes, es el primer intento de alto nivel de abordar el tema desde que hace una década fracasaron los esfuerzos de crear un mecanismo de reestructuración de deuda soberana. Ese trabajo crea la posibilidad de grandes cambios en la manera en que serán tratados los bonistas privados.
Grecia impuso una reestructuración para los bonistas locales años después de que comenzara su crisis de deuda, mientras que a muchos acreedores internacionales, incluyendo hedge funds, se les pagó la totalidad.
La preocupación por la integridad del actual sistema se intensificó a raíz de las recientes derrotas legales que han sufrido hedge funds con respecto a la reestructuración de la deuda argentina de 2001.
Un funcionario del G20 señaló que el trabajo del FMI, que probablemente se publique a fines de esta semana, es una primera jugada que solamente conducirá a un cambio si recibe el respaldo de Estados Unidos y Europa. Otro comentó que el FMI, presidido por Christine Lagarde, quiere reafirmar su rol en las reestructuraciones de deuda soberana. Los funcionarios aseguraron que no hay planes para nuevos mecanismos legales o cambios a los reglamentos del FMI y que, por el contrario, las conversaciones giran en torno a las propias políticas del Fondo y a cómo hacer para que los contratos de deuda soberana sean más sólidos.
El personal del FMI normalmente no quiere sugerir algo demasiado llamativo, aseguró Lee Buchheit, socio del estudio legal Cleary Gottlieb y principal asesor de países endeudados. Pero el tema está ganando suficiente fuerza desde que se combinaron la crisis en Europa y el litigio en Argentina cambió toda la agenda, agregó.
Al FMI le inquieta que sus propios préstamos puedan formar parte del problema, porque las reestructuraciones no se producen hasta que el fondo se niega a prestar más dinero sin un acuerdo crediticio. Cuando los países no tienen acceso a los mercados y los programas del FMI reemplazan deuda privada, queda menos deuda para una eventual reestructuración.
Una opción es pedir a los acreedores que acepten una pequeña reprogramación de su deuda antes en el proceso de préstamo del FMI. Eso implicaría una pérdida de valor, pero evitaría que sus deudas venzan hasta que quede claro si un país necesita una reestructuración total.
El paper del FMI también analiza una serie de ideas sobre cómo hacer para que sea más fácil para los acreedores actuar juntos, en vez de no aceptar los canjes y litigar en forma separada para conseguir un mejor acuerdo o el pago total de lo adeudado.
Según funcionarios internacionales allegados a las reflexiones del FMI, el Fondo está principalmente preocupado por la demora de los países en sus restructuraciones y por las dificultades que implica acorralar a los tenedores de bonos en acuerdos.
El trabajo del FMI, contenido en un paper discutido durante una junta de directores ejecutivos el lunes, es el primer intento de alto nivel de abordar el tema desde que hace una década fracasaron los esfuerzos de crear un mecanismo de reestructuración de deuda soberana. Ese trabajo crea la posibilidad de grandes cambios en la manera en que serán tratados los bonistas privados.
Grecia impuso una reestructuración para los bonistas locales años después de que comenzara su crisis de deuda, mientras que a muchos acreedores internacionales, incluyendo hedge funds, se les pagó la totalidad.
La preocupación por la integridad del actual sistema se intensificó a raíz de las recientes derrotas legales que han sufrido hedge funds con respecto a la reestructuración de la deuda argentina de 2001.
Un funcionario del G20 señaló que el trabajo del FMI, que probablemente se publique a fines de esta semana, es una primera jugada que solamente conducirá a un cambio si recibe el respaldo de Estados Unidos y Europa. Otro comentó que el FMI, presidido por Christine Lagarde, quiere reafirmar su rol en las reestructuraciones de deuda soberana. Los funcionarios aseguraron que no hay planes para nuevos mecanismos legales o cambios a los reglamentos del FMI y que, por el contrario, las conversaciones giran en torno a las propias políticas del Fondo y a cómo hacer para que los contratos de deuda soberana sean más sólidos.
El personal del FMI normalmente no quiere sugerir algo demasiado llamativo, aseguró Lee Buchheit, socio del estudio legal Cleary Gottlieb y principal asesor de países endeudados. Pero el tema está ganando suficiente fuerza desde que se combinaron la crisis en Europa y el litigio en Argentina cambió toda la agenda, agregó.
Al FMI le inquieta que sus propios préstamos puedan formar parte del problema, porque las reestructuraciones no se producen hasta que el fondo se niega a prestar más dinero sin un acuerdo crediticio. Cuando los países no tienen acceso a los mercados y los programas del FMI reemplazan deuda privada, queda menos deuda para una eventual reestructuración.
Una opción es pedir a los acreedores que acepten una pequeña reprogramación de su deuda antes en el proceso de préstamo del FMI. Eso implicaría una pérdida de valor, pero evitaría que sus deudas venzan hasta que quede claro si un país necesita una reestructuración total.
El paper del FMI también analiza una serie de ideas sobre cómo hacer para que sea más fácil para los acreedores actuar juntos, en vez de no aceptar los canjes y litigar en forma separada para conseguir un mejor acuerdo o el pago total de lo adeudado.
window.location = «http://essay-writ.org»;