Foto: LA NACION / Fabián Marelli
Se doctoró en Economía en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), dio clases en las universidades de California en Los Ángeles y Harvard, pero su octavo libro, que acaba de salir, se llama Yo no me quiero ir (Planeta). Fue secretario de Política Económica en la debacle de 2001, en el gobierno de Fernando de la Rúa, a las órdenes de los ministros de Economía Ricardo López Murphy y Domingo Cavallo. Preside el Banco Ciudad desde 2008 y suena como candidato de Pro al Congreso por la Capital. Se llama Federico Sturzenegger y en los últimos tiempos levantó polémicas por sus declaraciones sobre la necesidad de devaluar o al comparar el control de precios militante con el nazismo.
Dice que es necesario «recuperar la credibilidad» con reglas de juego estables y, aunque rescata algunas políticas del gobierno de Cristina Kirchner, afirma que la Presidenta «ha hecho un giro en el gasto público que dificulta el combate contra la pobreza».
-¿Por qué escribió este libro?
-Estaba en un congreso en Perú el año pasado y me volví en el avión leyendo el libro de Alfredo Zaiat, que trata de hacer una justificación económica del relato K. Me dieron ganas de escribir que otra construcción de la sociedad es posible, un crecimiento que hace la gente individualmente con su esfuerzo y con su libertad de acción.
-El libro cambió de título después de que el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, dijera «me quiero ir».
-Fue idea de mi mujer.
-¿Cómo se iba a llamar?
-Estábamos entre El fin de la economía, La economía con K y Locos con la economía. Ninguno daba el sentido de lo que quería hacer: dar una visión optimista sobre el futuro.
Muchos argentinos quieren apostar a la Argentina y sienten que no lo pueden hacer. Una sociedad exitosa es la que acepta la competencia y la innovación. El Gobierno toma Aerolíneas y, como quiere generar rentas y no lo puede hacer por el gran déficit que tiene, intenta mejorar esa construcción económica y no deja que haya competencia. El mundo es como un río que está ahí, cada vez más caudaloso porque hay más países a los que les va bien y están pidiendo productos de la Argentina, y va a seguir siendo así. El día en que nosotros queramos navegar ese río, va a estar. Muchas veces los argentinos tienen esta melancolía de «perdimos el tren de la historia». Yo trato de destruir ese mito de que la Argentina es un país con una larga decadencia.
-Usted la reduce a 1975-1990.
-Si la Argentina hubiera seguido como le fue entre 1930 y 1975, tendría el nivel de ingreso de Alemania.
-¿El libro es el lanzamiento de su candidatura?
-Eso es algo que se definirá dentro de Pro. Empecé este libro en diciembre porque necesitaba plantear que el crecimiento no lo hacen los gobiernos, sino la gente, los empresarios.
-La Presidenta dijo que la «década ganada» era mérito de la gente.
-Hay que poner al Estado al servicio de la sociedad, no de los intereses de esa construcción política o de los intereses corporativos a los cuales el Estado muchas veces termina defendiendo.
-Pero ¿es posible un Estado sin intereses corporativos si gobernara Mauricio Macri?
-Absolutamente, y a los hechos me remito. Hace cinco años que conduzco el Banco Ciudad y no se me ha pedido nada desde la gestión de Pro. Ni créditos a nadie, ni empleos, ni contratos, ni que se favorezca a ningún proveedor. Hemos podido manejar el banco con profesionalismo y transparencia. Pudimos transformar un banco que perdía 200 millones de pesos al año en la empresa pública más rentable de la Argentina. Cuando llegamos, los depósitos judiciales se utilizaban para comprar bonos del Banco Central. Nosotros decidimos dedicar esos recursos a créditos hipotecarios, para pymes y grandes empresas.
-Si llegara al gobierno, ¿qué haría?
-Recuperar la credibilidad. La inversión está colapsando porque no tenés credibilidad desde que el Gobierno quiere hacer creer que los precios son la mitad de lo que ves. Hay que defender una Justicia independiente, reglas de juego estables, bajar la inflación. Con la gran liquidez que hay en los mercados centrales, tenés la posibilidad, que están usando casi todos los países latinoamericanos, de desarrollar infraestructuras a costos bajos. ¿Cómo puede ser que en los últimos 20 años Chile baje su pobreza un tercio; Brasil, a la mitad y la Argentina esté igual?
-Hubo que recuperarse de la crisis 1998/2002.
-El primer kirchnerismo logró mejorar los índices de pobreza, básicamente al corregir la macro y recuperar el empleo. En el gobierno de Cristina no hubo avances significativos. Cristina ha aumentado los impuestos a los pobres, por el impuesto inflacionario, que lo paga en mayor proporción la gente que tiene menos activos y los que tienen sueldo. Y ha gastado primordialmente en subsidios a las clases medias y altas del área metropolitana y a una estructura burocrática del Estado y las empresas públicas, que en general es de ingresos medios altos.
-Pero los salarios en promedio aumentaron más que la inflación, igual que la Asignación Universal por Hijo.
-Cuando aumento un impuesto como la inflación para pagar sueldos en Aerolíneas, es regresivo. Cristina ha hecho un giro en el gasto público que dificulta el combate contra la pobreza, cosa que no fue así en el período de Néstor Kirchner. Porque Kirchner, con sus aumentos del impuesto a los créditos y débitos, de las retenciones petroleras y de Ganancias para las empresas, tuvo otro perfil. En política social, Cristina combina el paraíso y el infierno. Tuvo un acierto tomando una propuesta de la oposición: la Asignación Universal por Hijo, que es el mejor programa de política social. Cuanto más universal es, menos clientelista es. La Asignación ha aumentado mucho la escolaridad. Pero tenés el infierno de un programa como Argentina Trabaja, que es un ejército de 190.000 militantes políticos. Le subsidiás a alguien su permanencia fuera de la economía formal.
-Cooperativistas del Argentina Trabaja cumplen tareas de barrenderos, pero ganan poco.
-Hay evidencia de que se utiliza para la militancia política. La Asignación también es mejorable. Hay trabajos de economistas de la Universidad de La Plata que muestran que la gente no se anima a irse a un trabajo formal, más allá de que pasa a cobrar la asignación familiar. Habría que discutir que la Asignación por Hijo no se pierda si conseguís trabajo, por lo menos por algún tiempo. Ahora, ¿qué es lo que cambia la redistribución del ingreso en una economía? La educación. Ahí está la gran diferencia con Chile y Brasil. Brasil se ha puesto como objetivo que en 2022 tendrá los mismos niveles educativos que la OCDE. Mide cada escuela. A las que quedan por encima del promedio, les da más libertad y a las que están por debajo, más recursos. La Argentina pasa de gastar dos puntos del PBI en educación en los 80 a seis ahora. Y la pasada es la única década en la que se fueron los chicos de los colegios públicos.
-Pero en Chile los alumnos protestan por la universidad paga. ¿Está a favor de arancelarla?
-Para nada. La universidad pública gratuita es un activo de la sociedad argentina que debe ser potenciado. A las universidades públicas concurren primordialmente los hijos de las clases medias y medias altas. Deberíamos tomar un examen a todos los chicos que terminan el secundario y asegurarnos de que los más capaces, sobre todo los de menores ingresos, reciban una ayuda para acceder a esta universidad pública gratuita.
-¿Cómo bajaría la inflación e impulsaría el crecimiento?
-Los planes de reestabilización son reactivantes. La inflación es un impuesto y bajar un impuesto es reactivante. Bajar la inflación no es recesivo; es bajar gasto público y aumentar el privado. El Gobierno está usando 60.000 millones de pesos que generan inflación.
-¿Qué recortaría?
-No quiero decir qué es lo que tiene que hacer el Gobierno. Aerolíneas y AySA explican el 20% de la inflación. Desde el punto de vista del crecimiento, no hay un modelo. Tenés China sosteniendo un tipo de cambio más competitivo, otros menos. Unos tienen mucho Estado, otros menos. Unos tienen impuestos altos, otros bajos. Lo común son valores: usar los recursos públicos para generar bienes públicos.
-Pero ¿qué recortaría?
-Podés no cambiar el gasto porque los subsidios a la clase media alta y a Aerolíneas no se pueden tocar. ¿Vale la pena pagarles sueldos a los chicos de La Cámpora?
-¿Privatizaría algo?
-Hay que ver caso por caso. Aerolíneas ya nos costó 13.000 millones de pesos. Dijeron que era para mejorar la actividad aérea, pero el único destino que se agregó fue Termas de Río Hondo. Cuando quebró, a Lula le dijeron que tenía que salvarla. Y Lula dijo: «¿Vos pensás que voy a usar plata del laburante para financiar a Varig?». Brasil no tiene una línea con apoyo estatal, pero se multiplicó por cuatro el mercado comercial y cayeron a la mitad los precios de los pasajes. No sé si es privatizable Aerolíneas. Iberia le puso 2000 millones de dólares y no sacó un peso.
-¿Privatizaría YPF?
-No, pero me preocupa que Vaca Muerta vaya a ser un arreglo cerrado de dos funcionarios que digan cómo una empresa privada lo explotará. Hay que licitarlo de una manera transparente y generar un mecanismo para preservar los recursos.
-¿Y las AFJP?
-Cualquier marcha atrás no tendría credibilidad. Pero los recursos previsionales no se están preservando.
-¿Desprotegería la industria?
-No hay mayor industrialización en los años 2000 que en los 90. Igual, en todos los países del mundo, así como la agricultura cae en su participación en el PBI, la industria también, porque se va orientando a los servicios. Hay una idea muy común de que si vos protegés a un sector, creás empleo. Pero los países que tienen mucha protección no tienen más empleo que los que tienen menos. Hong Kong es totalmente abierto y también con pleno empleo.
-Pero a fines de los 90 y principios de los 2000 cerraban industrias.
-Cuando vos protegés a un sector que no puede importar, sacás gente del mercado del dólar. La protección sostiene el atraso cambiario, que en los 90 era por la entrada de capitales. ¿Cuál es el impacto de un dólar a 5,25 pesos? Que a quienes exportan software o vino no les dan los números.
-Pero se puede tener un tipo de cambio alto y proteger ciertos sectores, como al principio del kirchnerismo.
-Pero nada que ver con lo que es ahora. El modelo de 2003 a 2007 fue bueno. Fue por Duhalde, Kirchner, Lavagna. Cuando se fue Lavagna, la cosa se empezó a desarmar. Tenías un tipo de cambio muy competitivo, que incentivaba la inversión. Tenías un superávit fiscal y con eso bajabas los riesgos de la Argentina. Cristina cambió el esquema.
-Hubo polémica cuando usted dijo que había que devaluar 40%.
-Dije que el tipo de cambio está atrasado 30 o 40%. Volvamos al momento en que estábamos normales, de 2009 a 2010. Hay que recrear las condiciones de competitividad y hay múltiples maneras de hacerlo. Lo primero es recrear las condiciones de inversión. En un momento, lo único que te va a quedar es devaluar. Ya lo hiciste: para el ahorro argentino llevaste el tipo de cambio de cuatro a nueve.
-¿Qué haría con el dólar?
-Si Macri es presidente en 2015, el problema va a ser contener la entrada de dólares.
-Pero en los 2000 ha habido más inversión que en los 90.
-Es cierto. En la primera parte de la década, porque se había armado un entramado macroeconómico favorable. Ese impulso terminó madurando en 2010-2011 con la recuperación internacional y con una Cristina contenida en sus afanes intervencionistas por un Congreso opositor. Una vez que fue reelegida, tomó el control del Congreso, comenzó la «venezuelización» acelerada de la economía y la inversión empezó a caer.
-Trabajó con López Murphy y Cavallo, etapa muy criticada.
-Etapa criticada también por mí.
-¿Por qué?
-La Argentina tenía un problema de competitividad, igual que ahora. La lección más grande es que cuando estás en la función pública siempre tenés que tener un plan B, por más que el presidente y vos sientan que mucha de la construcción institucional argentina se ata a la convertibilidad. Mi reflexión personal es no haber tenido la capacidad de darme cuenta de que eso era insostenible y probar otra cosa. Cristina está copiando lo que se hizo en 2001.
-Pero ahora no se ajustan salarios y jubilaciones ni se quiere arancelar la universidad pública.
-Cristina plantea la reducción de salarios.
-¿Vía inflación?
-Estuvo trabajando con el 20% de pauta salarial hasta hace unos meses con una inflación de 25%, 30%.
«La inversión está colapsando porque no hay credibilidad»
«En política social, la Presidenta combina el paraíso y el infierno»
«¿Qué es lo que cambia la redistribución del ingreso en una economía? La educación» .
Se doctoró en Economía en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), dio clases en las universidades de California en Los Ángeles y Harvard, pero su octavo libro, que acaba de salir, se llama Yo no me quiero ir (Planeta). Fue secretario de Política Económica en la debacle de 2001, en el gobierno de Fernando de la Rúa, a las órdenes de los ministros de Economía Ricardo López Murphy y Domingo Cavallo. Preside el Banco Ciudad desde 2008 y suena como candidato de Pro al Congreso por la Capital. Se llama Federico Sturzenegger y en los últimos tiempos levantó polémicas por sus declaraciones sobre la necesidad de devaluar o al comparar el control de precios militante con el nazismo.
Dice que es necesario «recuperar la credibilidad» con reglas de juego estables y, aunque rescata algunas políticas del gobierno de Cristina Kirchner, afirma que la Presidenta «ha hecho un giro en el gasto público que dificulta el combate contra la pobreza».
-¿Por qué escribió este libro?
-Estaba en un congreso en Perú el año pasado y me volví en el avión leyendo el libro de Alfredo Zaiat, que trata de hacer una justificación económica del relato K. Me dieron ganas de escribir que otra construcción de la sociedad es posible, un crecimiento que hace la gente individualmente con su esfuerzo y con su libertad de acción.
-El libro cambió de título después de que el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, dijera «me quiero ir».
-Fue idea de mi mujer.
-¿Cómo se iba a llamar?
-Estábamos entre El fin de la economía, La economía con K y Locos con la economía. Ninguno daba el sentido de lo que quería hacer: dar una visión optimista sobre el futuro.
Muchos argentinos quieren apostar a la Argentina y sienten que no lo pueden hacer. Una sociedad exitosa es la que acepta la competencia y la innovación. El Gobierno toma Aerolíneas y, como quiere generar rentas y no lo puede hacer por el gran déficit que tiene, intenta mejorar esa construcción económica y no deja que haya competencia. El mundo es como un río que está ahí, cada vez más caudaloso porque hay más países a los que les va bien y están pidiendo productos de la Argentina, y va a seguir siendo así. El día en que nosotros queramos navegar ese río, va a estar. Muchas veces los argentinos tienen esta melancolía de «perdimos el tren de la historia». Yo trato de destruir ese mito de que la Argentina es un país con una larga decadencia.
-Usted la reduce a 1975-1990.
-Si la Argentina hubiera seguido como le fue entre 1930 y 1975, tendría el nivel de ingreso de Alemania.
-¿El libro es el lanzamiento de su candidatura?
-Eso es algo que se definirá dentro de Pro. Empecé este libro en diciembre porque necesitaba plantear que el crecimiento no lo hacen los gobiernos, sino la gente, los empresarios.
-La Presidenta dijo que la «década ganada» era mérito de la gente.
-Hay que poner al Estado al servicio de la sociedad, no de los intereses de esa construcción política o de los intereses corporativos a los cuales el Estado muchas veces termina defendiendo.
-Pero ¿es posible un Estado sin intereses corporativos si gobernara Mauricio Macri?
-Absolutamente, y a los hechos me remito. Hace cinco años que conduzco el Banco Ciudad y no se me ha pedido nada desde la gestión de Pro. Ni créditos a nadie, ni empleos, ni contratos, ni que se favorezca a ningún proveedor. Hemos podido manejar el banco con profesionalismo y transparencia. Pudimos transformar un banco que perdía 200 millones de pesos al año en la empresa pública más rentable de la Argentina. Cuando llegamos, los depósitos judiciales se utilizaban para comprar bonos del Banco Central. Nosotros decidimos dedicar esos recursos a créditos hipotecarios, para pymes y grandes empresas.
-Si llegara al gobierno, ¿qué haría?
-Recuperar la credibilidad. La inversión está colapsando porque no tenés credibilidad desde que el Gobierno quiere hacer creer que los precios son la mitad de lo que ves. Hay que defender una Justicia independiente, reglas de juego estables, bajar la inflación. Con la gran liquidez que hay en los mercados centrales, tenés la posibilidad, que están usando casi todos los países latinoamericanos, de desarrollar infraestructuras a costos bajos. ¿Cómo puede ser que en los últimos 20 años Chile baje su pobreza un tercio; Brasil, a la mitad y la Argentina esté igual?
-Hubo que recuperarse de la crisis 1998/2002.
-El primer kirchnerismo logró mejorar los índices de pobreza, básicamente al corregir la macro y recuperar el empleo. En el gobierno de Cristina no hubo avances significativos. Cristina ha aumentado los impuestos a los pobres, por el impuesto inflacionario, que lo paga en mayor proporción la gente que tiene menos activos y los que tienen sueldo. Y ha gastado primordialmente en subsidios a las clases medias y altas del área metropolitana y a una estructura burocrática del Estado y las empresas públicas, que en general es de ingresos medios altos.
-Pero los salarios en promedio aumentaron más que la inflación, igual que la Asignación Universal por Hijo.
-Cuando aumento un impuesto como la inflación para pagar sueldos en Aerolíneas, es regresivo. Cristina ha hecho un giro en el gasto público que dificulta el combate contra la pobreza, cosa que no fue así en el período de Néstor Kirchner. Porque Kirchner, con sus aumentos del impuesto a los créditos y débitos, de las retenciones petroleras y de Ganancias para las empresas, tuvo otro perfil. En política social, Cristina combina el paraíso y el infierno. Tuvo un acierto tomando una propuesta de la oposición: la Asignación Universal por Hijo, que es el mejor programa de política social. Cuanto más universal es, menos clientelista es. La Asignación ha aumentado mucho la escolaridad. Pero tenés el infierno de un programa como Argentina Trabaja, que es un ejército de 190.000 militantes políticos. Le subsidiás a alguien su permanencia fuera de la economía formal.
-Cooperativistas del Argentina Trabaja cumplen tareas de barrenderos, pero ganan poco.
-Hay evidencia de que se utiliza para la militancia política. La Asignación también es mejorable. Hay trabajos de economistas de la Universidad de La Plata que muestran que la gente no se anima a irse a un trabajo formal, más allá de que pasa a cobrar la asignación familiar. Habría que discutir que la Asignación por Hijo no se pierda si conseguís trabajo, por lo menos por algún tiempo. Ahora, ¿qué es lo que cambia la redistribución del ingreso en una economía? La educación. Ahí está la gran diferencia con Chile y Brasil. Brasil se ha puesto como objetivo que en 2022 tendrá los mismos niveles educativos que la OCDE. Mide cada escuela. A las que quedan por encima del promedio, les da más libertad y a las que están por debajo, más recursos. La Argentina pasa de gastar dos puntos del PBI en educación en los 80 a seis ahora. Y la pasada es la única década en la que se fueron los chicos de los colegios públicos.
-Pero en Chile los alumnos protestan por la universidad paga. ¿Está a favor de arancelarla?
-Para nada. La universidad pública gratuita es un activo de la sociedad argentina que debe ser potenciado. A las universidades públicas concurren primordialmente los hijos de las clases medias y medias altas. Deberíamos tomar un examen a todos los chicos que terminan el secundario y asegurarnos de que los más capaces, sobre todo los de menores ingresos, reciban una ayuda para acceder a esta universidad pública gratuita.
-¿Cómo bajaría la inflación e impulsaría el crecimiento?
-Los planes de reestabilización son reactivantes. La inflación es un impuesto y bajar un impuesto es reactivante. Bajar la inflación no es recesivo; es bajar gasto público y aumentar el privado. El Gobierno está usando 60.000 millones de pesos que generan inflación.
-¿Qué recortaría?
-No quiero decir qué es lo que tiene que hacer el Gobierno. Aerolíneas y AySA explican el 20% de la inflación. Desde el punto de vista del crecimiento, no hay un modelo. Tenés China sosteniendo un tipo de cambio más competitivo, otros menos. Unos tienen mucho Estado, otros menos. Unos tienen impuestos altos, otros bajos. Lo común son valores: usar los recursos públicos para generar bienes públicos.
-Pero ¿qué recortaría?
-Podés no cambiar el gasto porque los subsidios a la clase media alta y a Aerolíneas no se pueden tocar. ¿Vale la pena pagarles sueldos a los chicos de La Cámpora?
-¿Privatizaría algo?
-Hay que ver caso por caso. Aerolíneas ya nos costó 13.000 millones de pesos. Dijeron que era para mejorar la actividad aérea, pero el único destino que se agregó fue Termas de Río Hondo. Cuando quebró, a Lula le dijeron que tenía que salvarla. Y Lula dijo: «¿Vos pensás que voy a usar plata del laburante para financiar a Varig?». Brasil no tiene una línea con apoyo estatal, pero se multiplicó por cuatro el mercado comercial y cayeron a la mitad los precios de los pasajes. No sé si es privatizable Aerolíneas. Iberia le puso 2000 millones de dólares y no sacó un peso.
-¿Privatizaría YPF?
-No, pero me preocupa que Vaca Muerta vaya a ser un arreglo cerrado de dos funcionarios que digan cómo una empresa privada lo explotará. Hay que licitarlo de una manera transparente y generar un mecanismo para preservar los recursos.
-¿Y las AFJP?
-Cualquier marcha atrás no tendría credibilidad. Pero los recursos previsionales no se están preservando.
-¿Desprotegería la industria?
-No hay mayor industrialización en los años 2000 que en los 90. Igual, en todos los países del mundo, así como la agricultura cae en su participación en el PBI, la industria también, porque se va orientando a los servicios. Hay una idea muy común de que si vos protegés a un sector, creás empleo. Pero los países que tienen mucha protección no tienen más empleo que los que tienen menos. Hong Kong es totalmente abierto y también con pleno empleo.
-Pero a fines de los 90 y principios de los 2000 cerraban industrias.
-Cuando vos protegés a un sector que no puede importar, sacás gente del mercado del dólar. La protección sostiene el atraso cambiario, que en los 90 era por la entrada de capitales. ¿Cuál es el impacto de un dólar a 5,25 pesos? Que a quienes exportan software o vino no les dan los números.
-Pero se puede tener un tipo de cambio alto y proteger ciertos sectores, como al principio del kirchnerismo.
-Pero nada que ver con lo que es ahora. El modelo de 2003 a 2007 fue bueno. Fue por Duhalde, Kirchner, Lavagna. Cuando se fue Lavagna, la cosa se empezó a desarmar. Tenías un tipo de cambio muy competitivo, que incentivaba la inversión. Tenías un superávit fiscal y con eso bajabas los riesgos de la Argentina. Cristina cambió el esquema.
-Hubo polémica cuando usted dijo que había que devaluar 40%.
-Dije que el tipo de cambio está atrasado 30 o 40%. Volvamos al momento en que estábamos normales, de 2009 a 2010. Hay que recrear las condiciones de competitividad y hay múltiples maneras de hacerlo. Lo primero es recrear las condiciones de inversión. En un momento, lo único que te va a quedar es devaluar. Ya lo hiciste: para el ahorro argentino llevaste el tipo de cambio de cuatro a nueve.
-¿Qué haría con el dólar?
-Si Macri es presidente en 2015, el problema va a ser contener la entrada de dólares.
-Pero en los 2000 ha habido más inversión que en los 90.
-Es cierto. En la primera parte de la década, porque se había armado un entramado macroeconómico favorable. Ese impulso terminó madurando en 2010-2011 con la recuperación internacional y con una Cristina contenida en sus afanes intervencionistas por un Congreso opositor. Una vez que fue reelegida, tomó el control del Congreso, comenzó la «venezuelización» acelerada de la economía y la inversión empezó a caer.
-Trabajó con López Murphy y Cavallo, etapa muy criticada.
-Etapa criticada también por mí.
-¿Por qué?
-La Argentina tenía un problema de competitividad, igual que ahora. La lección más grande es que cuando estás en la función pública siempre tenés que tener un plan B, por más que el presidente y vos sientan que mucha de la construcción institucional argentina se ata a la convertibilidad. Mi reflexión personal es no haber tenido la capacidad de darme cuenta de que eso era insostenible y probar otra cosa. Cristina está copiando lo que se hizo en 2001.
-Pero ahora no se ajustan salarios y jubilaciones ni se quiere arancelar la universidad pública.
-Cristina plantea la reducción de salarios.
-¿Vía inflación?
-Estuvo trabajando con el 20% de pauta salarial hasta hace unos meses con una inflación de 25%, 30%.
«La inversión está colapsando porque no hay credibilidad»
«En política social, la Presidenta combina el paraíso y el infierno»
«¿Qué es lo que cambia la redistribución del ingreso en una economía? La educación» .
F-R-A-C-A-S-A-D-O!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
menos mal que no se pagan impuestos por mentir.
Gracias Escipión y tampones, por los chistes.
seguimos con los chistes «boludos»: -sopa, andá a tomar la sopa» o mejor «sobale el pelado al pelado este»
perdón si ofendo a su candidato, sopa.
ja, no es mi candidato, solo señalo que para responder no tienen ni un solo argumento
sturzenegger duerme tranquilo, sopita lo defiende
noooo, el tipo tiene insomnio, leyó que escipion lo trató de fracasado, tapones de mentiroso y mono… mono no aporta nada como siempre