LA INSEGURIDAD DE SOLUCIONES FALACES.-
El Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, deslizó recientemente que acuñaría un proyecto de ley para elevar al Congreso Nacional, en el que propondría que se baje la edad de imputabilidad para los menores que cometen crímenes. Esto en el contexto de los últimos hechos de violencia que sacudieron a la Provincia que comanda, especialmente en las cercanías de la villa “La Caba”, en el Partido de San Isidro. Para el autor de estas líneas, se trata de una nueva reacción espasmódica y que, además, encierra una falacia en lo que se pretende tomar cómo solución.-
A ver, rápidamente se advierten cuestiones centrales en cuanto al sistema criminal en Argentina. Rasgos distintivos. Mayoría de detenidos de clases medias – bajas, precariedad de detención y exceso de presos en los establecimientos, una enorme cantidad de gente sin condena. En cuanto al mismo varias conclusiones son las que pueden sacarse, pero hay una que no admite discusión vista la descripción recientemente dada: El sistema criminaliza selectivamente a quien quiere, en general gente pobre, funcionando, usualmente, “tarde, mal y nunca”. Hace agua, no brinda efectiva justicia, entre otras cosas, porque no cubre ni un 5% de los delitos cometidos, dado que no se denuncia la mayoría de los mismos (¿uno será culpable por sus delitos o porque lo “agarran”?). Y todo esto sin entrar a revisar los descalabros del Código Penal por las reformas parciales que se le han ido haciendo (cuando debiera siempre revisarse en conjunto), ni el problema de la Policía que a veces más parece mafia que un servicio para la sociedad.-
La década Neo-liberal, en su versión criolla, ha legado al país un séquito de marginados que se han volcado al camino de la delincuencia dado que se les expulsó por completo no sólo de un sistema económico, sino también, con el, de la vida social: Menores, jóvenes privados de todo, principalmente de educación y de una escala de valores fuerte que los pudiera hacer discernir la maldad de sus acciones. Se desviaron al camino de la malvivencia como respuesta última para contra un sistema que nunca contó con ellos. Desprovistos cómo están de todo, asimismo lo están del conocimiento de que son pasibles de sanciones penales desde los 16 años, o que la pena por homicidio va de 8 a 25 años, por citar un ejemplo.-
Así fue que se formó una verdadera fábrica de delincuencia, potenciada por el resentimiento con el que esta gente creció. Resentimiento que uno no puede justificar, pero que resulta, dada la suerte que corrieron, absolutamente lógico.
Con este cuadro, resulta obviamente falaz el argumento de que bajando la edad de imputabilidad se resolverá el problema de la violencia. Resulta muy gracioso imaginar a un menor que delinque habitualmente observando el debate parlamentario que determine que será más temprano culpable por sus crímenes. Si la criminalidad se engrosó no por otra cosa que por el desfalco social que se vivió, no se entiende porque se quiere ajustar, entonces, en un elemento que no provocó el flagelo que se está intentando combatir, lo cual ha resultado crónicamente un vano remedio no sólo en Argentina, sino en el mundo. La respuesta no la dará el Código Penal, cómo no la ha dado nunca en ningún lado. La respuesta se halla en que los delincuentes sean alcanzados por un sistema que los haga compulsar cuanto más vale la pena quedarse dentro que fuera de el.-
Sólo por citar ejemplos, Brasil, con problemas harto peores que los de Argentina, no toca una coma de su código penal para alcanzar la solución y opta por cubrir a la mayor cantidad de gente posible con planes sociales, para reinsertarlos en el sistema. En el otro extremo, Estados Unidos, con pena de muerte y penas cada vez más duras, donde se postiza gente a mansalva – burlándose de Pactos de Derechos Humanos a los que ellos no se adhieren, pero sí obligan a firmar a los Países de la periferia – , año tras año la cifra de delitos de todo tipo avanza alarmantemente. Claro, se sabe, no es el norte precisamente, el paraíso de la contención social. Ni hablemos de los países escandinavos, donde la calidad de vida es letras mayores y brillan por su ausencia los problemas que a nosotros hoy nos aquejan, por cierto.-
El derecho Penal, raramente soluciona los males que acaecen a los bienes sobre los que ejerce tutela. ¿Por qué? Pues sencillamente porque simplemente impone un mal a la comisión de un mal mayor. Esto es, al muerto no se lo va a resucitar con la pena. El derecho Civil, en cambio, tiene cómo base “volver las cosas al estado anterior”, porque no protege bienes irrecuperables.-
Esto no supone en modo alguno la abolición del derecho Penal, ya que es imposible imaginar una sociedad sin su tutela. De lo que se trata, es de no tomarlo cómo nave insignia de una solución a la cual no nos va a conducir. Porque el vano argumento del sistema de premios y castigos, opera hoy en día en un vacío: para los hoy delincuentes, señores, no es premio quedar libre, en la situación de vida que transitan. No sienten el miedo a perder, por el castigo, lo que tienen, porque no tienen nada. El día que esa educación cambie, que los delincuentes sientan miedo a lo que el castigo les puede quitar, independientemente de lo grave que este sea, se verá la mejoría.-
Todo desemboca en que las variables a ajustar son otras, no la edad de imputabilidad. Lo de Scioli es una reacción irreflexiva, en respuesta al reclamo horrorizado de los sectores medios, mal incentivados por los grandes medios de la derecha reaccionaria, que insisten en teñir de sangres las pantallas, algo absolutamente no recomendable – y no se trata de esconder los hechos sino de cuidar cómo se los ofrece -. Medios que presionan con soluciones vacías e intentan marcar agenda gubernamental.-
Tal vez el equivocado sea uno y en realidad interpreta mal el pensamiento de los que reclaman. Los fundamentos de la represión penal siempre se dividieron en dos grandes grupos, ambos igualmente válidos: Retribucionistas, sostienen que es lícito que el estado devuelva los males cometidos con la imposición de otros males, moderna y legitimada forma de la ley del talión; Utilitaristas, que intentan con la pena direccionalizar las futuras conductas de la sociedad, usándola cómo medio de prevención.-
En Argentina cabe creer que los que se encolumnan tras los reclamos por la inseguridad tienen claramente una visión retribucionista, aunque intenten decir que con ello solucionarán el problema, visto que, como se intentó demostrar, agravar la pena no conducirá a solución alguna. La intención es, en realidad, el ajuste de cuentas con el delincuente, a nadie le importa la solución del drama, más allá de que crean buscarla con estos métodos. Y esto no deja de ser válido, su legitimidad no está en cuestión. El tema es que no se disfracen las intenciones, que no se tome cómo solución algo que no lo será. Porque está claro que de no ser políticamente incorrecto, los portadores de esta falsa ideología lo vociferarían a los cuatro vientos (claro, si se mata a todos seguramente no habrá más delincuentes ¿no?). Eso y otras cosas, tales cómo que el delito se ubica sólo en una franja social determinada; que el que es pobre lo es porque quiere; que ellos están en su lugar por sus propios esfuerzos (cuando trás lo que fue el neo liberalismo en Argentina, cada vez más vemos que fue una casualidad). Resulta gracioso, además, escuchar a algunos decir “si bueno, esta bien, hay que educar, pero…”, cómo si educar, contener, incluir se tratara de una estupidez, de algo que no lleva a nada.-
No es el objetivo, reitero, desestimar el comprensible temor en que se siente incluida una ancha franja de nuestra sociedad, dada la situación que se transita. De lo que se trata, es de no inmiscuirse en propuestas vanas, de asumir este flagelo social cómo un desafío a afrontar en adelante, el cual podemos tomar en nuestras manos aquellos a quienes el sistema sí nos contiene. Porque a tal situación, tenemos las condiciones de hacerlo. Asumiendo con responsabilidad la situación, no con culpa. La culpa no nos es achacable. Si la responsabilidad, en adelante, de encarar la resolución. Despojándonos de facilismos. Y así en un fututo, nos sentiremos verdaderamente más seguros.-
Pablo Daniel Papini.-
Acá hay varias cosas:
1) No es verdad que en EEUU aumenta la delincuenca, ellos llegaron al máximo alrededeor de 1990. y después bajó. Lo que sigue aumentando es la tasa de gente en prisión, pero ese es otro tema.
2) Lo que se debe cambiar en la Argentina es eso, la tasa de delincuentes en prisión sobre los delincuentes libres. El preso generalmente no roba ni mata mientras esta preso. Como la posibilidad de recuperarse es muy baja, cuanto más haya presos y menos haya libres menos asesinatos va a haber.
3) Las consideraciones de clase estan de más. En Suiza y en Suecia también los presos, y los delincuentes, son de las clases sociales menos favorecidas, predominan los hijos de hogares con un solo progenitor, etc.
Dicen los especialistas que esos chicos que delinquen son la consecuencia de una sociedad que los ha educado mal (los adultos delincuentes también). Son en su mayoría chicos que han sufrido una infancia sin protección ni cariño, ni control. Todos somos responsables de que continúen sufriendo. Ese odio que sienten es derivado de sus necesidades insatisfechas y en muchos casos debilidad mental por falta de proteínas. Ese odio luego lo vuelcan a toda la sociedad. Muchos son chicos que nacen por algún accidente o por ignorancia, no queridos ni atendidos por sus padres. Entonces antes que nada hay que evitar a toda costa que las personas nacidas tengan ese destino de sufrimiento. ¿Como? EDUCANDO MEJOR A LA JUVENTUD, infundiendo el criterio en los padres y madres futuros, la enorme responsabilidad que asumen con su acto de procreación no buscada, que deben hacerse cargo ambos para evitar ese ser que sufre, que los jóvenes sepan como protegerse, que ESTÁ la pastilla del día después, llegado el caso, que el aborto se pueda hacer en el hospital, y si aún así nace alguien no querido: debe darse inmediatamente en adopción o si la madre no lo quiere. El Estado debe destinar bien los recursos a cuestiones como estas. Seben existir instituciones sociales de excelente crianza.
Me parece que todo lo planteado tiene sentido si se hablara sobre el delito, no sobre la inseguridad. Días pasados planteamos la tesis de que la inseguridad tiene tanto que ver con el delito como la teoría de cuerdas con la mayonesa.
Aunque suene provocador, ambos fenómenos son de naturaleza bien distinta: El delito es cualificable y cuantificable, mientras que «la inseguridad» no lo es. Para sentir «inseguridad» es necesario que haya delito, pero no alcanza con sólo éso. Se necesita además que alguien lo difunda. Y hay tanta «inseguridad» como difusión tengan los casos. En especial, si se revelan los detalles más escabrosos, si el mismo caso se va desgranando por entregas… En algunos casos (Canal 2 del Colo De Narváez) hasta le ponene música de película de terror! Abajo les dejo el link con cifras de delito.
http://artepolitica.com/inseguridad-y-delito-lo-sospeche-desde-un-principio/
Eduardo Real
Es cierto que se pueden levantar temores irreales en base a chimentos o inflando pequeños inconvenientes. Todos alguna vez pudimos comprobarlo. En este caso a mi me parece que NO SE TRATA DE NADA INFUNDADO. Sin ninguna duda la inseguridad está relacionada muy estrechamente con la pluralidad de delitos. Además de que los medios los muestran profusamente, los relatos de conocidos, familiares y amigos confirman esa realidad. Cualquiera que sea el pecado, leve o no, lo importante es buscar la solución.
Aquí te repito mi punto de vista que nadie comenta (sospechosamente)
Dicen los especialistas que esos chicos que delinquen son la consecuencia de una sociedad que los ha educado mal (los adultos delincuentes también). Son en su mayoría chicos que han sufrido una infancia sin protección ni cariño, ni control. Todos somos responsables de que continúen sufriendo. Ese odio que sienten es derivado de sus necesidades insatisfechas y en muchos casos debilidad mental por falta de proteínas. Ese odio luego lo vuelcan a toda la sociedad. Muchos son chicos que nacen por algún accidente o por ignorancia, no queridos ni atendidos por sus padres. Entonces antes que nada hay que evitar a toda costa que las personas nacidas tengan ese destino de sufrimiento. ¿Como? EDUCANDO MEJOR A LA JUVENTUD, infundiendo el criterio en los padres y madres futuros, la enorme responsabilidad que asumen con su acto de procreación no buscada, que deben hacerse cargo ambos para evitar ese ser que sufre, que los jóvenes sepan como protegerse, que ESTÁ la pastilla del día después, llegado el caso, que el aborto se pueda hacer en el hospital, y si aún así nace alguien no querido: debe darse inmediatamente en adopción o si la madre no lo quiere. El Estado debe destinar bien los recursos a cuestiones como estas. Seben existir instituciones sociales de excelente crianza.