ECONOMIA › PANORAMA ECONOMICO
Por Alfredo Zaiat
El aumento del turismo durante las vacaciones de invierno es por la inflación. El incremento de los viajes al exterior de un sector de los argentinos es porque no saben qué hacer con el dinero. El record de venta de autos y motos tiene su origen en que no hay alternativas de inversión atractivas en relación con la evolución de los precios. El alza en los despachos de heladeras, aire acondicionado, televisores y otro tipo de electrodomésticos es porque ahorrar no es conveniente por la depreciación de la moneda. Las salas llenas de los teatros y cines son porque la gente tiene pesos y quiere desprenderse de ellos lo más rápido posible porque la emisión es tan elevada que alimenta la inflación. El consumo de bienes muebles y de ocio tiene el único origen en el fantasma de la inflación. Esta es la interpretación dominante. El desarrollo del capitalismo sobre pautas de comportamiento del consumismo, las inmensas campañas de publicidad que inducen la posesión de bienes innecesarios y aspiracionales de status social y, fundamentalmente, el aumento del ingreso disponible de la población, no tienen ninguna influencia para ese tipo de análisis. Todo pasa por la inflación. Es por lo menos excesiva esta explicación monocausal que ofrecen los hombres de negocios dedicados a la comercialización de información económica, con la virtud de la impunidad en las recorridas diarias por los medios de comunicación en los turnos mañana, tarde y noche.
Esas intervenciones adquieren una dimensión más cercana a la intervención política para provocar un estado de ansiedad permanente, más que a una evaluación económica. Esa conducta queda expuesta cuando se estudian las cifras de patentamientos de autos. El saldo analítico de esa tarea es diferente a la idea tan reiterada respecto de que se venden muchos autos porque la gente se escapa de la inflación y no puede comprar dólares, ni invertir en propiedades. El simple esfuerzo de leer las estadísticas que publica la asociación de concesionarios (acara.org.ar, en Estadísticas y Mercados) y hacer algunas comparaciones facilitan la comprensión de la dinámica de ese mercado, permitiendo relativizar uno de los más destacados postulados de la economía del miedo.
La primera conclusión que surge de evaluar las cifras del primer semestre del año respecto de igual período de 2012 no tiene controversia: se venden más autos. La variación positiva fue de 8,35 por ciento al aumentar de 460.184 unidades (enero/junio 2012) a 498.620 (enero/junio 2013). La tendencia ascendente se mantiene desde 2003, salvo las caídas de 2009 y 2012, que luego fueron recuperadas en el año siguiente. La venta de autos está muy ligada al poder adquisitivo de la población. En años de crisis como 2001 y 2002 se patentaron unas 200 mil y 100 mil unidades, respectivamente. El recorrido del mercado automotor en estos años reúne consenso. La clave se encuentra entonces en por qué se venden tantos autos.
Para alejar el fantasma de la inflación y de la imposibilidad de comprar dólares como los motivos principales del aumento de los patentamientos resulta esencial analizar el comportamiento de los diferentes segmentos. Esas cifras empiezan a esclarecer el panorama, distinguiendo las categorías autos, utilitarios, pesados y buses. Estos tres últimos rubros están vinculados con la producción (transporte) y servicios, o sea, al dinamismo de la economía.
La evolución de las ventas por rubros en el mercado automotor ha sido la siguiente, en el acumulado del primer semestre 2012 en comparación al del 2013:
– Autos: avanzó de 359.129 a 377.866 unidades, subiendo 5,22 por ciento.
– Livianos: de 83.204 a 101.393 unidades, aumentando 21,86 por ciento.
– Pesados: de 11.913 a 13.161 unidades, creciendo 10,48 por ciento.
Las variaciones en la comparación mensual muestran una leve suba de 0,88 por ciento en Autos y fuerte alza en Livianos y Pesados, con 21,28 y 23,68 por ciento, respectivamente. Esto significa que en la categoría que representa el 76 por ciento del mercado automotor (Autos), las compras no registraron un aumento explosivo, ni un comportamiento inusual forzado por el miedo a la inflación o por la restricción a la compra de dólares, sino que respondieron a los motores tradicionales que mueven esa actividad: mejora de ingresos y símbolo de ascenso social con el cero kilómetro.
En el rubro Livianos están incluidas las unidades empleadas en su mayoría en el transporte comercial (Kangoo, Partner y Berlingo) o en el campo (Toyota, Ranger, S10), junto a vehículos de otra categoría como las camionetas Hyundai, Tucson, Honda CRV y Toyota Rav4, unidades de alta gama que en general no se utilizan como una herramienta de trabajo. El primer segmento dentro de este rubro registra suba de 24 a 27 por ciento en el período mencionado, de acuerdo con registros de concesionarias. Especialistas del sector explican que las ventas en el segundo segmento pueden estar motivadas como desvío de una parte de fondos que no pueden canalizarse a la compra de dólares o porque la cotización de esas unidades importadas es en pesos al tipo de cambio oficial (el comprador vende dólares en la plaza ilegal y obtiene de ese modo una ganancia), pero señalan que la principal razón de esas transacciones se debe a renovación de modelos y al ascenso de categoría del consumidor de las tradicionales Van/familiar (Scenic, Picasso) a esas versiones, que reflejan mayor status y poder adquisitivo.
Las unidades del rubro Pesados están relacionadas en su totalidad con el sector productivo y de servicios (transporte de pasajeros). Son camiones Iveco, Ford Cargo, Agrale, Mercedes-Benz (también colectivos). En la comparación semestral interanual, las ventas de Iveco aumentaron 30,85 por ciento; las de Scania, 18,71; y las de Mercedes-Benz, 13,20 por ciento. Un concesionario ilustró: Un ahorrista que no consigue dólares al valor oficial no se compra un camión… para salir a pasear con la patrona.
La idea de que la compra de autos, que deriva en record de patentamientos, es para cubrirse de la inflación es bastante particular. ¿Cuántos autos pueden acumularse en el garaje? Puede acelerar la renovación de modelos, pero la posibilidad de comercializar el usado, mercado que también registra máximos históricos, sólo puede concretarse por un aumento del ingreso disponible. Una señal en ese sentido la brinda el indicador de renovación del parque automotor en la última década.
En ese período, el parque automotor se duplicó hasta alcanzar casi las 10 millones de unidades en circulación. Esta modernización implicó disminuir la antigüedad en 10 años promedio, según el Observatorio de Seguridad Vial. En 2002, el parque automotor era de 5.843.237 unidades. De las casi 10 millones actuales (automóviles, vehículos livianos y pesados), más del 75 por ciento (7,2 millones) corresponde al período 1990-2010, por lo que aproximadamente 2,2 millones de vehículos tienen más de 20 años de antigüedad. El Observatorio calcula que la edad promedio para el segmento automóviles es mayor a 17 años, mientras que para el período 1990-2010, 8,5 años. El presidente de la Cámara de Comercio Automotor, Alberto Príncipe, estima que el objetivo es alcanzar los dos años, antigüedad de los parques en los grandes países productores.
Los datos de patentamiento muestran que el comportamiento del mercado no está influido por la inflación, ni por la situación cambiaria, reflejado en la menor tasa de crecimiento del segmento Auto en relación con Livianos y Pesados. Estos dos últimos rubros vinculados con el crecimiento de la actividad económica general. Con fríos datos duros es menos forzada la interpretación de los motores de crecimiento del sector. El auto propio se ha convertido en un activo representativo de ascenso social, y en un contexto económico de aumento del ingreso disponible, junto a la renovación de modelos inducida por mejoras tecnológicas y de diseño, se encuentran los factores que han provocado el intenso dinamismo del mercado automotor. azaiat@pagina12.com.ar
Por Alfredo Zaiat
El aumento del turismo durante las vacaciones de invierno es por la inflación. El incremento de los viajes al exterior de un sector de los argentinos es porque no saben qué hacer con el dinero. El record de venta de autos y motos tiene su origen en que no hay alternativas de inversión atractivas en relación con la evolución de los precios. El alza en los despachos de heladeras, aire acondicionado, televisores y otro tipo de electrodomésticos es porque ahorrar no es conveniente por la depreciación de la moneda. Las salas llenas de los teatros y cines son porque la gente tiene pesos y quiere desprenderse de ellos lo más rápido posible porque la emisión es tan elevada que alimenta la inflación. El consumo de bienes muebles y de ocio tiene el único origen en el fantasma de la inflación. Esta es la interpretación dominante. El desarrollo del capitalismo sobre pautas de comportamiento del consumismo, las inmensas campañas de publicidad que inducen la posesión de bienes innecesarios y aspiracionales de status social y, fundamentalmente, el aumento del ingreso disponible de la población, no tienen ninguna influencia para ese tipo de análisis. Todo pasa por la inflación. Es por lo menos excesiva esta explicación monocausal que ofrecen los hombres de negocios dedicados a la comercialización de información económica, con la virtud de la impunidad en las recorridas diarias por los medios de comunicación en los turnos mañana, tarde y noche.
Esas intervenciones adquieren una dimensión más cercana a la intervención política para provocar un estado de ansiedad permanente, más que a una evaluación económica. Esa conducta queda expuesta cuando se estudian las cifras de patentamientos de autos. El saldo analítico de esa tarea es diferente a la idea tan reiterada respecto de que se venden muchos autos porque la gente se escapa de la inflación y no puede comprar dólares, ni invertir en propiedades. El simple esfuerzo de leer las estadísticas que publica la asociación de concesionarios (acara.org.ar, en Estadísticas y Mercados) y hacer algunas comparaciones facilitan la comprensión de la dinámica de ese mercado, permitiendo relativizar uno de los más destacados postulados de la economía del miedo.
La primera conclusión que surge de evaluar las cifras del primer semestre del año respecto de igual período de 2012 no tiene controversia: se venden más autos. La variación positiva fue de 8,35 por ciento al aumentar de 460.184 unidades (enero/junio 2012) a 498.620 (enero/junio 2013). La tendencia ascendente se mantiene desde 2003, salvo las caídas de 2009 y 2012, que luego fueron recuperadas en el año siguiente. La venta de autos está muy ligada al poder adquisitivo de la población. En años de crisis como 2001 y 2002 se patentaron unas 200 mil y 100 mil unidades, respectivamente. El recorrido del mercado automotor en estos años reúne consenso. La clave se encuentra entonces en por qué se venden tantos autos.
Para alejar el fantasma de la inflación y de la imposibilidad de comprar dólares como los motivos principales del aumento de los patentamientos resulta esencial analizar el comportamiento de los diferentes segmentos. Esas cifras empiezan a esclarecer el panorama, distinguiendo las categorías autos, utilitarios, pesados y buses. Estos tres últimos rubros están vinculados con la producción (transporte) y servicios, o sea, al dinamismo de la economía.
La evolución de las ventas por rubros en el mercado automotor ha sido la siguiente, en el acumulado del primer semestre 2012 en comparación al del 2013:
– Autos: avanzó de 359.129 a 377.866 unidades, subiendo 5,22 por ciento.
– Livianos: de 83.204 a 101.393 unidades, aumentando 21,86 por ciento.
– Pesados: de 11.913 a 13.161 unidades, creciendo 10,48 por ciento.
Las variaciones en la comparación mensual muestran una leve suba de 0,88 por ciento en Autos y fuerte alza en Livianos y Pesados, con 21,28 y 23,68 por ciento, respectivamente. Esto significa que en la categoría que representa el 76 por ciento del mercado automotor (Autos), las compras no registraron un aumento explosivo, ni un comportamiento inusual forzado por el miedo a la inflación o por la restricción a la compra de dólares, sino que respondieron a los motores tradicionales que mueven esa actividad: mejora de ingresos y símbolo de ascenso social con el cero kilómetro.
En el rubro Livianos están incluidas las unidades empleadas en su mayoría en el transporte comercial (Kangoo, Partner y Berlingo) o en el campo (Toyota, Ranger, S10), junto a vehículos de otra categoría como las camionetas Hyundai, Tucson, Honda CRV y Toyota Rav4, unidades de alta gama que en general no se utilizan como una herramienta de trabajo. El primer segmento dentro de este rubro registra suba de 24 a 27 por ciento en el período mencionado, de acuerdo con registros de concesionarias. Especialistas del sector explican que las ventas en el segundo segmento pueden estar motivadas como desvío de una parte de fondos que no pueden canalizarse a la compra de dólares o porque la cotización de esas unidades importadas es en pesos al tipo de cambio oficial (el comprador vende dólares en la plaza ilegal y obtiene de ese modo una ganancia), pero señalan que la principal razón de esas transacciones se debe a renovación de modelos y al ascenso de categoría del consumidor de las tradicionales Van/familiar (Scenic, Picasso) a esas versiones, que reflejan mayor status y poder adquisitivo.
Las unidades del rubro Pesados están relacionadas en su totalidad con el sector productivo y de servicios (transporte de pasajeros). Son camiones Iveco, Ford Cargo, Agrale, Mercedes-Benz (también colectivos). En la comparación semestral interanual, las ventas de Iveco aumentaron 30,85 por ciento; las de Scania, 18,71; y las de Mercedes-Benz, 13,20 por ciento. Un concesionario ilustró: Un ahorrista que no consigue dólares al valor oficial no se compra un camión… para salir a pasear con la patrona.
La idea de que la compra de autos, que deriva en record de patentamientos, es para cubrirse de la inflación es bastante particular. ¿Cuántos autos pueden acumularse en el garaje? Puede acelerar la renovación de modelos, pero la posibilidad de comercializar el usado, mercado que también registra máximos históricos, sólo puede concretarse por un aumento del ingreso disponible. Una señal en ese sentido la brinda el indicador de renovación del parque automotor en la última década.
En ese período, el parque automotor se duplicó hasta alcanzar casi las 10 millones de unidades en circulación. Esta modernización implicó disminuir la antigüedad en 10 años promedio, según el Observatorio de Seguridad Vial. En 2002, el parque automotor era de 5.843.237 unidades. De las casi 10 millones actuales (automóviles, vehículos livianos y pesados), más del 75 por ciento (7,2 millones) corresponde al período 1990-2010, por lo que aproximadamente 2,2 millones de vehículos tienen más de 20 años de antigüedad. El Observatorio calcula que la edad promedio para el segmento automóviles es mayor a 17 años, mientras que para el período 1990-2010, 8,5 años. El presidente de la Cámara de Comercio Automotor, Alberto Príncipe, estima que el objetivo es alcanzar los dos años, antigüedad de los parques en los grandes países productores.
Los datos de patentamiento muestran que el comportamiento del mercado no está influido por la inflación, ni por la situación cambiaria, reflejado en la menor tasa de crecimiento del segmento Auto en relación con Livianos y Pesados. Estos dos últimos rubros vinculados con el crecimiento de la actividad económica general. Con fríos datos duros es menos forzada la interpretación de los motores de crecimiento del sector. El auto propio se ha convertido en un activo representativo de ascenso social, y en un contexto económico de aumento del ingreso disponible, junto a la renovación de modelos inducida por mejoras tecnológicas y de diseño, se encuentran los factores que han provocado el intenso dinamismo del mercado automotor. azaiat@pagina12.com.ar