Cristina y las derrotas

Fue el 2009, sin testimoniales. Devastado, el dirigente K ensay
ó un argumento, sin ganas ni resto, sobre el derrape electoral bonaerense, ese score ignominioso por abajo de los 30 puntos, sin corte de boleta ni traiciones visibles.
Herido, además, en la intimidad de cacique alfa, territorial, por no haber detectado en sus calles, en el rictus de sus vecinos, la ola implacable que se avecinaba. En el atardecer del domingo, todavía, no veía la tormenta.
El sablazo del 28J de 2009 no regresó sólo en clave negativa. Entre la adivinanza y el deseo, anoche circulaba un registro distinto sobre lo que disparó aquella derrota. Por entonces, Cristina tardó 48 horas en asimilar el tropiezo en las urnas y una semana después, el 7 de julio, barrió de su gabinete a Sergio Massa -su verdugo del último domingo-, a Graciela Ocaña, de Salud; y a Carlos Fernández, de Economía. Entronizó a Aníbal Fernández -que dejó Justicia, donde juró Julio Alak-, a Juan Manzur y a Amado Boudou. La presunción de una reacción similar, que detone un cambio de gabinete, ayer se viralizó entre la dirigencia K.
Como ocurre ante cada mala hora K, la especulación trafica un elogio tardío a Néstor Kirchner , a la destreza pingüina para armar y al olfato del ausente para entender los climas adversos y reaccionar. Es un ejercicio secreto que, sin manifestarlo, esconde un reproche a Cristina de Kirchner. O, más simple, espera un comportamiento más contundente que el evasivo discurso del Hotel Intercontinental la medianoche del domingo, que implique asumir costos y culpas.
Fue, en definitiva, la Presidente quien denegó el recurso de candidatos testimoniales que le arrimaron, vía Carlos Zannini , alcaldes del conurbano sur que pretendían figurar como concejales suplentes, con el solo objetivo de estampar su nombre en las boletas.
Cristina de Kirchner rechazó la iniciativa como antes rechazó con una ironía -de esas que la víctima jamás olvida, sobre todo si hubo espectadores- una idea similar de José Alperovich.
– ¿Así que vas a ser candidato a diputado? – le dijo al tucumano en una ronda donde estaba también el jujeño Eduardo Fellner.
– Si, Cristina, es la forma de garantizar el mejor resultado – dijo Alperovich.
– Bueno, entonces vas a asumir como diputado…
La negativa se aplicó en el conurbano donde sólo un puñado de díscolos, previo aviso a Máximo Kirchner , fueron testimoniales. El más explícito fue Fernando Espinoza , cacique de La Matanza, que dio una razón irrefutable: «En La Matanza a Martín (Insaurralde) no lo conoce nadie, a Mussi menos y en la boleta no va el escudo del PJ. Si yo no voy como candidato, los muchachos no van a saber a quién votar».
Es contrafáctico mensurar un resultado con testimoniales. Pero, por lo pronto, se develó la incógnita sobre qué tracción primó en el cuarto oscuro -la positiva de los intendentes o la negativa de Insaurralde- y demostró que la nacionalización aplastó a la territorialidad.
Con esos datos en la mano, late el pánico ante octubre. El resultado indica que el sistema del PJ «movió la boleta de Insaurralde salvo casos puntuales (ver nota aparte) a modo de testeo. Con menos de 30 puntos, en la elección de verdad, expertos en correr en auxilio de los ganadores, apóstoles del sálvese quien pueda, es posible que Insaurralde ya no cuente con la lealtad de sus pares alcaldes.
Fracasos
El fracaso de la candidatura del lomense no es, claro, un fracaso del lomense. Sino de Cristina de Kirchner que, para sorpresa de buena parte del dispositivo K, cometió lo que pareció otra herejía: borró el apellido Kirchner de la oferta electoral, rompiendo una tradición-cábala que se remontaba a 1989 y se repitió, sin baches, a lo largo de dos décadas. Sin testimoniales y sin un Kirchner en la boleta, el FpV empeoró su peor elección, la de 2009.
El 29,65% del FpV bonaerense, con un candidato diseñado en el laboratorio de Olivos, no sólo implica una derrota electoral sino además una derrota táctica para la Presidente, que buscó darle competitividad a un dirigente desconocido al revestirlo de su bendición. Fue, en rigor, una prueba piloto que, de ser exitosa, la hubiese animado a «inventar» un heredero puro, tocado por su dedo mágico, para la presidencial de 2015.
El domingo el método de transferencia de votos cayó fulminado porque la tracción negativa de la boleta nacional tuvo su razón de ser justamente en que Insaurralde fue nada más -o nada menos- que «el candidato» de Cristina de Kirchner.
El modus operandi fue genérico. La Presidente, como jefa de campaña, uniformó el discurso y suprimió los matices. Insaurralde soñó, en las primeras horas como candidato, que podría salir a cazar votos fuera del universo K con una actitud no beligerante. Apenas rechazó elípticamente la reelección, Diana Conti lo maltrató como a un heresiarca.
Hasta Daniel Scioli , que construyó su identidad política en una neutralidad optimista de pastor electrónico, en ser un cuerpo extraño en el organismo K, viró hacia la hiperkirchnerización. Cristina de Kirchner impuso el relato unívoco convencida de que era la forma de fidelizar el voto propio. No lo logró.
Usina única del diseño de campaña, se anota en el debe de la Presidente el raid de demonización de Sergio Massa , en particular en lo referido al pacto con Mauricio Macri . En la provincia, hay un caudal de votantes de entre 4 y 6 puntos del padrón que se identifican con Macri . Massa los facturó como hizo con votos radicales, lo que explica que por primera vez la sumatoria de de candidatos peronistas – Massa, Insaurralde, Francisco De Narvaez – se haya estirado a más del 75%, una cifra inédita en la historia de la provincia, donde jamás sobrepasó la barrera del 70%.
Ese plus, a priori, puede rastrearse en los votos macristas -no peronistas- y radicales que Massa sedujo, con su entretejido electoral. Lo que al principio pareció un error táctico le aportó, en el conteo de votos, los puntos necesarios para estirar la diferencia con Insaurralde. El tigrense ensanchó la franja ideológica de la cual atraer votos; Cristina de Kirchner hizo lo contrario.

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Un comentario en «Cristina y las derrotas»

  1. ¿Qué derrota?:
    Hoy en la aldea Potemkin:
    «el ocultamiento y la dispersión» que algunos medios de comunicación hacen sobre algunos temas, como los triunfos del Frente para la Victoria en la Antártida -«un lugar en el que siempre perdíamos»- y en la comunidad qom La Primavera, de Formosa, por cuyos resultados felicitó al gobernador Gildo Insfrán

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