Las expectativas económicas de los argentinos volvieron a mejorar en julio último y, dada la mejora de junio, marcaron datos sorprendentes: son los primeros dos aumentos mensuales consecutivos desde julio de 2011 y no parecen haber cambiado la suerte electoral del oficialismo.
Las explicaciones que podrían encontrarse son dos: la inflación se instaló como el principal problema que debería resolverse, y los sectores medios y altos son los que mantienen los niveles más altos de pesimismo. Pareciera que los sectores medios, que cambian el voto, son más determinantes del resultado del domingo último.
Así surge de la medición del Índice General de Expectativas Económicas (IGEE), que relevan la Universidad Católica Argentina (UCA) y TNS-Gallup.
En junio último hubo un repunte de 4% y en julio, otro de 3%. Con todo, el nivel general de humor económico cayó 1,6% en lo que va del año y también respecto de julio de 2012. Las expectativas están 17,1% por debajo de las del récord de optimismo de octubre de 2011 y 34,2% por encima del récord de pesimismo de abril de 2009.
En junio y julio probablemente hayan tenido efecto algunos cambios que aumentaron el nivel de ingreso disponible. En los meses anteriores los asalariados estaban pagando «precios nuevos con sueldos viejos». Pero a partir del cierre de las paritarias, no sólo mejoraron los salarios, sino que se cobraron retroactivos. Además, llegó el medio aguinaldo. Este mes muchos trabajadores deberían haber cobrado los salarios de julio con cifras menores que en los dos meses anteriores, pero el Gobierno evitó ese efecto al devolver el impuesto a las ganancias sobre el medio aguinaldo.
Todos los componente del IGEE mejoraron en julio, cuando también el Gobierno aceleró la emisión e inyección de pesos en la economía. La contracara fue que aceleró la inflación y la encuesta también detectó que su control es la principal demanda de la opinión pública. Hasta hace un año la gente respondía «que se genere más empleo» en el 59% de los casos cuando se le consultaba acerca de las tres prioridades económicas. Y estaba en el primer lugar desde 2009.
Pero en julio último pasó al segundo puesto, con el 54%. El primero fue para «que se controle la inflación», con el 58%. El número tres fue para «que se combata la pobreza».
La recuperación de las expectativas fue sensiblemente más baja entre quienes tienen mayor nivel educativo y poder adquisitivo. Son los más pesimistas. El 37% del total considera que la situación económica actual es muy o bastante mala. Pero entre los universitarios trepa al 44% y al 60% en los sectores altos. También son más pesimistas respecto de lo que ocurrirá con la economía en los próximos seis meses. Los que ven las cosas peor son 28% del total, pero 40% entre los sectores universitarios, 64% en la clase alta y 33% en la clase media.
Respecto del empleo, el 44% cree que hay muy pocos puestos disponibles. Y los que más se quejan son las mujeres (48%, contra 40% en los hombres); los jóvenes (46%), y los habitantes del interior (49%, contra 34% en el conurbano y 37% en la ciudad de Buenos Aires).
Respecto de los próximos seis meses en las clases altas el pesimismo llega al 43%. Son también las más preocupadas por la inflación (70% contra 58% del promedio general). Geográficamente, los que más se quejan de la suba generalizada de los precios se encuentran en el conurbano (65%) y en la ciudad de Buenos Aires (62%).
La medición se hizo entre el 19 y el 29 de julio último y abarcó a 1017 personas de 18 y más años, con alcance nacional. .
Las explicaciones que podrían encontrarse son dos: la inflación se instaló como el principal problema que debería resolverse, y los sectores medios y altos son los que mantienen los niveles más altos de pesimismo. Pareciera que los sectores medios, que cambian el voto, son más determinantes del resultado del domingo último.
Así surge de la medición del Índice General de Expectativas Económicas (IGEE), que relevan la Universidad Católica Argentina (UCA) y TNS-Gallup.
En junio último hubo un repunte de 4% y en julio, otro de 3%. Con todo, el nivel general de humor económico cayó 1,6% en lo que va del año y también respecto de julio de 2012. Las expectativas están 17,1% por debajo de las del récord de optimismo de octubre de 2011 y 34,2% por encima del récord de pesimismo de abril de 2009.
En junio y julio probablemente hayan tenido efecto algunos cambios que aumentaron el nivel de ingreso disponible. En los meses anteriores los asalariados estaban pagando «precios nuevos con sueldos viejos». Pero a partir del cierre de las paritarias, no sólo mejoraron los salarios, sino que se cobraron retroactivos. Además, llegó el medio aguinaldo. Este mes muchos trabajadores deberían haber cobrado los salarios de julio con cifras menores que en los dos meses anteriores, pero el Gobierno evitó ese efecto al devolver el impuesto a las ganancias sobre el medio aguinaldo.
Todos los componente del IGEE mejoraron en julio, cuando también el Gobierno aceleró la emisión e inyección de pesos en la economía. La contracara fue que aceleró la inflación y la encuesta también detectó que su control es la principal demanda de la opinión pública. Hasta hace un año la gente respondía «que se genere más empleo» en el 59% de los casos cuando se le consultaba acerca de las tres prioridades económicas. Y estaba en el primer lugar desde 2009.
Pero en julio último pasó al segundo puesto, con el 54%. El primero fue para «que se controle la inflación», con el 58%. El número tres fue para «que se combata la pobreza».
La recuperación de las expectativas fue sensiblemente más baja entre quienes tienen mayor nivel educativo y poder adquisitivo. Son los más pesimistas. El 37% del total considera que la situación económica actual es muy o bastante mala. Pero entre los universitarios trepa al 44% y al 60% en los sectores altos. También son más pesimistas respecto de lo que ocurrirá con la economía en los próximos seis meses. Los que ven las cosas peor son 28% del total, pero 40% entre los sectores universitarios, 64% en la clase alta y 33% en la clase media.
Respecto del empleo, el 44% cree que hay muy pocos puestos disponibles. Y los que más se quejan son las mujeres (48%, contra 40% en los hombres); los jóvenes (46%), y los habitantes del interior (49%, contra 34% en el conurbano y 37% en la ciudad de Buenos Aires).
Respecto de los próximos seis meses en las clases altas el pesimismo llega al 43%. Son también las más preocupadas por la inflación (70% contra 58% del promedio general). Geográficamente, los que más se quejan de la suba generalizada de los precios se encuentran en el conurbano (65%) y en la ciudad de Buenos Aires (62%).
La medición se hizo entre el 19 y el 29 de julio último y abarcó a 1017 personas de 18 y más años, con alcance nacional. .