La derrota del kirchnerismo en las elecciones primarias alteró los ánimos en el Congreso y mostró a algunos sectores de la oposición con ganas de reeditar el llamado Grupo A, que durante 2010 y 2011 dominó en las comisiones de la Cámara de Diputados y procuró imponerle su ritmo al Gobierno. La ilusión, sin embargo, duró apenas una semana. La negativa del Partido Socialista y de sectores de la UCR a sumarse a una mayoría opositora para quitarle la Presidencia de la Cámara baja al oficialismo dio por tierra con el intento que se estaba cocinando en los despachos del peronismo no kirchnerista.
Hermes Binner no quiere trenzarse en una interna que considera ajena ni ganarse acusaciones por presuntas intenciones destituyentes. Es la interna del peronismo. Que la arreglen ellos, dicen en su entorno íntimo. Además, los socialistas quedaron muy desencantados con aquel Grupo A. Fue una inoperancia total. No alcanzamos nada, reflexionan sobre esos años. Una idea similar tiene Margarita Stolbizer. Fue un fracaso, suele repetir ante el recuerdo.
Sin la veintena de diputados que podría sumar el Frente Amplio Progresista (FAP) después del recambio parlamentario de diciembre, la oposición no podrá ir por la silla de Julián Domínguez. Y, por si fuera poco, hay un sector de la UCR que tampoco quiere revivir la experiencia; aún cuando son algunas de las figuras de ese bloque las que fogonean la posibilidad de arrebatarle el control de la Cámara al Frente para la Victoria, en tándem con el Frente Renovador de Sergio Massa y otros sectores del peronismo como contó El Cronista en su edición del 13 de agosto.
Primero el pueblo tiene que votar en octubre a los nuevos diputados nacionales y recién en diciembre se elegirán las próximas autoridades de la Cámara. Algunos quieren comer el guiso de liebre antes de cazar la liebre, se apuró a defenderse ayer Domínguez, apelando a la conocida frase de Juan Perón. El titular del cuerpo nunca creyó que su cargo estuviera en jaque porque los números que dejaron las primarias muestran al oficialismo reteniendo la primera minoría e incluso superando por entre 4 y 6 diputados el quórum propio si cuenta a sus aliados.
Serán justamente esos legisladores y no otros los que cobrarán importancia ante la dispersión opositora y un kirchnerismo ajustado. De los aliados, integrantes de bloques provinciales afines al oficialismo, dependerán muchas de las discusiones después de diciembre.
Hermes Binner no quiere trenzarse en una interna que considera ajena ni ganarse acusaciones por presuntas intenciones destituyentes. Es la interna del peronismo. Que la arreglen ellos, dicen en su entorno íntimo. Además, los socialistas quedaron muy desencantados con aquel Grupo A. Fue una inoperancia total. No alcanzamos nada, reflexionan sobre esos años. Una idea similar tiene Margarita Stolbizer. Fue un fracaso, suele repetir ante el recuerdo.
Sin la veintena de diputados que podría sumar el Frente Amplio Progresista (FAP) después del recambio parlamentario de diciembre, la oposición no podrá ir por la silla de Julián Domínguez. Y, por si fuera poco, hay un sector de la UCR que tampoco quiere revivir la experiencia; aún cuando son algunas de las figuras de ese bloque las que fogonean la posibilidad de arrebatarle el control de la Cámara al Frente para la Victoria, en tándem con el Frente Renovador de Sergio Massa y otros sectores del peronismo como contó El Cronista en su edición del 13 de agosto.
Primero el pueblo tiene que votar en octubre a los nuevos diputados nacionales y recién en diciembre se elegirán las próximas autoridades de la Cámara. Algunos quieren comer el guiso de liebre antes de cazar la liebre, se apuró a defenderse ayer Domínguez, apelando a la conocida frase de Juan Perón. El titular del cuerpo nunca creyó que su cargo estuviera en jaque porque los números que dejaron las primarias muestran al oficialismo reteniendo la primera minoría e incluso superando por entre 4 y 6 diputados el quórum propio si cuenta a sus aliados.
Serán justamente esos legisladores y no otros los que cobrarán importancia ante la dispersión opositora y un kirchnerismo ajustado. De los aliados, integrantes de bloques provinciales afines al oficialismo, dependerán muchas de las discusiones después de diciembre.
No creo que Carrió y los peornistas se rindan tan fácil.