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SANTA FE.-José María Fanelli afirma que el problema de tener a un hombre como Guillermo Moreno en el Gobierno es que el secretario de Comercio Interior representa la discrecionalidad, algo que no es lo mejor para encarar un plan antiinflacionario ordenado. «Tenemos mucha discrecionalidad y pocas reglas. Necesitaríamos más reglas, para que la gente sepa cómo formar sus expectativas», señala el investigador del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) y profesor en la UBA y la Universidad de San Andrés.
Considerado un economista heterodoxo, Fanelli insiste en que encasillar no sirve para pensar. Y dice que si ser heterodoxo es estar de acuerdo con aumentar el déficit energético, cerrar la economía y no saber qué hacer con YPF, él preferiría ser presentado como ortodoxo. Además, opina que desde que se fijó el cepo al dólar hay un cambio de régimen «que no ayuda para nada».
¿Se puede encarrilar la economía argentina?
-Es más difícil que antes, pero sí, se puede. Tenemos muchos problemas de mala praxis, lo que da aire para hacer arreglos. Si uno no tiene ningún subsidio a la energía y tiene déficit fiscal, hay que cortar en el hueso (gasto que no se quiere cortar), pero una economía que deje de subsidiar el aire acondicionado puede funcionar lo más bien. Hay muchas cosas que no se están haciendo bien. Yo pasaría todo el dinero de Fútbol para Todos a Ciencia y Técnica. Eso te aumenta la competitividad mañana.
-¿Cree que es sostenible la política de subsidios?
-No, no es sostenible. Es un problema central y muy difícil de desarticular, pero hay que desarmarlos. Me animaría a decir que es «el» problema, junto con algunas cuestiones cambiarias. Desarticularlos es complejo porque hoy hay dos precios relativos que están fuera de línea: el de la energía y el del tipo de cambio real, sobre todo si tomamos el tipo de cambio real con los diferentes tipos de cambio que hay. Dada la debilidad política del Gobierno, cambiar esos precios implica hacer acuerdos políticos importantes.
-¿Cuál es el mayor problema que ve por el lado cambiario?
-Es un problema porque ya vemos que tenemos déficit de energía, pero además el déficit de turismo, con este dólar, se está acercando al déficit que hay en energía. Y la única forma de explicarlo es por el valor del dólar.
-¿La devaluación es la solución?
-Es que el Gobierno ya está devaluando, y mucho, porque no tiene la opción de no corregir el tipo de cambio como la tuvo en un período. La pregunta no es si va a devaluar, porque ya lo hace, sino si lo va a hacer ordenadamente con un programa antiinflacionario o no. Hasta ahora, lo que hace es depreciar la moneda al 30% anual sin un programa antiinflacionario, y eso es peligroso porque puede acelerar la inflación. El punto es que hay un problema técnico: hay que cambiar los precios relativos sin que se acelere la inflación.
-¿Cree que este gobierno va a hacer lo que usted sugiere?
-La pregunta es si lo va a hacer bien o mal. Tiene todos los elementos para hacerlo de modo ordenado. Por ejemplo, el Gobierno está corrigiendo el tipo de cambio, algo que antes no hacía, y reconoció que la inflación es un problema. Ahora le falta hacer un plan consistente con esas dos cosas que acaba de reconocer.
-¿Cómo juega en la decisión de encarar un plan ordenado la figura de Guillermo Moreno?
-Creo que el problema de Moreno, al que no juzgo políticamente sino técnicamente, es que él representa la discrecionalidad. Tenemos mucha discrecionalidad y pocas reglas. Necesitaríamos más reglas para que la gente sepa cómo formar sus expectativas. Aquí es difícil anticipar qué es lo que va a hacer Moreno y, desde ese punto de vista, no es lo mejor para hacer un plan antiinflacionario.
-¿Sirve el control de precios?
-Es el bisturí: si alguien lo usa bien es bueno y si alguien lo usa mal es malo. En general los países no lo usan porque usan otros métodos, como metas de inflación, por ejemplo. Pero de cualquier modo, congelar precios y emitir moneda al 35% por año es inconsistente con cualquier ideología o programa. Uno puede congelar los precios y poner la oferta monetaria de manera consistente con eso; pero para hacerlo hay que controlar el gasto público, porque se emite porque hay gasto público.
-También se podría tomar deuda, pero el Gobierno jura que no lo hará. ¿Es bueno o es malo?
-Discutir eso como algo ideológico está mal. Tomar deuda como Grecia es malo; pero hacerlo para financiar inversión, infraestructura, trenes, lo que nos falta, es bueno. La Argentina debería tener pocos problemas para endeudarse.
-Pero ¿por qué a YPF, por caso, le cuesta tanto conseguir inversión, cuando ésta llueve en la región?
-Por la discrecionalidad que mencioné antes. La inversión es a largo plazo, por eso para invertir hay que poder anticipar lo que va a ocurrir. Se habla todo el tiempo de inversión extranjera, pero acá el que no invierte es el argentino. Es el argentino el que tiene parte de su riqueza en el exterior porque no cree en la seguridad jurídica de su país.
-¿Por qué el Gobierno insiste en cerrar la economía cuando se ve que los países exitosos son los que se abren?
-Esos países hacen lo que hay que hacer para estar en el mundo. En la década del 60 los países eran cerrados porque estábamos en Bretton Woods y todos eran cerrados; hoy estamos en la globalización, por eso la mayoría son abiertos. Para cerrarse cuando todos se abren habría que tener muy buenas razones, que yo hoy no veo.
-Usted es considerado un economista heterodoxo y el Gobierno se dice heterodoxo; pero, por lo que veo, no comparte muchas de las políticas actuales.
-Encasillar no sirve para pensar. En los 80, ser ortodoxo quería decir aceptar las políticas de ajuste del FMI en época de la crisis de la deuda, y eso estaba mal, por eso muchos éramos heterodoxos. Pero hoy el FMI en Grecia y otras partes de Europa recomienda políticas anticíclicas, en línea con lo que nosotros como heterodoxos defendíamos en los 80. Por eso hoy no quiero ser heterodoxo. De todos modos, hablar de eso fuera de contexto no sirve. Si me dicen que estar de acuerdo con aumentar el déficit de la cuenta energética, cerrar la economía y no saber qué hacer con YPF es ser heterodoxo yo pediría que me presenten como un economista ortodoxo.
-¿Hay algo que para usted sí hizo bien esta administración?
-Sí. La asignación universal por hijo, la política de superávit fiscal y de cuenta corriente. Entre 2003 y 2007 se hicieron muchas cosas bien; entre 2007 y 2011 se fue deteriorando, y del cepo al dólar para acá hay un cambio de régimen que no ayuda para nada. .
SANTA FE.-José María Fanelli afirma que el problema de tener a un hombre como Guillermo Moreno en el Gobierno es que el secretario de Comercio Interior representa la discrecionalidad, algo que no es lo mejor para encarar un plan antiinflacionario ordenado. «Tenemos mucha discrecionalidad y pocas reglas. Necesitaríamos más reglas, para que la gente sepa cómo formar sus expectativas», señala el investigador del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) y profesor en la UBA y la Universidad de San Andrés.
Considerado un economista heterodoxo, Fanelli insiste en que encasillar no sirve para pensar. Y dice que si ser heterodoxo es estar de acuerdo con aumentar el déficit energético, cerrar la economía y no saber qué hacer con YPF, él preferiría ser presentado como ortodoxo. Además, opina que desde que se fijó el cepo al dólar hay un cambio de régimen «que no ayuda para nada».
¿Se puede encarrilar la economía argentina?
-Es más difícil que antes, pero sí, se puede. Tenemos muchos problemas de mala praxis, lo que da aire para hacer arreglos. Si uno no tiene ningún subsidio a la energía y tiene déficit fiscal, hay que cortar en el hueso (gasto que no se quiere cortar), pero una economía que deje de subsidiar el aire acondicionado puede funcionar lo más bien. Hay muchas cosas que no se están haciendo bien. Yo pasaría todo el dinero de Fútbol para Todos a Ciencia y Técnica. Eso te aumenta la competitividad mañana.
-¿Cree que es sostenible la política de subsidios?
-No, no es sostenible. Es un problema central y muy difícil de desarticular, pero hay que desarmarlos. Me animaría a decir que es «el» problema, junto con algunas cuestiones cambiarias. Desarticularlos es complejo porque hoy hay dos precios relativos que están fuera de línea: el de la energía y el del tipo de cambio real, sobre todo si tomamos el tipo de cambio real con los diferentes tipos de cambio que hay. Dada la debilidad política del Gobierno, cambiar esos precios implica hacer acuerdos políticos importantes.
-¿Cuál es el mayor problema que ve por el lado cambiario?
-Es un problema porque ya vemos que tenemos déficit de energía, pero además el déficit de turismo, con este dólar, se está acercando al déficit que hay en energía. Y la única forma de explicarlo es por el valor del dólar.
-¿La devaluación es la solución?
-Es que el Gobierno ya está devaluando, y mucho, porque no tiene la opción de no corregir el tipo de cambio como la tuvo en un período. La pregunta no es si va a devaluar, porque ya lo hace, sino si lo va a hacer ordenadamente con un programa antiinflacionario o no. Hasta ahora, lo que hace es depreciar la moneda al 30% anual sin un programa antiinflacionario, y eso es peligroso porque puede acelerar la inflación. El punto es que hay un problema técnico: hay que cambiar los precios relativos sin que se acelere la inflación.
-¿Cree que este gobierno va a hacer lo que usted sugiere?
-La pregunta es si lo va a hacer bien o mal. Tiene todos los elementos para hacerlo de modo ordenado. Por ejemplo, el Gobierno está corrigiendo el tipo de cambio, algo que antes no hacía, y reconoció que la inflación es un problema. Ahora le falta hacer un plan consistente con esas dos cosas que acaba de reconocer.
-¿Cómo juega en la decisión de encarar un plan ordenado la figura de Guillermo Moreno?
-Creo que el problema de Moreno, al que no juzgo políticamente sino técnicamente, es que él representa la discrecionalidad. Tenemos mucha discrecionalidad y pocas reglas. Necesitaríamos más reglas para que la gente sepa cómo formar sus expectativas. Aquí es difícil anticipar qué es lo que va a hacer Moreno y, desde ese punto de vista, no es lo mejor para hacer un plan antiinflacionario.
-¿Sirve el control de precios?
-Es el bisturí: si alguien lo usa bien es bueno y si alguien lo usa mal es malo. En general los países no lo usan porque usan otros métodos, como metas de inflación, por ejemplo. Pero de cualquier modo, congelar precios y emitir moneda al 35% por año es inconsistente con cualquier ideología o programa. Uno puede congelar los precios y poner la oferta monetaria de manera consistente con eso; pero para hacerlo hay que controlar el gasto público, porque se emite porque hay gasto público.
-También se podría tomar deuda, pero el Gobierno jura que no lo hará. ¿Es bueno o es malo?
-Discutir eso como algo ideológico está mal. Tomar deuda como Grecia es malo; pero hacerlo para financiar inversión, infraestructura, trenes, lo que nos falta, es bueno. La Argentina debería tener pocos problemas para endeudarse.
-Pero ¿por qué a YPF, por caso, le cuesta tanto conseguir inversión, cuando ésta llueve en la región?
-Por la discrecionalidad que mencioné antes. La inversión es a largo plazo, por eso para invertir hay que poder anticipar lo que va a ocurrir. Se habla todo el tiempo de inversión extranjera, pero acá el que no invierte es el argentino. Es el argentino el que tiene parte de su riqueza en el exterior porque no cree en la seguridad jurídica de su país.
-¿Por qué el Gobierno insiste en cerrar la economía cuando se ve que los países exitosos son los que se abren?
-Esos países hacen lo que hay que hacer para estar en el mundo. En la década del 60 los países eran cerrados porque estábamos en Bretton Woods y todos eran cerrados; hoy estamos en la globalización, por eso la mayoría son abiertos. Para cerrarse cuando todos se abren habría que tener muy buenas razones, que yo hoy no veo.
-Usted es considerado un economista heterodoxo y el Gobierno se dice heterodoxo; pero, por lo que veo, no comparte muchas de las políticas actuales.
-Encasillar no sirve para pensar. En los 80, ser ortodoxo quería decir aceptar las políticas de ajuste del FMI en época de la crisis de la deuda, y eso estaba mal, por eso muchos éramos heterodoxos. Pero hoy el FMI en Grecia y otras partes de Europa recomienda políticas anticíclicas, en línea con lo que nosotros como heterodoxos defendíamos en los 80. Por eso hoy no quiero ser heterodoxo. De todos modos, hablar de eso fuera de contexto no sirve. Si me dicen que estar de acuerdo con aumentar el déficit de la cuenta energética, cerrar la economía y no saber qué hacer con YPF es ser heterodoxo yo pediría que me presenten como un economista ortodoxo.
-¿Hay algo que para usted sí hizo bien esta administración?
-Sí. La asignación universal por hijo, la política de superávit fiscal y de cuenta corriente. Entre 2003 y 2007 se hicieron muchas cosas bien; entre 2007 y 2011 se fue deteriorando, y del cepo al dólar para acá hay un cambio de régimen que no ayuda para nada. .