Finanzas y mercados
Suponiendo que el Gobierno conserve una buena cantidad de capital político, no esperamos ver un cambio significativo en la dirección de la política macro, sostiene Alberto Ramos, el director ejecutivo para América Latina de Goldman Sachs, al analizar el escenario económico que podría resultar de las próximas elecciones legilsativas. En el marco de una entrevista con El Cronista, el economista advierte que el Gobierno podría imponer mayores controles cambiarios y financieros para contener la pérdida de reservas del Banco Central.
Ramos se unió al banco en 2003 y es responsable de la cobertura macroeconómica de diversos países de América Latina. Antes de ingresar a Goldman, fue economista senior en el FMI, donde trabajó con temas relacionados a Argentina, Brasil y Turquía.
¿Cree que las acciones del Gobierno en el frente externo tendrán un impacto positivo en los resultados de las elecciones de octubre, como por ejemplo, el lanzamiento del nuevo canje de deuda y el acercamiento al FMI?
Esto probablemente tenga poco impacto en las elecciones. Es más probable que los votantes le den más importancia a la muy elevada tasa de inflación doméstica (la más alta en la región fuera del entorno hiperinflacionario de Venezuela), a la rápida depreciación del peso y a las crecientes restricciones para acceder a los dólares, incluso para las operaciones más triviales como son los viajes internacionales. En resumen, el intervencionismo de las autoridades en la economía está generando crecientes distorsiones macroeconómicas y microeconómicas que afectan la vida diaria de los consumidores y las empresas.
¿Cuál cree que será el escenario político resultante?
Las primarias de agosto demostraron que las fuerzas políticas del gobierno están perdiendo representación y es probable que surja el mismo escenario en las elecciones de octubre. Sin embargo, dadas las divisiones visibles en todo el campo de la oposición, es probable que el Gobierno mantenga una representación importante en el Congreso.
¿Cómo impactará éste resultado en los mercados?
Probablemente, la reacción del mercado sea similar a la que demostró después de las primarias de agosto. Es posible que el fortalecimiento de la oposición sea visto de manera positiva por los mercados, bajo la esperanza de que un equilibrio en el mapa político dé lugar a políticas favorables más amigables hacia los mercados.
¿Cómo estima que será la situación económica de la Argentina en los próximos dos años?
Suponiendo que el Gobierno conserve una buena cantidad de capital político, no esperamos ver un cambio significativo en la dirección de la política macro. Sin embargo, luego de las elecciones, podríamos ver un endurecimiento de los controles cambiarios y financieros con el fin de preservar la disminución de las reservas internacionales del Banco Central. También es posible que se intente moderar el aumento significativo en el gasto público que hemos visto en los últimos años, con el fin de detener el continuo deterioro fiscal.
¿Qué cambios tendrá que resolver el próximo presidente?
El próximo Gobierno tendrá el desafío de resolver la inflación, que está profundamente arraigada en la economía; las expectativas de inflación son muy altas. Además, el nuevo Gobierno tendrá que desmantelar gradualmente el número creciente de efectos y controles sobre el mercado financiero, las subvenciones y los impuestos que recaen sobre los sectores más importantes de la economía (por ejemplo, la agricultura, la energía, el transporte, étc.) que están creando severas distorsiones en los precios relativos, lo que lleva a una mala asignación de los recursos.
¿Qué cuestiones deberán corregirse en materia de política cambiaria?
El tipo de cambio también deberá ser más flexible, aunque la política fiscal tiene que reforzarse. En la cuestión monetaria, el Banco Central tiene que lograr bajar y estabilizar el nivel de inflación a través del endurecimiento de la política monetaria y subir las tasas de interés de nuevo a un territorio positivo. Los cuestionamientos en torno a la integridad de los datos oficiales de la macro (es decir, el crecimiento del PBI y las cifras en torno a la inflación real) también deben ser abordados satisfactoriamente.
En el frente interno, ¿cuáles deberían ser los problemas a resolver?
Suponiendo que algunos de los asuntos exteriores de larga data no se resuelvan durante los próximos dos años, la nueva administración tiene que volver a insertar a la Argentina en los mercados mundiales mediante la resolución de los atrasos en los pagos al Club de París, normalizar la difícil relación con el FMI, y resolver el problema de los holdouts. Se trata de una agenda larga y no particularmente fácil, pero desafortunadamente esto puede ser lo que se necesita para restaurar la muy dañada confianza de los consumidores y las empresas, además de atraer inversiones nacionales y extranjeras, para que la Argentina pueda encontrar el camino de un crecimiento no inflacionario equilibrado.
Suponiendo que el Gobierno conserve una buena cantidad de capital político, no esperamos ver un cambio significativo en la dirección de la política macro, sostiene Alberto Ramos, el director ejecutivo para América Latina de Goldman Sachs, al analizar el escenario económico que podría resultar de las próximas elecciones legilsativas. En el marco de una entrevista con El Cronista, el economista advierte que el Gobierno podría imponer mayores controles cambiarios y financieros para contener la pérdida de reservas del Banco Central.
Ramos se unió al banco en 2003 y es responsable de la cobertura macroeconómica de diversos países de América Latina. Antes de ingresar a Goldman, fue economista senior en el FMI, donde trabajó con temas relacionados a Argentina, Brasil y Turquía.
¿Cree que las acciones del Gobierno en el frente externo tendrán un impacto positivo en los resultados de las elecciones de octubre, como por ejemplo, el lanzamiento del nuevo canje de deuda y el acercamiento al FMI?
Esto probablemente tenga poco impacto en las elecciones. Es más probable que los votantes le den más importancia a la muy elevada tasa de inflación doméstica (la más alta en la región fuera del entorno hiperinflacionario de Venezuela), a la rápida depreciación del peso y a las crecientes restricciones para acceder a los dólares, incluso para las operaciones más triviales como son los viajes internacionales. En resumen, el intervencionismo de las autoridades en la economía está generando crecientes distorsiones macroeconómicas y microeconómicas que afectan la vida diaria de los consumidores y las empresas.
¿Cuál cree que será el escenario político resultante?
Las primarias de agosto demostraron que las fuerzas políticas del gobierno están perdiendo representación y es probable que surja el mismo escenario en las elecciones de octubre. Sin embargo, dadas las divisiones visibles en todo el campo de la oposición, es probable que el Gobierno mantenga una representación importante en el Congreso.
¿Cómo impactará éste resultado en los mercados?
Probablemente, la reacción del mercado sea similar a la que demostró después de las primarias de agosto. Es posible que el fortalecimiento de la oposición sea visto de manera positiva por los mercados, bajo la esperanza de que un equilibrio en el mapa político dé lugar a políticas favorables más amigables hacia los mercados.
¿Cómo estima que será la situación económica de la Argentina en los próximos dos años?
Suponiendo que el Gobierno conserve una buena cantidad de capital político, no esperamos ver un cambio significativo en la dirección de la política macro. Sin embargo, luego de las elecciones, podríamos ver un endurecimiento de los controles cambiarios y financieros con el fin de preservar la disminución de las reservas internacionales del Banco Central. También es posible que se intente moderar el aumento significativo en el gasto público que hemos visto en los últimos años, con el fin de detener el continuo deterioro fiscal.
¿Qué cambios tendrá que resolver el próximo presidente?
El próximo Gobierno tendrá el desafío de resolver la inflación, que está profundamente arraigada en la economía; las expectativas de inflación son muy altas. Además, el nuevo Gobierno tendrá que desmantelar gradualmente el número creciente de efectos y controles sobre el mercado financiero, las subvenciones y los impuestos que recaen sobre los sectores más importantes de la economía (por ejemplo, la agricultura, la energía, el transporte, étc.) que están creando severas distorsiones en los precios relativos, lo que lleva a una mala asignación de los recursos.
¿Qué cuestiones deberán corregirse en materia de política cambiaria?
El tipo de cambio también deberá ser más flexible, aunque la política fiscal tiene que reforzarse. En la cuestión monetaria, el Banco Central tiene que lograr bajar y estabilizar el nivel de inflación a través del endurecimiento de la política monetaria y subir las tasas de interés de nuevo a un territorio positivo. Los cuestionamientos en torno a la integridad de los datos oficiales de la macro (es decir, el crecimiento del PBI y las cifras en torno a la inflación real) también deben ser abordados satisfactoriamente.
En el frente interno, ¿cuáles deberían ser los problemas a resolver?
Suponiendo que algunos de los asuntos exteriores de larga data no se resuelvan durante los próximos dos años, la nueva administración tiene que volver a insertar a la Argentina en los mercados mundiales mediante la resolución de los atrasos en los pagos al Club de París, normalizar la difícil relación con el FMI, y resolver el problema de los holdouts. Se trata de una agenda larga y no particularmente fácil, pero desafortunadamente esto puede ser lo que se necesita para restaurar la muy dañada confianza de los consumidores y las empresas, además de atraer inversiones nacionales y extranjeras, para que la Argentina pueda encontrar el camino de un crecimiento no inflacionario equilibrado.