De Rusia, sin amor | Miradas al Sur

El cartel advierte: “RT no se responsabiliza de las opiniones emitidas en este programa”. Lo bien que hace. Porque en The Keiser Report , un espacio televisivo que resulta inverosímil en la pantalla de un hotel de Carolina del Norte, un hombre gesticula y grita sus argumentos contra el “terrorismo financiero” de los Estados Unidos. Se llama Max Keiser y comenzó su media hora de análisis económico con una comparación turbadora: “En el Reino Unido la policía redujo a un hombre que había entrado a una sucursal de Barclay’s con un lanzallamas casero y amenazó con quemar el banco después de que le negaron un descubierto. ¡No veo dónde está el problema! Al fin de cuentas ¡¡a Wall Street le funciona!! Cuando a Wall Street se le negó un descubierto, amenazó con quemarlo todo si no se ampliaban sus millones con nuevos créditos”.
¿Será legal estar mirando The Keiser Report en Charlotte, la segunda sede financiera de los Estados Unidos con las casas matrices de los monstruosos Bank of America y Wells Fargo? Al menos la Primera Enmienda de la Constitución garantiza: “El Congreso no hará ley alguna (…) que coarte la libertad de expresión o de la prensa”. Y si no es legal, es muy divertido y sobre todo extraño en la oferta televisiva local.
Sigue Keiser –estadounidense criado en Westchester County, elegante suburbio de Nueva York; ex broker de Wall Street en los años locos de American Psycho y creador de un software financiero que lo hizo rico, y antes también estudiante de teatro y comediante de stand-up–: “Estos personajes amenazaron con la Ley Marcial a los Estados Unidos: Goldman Sachs y J.P. Morgan hicieron que se desplomasen los mercados al día siguiente de que se le denegase la prórroga. Aplicaron lo que yo llamo ‘terrorismo financiero’. Por cierto, veo que cada vez se utiliza más este término para personajes como Henry Paulson, un jiyadista dispuesto a inmolarse por el fundamentalismo de mercado”.
Su novia y coconductora, Stacy Herbert, le da el pie informativo y él hace el despliegue performativo. “Cualquier persona que cobre un salario vive a un lado del muro del apartheid; ellos viven en Gaza, mientras el resto vive en el maldito Tel-Aviv donde todo es maravilloso. Se produce una segregación de la sociedad mediante estadísticas. ¡Es la gran novedad del siglo XXI! ¡El apartheid financiero!”.
Esto no puede estar sucediendo en una pantalla gringa. ¿Alguien puso algo en las bebidas del minibar?
La guerra fría sigue. RT no es una alucinación producida por químico alguno. El ex Russia Today (Rusia Hoy), fundado en 2005 y relanzado con sus siglas en 2009, abre una batalla por la influencia sobre los estadounidenses con noticias y puntos de vista que no se verían jamás en Fox News o CNN.
Algunos, razonablemente, no llegarían a esas pantallas: el supremacista blanco Jared Taylor, quien escribió “cuando se deja a los negros con sus recursos, la civilización occidental desaparece”, fue invitado a una emisión de CrossTalk (Cruce de palabras), el programa estrella de RT. Y durante los meses de su relanzamiento el canal batió el parche de la teoría conspirativa sobre el 11 de septiembre de 2011 como “un trabajo interno” y no de Al-Qaeda.
La mayor parte de la programación expresa temas y perspectivas más comunes en, por ejemplo, la prensa latinoamericana, pero que cuesta encontrar en los Estados Unidos, excepto que se lean revistas como The Nation o Mother Jones o sitios de noticias como WND.com u OpenSecrets.org: el papel medular del dinero en la política nacional, el poder de Monsanto para imponer alimentos genéticamente alterados sin que se advierta a los consumidores, los 500.000 muertos (y cuatro millones de huérfanos y un millón de viudas) que dejó la invasión a Irak, la práctica de intervenciones armadas no declaradas, la necesidad de controlar el petróleo para evitar la decadencia del dólar como moneda internacional y, esta semana, la victoria pírrica de Obama.
Los titulares de las noticias y los estilos verbales de los conductores enfatizan el modo en que RT intenta atraer a un público amplio. Si bien la cadena se ve en más de 100 países, mediante 30 satélites y 500 operadores de cables, y sus 630 millones de seguidores la ubican entre las que llegan a la cuarta parte de suscriptores de televisión paga, su objetivo central son los 90 millones de estadounidenses. Y lo logra: RT es el segundo canal de noticias extranjero en la preferencia de los estadounidenses, detrás de BBC.
La campaña de publicidad, que rechazaron los aeropuertos estadounidenses y recibió un premio en el Reino Unido, confirma la dirección del misil televisivo hacia los Estados Unidos. En un aviso, la cara de Obama se fundía con la del ex presidente de Irán Mahmud Ahmadinejad, con la pregunta: “¿Quién presenta la mayor amenaza nuclear?”. En otro, un soldado occidental se fundía con un talibán, con la pregunta “¿Sólo los terroristas infligen el terror?”.
Y si eso fuera poco, RT resucitó a Larry King, quien tiene dos programas en el canal: el que ya producía de modo independiente para hulu.com, Larry King Now, y el nuevo PoliticKing .
Kremlin TV. Todas las cosas que pasan en los Estados Unidos son feas. Todas las cosas que pasan en Rusia –incluso la detención de los activistas de Greenpeace que protestaban en el rompehielos Artic Sunrise, entre ellos los argentinos Camila Speziale y Hernán Pérez– son lindas. El canal cubre extensamente la cultura, el deporte y el turismo en Rusia, y cada paso del presidente Vladimir Putin, desde su nominación por un parlamentario británico a Premio Nobel de la Paz hasta sus actividades de pesca deportiva. Peter Lavelle, el estadounidense conductor de CrossTalk, dijo en una entrevista: “Rusia atraviesa el purgatorio post-soviético, y le va bien si se considera a los otros estados post-soviéticos. Putin es lo mejor que le sucedió a Rusia en su historia moderna: es una persona racional y un verdadero patriota”. Esa visión se refleja en la cobertura de RT: jamás se ve una crítica social a la casa. “La corrupción no les parece tanto un azote como un síntoma de una economía en desarrollo”, ironizó The New York Times sobre el canal.
RT no sólo se transmite desde Moscú –tiene 21 oficinas en 16 países, incluida una con 40 puestos editoriales en Washington– sino que fue fundado por RIA-Novosti, la agencia oficial de noticias rusa, y comparte con ella el edificio. Como organización autónoma sin fines de lucro, sus fondos son provistos por el Estado. Y, dado que nació con el fin de contrarrestar la mirada de los medios estadounidenses y británicos sobre Rusia, son fondos generosos. En 2005 se emplearon 23 millones de dólares en su lanzamiento y 47 millones como presupuesto anual, que subió a 80 millones en 2007, 120 millones en 2008, 380 millones en 2011 y, tras la baja a 300 millones en 2012, Putin prohibió cualquier reducción de fondos ulterior.
Lavelle se ríe de quienes se quejan del periodismo militante de RT: “Quien paga determina mucho. ¿O me quieren hacer creer que Murdoch no controla la línea editorial de sus publicaciones?”. Reporteros Sin Fronteras, en la vereda opuesta, calificó a RT de “otro paso hacia el control estatal de la información”, en línea con la opinión de un ex agente de la KGB, Konstantin Preobrazhensky, quien lo consideró “parte de la industria rusa de desinformación y manipulación”, cuyos extremos más oscuros seguramente conoce bien: en Rusia fueron asesinados 52 periodistas en las últimas dos décadas.
La directora del canal –que también tiene su versión en árabe, Rusiya Al-Yaum, y en castellano, RT Actualidad, y una línea de documentales –, Margarita Simonyan, porfía que la línea editorial es “justa y abierta”. Reconoce, sí, que en los comienzos de RT, cuyo mando tomó a los 25 años, el tono bajo de las noticias sobre Rusia interesaba a un público casi insignificante: “Cuando comenzamos a ser realmente provocadores, nuestra audiencia comenzó a crecer”. Y se generó el eslogan “Question more” (“Pregunte más”).
Como CNN, pero en contra. Con 2.000 empleados (más que Fox News, la mitad que CNN) y una transmisión de 24 horas, RT se ubica por encima de las demás cadenas extranjeras, no sólo las tradicionales sino las relativamente nuevas en EE.UU. como Al-Jazeera, China Central Television y Press TV de Irán. Sin embargo, se diferencia de ellas en que sigue el modelo de CNN, sólo que con visible sentimiento antiestadounidense.
CrossTalk , el programa de opinión política, está en manos de un nativo de California, ex analista de inversiones, becario Fullbright para sus estudios de Ciencia Política en Varsovia, que vivió en Europa del Este y Rusia por 25 años y tiene su blog, Untimely Thoughts (Pensamientos inoportunos, una cita de Máximo Gorki: http://untimely-thoughts.blogspot.com/), que intenta “entender Rusia”. Dice que su periodismo sigue la tradición estadounidense de disenso, “a la que mi tierra renunció”. Lavelle tuvo antes dos programas en RT, In My Humble Opinion (En mi modesta opinión) e In Context (En contexto). Pero su salto al estrellato fue este formato de debate, donde dos o más entrevistados –académicos de izquierda, activistas contra la globalización, ex funcionarios gringos renegados– discuten la crisis económica, los conflictos políticos, la situación de Siria, la fábrica de noticias.
Una de las tres entregas distintas de esta semana fue para “internet capturada”: “¿Cómo impactaron en las empresas de internet los recientes escándalos de la Agencia Nacional de Seguridad?”. Hace dos semanas, el tema fue aún más espinoso: “Déficit de Justicia trató la cultura de la impunidad” que Lavelle ve en que la demanda de una mujer iraquí contra George W. Bush y otros moviera al Departamento de Justicia a presentar al Congreso “una ley que solicita inmunidad para estos acusados en procesos civiles”. Cerró: “A los estadounidenses no nos gusta pensar que nuestro país es agresor. Pero somos muy agresivos en el mundo y nunca se nos responsabiliza. No se nos aplican las convenciones por las que se puede ir a juicio”.
La estrella de RT es el desaforado Keiser. “Si Tim Cook, responsable de Apple, dijera ‘quiero poner una bomba atómica de 10 megatones en Nueva York y destruir la ciudad’, la gente le diría ‘eso no está bien, Tim’; en cambio, si dice ‘quiero destruir a toda la clase trabajadora estadounidense al no compartir con ella los beneficios que estamos robando’, lo aplaudirían y le pedirían a Carl Icahn otros mil millones de dólares. Por cierto, Carl Icahn es otro terrorista financiero; en mi opinión habría que llevarlo a Guantánamo y golpearlo sin piedad”, dijo hace poco sobre las diversas formas de transferencia de riqueza de los pobres a los poderosos.
Keiser tiene dos blogs (huffingtonpost.com/max-keiser/ y The Financial War Reports, maxkeiser.com), y trabajó antes para Al Jazeera y Press TV de Irán. Se declara defensor del mercado libre: “Lo que hoy tenemos no es capitalismo, es un politburó centralizado, tanto en Gran Bretaña como en los Estados Unidos, países gobernados por la Reserva Federal, una institución que sólo responde a sí misma y a un puñado de grandes bancos. Está copiada del banco de Inglaterra. Ben Franklyn dijo que una de las razones principales por las cuales EE.UU. se sublevó fue para liberarse del banco de Inglaterra. Nadie tiene más afinidad que yo con los principios de los Estados Unidos. Pero lo que los poderosos hacen hoy no se conecta ni remotamente con los ideales de los padres fundadores”.
Habla de la “emisión serial” de dinero, “¡como si Charles Manson estuviera a cargo de imprimir billetes!”; sostiene que el patrón dólar está por terminar a manos del patrón oro (“los chinos tienen unas 6.000 toneladas de oro; cuando el oro va de una parte a otra, el que se lo queda se convierte en la superpotencia”); comparó al funcionario Bart Chilton con Farah Fawcett (“anda en bikini sin hacer nada, diciendo ‘no entiendo nada de lo que dicen’”), y en su programa Rosseanne Barr dijo que su solución a la mala praxis bancaria sería “recuperar la guillotina”.
RT no se responsabiliza de las opiniones de Keiser. No obstante lo emite tres veces a la semana, desde Londres, porque como pocos refleja el fondo ideológico de la emisora: una extensión de la política exterior confrontadora de Putin. Y apuntando al corazón de los medios estadounidenses: “Fox, ustedes odian a los estadounidenses. Porque les mienten, los asustan, tratan de deformarles las mentes”, dijo Alyona Minkovski, en su show que ya no sale al aire. “Debería avergonzarlos que mi canal sea más honesto con el pueblo estadounidense”.
Mientras se estrena The Fifth Estate (El quinto poder), la película sobre WikiLeaks, todavía se pueden ver las doce entrevistas que Julian Assange realizó durante su prisión domiciliaria en Londres, poco antes de pedir asilo en la Embajada de Ecuador, y que se emitieron en 2012 en RT (assange.rt.com). El mundo del mañana comenzó en la fecha en que se cumplían los 500 días de bloqueo financiero a WikiLeaks con mucho ruido, y no por el tema musical de la rapera M.I.A.: el invitado fue Hassan Nasrallah, el líder de Hezbollah.
El show fue “una serie de conversaciones en profundidad con actores políticos, iconoclastas, pensadores, revolucionarios, artistas y visionarios del mundo”, dijo Assange, quien aseguró que tuvo control total de la producción del programa. Eligió RT porque “le permite decir a mis invitados lo que no podrían decir en un canal convencional”. Mucho de lo que WikiLeaks intentó informar “no ha sido reflejado con precisión en la prensa. Hay muchas buenas excepciones, pero cuando miramos las cadenas internacionales sólo vale la pena hablar de RT y Al-Jazeera”, agregó.
Luego de que Nasrallah dijera que había contactado a los opositores del presidente sirio Bashar Assad “para animarlos, para facilitar el diálogo con el régimen” y que se burlara de mantener alerta a los criptógrafos israelíes “porque Hezbollah utiliza la jerga árabe de los campesinos”, pasaron por el programa el filósofo Slavoj Zizek con el fundador de la New Left David Horowitz; Moncef Marzouki, presidente de Túnez; el egipcio Alaa Abd El-Fattah, bloguero de manalaa.net, con el activista opositor bahreiní Nabeel Rajab; los creadores de Cageprisoners, la organización islámica para presos en Guantánamo por la “guerra contra el terror”; el presidente ecuatoriano Rafael Correa (“por favor, entiéndase que el poder mediático era, y probablemente es, mucho mayor que el poder político”); militantes del movimiento Occupy; cypherpunks expertos en control de Internet (programa doble); el político paquistaní Imran Khan; el académico Noam Chomsky con el historiador y cineasta Tariq Alí, y el líder musulmán malayo Anwar Ibrahim.
Como parte de su expansión, RT lanzó una señal en castellano en 2009, que emite las 24 horas y tiene sus propios programas, con excepción del Keiser Report y los Diálogos con Julian Assange, ambos doblados. Ocho informativos siguen los horarios de mayor público matutino y nocturno en Nueva York, Miami, Los Ángeles, México, Buenos Aires y Madrid; programas y noticieros están disponibles siempre en internet, en actualidad.rt.com.
“Hoy, cuando la mayoría de los medios de comunicación ofrecen la misma información o muy parecida, RT ofrece una alternativa. Las noticias de las que no hablan los principales canales internacionales alcanzan importancia mundial en RT”, se presenta la versión, mucho más blanda que la original en inglés.
Detrás del de Max Keiser, el programa más sustancial es Detrás de la noticia , análisis político a cargo de Eva Golinger. Especial son documentales atemporales; Tecnología de punta , pura ciencia rusa; Entrevista ofrece eso mismo, a políticos, deportistas y artistas; Respuestas directas intenta convertir en estrellas a los periodistas de RT que responden a las preguntas del público.
Ahí está Larry King con sus tiradores frente el hombre del peinado inenarrable y en perfecta armonía con la estética de sus edificios: Donald Trump. En RT. El programa se llama PolitiKing y es el segundo que el veterano presentador posee en el canal del Kremlin. “Obama, tu héroe, votó contra levantar el techo de la deuda cuando era senador”, le lanza Trump. “Y ahora dice ‘¿Cómo pueden hacerlo?’”. Continúa, jopo rebelde a la Ley de Gravedad, el discurso con el que acaso se postule a la presidencia en 2016: el gasto está fuera de control, hay que hacer recortes, un gobierno debe ser eficiente… Y mientras elogia sus propias virtudes de administrador, pasa el chivo de la apertura del hotel Trump National Doral en Miami. “Tiene unas hermosas canchas de golf”, observa King.
Suerte que el eslogan de King es “Prefiero hacerles preguntas a las personas en el poder antes que hablar por ellas. Por eso me pueden encontrar en RT”.
Asombra ver al presentador que pasó 25 años con su Larry King Live (Larry King en vivo) en CNN, y que entrevistó a cada presidente de los Estados Unidos desde Richard Nixon, sin incomodar a ninguno, asegurar que “el programa abrirá nuevos caminos, no evitará la controversia”. Tampoco la busca: tras el acuerdo que reabrió el gobierno, entrevistó al republicano Newt Gingrich, quien dijo haber tenido un trabajo diez veces más liviano que John Boehner cuando le tocó ser presidente de la cámara baja “porque Bill Clinton estaba dispuesto a negociar” y acto seguido elogió la inteligencia del presidente Barack Obama y su entendimiento de cómo funciona la política.
El otro programa que King llevó a RT es su propia producción directa para internet, difundida por hulu.com, Larry King Now (Larry King ahora). Con un espectro de invitados que sobrepasa la política, este show discute las noticias más importantes del momento. La financiación para el emprendimiento que King abrazó tras su jubilación en 2010 proviene, ni más ni menos, que de Carlos Slim. Entre el del magnate mexicano y el dinero ruso, a pesar de sus 56 años de horas de vuelo resulta difícil creer que pueda cumplir con su eslogan.
RT tiene también un canal de documentales. El arroz dorado despliega la polémica entre ambientalistas y los creadores de un arroz modificado genéticamente que posee las vitaminas que salvaría a cientos de miles de pobres de los daños de la avitaminosis. Mi primer rifle parte de la historia de Christian Sparks, quien mató a su hermana de dos años con un arma que le regalaron para su quinto cumpleaños, para contar el problema de la proliferación de armas de fuego en los Estados Unidos.
Excepcionalismo , el más reciente de los documentales, indaga en el trasfondo de “la teoría o creencia de que algo, en especial una nación, no se ajusta a un patrón o norma”. Se escucha al presidente Barack Obama: “Algunos pueden estar en desacuerdo, pero creo que los Estados Unidos son excepcionales”. Y luego su voz en campaña: “Sí, podemos”. Entra la conductora y directora del documental, Anissa Naouai: “Sí, podemos hacer lo que queremos. Y ustedes deben hacer lo que queremos que hagan. Y si no lo hacen, los obligaremos”.
Suenan dos canciones de Bob Dylan sobre la injusticia: “Hurricane”, que evoca al boxeador negro Rubin Carter al que un jurado blanco condenó por un triple homicidio que no cometió, e “It’s Alrigh, Ma (I’m Only Bleeding)” (“Todo bien, ma (sólo estoy sangrando)”, una canción de protesta contra la hipocresía política, el consumismo y la guerra. En la pantalla se suceden soldados americanos tirando abajo puertas y lugares emblemáticos de Bagdad, niños y mujeres aterrados y heridos, cadáveres y más cadáveres en ataúdes paupérrimos.
“El excepcionalismo es un eufemismo para el lobby militar”, se afirma, mientras se escuchan citas de Richard Nixon sobre Vietnam, Bill Clinton sobre Yugoslavia, George W. Bush sobre las armas de destrucción masiva que jamás aparecieron en Irak (y se recuerda que Estados Unidos fue el único país que las empleó contra otro, en Hiroshima y Nagasaki); aparece Ronald Reagan, pero el documental ignora su intervencionismo en América Central igual que los golpes de los ’70 en América del Sur. Por fin, se argumenta sobre el excepcionalismo estadounidense como monopolio de la democracia.

Acerca de Napule

es Antonio Cicioni, politólogo y agnotólogo, hincha de Platense y adicto en recuperación a la pizza porteña.

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