Así lo indica un trabajo de la fundación Pensar, que tiene a Mauricio Macri como presidente honorario. Brasil, Chile y Colombia, modelos a seguir por la derecha, entre los más injustos del planeta.
Por Enrique de la Calle
Los dirigentes del PRO, en cada aparición pública, suelen destacar a Brasil, Chile, Uruguay, Perú y Colombia, como modelos a seguir en materia económica. Como contrapartida, fustigan a Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador, como ejemplos de gobiernos que hacen todo mal en las áreas económica y social. El primer grupo de países, insiste el relato macrista (en un planteo que se extiende a buena parte de la derecha nativa), se caracterizaría por tener cuentas públicas ordenadas, un equilibrado vínculo entre Estado y mercado (donde el primero no ahoga al segundo, claro), lo que redundaría en el bienestar de sus ciudadanos. Todo así de sencillo.
Esa vulgata repite el macrismo en cada exposición mediática. Sin embargo, otra cosa dicen sus informes cuando, necesariamente, deben apelar a estadísticas. “La recuperación económica en un contexto externo favorable y la implementación de medidas de alto impacto distributivo permitieron lograr mejoras significativas en los indicadores de desigualdad en el período 2003-2012” (las negritas son nuestras), describe el documento “La desigualdad en Argentina, 2003 – 2012” , de la fundación Pensar, la “usina de ideas de PRO” que tiene como presidente honorario a Mauricio Macri.
El trabajo destaca como causas de la “caída de la desigualdad” la creación de puestos de trabajo, la asignación universal por hijo y la política previsional. De ese modo, “la brecha de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre ronda los 20 puntos, un valor similar al que tenía a principios de la década de 1990, aunque muy por encima de los 9,5 que alcanzaba en 1974”.
El informe observa como “debilidades del modelo” la moderación en la creación de puestos de trabajo que tiene lugar en el país a partir de 2007, pero sobre todo en los últimos dos años. De cualquier modo, reconoce que en el período 2010 – 2012 se crearon casi 600 mil empleos, más de la mitad en el sector público.
¿Macri chavista?
“Países con gobiernos ‘populistas’ habrían obtenido reducciones de mayor magnitud en los coeficientes de desigualdad durante el período 2000-2011”, destaca el informe de la ONG Pensar. Aunque aclara que “Chile, Brasil, Perú y Uruguay lograron mejorar sus indicadores sociales sin desequilibrios a nivel macroeconómico como en el caso de Argentina y Venezuela”.
Esas “mejoras sociales” que el trabajo describe en el caso de los países que caracteriza como “socialdemocracias” (sic, sic, sic…) no evitaron que Chile, Brasil y Colombia sean de las naciones más injustas del planeta.
En cambio, los “gobiernos populistas” de Argentina, Ecuador y Venezuela lograron notables avances en una década del orden del 12 al 20%, por encima de la media regional. El país que ahora conduce Nicolás Maduro, reconoce el informe, es el más justo de todos, con un coeficiente Gini (mejor indicador para medir la igualdad) que arroja resultados similares al de los Estados Unidos. El trabajo da cuenta de lo que ocurre cuando los clichés deben ceden lugar a los hechos.
Por Enrique de la Calle
Los dirigentes del PRO, en cada aparición pública, suelen destacar a Brasil, Chile, Uruguay, Perú y Colombia, como modelos a seguir en materia económica. Como contrapartida, fustigan a Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador, como ejemplos de gobiernos que hacen todo mal en las áreas económica y social. El primer grupo de países, insiste el relato macrista (en un planteo que se extiende a buena parte de la derecha nativa), se caracterizaría por tener cuentas públicas ordenadas, un equilibrado vínculo entre Estado y mercado (donde el primero no ahoga al segundo, claro), lo que redundaría en el bienestar de sus ciudadanos. Todo así de sencillo.
Esa vulgata repite el macrismo en cada exposición mediática. Sin embargo, otra cosa dicen sus informes cuando, necesariamente, deben apelar a estadísticas. “La recuperación económica en un contexto externo favorable y la implementación de medidas de alto impacto distributivo permitieron lograr mejoras significativas en los indicadores de desigualdad en el período 2003-2012” (las negritas son nuestras), describe el documento “La desigualdad en Argentina, 2003 – 2012” , de la fundación Pensar, la “usina de ideas de PRO” que tiene como presidente honorario a Mauricio Macri.
El trabajo destaca como causas de la “caída de la desigualdad” la creación de puestos de trabajo, la asignación universal por hijo y la política previsional. De ese modo, “la brecha de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre ronda los 20 puntos, un valor similar al que tenía a principios de la década de 1990, aunque muy por encima de los 9,5 que alcanzaba en 1974”.
El informe observa como “debilidades del modelo” la moderación en la creación de puestos de trabajo que tiene lugar en el país a partir de 2007, pero sobre todo en los últimos dos años. De cualquier modo, reconoce que en el período 2010 – 2012 se crearon casi 600 mil empleos, más de la mitad en el sector público.
¿Macri chavista?
“Países con gobiernos ‘populistas’ habrían obtenido reducciones de mayor magnitud en los coeficientes de desigualdad durante el período 2000-2011”, destaca el informe de la ONG Pensar. Aunque aclara que “Chile, Brasil, Perú y Uruguay lograron mejorar sus indicadores sociales sin desequilibrios a nivel macroeconómico como en el caso de Argentina y Venezuela”.
Esas “mejoras sociales” que el trabajo describe en el caso de los países que caracteriza como “socialdemocracias” (sic, sic, sic…) no evitaron que Chile, Brasil y Colombia sean de las naciones más injustas del planeta.
En cambio, los “gobiernos populistas” de Argentina, Ecuador y Venezuela lograron notables avances en una década del orden del 12 al 20%, por encima de la media regional. El país que ahora conduce Nicolás Maduro, reconoce el informe, es el más justo de todos, con un coeficiente Gini (mejor indicador para medir la igualdad) que arroja resultados similares al de los Estados Unidos. El trabajo da cuenta de lo que ocurre cuando los clichés deben ceden lugar a los hechos.