Una crítica al kirchnerismo

Una de las cosas que no me gustan del kirchnerismo es la conducta que adoptan muchos de sus cibernautas. Proceden de este artero modo: se hacen pasar por antikirchneristas; luego, fingiéndose tales, colman la red de comentarios insultantes, agravios denigrantes y virulencias varias. Quieren hacernos pensar así que los opositores al gobierno son más bien brutos, algo salvajes, algo energúmenos; que no hay en ellos argumentos ni críticas superadoras, lo cual a mi criterio en muchos casos no es para nada cierto.
Simulando antikirchnerismo, por otra parte, sobreactúan paranoias y se ponen a ver kirchneristas por doquier (a todo el que no participe de su puteadero febril, a todo el que no se pliegue a su andanada de improperios cloacales lo tildan sin más de kirchnerista). De esta manera pretenden dar la impresión de que hay más kirchneristas que los efectivamente existentes. Y aun de que son kirchneristas aquellos que no se hagan cómplices de sus feroces escatologías, firmadas por lo demás con seudónimo, lo cual tampoco es verdad.
Se dirá que esta maniobra es tan burda, simple y rudimentaria que no puede sino fracasar, carente de toda eficacia. No obstante, ocupa hasta tal punto espacio en la red, es tan insistente en el deporte de los improperios toscos que basta para perjudicar ese espacio cibernético que, alguna vez, se prometió a sí mismo como un foro de libre acceso para los debates cívicos y políticos. Un mal para la democracia, en fin, como suele por lo demás repetirse.