El senador y presidente del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, se disculpa por llegar con unos pocos minutos de retraso a la entrevista, mantenida en la sede del partido, en Brasilia. De amplia sonrisa, el nieto de Tancredo Neves, un símbolo de la transición democrática brasileña, respira política desde que nació. Tal vez por eso no se altera cuando se le comenta los bajos índices de popularidad -14%- que le conceden las encuestas frente a su principal rival, la presidenta Dilma Rousseff, que supera el 40% en intención de voto. Brasil celebrará elecciones presidenciales el próximo octubre.
Sobre la entrevista planea aún la polémica por el ingreso en prisión de varios líderes del Partido de los Trabajadores (PT), en el Gobierno, por su implicación en el llamado caso mensalão de compra de votos políticos.
Pregunta. ¿Cómo va a convencer el PSDB al grupo de electores más pobres, cuya renta ha mejorado en los últimos años, de que es necesario cambiar y votar a su partido?
Respuesta . En los últimos seis meses, fui a más de seis Estados, y conversé con la gente. Y hay una percepción creciente de que las expectativas de futuro no son ya las mismas de antes. En las elecciones municipales del año pasado eso quedó claro. En las principales capitales más pobres del Norte y Nordeste, ganamos al Gobierno: Salvador, Aracaju, Teresina, Maceió, Belén y Manaos. Existe la percepción de que la población espera más del Gobierno, cosas que no da. En educación, tenemos una media de escolaridad peor que en Paraguay. No avanzamos en cuestiones esenciales. Cuando tengamos la oportunidad de hablar, en un debate, de mostrar que las principales conquistas de los últimos diez años, como el control de inflación, la credibilidad de Brasil y todo eso, comienzan a perderse, esa percepción va a llegar a más personas.
Los próximos cuatro años serán muy duros para Brasil. Necesitamos un gobierno fuerte
P. Las encuestas registran ese deseo de cambio, pero no parece que la oposición capitalice ese sentimiento. Usted fue gobernador del Estado de Minas Gerais durante dos mandatos y su gestión fue considerada por muchos un éxito. Sin embargo, no parece que logre proyectarse a nivel nacional.
R. Ese deseo de cambio es real y no hay por ahora ningún candidato de la oposición que se haya apropiado de él. En Minas Gerais, donde conocen nuestro trabajo, tenemos un margen de aprobación muy grande en comparación a la presidenta de la República. Antes de las elecciones de 2010, el sentimiento de los brasileños era de continuidad. La economía estaba creciendo, el empleo también… José Serra [el candidato del PSDB entonces] tenía el 38% en intención de voto; Dilma, el 17%, y Marina Silva, el 6%. La entonces candidata Dilma solo superó a Serra a finales de julio del año de las elecciones, porque en ese momento ella tuvo visibilidad, encarnó el sentimiento de continuidad. Lo que es importante hoy es que más del 60% de la población quiere cambiarlo todo. Cuando uno de nosotros, y espero que sea el candidato del PSDB, muestre cómo combatiremos la inflación, cómo vamos a mejorar la educación, cómo haremos que los servicios públicos funcionen, cómo vamos a tratar al sector privado… se producirá la unión entre la expectativa de cambio y el candidato. Pero eso sucederá en la segunda mitad de 2014.
P. Tal vez, pero muchos de quienes desean un cambio piensan que lo único que une a la oposición es el rechazo al expresidente Lula. Que la oposición no tiene programa y es elitista.
R. Ese estereotipo existe en relación al PSDB. Tal vez, hayamos errado mucho en nuestra comunicación en las últimas elecciones. Uno de mis mayores esfuerzos desde que asumí la presidencia del partido fue rescatar nuestro legado, pues buena parte del avance de Brasil se produjo durante los Gobiernos de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002). Estabilidad de la moneda, privatizaciones, la Ley de Responsabilidad Fiscal, el inicio de programas de transferencia de renta… Pero no nos apropiamos electoralmente de eso. Tal vez por error o por opción, no importa. El presidente Lula fue beneficiado por la herencia bendita de Cardoso. Lula tuvo dos virtudes: una, mantener los pilares macroeconómicos fundamentales, flexibilizados hacia el final de su Gobierno y también con el de Dilma. El otro, la unificación y concreción de los programas sociales. El lado malo de eso fue su uso electoral. El PT llega a las regiones más pobres y dice que el PSDB va a acabar con la Bolsa Familia.
P. ¿Con el PSDB la Bolsa Familia va a ser política de Estado?
R. La Bolsa Familia está enraizada. Pero, hay una diferencia. Para el PT es el punto de llegada. Para nosotros, el punto de partida. Brasil no puede vivir exclusivamente de ese beneficio. Un padre de familia no puede querer dejar de herencia para su hijo una tarjeta de la Bolsa Familia. El PT se contenta con la administración diaria de la pobreza. Nosotros queremos la superación de la pobreza. La lógica del Gobierno es inversa a la racionalidad. Quiere celebrar un millón de familias de más en la Bolsa Familia. Yo quiero conmemorar que haya un millón menos porque se incorporaron al mercado de trabajo.
P. ¿Cómo va a trasladar su partido ese mensaje a los electores cuando está dividido, con José Serra haciendo la guerra por su cuenta, y su gestión en São Paulo envuelta en escándalos de corrupción?
R. La unidad del PSDB va a llegar. Es legítimo que el compañero Serra tenga sus pretensiones, tiene una historia política respetable. Las últimas conversaciones que hemos tenido apuntan hacia la unidad, porque por encima de cualquier diferencia que tengamos, existe un proyecto común que es terminar con el ciclo del PT e iniciar otro, ético, eficiente, meritocrático. El PSDB también pasa por un cambio generacional. Son 25 años de partido, y es natural que haya un cambio. El PSDB gobierna hoy al 52% de la población, y el 54% del PIB brasileño. No esperen del PSDB en las próximas elecciones la misma postura defensiva que tuvimos en las últimas tres.
P. La educación ha sido frustrante tanto con el PSDB, que adoptó la política de aprobación automática de los alumnos, como con el PT. ¿Cómo quedará el proyecto que está en el Congreso, que pretende duplicar la inversión del 5% al 10% del PIB?
R. No estoy de acuerdo con la primera parte de la pregunta. Cuando Brasil estaba saliendo de una inflación de cuatro dígitos, el Gobierno de Cardoso tuvo el gran mérito de la universalización del acceso a la educación. Cuando terminó su mandato, el 97% de los niños iban a la escuela. Con el PT, era el momento de ganar en la calidad. Nosotros queremos llegar, gradualmente, a 10% del PIB en educación. Pero no se avanza solo con inversión, hay que mejorar la calidad. Los próximos cuatro años serán muy duros para Brasil, y por eso necesitamos un gobierno fuerte.
P. Dice que vienen cuatro años muy duros. ¿Está la recesión a la vuelta de la esquina?
R. Creo que en parte, sí. He conversado con muchos agentes económicos. La situación será dura y no se podrá enfrentar con paliativos, pero creo que la llegada del PSDB al gobierno permitirá revertir las expectativas. El PT debilitó los pilares de la economía. El Gobierno de Cardoso sacó esqueletos de los armarios. El del PT los ha llenado con nuevos esqueletos. La situación es grave, pero el país felizmente tiene instituciones sólidas. Los últimos hechos, como el encarcelamiento de los condenados por el caso mensalão , significa que la impunidad no va a prevalecer. Tenemos prensa libre, a pesar de los ataques del Gobierno actual a la libertad de prensa. En un aspecto al que debemos prestar atención, pues hay sectores del PT próximos a lo que vemos que ocurre en Venezuela y en Argentina. Pero tenemos una democracia sólida, que expulsó a un presidente del poder por corrupción, y que hoy encarcela a políticos que cometieron delitos.
Sobre la entrevista planea aún la polémica por el ingreso en prisión de varios líderes del Partido de los Trabajadores (PT), en el Gobierno, por su implicación en el llamado caso mensalão de compra de votos políticos.
Pregunta. ¿Cómo va a convencer el PSDB al grupo de electores más pobres, cuya renta ha mejorado en los últimos años, de que es necesario cambiar y votar a su partido?
Respuesta . En los últimos seis meses, fui a más de seis Estados, y conversé con la gente. Y hay una percepción creciente de que las expectativas de futuro no son ya las mismas de antes. En las elecciones municipales del año pasado eso quedó claro. En las principales capitales más pobres del Norte y Nordeste, ganamos al Gobierno: Salvador, Aracaju, Teresina, Maceió, Belén y Manaos. Existe la percepción de que la población espera más del Gobierno, cosas que no da. En educación, tenemos una media de escolaridad peor que en Paraguay. No avanzamos en cuestiones esenciales. Cuando tengamos la oportunidad de hablar, en un debate, de mostrar que las principales conquistas de los últimos diez años, como el control de inflación, la credibilidad de Brasil y todo eso, comienzan a perderse, esa percepción va a llegar a más personas.
Los próximos cuatro años serán muy duros para Brasil. Necesitamos un gobierno fuerte
P. Las encuestas registran ese deseo de cambio, pero no parece que la oposición capitalice ese sentimiento. Usted fue gobernador del Estado de Minas Gerais durante dos mandatos y su gestión fue considerada por muchos un éxito. Sin embargo, no parece que logre proyectarse a nivel nacional.
R. Ese deseo de cambio es real y no hay por ahora ningún candidato de la oposición que se haya apropiado de él. En Minas Gerais, donde conocen nuestro trabajo, tenemos un margen de aprobación muy grande en comparación a la presidenta de la República. Antes de las elecciones de 2010, el sentimiento de los brasileños era de continuidad. La economía estaba creciendo, el empleo también… José Serra [el candidato del PSDB entonces] tenía el 38% en intención de voto; Dilma, el 17%, y Marina Silva, el 6%. La entonces candidata Dilma solo superó a Serra a finales de julio del año de las elecciones, porque en ese momento ella tuvo visibilidad, encarnó el sentimiento de continuidad. Lo que es importante hoy es que más del 60% de la población quiere cambiarlo todo. Cuando uno de nosotros, y espero que sea el candidato del PSDB, muestre cómo combatiremos la inflación, cómo vamos a mejorar la educación, cómo haremos que los servicios públicos funcionen, cómo vamos a tratar al sector privado… se producirá la unión entre la expectativa de cambio y el candidato. Pero eso sucederá en la segunda mitad de 2014.
P. Tal vez, pero muchos de quienes desean un cambio piensan que lo único que une a la oposición es el rechazo al expresidente Lula. Que la oposición no tiene programa y es elitista.
R. Ese estereotipo existe en relación al PSDB. Tal vez, hayamos errado mucho en nuestra comunicación en las últimas elecciones. Uno de mis mayores esfuerzos desde que asumí la presidencia del partido fue rescatar nuestro legado, pues buena parte del avance de Brasil se produjo durante los Gobiernos de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002). Estabilidad de la moneda, privatizaciones, la Ley de Responsabilidad Fiscal, el inicio de programas de transferencia de renta… Pero no nos apropiamos electoralmente de eso. Tal vez por error o por opción, no importa. El presidente Lula fue beneficiado por la herencia bendita de Cardoso. Lula tuvo dos virtudes: una, mantener los pilares macroeconómicos fundamentales, flexibilizados hacia el final de su Gobierno y también con el de Dilma. El otro, la unificación y concreción de los programas sociales. El lado malo de eso fue su uso electoral. El PT llega a las regiones más pobres y dice que el PSDB va a acabar con la Bolsa Familia.
P. ¿Con el PSDB la Bolsa Familia va a ser política de Estado?
R. La Bolsa Familia está enraizada. Pero, hay una diferencia. Para el PT es el punto de llegada. Para nosotros, el punto de partida. Brasil no puede vivir exclusivamente de ese beneficio. Un padre de familia no puede querer dejar de herencia para su hijo una tarjeta de la Bolsa Familia. El PT se contenta con la administración diaria de la pobreza. Nosotros queremos la superación de la pobreza. La lógica del Gobierno es inversa a la racionalidad. Quiere celebrar un millón de familias de más en la Bolsa Familia. Yo quiero conmemorar que haya un millón menos porque se incorporaron al mercado de trabajo.
P. ¿Cómo va a trasladar su partido ese mensaje a los electores cuando está dividido, con José Serra haciendo la guerra por su cuenta, y su gestión en São Paulo envuelta en escándalos de corrupción?
R. La unidad del PSDB va a llegar. Es legítimo que el compañero Serra tenga sus pretensiones, tiene una historia política respetable. Las últimas conversaciones que hemos tenido apuntan hacia la unidad, porque por encima de cualquier diferencia que tengamos, existe un proyecto común que es terminar con el ciclo del PT e iniciar otro, ético, eficiente, meritocrático. El PSDB también pasa por un cambio generacional. Son 25 años de partido, y es natural que haya un cambio. El PSDB gobierna hoy al 52% de la población, y el 54% del PIB brasileño. No esperen del PSDB en las próximas elecciones la misma postura defensiva que tuvimos en las últimas tres.
P. La educación ha sido frustrante tanto con el PSDB, que adoptó la política de aprobación automática de los alumnos, como con el PT. ¿Cómo quedará el proyecto que está en el Congreso, que pretende duplicar la inversión del 5% al 10% del PIB?
R. No estoy de acuerdo con la primera parte de la pregunta. Cuando Brasil estaba saliendo de una inflación de cuatro dígitos, el Gobierno de Cardoso tuvo el gran mérito de la universalización del acceso a la educación. Cuando terminó su mandato, el 97% de los niños iban a la escuela. Con el PT, era el momento de ganar en la calidad. Nosotros queremos llegar, gradualmente, a 10% del PIB en educación. Pero no se avanza solo con inversión, hay que mejorar la calidad. Los próximos cuatro años serán muy duros para Brasil, y por eso necesitamos un gobierno fuerte.
P. Dice que vienen cuatro años muy duros. ¿Está la recesión a la vuelta de la esquina?
R. Creo que en parte, sí. He conversado con muchos agentes económicos. La situación será dura y no se podrá enfrentar con paliativos, pero creo que la llegada del PSDB al gobierno permitirá revertir las expectativas. El PT debilitó los pilares de la economía. El Gobierno de Cardoso sacó esqueletos de los armarios. El del PT los ha llenado con nuevos esqueletos. La situación es grave, pero el país felizmente tiene instituciones sólidas. Los últimos hechos, como el encarcelamiento de los condenados por el caso mensalão , significa que la impunidad no va a prevalecer. Tenemos prensa libre, a pesar de los ataques del Gobierno actual a la libertad de prensa. En un aspecto al que debemos prestar atención, pues hay sectores del PT próximos a lo que vemos que ocurre en Venezuela y en Argentina. Pero tenemos una democracia sólida, que expulsó a un presidente del poder por corrupción, y que hoy encarcela a políticos que cometieron delitos.