Eduardo Curia: «Podríamos reeditar un Rodrigazo»

Para no fracasar, una opción gradualista necesita contar con metas explícitas y aplicarse con cohesión y férrea decisión política, que es lo que no se ve.» La sentencia corresponde al economista Eduardo Curia, quien «comprende» la alternativa de política económica con que el Gobierno intenta salir del macrocidio que cometió en el bienio 2010/2011, pero advirtió que si el intento de realinear variables de manera paulatina fracasa, «el mercado impondrá el shock de ajuste», al que, dada la coyuntura actual, imagina como una reedición del «Rodrigazo».
Este histórico exponente de la heterodoxia se reconoce «escéptico» respecto de las posibilidades de éxito de la nueva receta oficial, más allá del «optimismo» con que recibió la remodelación del gabinete y el cambio de enfoque. Básicamente, por el efecto que en el esfuerzo oficial por bajar la tasa de nominalidad de la economía puede tener el adelantamiento de una «paritaria de facto» que arrancó actualizaciones salariales que más que duplican las que el Gobierno se ilusionaba con imponer. «No hay dudas de que habrá un salto importante en el gasto público consolidado difícil de estimar, porque esto va a derramar sobre el resto de los reclamos. Desata una puja en el momento más complicado», afirma.
-¿A qué se refiere?
-Imaginaba esta disputa para dentro de unos meses, con la paritaria docente. Pero que haya arrancado de facto antes y con estos resultados sin dudas complica la ejecución de un plan gradualista, como el que intentan.
-¿Por qué?
-Porque reactiva el riesgo de otro ajuste impositivo, especialmente en las provincias, que derive más costos sobre el sector privado en momentos en que la presión fiscal ya es muy elevada, lo que puede abortar cualquier intento de reanimar la economía, sin mencionar sus otras posibles implicancias.
-¿Cuáles?
-Hoy estamos viendo una aceleración inflacionaria a la que, muy posiblemente, la aceleración de la pauta devaluatoria le esté agregando presión. Todo el mundo sabe que el Gobierno va a devaluar más rápido si trata de adelantarse o cubrirse; remarcan, porque saben que los costos de insumos y servicios irán en alza. Eso, a su vez, hará más complicadas las próximas paritarias. Es una dinámica muy compleja, más si no se hace el esfuerzo de cortarla.
-¿Cómo se podría cortar una dinámica de este tipo?
-Con un tratamiento de shock, lo que supondrá estar dispuestos a pagar elevados costos políticos y sociales en la primera etapa.
-¿Podría aplicarse hoy?
-Creo que no. Yo lo proponía en 2011, luego del cómodo triunfo del oficialismo era el momento adecuado de realinear las variables. Pero se decidieron por apostar al retraso cambiario, y ahora es tal el golpe devaluatorio que habría que hacer para que la devaluación corriente quede más arriba que la devaluación esperada que es imposible.
-¿Entonces?
-Esto nos lleva a la segunda mejor opción, que es el gradualismo. Plantear metas fiscales, monetarias y cambiarias con tasas de interés algo más altas que la tasa de devaluación que ejecutes, para tratar de devolverle atractivo al peso mientras recupero paridad. Pero cuidado: para que sea viable tenés que hacer públicas las metas, comprometerte con ellas y mostrar cohesión y férrea decisión política. Porque si esto falla, espera el Señor Mercado. Y tomando en cuenta el natural fervor reclamacionista al estilo 75, si eso pasa, reeditaremos un Rodrigazo.
-¿Por qué cree que se recae recurrentemente en problemas de competitividad cambiaria?
-Porque esa cuestión ya no es un problema económico, sino uno psiquiátrico.
-Más grave…
-Sin dudas.
-¿En qué nivel coloca un tipo de cambio de equilibrio hoy?
-Está ya en torno a $ 8,50, pero eso no quiere decir que lo pida. Sería el adecuado para recrear las condiciones del período 2002/2007 y generarle estímulos al sector de bienes transables. Claro que una devaluación sin condiciones fiscales, monetarias y salariales que acompañen es nada.
-Es más de lo que estiman otros.
-Es el que actuaría sobre los costos laborales, que hoy están muy altos. No por nada el sector privado desde hace dos años no crea empleo. El que lo crea es el Estado, pero, obviamente, sin los niveles de productividad del privado, por lo que, a la larga, es una forma de agregarle carga por la vía fiscal al empleador privado por el lado del aumento de la presión impositiva.
-¿Cómo ve el 2014?
-Sin dudas complejo. No hay modelo, y este país funciona con un modelo explícito. El de los 90 era uno. El de 2003/2007, otro, pero ahora hay algo híbrido, con el agravante de lo que dejó el período 2010/2011: ancla cambiaria, puja de ingresos a la buena de Dios, prociclicidad fiscal y boom de créditos para fogonear el consumo, lo que mi colega Miguel Bein definió bien como «macrocidio». ¿Qué esperaban tras eso?
-¿Y a mediano y largo plazo?
-Me animo a suscribir la frase de Eduardo Duhalde: la Argentina está condenada al éxito por sus condiciones.
-¿Cómo cataloga esta crisis? ¿Es económica o política?
-Caímos en una crisis económica porque las opciones que ha manejado la política fueron incorrectas. .

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