El 2013 no fue un año más en la vida de Cristian Aldana. El Otro Yo, la banda con la que editó 16 discos, cumplió 25 años de vida independiente y decidió festejarlo con la salida de un nuevo trabajo –Platón en la 5ta dimensión– y con una serie de recitales que tendrán su corolario el próximo 27 de diciembre a las 21 en el Auditorio Sur, en Temperley. “Son 25 años vividos intensamente por amor a la música. Por la pasión de querer tocar y hacer discos”, asegura el cantante y guitarrista.
Pero a la hora de los balances, el artista prefiere explayarse sobre el logro que significó la creación del Instituto Nacional de la Música. “Fue unos de los años más exitosos de mi vida. Con la creación del Instituto conseguimos una herramienta fundamental que va a cambiar la vida a los músicos de acá a veinte años. Es un avance colectivo que tiene que ver con los sueños que tenía El Otro Yo en sus inicios”, asegura Aldana, quien fue uno de los grandes propulsores de la ley de la música desde su función de presidente de la Unión de Músicos Independientes (UMI).
–En esos comienzos, ¿te imaginabas tantos años después arriba de un escenario?
–Cuando grabamos nuestro primer disco en mi casa no nos imaginábamos nada. Siempre tuve sueños a corto plazo. Hoy vivimos del presente al cien por ciento porque la historia se construye día a día. Siempre hicimos lo que quisimos sin estar condicionados.
–¿Cómo definís a la UMI luego de doce años de trabajo?
–Creo que las 6 mil bandas que están en la UMI, más allá de la música que hagan, están repitiendo una lógica de laburo que es como la que nosotros hicimos en nuestros comienzos. La UMI es un refugio para todas las bandas que quieren crecer desde lo musical y desde lo artístico. Una asociación sin fines de lucro, independiente y sin financiamiento alguno. Una voz propia.
–¿Cuál será la función más importante del Instituto Nacional de la Música?
–Tiene que ser un lugar abierto, sin restricciones. Un espacio rebelde de por sí. Hay que fomentar la música en toda la Argentina a través de diversas herramientas: vales de producción, subsidios convencionales, creación de un circuito estable de música en vivo en todo el país. Por ejemplo, que cada vez que venga un artista internacional haya, por ley, un grupo nacional en el show para que puedan destacarse y darse a conocer. No puede ser que existan radios que sólo pasen música de afuera. Si sos músico no podés estar de acuerdo con eso.
–¿A qué le canta el rock en la actualidad?
–Vivimos una época en la que el rock se mira en el espejo y se pregunta contra quién hay que putear. Cuando decidimos ser independientes tomamos cartas políticas y empezamos a utilizar la política sin tener las herramientas intelectuales. Pero decidimos involucrarnos. Y para cambiar las cosas hay que entender cómo funciona el sistema. Hay que tomar el toro por las astas. Y hay que terminar con esos espacios que sólo están captados por el negocio.
–En las últimas elecciones fuiste candidato. ¿Cómo analizás la experiencia a la distancia?
–Fue por convicción. Una vez me encontré con el Cuervo Larroque en 6-7-8 y le conté el proceso de la ley. Cuando supo de la participación de Néstor Kirchner en aquella ley que impulsó, se interesó. Y conforme avanzaba la ley me iba sintiendo muy identificado con todas las leyes que se iban formando como la de matrimonio igualitario o el juicio a los represores. Y cuando llegó el ofrecimiento me sumé ya que es algo para los jóvenes.
–No. Me pareció que estaba bueno comprometerse desde un lugar fuerte y patear el tablero desde el rock para decir que hay que animarse a más.
–Entonces, ¿por qué pediste estar en el último puesto de la lista?
–Porque mi intención no es la política a nivel banca. No es lo que quiero para mi vida. Lo mío es la música. No me imagino en otro lugar que no sea tocando. Estoy agradecido con que este proyecto nacional le dé una oportunidad a la música y por eso lo banco.
–¿El apoyo al Gobierno te generó algún tipo de conflicto con tus pares o con tus seguidores?
–La gente que me conoce sabe de mis convicciones y siempre me apoyó. Saben que es a puro corazón y que va por encima de subirse a tocar en un escenario. Algunos no saben si pedirme un autógrafo o putearme. Y también están aquellos que no comprenden la democracia. Pero el discurso antiguo de los ’90, ese de putear desde la puerta que tienen algunos rockeros, está dormido. Se tienen que despertar y vivir la realidad de otra manera. Estamos en el 2013. Estamos ante un cambio de paradigma entre la política y el rock y muchos no saben qué hacer. Algunos deben pensar que no hay límites para el punk (risas).
–Yo soy un anarco K. Mi profunda visión de la vida sigue siendo la misma. Lo que pasa es que sólo tenés una vida y querer cambiar el sistema desde la raíz es irse a vivir al campo y olvidarte de todo. Y no quiero eso. Me quiero quedar acá y modificar todo lo que se pueda. Porque lo real es compartir.