La autora de Charly, en el país de las alegorías sostiene que no es sólo un recorrido por la lírica del músico, sino también un modo de comprender la marca que dejó en varias generaciones: Su arte fue una soga de la que me agarré durante mi crecimiento.
Mara Favoretto pinta su mudanza de Venado Tuerto a Melbourne como un shock. Atravesó esos doce mil kilómetros con una mochila de saberes que pasó bien la aduana cultural, y le abrió una paleta de perspectivas. Primero, dar clases en la universidad de una de las dos ciudades importantes de Australia; después, ligar una beca para terminar su doctorado en Letras; y ahora, dictar una interesante materia en la facultad de artes llamada Rock, Pop & Resistance, con anclaje en la música popular argentina. Así es su shockeado yo en acto, hoy. También me interesa la fauna australiana, agrega ella desde el otro lado del mundo, sobre una arista que marca un atajo en la cosa principal: la edición del libro Charly, en el país de las alegorías, publicado por Gourmet Musical, y presentado como un viaje por las letras de Charly García.
Charly marcó mi vida, como lo hizo con muchos de mi generación y sin duda de otras generaciones. En mi caso, su arte fue una soga de la que me agarré durante mi crecimiento. Creo que los artistas son como la punta del iceberg, sus creaciones emergen de una masa enorme que conformamos todos, y tratar de interpretarlas es intentar entenderse a uno mismo, enmarca la doctora en Letras ante Página/12 sobre el leitmotiv de este libro de casi 200 páginas, que intenta desmenuzar la poesía de un alegorista de nuestros tiempos, tal como lo define ella. Las palabras me resultan un mundo fascinante, y Charly me impulsó a pensar con cada disco; me sorprendía y me atraía de una forma enigmática, y por curiosidad quise entrar en ese mundo y tratar de encontrar el eje de esa atracción, sostiene.
¿Cómo fue el devenir de ese eje, en principio emocional?
Encontré un mapa semántico, una filosofía en las canciones que para mí resulta un universo coherente y bellísimo. Como dice el mismo Charly, la entrada es gratis, la salida vemos (risas). Una vez que entré en ese laberinto de alegorías, las canciones que me fascinaban tuvieron mucho más sentido, entendí por qué me siguen atrapando de esa manera y por qué disfruto de esa fascinación.
Mara no demora nada en responder que es una rockera absoluta. Que usó como fuente libros sobre teoría del rock, además de devorar todo tipo de libros, reportajes y videos que tuvieran a García como protagonista. Que cada vez que escucha sus canciones se escucha a sí misma. Que las letras de Charly, tanto como las de Spinetta, conllevan un efecto enigmático de las palabras. Y que entre las canciones preferidas de su objeto de estudio figuran El tuerto y los ciegos, Reloj de plastilina, Cómo mata el viento norte y Eiti Leda. Cuando era chica me volaba la cabeza El tuerto y los ciegos, porque era fácil entender… los rockeros nos enganchábamos con esas letras que subrayaban nuestra rebeldía: La mediocridad para algunos es normal, la locura es poder ver más allá, ¿no? También con Eiti Leda cuando decía infinitos carteles que no digan nada…, para una adolescente rebelde eso era la libertad expresada de una manera bellísima.
En su libro compara a Charly con Lewis Carroll. ¿Por qué?
La forma lúdica de formular las críticas y las canciones que me sugerían esa comparación: el personaje de Alicia, el sinsentido, los juegos de palabras, el espejo. Alegoristas, claro, hay muchísimos. En la cultura argentina no nos faltan y seguramente se pueden hacer muchos otros paralelos, pero creo que hay una forma muy original y renovada de la alegoría en Charly. Para mí, el paralelo con Carroll es fascinante. Por supuesto que Charly podría no estar de acuerdo, pero con seguridad aceptaría esta interpretación. El mismo ha dicho varias veces que no hay una verdad sola.
¿Por qué define a Charly como un héroe alegórico?
Porque él mismo construyó esa imagen. Ya sabemos que el rock muchas veces se convirtió en un producto de consumo y que surgieron las estrellas de rock. Charly vio eso antes de que ocurriera, antes de que lo convirtieran en una estrella y lo manejara el mercado, decidió hacerlo él mismo, a su manera. Creó una parodia de la estrella de rock con su propia popularidad. Un héroe se construye sobre la base de ciertos parámetros: necesita un enemigo contra quien luchar, una misión que cumplir, un logo que lo distinga y una serie de enseñanzas que deje como legado a sus seguidores. El héroe de Charly cumple con estos cuatro requisitos pero llama a sus seguidores aliados, colocándolos en una posición de igualdad, de complicidad. Y el enemigo contra el que defiende a sus aliados ha ido variando: la educación conservadora, la represión, la prensa amarillista, el machismo y la falta de libertad.
Un héroe y una misión. O varias…
Claro, la de curar a través de su música y vivir eternamente en ella. Su logo Say no More llegó a cubrir el Obelisco, ¿no? Sus máximas o enseñanzas son esas frases tomadas de sus canciones que se repiten siempre, que hasta han llegado a formar parte del habla de los argentinos, y que además compiló como Veinte trajes de lágrimas. Creo que no sólo es un ídolo popular de los argentinos, sino que él mismo creó un personaje público y lo mantiene, lo alimenta cada vez que aparece en público. Cada vez que se lo reconoce de alguna manera, Charly reacciona con una broma, como si se riera de la situación en la que se lo idolatra. Por ejemplo, cuando inauguraron las estatuas en Mar del Plata hizo declaraciones graciosas y dijo: ¡Hablen con mi estatua!, o cuando le entregaron el Doctorado Honoris Causa, dijo ahora ustedes son mis pacientes (risas). Y todos entramos en ese juego, nos encanta idealizarlo. Recordemos que cuando recibió el Gardel de Oro mandó un todos de pie que va a entrar dios, y fue celebrado…