Un 2013 difícil obliga ahora a Brasil a repensar su estrategia de crecimiento

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Los locales comerciales ubicados sobre la Avenida Paulista, la principal de San Pablo, adornaron sus vidrieras con una sola palabra: Liquidação.
Los negocios de la ciudad más grande de Brasil están ofreciendo descuentos de hasta 90% en un intento frenético por liquidar stock después de la peor temporada de ventas navideñas en una década. “Este año toda la familia gastó menos en regalos; de hecho, recortamos mucho más todos los gastos”, contó Maria Germano de Oliveira, una empleada de limpieza de oficinas.
Las ventas minoristas durante la semana anterior a Navidad subieron 2,7%, el menor incremento desde 2003 porque la inflación y los crecientes niveles de deuda asustaron a los consumidores, según la consultora Serasa Experian.
Pero el año pasado no fue una decepción sólo para los comerciantes de Brasil. Los datos de esta semana indican que 2013 fue el año que cambió todo para el gigante latinoamericano. El fin del superciclo de los commodities y las expectativas de un recorte en el estímulo monetario estadounidense significaron el cierre de la era de liquidez fácil que ocultó las políticas económicas equivocadas de Brasil y ayudó a sostener su agotado modelo de crecimiento impulsado por el consumo.
Para los economistas el funesto 2013 que tuvo Brasil (ver recuadro) quizás sea exactamente lo que se necesitaba. Después de diez años en el poder, el Partido gobernante de los Trabajadores (PT) se verá forzado a girar hacia políticas más de mercado –que estimularían la economía y el empleo– para mantener la nueva prosperidad del país y garantizar su propia reelección a fines de este año, aseguran.
“Cuando entra mucho dinero no hay necesidad de disciplina de mercado, pero ahora que eso no está sucediendo estamos viendo que las políticas empiezan a mejorar”, comentó Tony Volpon, economista de Nomura.
Una de las mayores decepciones para los inversores es cómo el gobierno depende del consumo para impulsar el crecimiento, particularmente de la industria automotriz. Desde que el PT asumió en 2003, el parque automotor de Brasil se duplicó en algo más de 80 millones, alentado por una serie de incentivos para convencer a la nuevas clases medias para que compren su primer auto. Sin embargo, los consumidores ahora están endeudados como nunca y las calles y rutas del país están obstruidas porque jamás hubo tanto tráfico.
Mientras tanto, el elevado consumo de la última década colaboró para que la inflación anual se acerque al máximo (6,5%) de la banda de tolerancia fijada por el banco central, lo que obligó al gobierno a otorgar costosos subsidios al combustible para poner tope a los precios.
“Las ruedas están empezando a desengancharse del modelo de crecimiento impulsado por el consumo”, aseguró David Rees, economista de mercados emergentes en Capital Economics en Londres. “El servicio de la deuda se está comiendo una porción cada vez mayor de los ingresos, 20% según nuestros cálculos, que no se compara favorablemente con el 15% en Estados Unidos antes de la crisis”, explicó Rees.
Volpon sostiene que los esfuerzos del gobierno para licitar una serie de concesiones de autopistas y aeropuertos mostraron que mejoró la política desde 2012, cuando la intromisión del Estado en la economía y las acusaciones de que el gobierno estaba recurriendo a la contabilidad creativa provocaron duras críticas. “Las agencias calificadoras dejaron en claro que no harán cambios este año debido a las elecciones, pero que en 2015 habrá presión”.

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