EL MUNDO › HABLA EL EXPERTO HANS KUNDNANI, JEFE DE INVESTIGACION DEL CONSEJO EUROPEO DE RELACIONES EXTERIORES
La sociedad alemana es más desigual que en el pasado. Unos 7,4 millones de trabajadores sobreviven con miniempleos que ofrecen un máximo de 15 horas semanales y remuneraciones de 450 euros mensuales. Y los bancos de alimentos se triplicaron.
Desde Londres
Es la cuarta economía mundial, la segunda exportadora del planeta, locomotora de la Unión Europea y modelo a imitar en el mundo desarrollado. En medio de la larga crisis de la Eurozona, Alemania ha seguido creciendo. En medio del desempleo generalizado, tiene una tasa de desocupación del 6,9 por ciento. El presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, que suele despotricar por lo bajo contra la canciller Angela Merkel, es el primero en querer emular la reforma laboral germana. Con contadas excepciones casi nadie habla de la otra cara de la moneda. Unos 7,4 millones de trabajadores alemanes sobreviven con miniempleos que ofrecen un máximo de 15 horas semanales y remuneraciones que no pasan de los 450 euros mensuales. Según cifras oficiales, más de un 16 por ciento de la población se encuentra en riesgo de pobreza. Los bancos de alimentos se han triplicado entre 2002 y la fecha: hoy hay más de 900 en todo el país. Hasta desde el punto de vista del Producto Interno Bruto, el milagro deja que desear: entre 2002-2012 la economía germana creció un 1,2 por ciento de promedio. Página/12 dialogó con el jefe de investigación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Hans Kundnani, sobre el modelo alemán.
Los datos sociales de Alemania registran un claro retroceso. Que en Alemania se hayan triplicado los bancos de alimentos suena escandaloso.
Esto tuvo que ver con la transformación económica que experimentó Alemania a partir de la llamada Agenda 2010, una reforma que impulsó el socialdemócrata Gerard Schröder. Alemania estaba considerada en ese momento como el enfermo de la economía europea con creciente desempleo y crecimiento nulo. Schröder introdujo una serie de reformas al Estado de Bienestar que bajó los beneficios sociales y flexibilizó el mercado laboral. El reto de fondo era la globalización y la competencia de China y los tigres asiáticos. Tales reformas ayudaron a los empresarios a ser más competitivos, pero el impacto fue incrementar la disparidad entre ricos y pobres, y aumentar la franja de alemanes pobres, sobre todo en lo que era Alemania oriental. Hasta ese momento Alemania se percibía a sí misma como una sociedad sin clases donde las disparidades eran mínimas. Hoy esta imagen ya no existe.
El modelo alemán de la posguerra se basó en acuerdos entre empresarios y sindicatos avalados por el gobierno. Acá parecería que los empresarios forzaron la mano de los sindicatos.
Los empresarios alemanes comenzaron a externalizar su producción en Hungría y Eslovaquia para abaratar costos. Esto forzó a los sindicatos a aceptar una moderación salarial para no perder más empleos. El resultado es que tampoco los que tienen trabajo se han beneficiado de este llamado segundo milagro alemán. De manera que los que no trabajaban vieron una caída de su nivel de vida por la reforma de la Seguridad Social, los que sí trabajaban tuvieron que moderar sus aspiraciones salariales y un tercer sector, los flexibilizados, mejoraron las cifras de empleo, pero crearon una nueva franja de pobreza. Esto explica en parte la reacción negativa que ha habido en la población alemana a los rescates a otros países europeos.
Se supone que a pesar de los recortes fiscales, la Seguridad Social alemana sigue sirviendo para evitar niveles escandalosos de pobreza.
El sistema de seguridad era muy generoso, pero hubo una fuerte reforma. Aun así, el sistema es más generoso que en el sur de Europa, pero los recortes se hicieron sentir. Otra cosa que hay que tomar en cuenta es que el costo de vida en Alemania es mucho más alto que en otras partes. De manera que si en términos absolutos puede parecer que con el Sistema de Seguridad los alemanes no están tan mal, en términos concretos el impacto es claro en el nivel de vida de la gente, en el aumento de la desigualdad y en la aparición de grupos de excluidos sociales. Los jóvenes están siendo particularmente afectados por esto.
Este abaratamiento del costo laboral alemán ha tenido además un fuerte impacto en la Eurozona.
En efecto. Se generó una creciente brecha entre el costo laboral de Alemania y el de otros países. En Alemania había una moderación salarial que no se daba en otros países, sea Italia o Francia. Pero además los empresarios alemanes se vieron favorecidos por la introducción del euro porque el marco alemán era mucho más fuerte. El euro funcionó como una devaluación que volvió a las empresas alemanas automáticamente más competitivas que otros países europeos.
Muchas veces estos cambios son presentados como un resultado de la globalización, es decir, como algo que no tiene alternativa, una suerte de adaptarse o morir. Al mismo tiempo, aun suponiendo que ésta sea una realidad incontestable, lo cierto es que la gente está peor.
Las economías en desarrollo son el gran desafío, en especial China y los llamados tigres asiáticos, todos países que pueden competir por el lado de los precios. Como Alemania sigue siendo una economía manufacturera y exportadora, esta competencia le era vital. Pero Alemania se concentró en competir demasiado por el lado de los precios, lo que requería abaratar costos, más que por el lado de la innovación. Este es un dilema que enfrentan todas las economías de-sarrolladas en la medida en que los países en desarrollo empiezan a competir a nivel internacional por los mismos mercados. Es decir, se podría haber usado la inversión para añadir valor agregado en términos de educación, innovación, etc. Esto no ha sucedido. La inversión es relativamente baja en Alemania. Esto se ve cuando se analiza la productividad de los países. El aumento de la productividad en Francia es mucho mayor que en Alemania.
¿Qué pasa con esta población crecientemente marginalizada? ¿Estamos ante un problema social o ante algo que se puede convertir en un tema político?
No creo que haya un riesgo inmediato de rebelión social en Alemania, pero está claro que estamos ante una sociedad mucho más desigual.
Con el nuevo gobierno y la inclusión de los socialdemócratas en coalición con los demócratas cristianos de Angela Merkel, se está impulsando un salario mínimo y ciertas reformas sociales. ¿Cree que esto puede ayudar a revertir la situación?
Con estas medidas por primera vez los trabajadores van a disfrutar del éxito de los empresarios. Como consecuencia de esto podrían incrementar su consumo, algo que beneficiaría al resto de la Unión Europea, siempre y cuando éste sea el resultado de esta mejora salarial, porque hay una fuerte tendencia al ahorro en Alemania y además no se puede garantizar que los consumidores elijan productos europeos. Por supuesto, por el lado de la derecha se han criticado estos cambios diciendo que con el salario mínimo la industria alemana es menos competitiva y se terminarán perdiendo puestos de trabajo.