Carrefour no puede vivir en paz. Luego del escándalo por la denuncia contra la sucursal de Glew por irregularidades en los precios, parece que ahora el supermercado de origen francés quiere ocultar sus eventuales maniobras. Mientras “Crónica” hacía su habitual relevamiento de los precios cuidados, un periodista de este diario fue “invitado a retirarse”.
Muy pocos productos con precios acordados faltaban de las góndolas de la sucursal de Carrefour ubicada en Rivadavia 5973, en Caballito. La gran mayoría de los artículos de la extensa lista elaborada por “Crónica” habían sido encontrados y sus valores eran los que debían ser. Sin embargo, luego de casi una hora de trabajo, alrededor de las 16.00 del miércoles último, y mientras buscaba los datos de un jabón en polvo, un encargado de seguridad llegó para encubrir a la compañía.
“¿Qué hacés? Acá adentro no se pueden sacar fotos”, dijo, con tono amenazante y con la impunidad que creía que le daba su uniforme. “ Te están viendo con el celular por las cámaras” , siguió.
Pero estaban equivocados. Un periodista observa, escucha, anota, pregunta, opina, escribe. Pero no saca fotos. Para eso trabajan los reporteros gráficos. Por supuesto que no había ninguno en el supermercado.
Tras mostrar las fotos familiares que contenía el celular, el encargado de seguridad -quien estaba acompañado por otro empleado- desechó la acusación inicial y la cambió: “Pero estás anotando”. “Sí, estoy anotando algunos precios ¿tampoco se puede? Si te molesta el celular lo guardo y escribo en una hoja”, propuso el periodista, pero la respuesta fue terminante: “Tampoco se puede anotar, así que por favor retirate”.
¿Acaso cualquier cliente no puede anotar precios para saber qué comprar? ¿Acaso como pide la misma presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no somos todos los que tenemos que controlar que se cumpla con los precios cuidados? ¿Acaso no debemos defendernos de las subas indiscriminadas que impulsan estas cadenas?
Al parecer, en Carrefour no quieren que el consumidor defienda sus derechos o, tal vez, tenía algo que ocultar.
Una lástima, porque en los más de 20 productos que “Crónica” pudo cotejar que prácticamente no había faltantes -no había dulce de leche Ilolay de 400 gramos y azúcar Chango de un kilogramo- y que los valores acordados eran respetados.
Pero parece que Carrefour no quiere vivir en paz. Primero, la trampa en Glew de modificar los precios de las góndolas respecto a los que cobraban en las cajas y ahora, invitando a retirarse a un potencial consumidor que revisaba los precios.
¿Estás nervioso Carrefour?