En la Argentina existen 1.960.676 hogares que alquilan la vivienda que ocupan, según datos del censo 2010, que a su vez, registró un aumento del hacinamiento, es decir la coexistencia de más de un hogar en la vivienda. Este dato delata un claro problema de los hogares para reunir los requisitos económicos y/o burocráticos para poder mudarse.
Existen dos tipos de inconvenientes. Los burocráticos: la garantía con diversas condiciones. Y los costos: un mes de alquiler a modo de depósito, otro por adelanto y las abultadas comisiones de las inmobiliarias, que rondan los dos meses de alquiler. Así, quien alquila un monoambiente con un alquiler mensual de $ 2200, deberá contar con $ 8800 para mudarse. Si se arriesga a un departamento de dos ambientes, con montos que rondan los $ 2900 mensuales, el costo de ingreso es de $ 11.600. Es importante recordar que ante cada vencimiento de contrato, es decir cada dos años, comienza nuevamente el periplo y los gastos.
Si estos montos de alquiler los comparamos con el salario promedio de los trabajadores registrados, que para setiembre de 2013 es de $ 8420, según datos del Ministerio de Trabajo, vemos que el alquiler ocupa un 26% del ingreso en el primer caso y un 35% en el segundo. Pero para poder acceder a ese alquiler en el caso del monoambiente se requerirá poco más de un salario y para el departamento de dos ambientes se requiere un salario y medio. Como se puede observar, el alquiler tiene un peso central dentro del salario de un trabajador, aun de aquellos que tienen un empleo registrado, y es por eso que la regulación del sector inmobiliario es una condición para mejorar sus condiciones de vida.
Las condiciones de los alquileres en el mercado formal presionan las condiciones en el informal, lo que hace crecer el precio de los alquileres en las villas –quienes no reúnen las condiciones burocráticas deben acceder a peores precios y condiciones– y por supuesto la cantidad de habitantes en ellas. Muestra de esto son las reiteradas tomas de terrenos.
Podría pensarse que esta situación se deriva de un problema de escasez. En este sentido, un dato importante que arrojó el censo es el número de viviendas vacías, que es de 2.494.618 (un 18% sobre el total de viviendas a nivel nacional). En la Ciudad de Buenos Aires, es de 1.425.840 (el 24% de las viviendas). Esto nos permite ver que existen viviendas: es necesario aplicar impuestos altos y progresivos a la vivienda vacía para fomentar la oferta, como en otros países.
Muchos opositores a la regulación del sector plantean que el problema es la falta de políticas de accesos a la vivienda mediante créditos. Sin embargo, si se aumenta la cantidad de créditos hipotecarios sin regular el uso de la tierra y el precio de las viviendas, se producirá un aumento de las propiedades derivado del aumento de la demanda. Los alquileres se mantendrán igual o aumentarán como consecuencia del nuevo aumento especulativo de las propiedades.
El acceso a la vivienda, tanto el alquiler como la compra, no puede quedar a merced de los negocios privados. Debe ser regulado y debe contar con una estrategia del Estado que permita que los distintos sectores sociales lleguen a la vivienda, que es uno de los principales indicadores de calidad de vida de una sociedad. Regular hoy las condiciones de alquiler significa dar a los trabajadores un aumento real de sus ingresos, que distiende los reclamos salariales en paritaria y los problemas de competitividad empresarial. «
Existen dos tipos de inconvenientes. Los burocráticos: la garantía con diversas condiciones. Y los costos: un mes de alquiler a modo de depósito, otro por adelanto y las abultadas comisiones de las inmobiliarias, que rondan los dos meses de alquiler. Así, quien alquila un monoambiente con un alquiler mensual de $ 2200, deberá contar con $ 8800 para mudarse. Si se arriesga a un departamento de dos ambientes, con montos que rondan los $ 2900 mensuales, el costo de ingreso es de $ 11.600. Es importante recordar que ante cada vencimiento de contrato, es decir cada dos años, comienza nuevamente el periplo y los gastos.
Si estos montos de alquiler los comparamos con el salario promedio de los trabajadores registrados, que para setiembre de 2013 es de $ 8420, según datos del Ministerio de Trabajo, vemos que el alquiler ocupa un 26% del ingreso en el primer caso y un 35% en el segundo. Pero para poder acceder a ese alquiler en el caso del monoambiente se requerirá poco más de un salario y para el departamento de dos ambientes se requiere un salario y medio. Como se puede observar, el alquiler tiene un peso central dentro del salario de un trabajador, aun de aquellos que tienen un empleo registrado, y es por eso que la regulación del sector inmobiliario es una condición para mejorar sus condiciones de vida.
Las condiciones de los alquileres en el mercado formal presionan las condiciones en el informal, lo que hace crecer el precio de los alquileres en las villas –quienes no reúnen las condiciones burocráticas deben acceder a peores precios y condiciones– y por supuesto la cantidad de habitantes en ellas. Muestra de esto son las reiteradas tomas de terrenos.
Podría pensarse que esta situación se deriva de un problema de escasez. En este sentido, un dato importante que arrojó el censo es el número de viviendas vacías, que es de 2.494.618 (un 18% sobre el total de viviendas a nivel nacional). En la Ciudad de Buenos Aires, es de 1.425.840 (el 24% de las viviendas). Esto nos permite ver que existen viviendas: es necesario aplicar impuestos altos y progresivos a la vivienda vacía para fomentar la oferta, como en otros países.
Muchos opositores a la regulación del sector plantean que el problema es la falta de políticas de accesos a la vivienda mediante créditos. Sin embargo, si se aumenta la cantidad de créditos hipotecarios sin regular el uso de la tierra y el precio de las viviendas, se producirá un aumento de las propiedades derivado del aumento de la demanda. Los alquileres se mantendrán igual o aumentarán como consecuencia del nuevo aumento especulativo de las propiedades.
El acceso a la vivienda, tanto el alquiler como la compra, no puede quedar a merced de los negocios privados. Debe ser regulado y debe contar con una estrategia del Estado que permita que los distintos sectores sociales lleguen a la vivienda, que es uno de los principales indicadores de calidad de vida de una sociedad. Regular hoy las condiciones de alquiler significa dar a los trabajadores un aumento real de sus ingresos, que distiende los reclamos salariales en paritaria y los problemas de competitividad empresarial. «
las locaciones urbanas de vivienda están hiperreguladas. Que ciertos participantes del mercado se burlen de la ley es otra cosa.
Por ejemplo: art. 57 ley 2340 de la Ciudad: el monto máximo de la comisión a cobrar al inquilino, será el equivalente al cuatro, quince centésimos por ciento (4,15%) del valor total del respectivo contrato si se trata de alquiler de vivienda única. Porcentaje que es superado con los dos meses de comisión que suelen pedir.
El problema no es la falta de regulación, es la falta de cumplimiento de la misma.