Héctor Valle tiene una larga trayectoria y es uno de los economistas de la heterodoxia más respetados de la Argentina y, sin lugar a dudas, sus definiciones son escuchadas tanto dentro como fuera del gobierno. Para Valle, la devaluación de enero «fue una respuesta política del gobierno frente a un golpe de mercado claramente instrumentado».
–¿Cómo ve el escenario económico hasta fin de año?
–Complicado. Durante el gobierno de Cristina (Fernández de Kirchner) tuvimos muchos momentos difíciles, pero hubo dos situaciones críticas. En ambas la responsable fue la patronal agropecuaria. Me refiero a los cortes de ruta en 2008 y a la no venta de granos de la última campaña. Esta última es el embrión de la devaluación. El BCRA tenía programado el ingreso de U$S 10 mil millones en concepto de liquidación en el mercado único de cambios por ese concepto. No faltaron mensajes políticos de la oposición de que ese era un buen instrumento para desestabilizar al gobierno. Eso determinó la necesidad de tomar medidas. Se probó con el cepo cambiario pero fue superado por la realidad porque generó expectativas de mayores devaluaciones. No es como dicen los neoliberales como (Mario) Blejer que la Argentina tiene un exceso de gasto. El origen no está en el derroche. El origen es muy claro. En vez de tener U$S 12 mil o U$S 13 mil millones de superávit comercial tuvimos 9000.
–La devaluación entonces no fue una política del gobierno sino un golpe de mercado…
–Fue una respuesta política del gobierno frente a un golpe de mercado claramente instrumentado.
–Y el gobierno lo clavó en $ 8.
– Sí, porque dio señales fuertes. También es cierto que el tipo de cambio estaba algo atrasado. Quizás habría que haber tomado la decisión antes. Toda decisión devaluatoria tiene un costo inflacionario. Pero el gobierno hizo las cosas con razonabilidad. Se comprobó que no era cierto que en cuanto se devaluara iba a haber una multitud de gente agolpada en las casas de cambio y que entrábamos en una seguidilla de grandes devaluaciones. El tipo de cambio negro no ha convergido. Primero, porque no son cosas que se arreglan de un día para el otro, y segundo, porque el tema del turismo externo se convierte en una dificultad notoria. Algunas economías del interior con el anterior tipo de cambio tenían dificultades para ser competitivas en materia exportadora.
–¿Es un valor estable los $ 8?
–Hay circunstancias que lo pueden estabilizar y que van a ser decisivas. EL Banco Central ya las venía proponiendo hace un tiempo. La combinación de suba del tipo de cambio con suba de las tasas es el eje central de la actual política económica. Después hay otros ramales muy importantes, como la obligatoriedad de los bancos a liquidar una suma de dólares periódicamente.
–Ese fue el golpe con el que lo estabilizó pero ya liquidaron…
–Claro. El acuerdo con las cerealeras es clave porque garantiza un ingreso de dólares. Hay otra medida muy importante y que no fue difundida lo suficiente. El BCRA rescató una medida de (Mercedes) Marcó del Pont que era el régimen especial para las pymes que plantea que el 5% de los depósitos de la banca privada tenían que ir a préstamos. Esa decisión descomprime el mercado para las pymes que han quedado muy golpeadas por la suba de las tasas de interés. El problema es que la devaluación tiene una fuerte pata inflacionaria y se combinan una serie de imperfecciones del mercado. Los hipermercados ya habían aumentado antes de la devaluación. Los Precios Cuidados, que me parece una excelente política, lo que buscaron es congelarlos. Tenemos trabajos que demuestran que no hay una relación directa entre devaluación e inflación. Si usted toma los países latinoamericanos desde 2003 y ajustara esos tipos de cambio por la inflación, todos duplican o triplican la realidad. Si cualquier país hubiera ajustado según la inflación el resultado de hoy sería tres o cuatro veces el precio real de la moneda. Lo que hubo fue una apreciación de los mercados locales que Argentina trató de manejar teniendo en cuenta la restricción externa y la política de ingresos.
Pero el impacto inflacionario de una devaluación también depende del nivel de crecimiento, del pleno empleo. En recesión es menos fuerte el impacto pero no es el caso.
Va a haber que hacer una opción. Determinar cuál es el efecto inflacionario compatible con mantener una bandera central de este gobierno que es la distribución del ingreso. No es fácil. Si en el primer trimestre tenemos una inflación acumulada del orden del 12% que se come parte de la devaluación pero, si la política cambiaria permite apreciar el tipo de cambio (que puede ocurrir porque a partir de abril viene la liquidación de la cosecha cerealera), no necesariamente esa inflación va a subir inercialmente. Lo más probable es que si esta política es exitosa vamos a tener un segundo y tercer trimestre con inflación mucha más contenida. De modo de terminar el año arriba de 27 pero debajo del 30 por ciento.
Sobre la base de la política monetaria del BCRA, de los Precios Cuidados o de fijar las paritarias en un 25 por ciento?
Yo le doy mucha importancia a la oferta de bienes y a los precios de esa oferta. A los Precios Ciudados hay que extenderlos a todo el país y agregar más productos. Seguiría la campaña de concientización y desarrollaría mucho el proyecto de ferias francas de (Alberto) Samid. Si la Argentina establece mecanismos para romper con el monopolio de la comercialización, la batalla se gana. Eso implica que cada 20 cuadras haya una feria franca con los precios del Mercado Central. Los márgenes son tan espectaculares que no se sostienen. Hay que recuperar las proveedurías de los sindicatos que se cortaron en la década del ’90. Yo iba a la proveeduría de la Bancaria y ahorraba un 30 por ciento. O cooperativas como el Hogar Obrero que fue cortada por (Domingo) Cavallo en beneficio de los supermercados. No son cambios demasiados complicados.
–O sea que desde el punto de vista macroeconómico hay condiciones para contener los precios…
–Si conseguimos ingresar en una fase virtuosa, en que el tipo de cambio, pese a devaluarse un poco, se mantiene como atractivo para el sector exportador que hoy tiene excelentes precios y logra que caigan las importaciones. Si se dan estas cosas, partiendo de un tipo de cambio estable y un impacto favorable sobre los precios, sí.
–¿No hay otra manera de regular las rentabilidades?
–Sí. Metiendo un oferente en la vereda de enfrente. Es el mejor sistema y hay que sostenerlo con la colaboración de municipios y sindicatos.
–Para reducir las importaciones, ¿alcanza con el nuevo tipo de cambio o hay que seguir con el control del comercio exterior?
–Hay que seguir con las DEJAI (Declaraciones Juradas de Importación), sin ninguna dudas. Eso supone analizar detenidamente las prioridades.
–Han hecho mucho ruido porque en algunos casos son insumos…
–Hay que consolidar mesas de proyectos que incluyan a los compradores de los bienes y aquellos que sostienen que los pueden producir en la Argentina. No es sencillo. Hay muchos enfrentamientos. Las decisiones de política económica no dan nunca suma cero. Siempre alguien va a tener que pagar la factura.
–Usted cree que va a haber una desaceleración de la economía.
–En la segunda parte del año va a haber brotes de recuperación. Porque los tipos que vendan la cosecha van a tener que comprar insumos, porque una parte va a estar vinculada a la inversión y porque se va a sostener la distribución del ingreso. Lo que ha permitido a la Argentina transitar esta etapa ha sido el consumo interno. Eso va a garantizar un piso de crecimiento. Es el punto de partida para repensar la inversión y discutir estímulos al sector privado. Hay que demostrar los errores del modelo neoliberal. Algunos dicen que nunca funcionó el control de precios, lo que nunca funcionó el mercado libre. En 1952 (Juan Domingo) Perón bajó la inflación al 3,5%, y si no lo hubiera tirado la Revolución Libertadora, hubiera desaparecido.
–¿Qué opina de la industria de ensamble, la automotriz y las tecnológicas de Tierra del Fuego?
–Es una buena ocasión para replantearse este problema. Este gobierno va a tener el coraje de hacerlo. Hay un modelo internacional de deslocalización de las automotrices, Estados Unidos es un ejemplo. Buscan optimizar a nivel mundial y a vos te toca una celda. Conseguir romper la celda es difícil, pero conversar con Brasil el tipo de bienes que produce uno y otro es posible.
–Pero eso depende de una decisión de la multinacional…
–Sí claro, pero hay productores de 4×4 que vinieron a producir 10 mil y están produciendo 100 mil. Hay ver caso por caso.
–Usted dice que el mercado interno es uno de los pilares del modelo. ¿No es contradictorio con la oferta oficial en la paritaria docente?
A partir del diagnóstico que yo hago (que es probable que la inflación se desacelere en la última parte del año) yo hubiera ofrecido a todos una suma fija y un acuerdo para postergar las paritarias hasta mayo, para tener más en claro cuál sería la inflación del año. Pero aparece (Hugo) Moyano diciendo que va a ser del 50% y empioja la discusión.
–¿El gobierno no lo hizo porque hubiera significado abandonar la bandera de las paritarias?
–No la abandonás, la postergás unos meses. Después de tantos años de haber recuperado las convenciones colectivas, pedir tres meses de pausa no es una traición a la ideología.
–Pero un cierre de paritarias del 25 o 27% representaría un ajuste del salario real del 10 por ciento…
–No compremos que el aumento de precios va a ser del 40% proyectando los resultados de enero. Hay factores en el medio que pueden atenuar esa presión y el salarial no es el principal. Noto de parte del sindicato docente una actitud muy dura, no sé si el gobierno se la esperaba.
–¿Ve riesgos en materia de empleo?
–Si los hubiera, el gobierno tiene que sacar los Repro de nuevo porque en 2009 fue un instrumento muy valioso. No hace falta mucha plata.
–¿Hay condiciones fiscales?
–Sin lugar a dudas, quizás sea más selectivo en cuanto a la empresa.
–¿El gobierno ya tiene un plan?
–No sé si es un plan demasiado formatizado, pero es un plan. La combinación del ajuste del tipo de cambio y tasas de interés, la promoción a las pymes, la colocación de Lebac para absorber recursos no son un conjunto de actos improvisados, demuestran que hay una idea central en torno a la cual, mal o bien, se está estructurando un plan. En el segundo semestre podemos mejorar los ritmos de producción, que los sectores mineros liquiden bien, que bajemos la demanda de energía, que lleguemos a un acuerdo razonable en materia salarial para que no se joroben los trabajadores y que baje la presión inflacionaria. Este equipo me ha demostrado que ha sabido encontrar salidas bastante pragmáticas y muestran claridad de a donde se quiere ir.
–O sea que el nuevo tipo de cambio y la tasa de interés conforman ese plan…
–No, son aspectos que muestran que hay una idea de plan y que está claro a dónde quieren llegar el año que viene. En materia de comercio exterior y como máximo de inflación aguantable. Es un disparate eso que dice Perfil de que todos los días se levantan e inventan una medida.
–Pero no son medidas que aparecen en el manual ortodoxo más que en el heterodoxo?
–Sí. Pero lo que no aparece en el manual ortodoxo es la diferenciación a favor de las pymes ni tampoco llamar a las cerealeras y decirles que liquiden U$S 2000 millones. La diferencia con la ortodoxia se ve en las medidas concretas. Como acordando de manera muy ventajosa con Repsol. No es que en el plan no haya medidas de carácter «ortodoxas», es un plan de heterodoxia que asume la realidad en todas sus dimensiones.
–La suba de las tasas para las pymes, ¿se va a reflejar en una caída de la producción o en los precios?
–La caída de la producción puede ser consecuencia de un cierto aplastamiento del mercado. En general el empresario compara la tasa de interés con la tasa de retorno de su inversión. El problema es que se generaron opciones de inversión atractivas y que se comparan con lo que me puede rendir el boliche. Si puedo tomar Lebac al 30%, tengo que tener una actividad que me rinda al menos 30% con mucho más riesgo y compromiso personal de patrimonio. Todo está muy virgen para sacar conclusiones estructurales. Los melones se tienen que acomodar cuando el carro se mueva.
–¿Es utópico recuperar los superávits gemelos?
–No, pero se puede vivir con déficit fiscal. Argentina tiene un endeudamiento bajísimo. Estas medidas tienen que crear las condiciones para que el país salga a tomar deuda externa, si eso es precedido de algunas inversiones productivas como YPF mucho mejor. No es difícil pero es inmediato, si no el país puede emitir bonos…
–Un precio de referencia puede ser lo emitido para el pago a Repsol…
–Sí, creo que sí. Si el Estado sale a emitir bonos, el sector privado es probable que salga atrás. Sobre todo si se resuelve el tema del Club de París y los holdouts. Sería el escenario ideal. Resolver estos problemas, salir a colocar y así resolver el desequilibrio fiscal a la espera de que un buen comportamiento de las ventas externas te proporcione derechos de exportaciones para alimentar las reservas. No hay sólo un problema de déficit fiscal sino de caída de reservas. Para resolverlo la Argentina va a tener que emitir deuda. Tenemos coeficientes de endeudamiento razonables.
–¿Y los subsidios? ¿Cómo entran dentro de este rompecabezas? Por un lado abonan al déficit fiscal pero por el otro, si se los quita, generan más inflación…
–Hay grandes beneficiarios de los subsidios que son las multinacionales exportadoras. Las quieren todas. Producen bienes que se exportan y ya tuvieron la devaluación. Hay que revisar eso sin dejar afuera los sectores acomodados como los countrys, shoppings etcétera. Hay que cuidar el consumo de los jubilados y los sectores populares. Nos queda la tarea pendiente de las comercializadoras como Edesur etc., que resultan de un plan del Banco Mundial del año 1992, cuya esencia era destripar el régimen eléctrico que creó en cada eslabón una fuente de renta. «
marcar precios testigos para los granos
–¿Hay condiciones para avanzar en mecanismos que garanticen la liquidación de granos?
–Se habla bastante de la Junta de Granos. En 1933 el abuelo de (Federico) Pinedo instala la junta porque tiene una diferencia de cambio entre el dólar que percibe por la comercialización y el de la actividad especulativa. Financia a los productores para que le vendan al Estado y este venda al exterior, el negocio es excelente porque hay un cambio en los precios internacionales de los cuales se beneficia. La Junta termina ese gobierno de la década infame con excedentes notables. (Juan )Perón toma esa experiencia y crea el IAPI, que permite realizar las inversiones que hizo en su primer gobierno. Ahora las condiciones internacionales y locales variaron. Se podría crear un área del Estado que mediante sus compras y ventas marque los precios testigo.
–Ahora es más difícil porque los puertos son privados…
–La destrucción del Estado que hizo Cavallo es de una perfección admirable. Dejó tantas granadas enterradas que todas las decisiones que tomás deben superar lo que este tipo dejó.
–¿Cómo ve el escenario económico hasta fin de año?
–Complicado. Durante el gobierno de Cristina (Fernández de Kirchner) tuvimos muchos momentos difíciles, pero hubo dos situaciones críticas. En ambas la responsable fue la patronal agropecuaria. Me refiero a los cortes de ruta en 2008 y a la no venta de granos de la última campaña. Esta última es el embrión de la devaluación. El BCRA tenía programado el ingreso de U$S 10 mil millones en concepto de liquidación en el mercado único de cambios por ese concepto. No faltaron mensajes políticos de la oposición de que ese era un buen instrumento para desestabilizar al gobierno. Eso determinó la necesidad de tomar medidas. Se probó con el cepo cambiario pero fue superado por la realidad porque generó expectativas de mayores devaluaciones. No es como dicen los neoliberales como (Mario) Blejer que la Argentina tiene un exceso de gasto. El origen no está en el derroche. El origen es muy claro. En vez de tener U$S 12 mil o U$S 13 mil millones de superávit comercial tuvimos 9000.
–La devaluación entonces no fue una política del gobierno sino un golpe de mercado…
–Fue una respuesta política del gobierno frente a un golpe de mercado claramente instrumentado.
–Y el gobierno lo clavó en $ 8.
– Sí, porque dio señales fuertes. También es cierto que el tipo de cambio estaba algo atrasado. Quizás habría que haber tomado la decisión antes. Toda decisión devaluatoria tiene un costo inflacionario. Pero el gobierno hizo las cosas con razonabilidad. Se comprobó que no era cierto que en cuanto se devaluara iba a haber una multitud de gente agolpada en las casas de cambio y que entrábamos en una seguidilla de grandes devaluaciones. El tipo de cambio negro no ha convergido. Primero, porque no son cosas que se arreglan de un día para el otro, y segundo, porque el tema del turismo externo se convierte en una dificultad notoria. Algunas economías del interior con el anterior tipo de cambio tenían dificultades para ser competitivas en materia exportadora.
–¿Es un valor estable los $ 8?
–Hay circunstancias que lo pueden estabilizar y que van a ser decisivas. EL Banco Central ya las venía proponiendo hace un tiempo. La combinación de suba del tipo de cambio con suba de las tasas es el eje central de la actual política económica. Después hay otros ramales muy importantes, como la obligatoriedad de los bancos a liquidar una suma de dólares periódicamente.
–Ese fue el golpe con el que lo estabilizó pero ya liquidaron…
–Claro. El acuerdo con las cerealeras es clave porque garantiza un ingreso de dólares. Hay otra medida muy importante y que no fue difundida lo suficiente. El BCRA rescató una medida de (Mercedes) Marcó del Pont que era el régimen especial para las pymes que plantea que el 5% de los depósitos de la banca privada tenían que ir a préstamos. Esa decisión descomprime el mercado para las pymes que han quedado muy golpeadas por la suba de las tasas de interés. El problema es que la devaluación tiene una fuerte pata inflacionaria y se combinan una serie de imperfecciones del mercado. Los hipermercados ya habían aumentado antes de la devaluación. Los Precios Cuidados, que me parece una excelente política, lo que buscaron es congelarlos. Tenemos trabajos que demuestran que no hay una relación directa entre devaluación e inflación. Si usted toma los países latinoamericanos desde 2003 y ajustara esos tipos de cambio por la inflación, todos duplican o triplican la realidad. Si cualquier país hubiera ajustado según la inflación el resultado de hoy sería tres o cuatro veces el precio real de la moneda. Lo que hubo fue una apreciación de los mercados locales que Argentina trató de manejar teniendo en cuenta la restricción externa y la política de ingresos.
Pero el impacto inflacionario de una devaluación también depende del nivel de crecimiento, del pleno empleo. En recesión es menos fuerte el impacto pero no es el caso.
Va a haber que hacer una opción. Determinar cuál es el efecto inflacionario compatible con mantener una bandera central de este gobierno que es la distribución del ingreso. No es fácil. Si en el primer trimestre tenemos una inflación acumulada del orden del 12% que se come parte de la devaluación pero, si la política cambiaria permite apreciar el tipo de cambio (que puede ocurrir porque a partir de abril viene la liquidación de la cosecha cerealera), no necesariamente esa inflación va a subir inercialmente. Lo más probable es que si esta política es exitosa vamos a tener un segundo y tercer trimestre con inflación mucha más contenida. De modo de terminar el año arriba de 27 pero debajo del 30 por ciento.
Sobre la base de la política monetaria del BCRA, de los Precios Cuidados o de fijar las paritarias en un 25 por ciento?
Yo le doy mucha importancia a la oferta de bienes y a los precios de esa oferta. A los Precios Ciudados hay que extenderlos a todo el país y agregar más productos. Seguiría la campaña de concientización y desarrollaría mucho el proyecto de ferias francas de (Alberto) Samid. Si la Argentina establece mecanismos para romper con el monopolio de la comercialización, la batalla se gana. Eso implica que cada 20 cuadras haya una feria franca con los precios del Mercado Central. Los márgenes son tan espectaculares que no se sostienen. Hay que recuperar las proveedurías de los sindicatos que se cortaron en la década del ’90. Yo iba a la proveeduría de la Bancaria y ahorraba un 30 por ciento. O cooperativas como el Hogar Obrero que fue cortada por (Domingo) Cavallo en beneficio de los supermercados. No son cambios demasiados complicados.
–O sea que desde el punto de vista macroeconómico hay condiciones para contener los precios…
–Si conseguimos ingresar en una fase virtuosa, en que el tipo de cambio, pese a devaluarse un poco, se mantiene como atractivo para el sector exportador que hoy tiene excelentes precios y logra que caigan las importaciones. Si se dan estas cosas, partiendo de un tipo de cambio estable y un impacto favorable sobre los precios, sí.
–¿No hay otra manera de regular las rentabilidades?
–Sí. Metiendo un oferente en la vereda de enfrente. Es el mejor sistema y hay que sostenerlo con la colaboración de municipios y sindicatos.
–Para reducir las importaciones, ¿alcanza con el nuevo tipo de cambio o hay que seguir con el control del comercio exterior?
–Hay que seguir con las DEJAI (Declaraciones Juradas de Importación), sin ninguna dudas. Eso supone analizar detenidamente las prioridades.
–Han hecho mucho ruido porque en algunos casos son insumos…
–Hay que consolidar mesas de proyectos que incluyan a los compradores de los bienes y aquellos que sostienen que los pueden producir en la Argentina. No es sencillo. Hay muchos enfrentamientos. Las decisiones de política económica no dan nunca suma cero. Siempre alguien va a tener que pagar la factura.
–Usted cree que va a haber una desaceleración de la economía.
–En la segunda parte del año va a haber brotes de recuperación. Porque los tipos que vendan la cosecha van a tener que comprar insumos, porque una parte va a estar vinculada a la inversión y porque se va a sostener la distribución del ingreso. Lo que ha permitido a la Argentina transitar esta etapa ha sido el consumo interno. Eso va a garantizar un piso de crecimiento. Es el punto de partida para repensar la inversión y discutir estímulos al sector privado. Hay que demostrar los errores del modelo neoliberal. Algunos dicen que nunca funcionó el control de precios, lo que nunca funcionó el mercado libre. En 1952 (Juan Domingo) Perón bajó la inflación al 3,5%, y si no lo hubiera tirado la Revolución Libertadora, hubiera desaparecido.
–¿Qué opina de la industria de ensamble, la automotriz y las tecnológicas de Tierra del Fuego?
–Es una buena ocasión para replantearse este problema. Este gobierno va a tener el coraje de hacerlo. Hay un modelo internacional de deslocalización de las automotrices, Estados Unidos es un ejemplo. Buscan optimizar a nivel mundial y a vos te toca una celda. Conseguir romper la celda es difícil, pero conversar con Brasil el tipo de bienes que produce uno y otro es posible.
–Pero eso depende de una decisión de la multinacional…
–Sí claro, pero hay productores de 4×4 que vinieron a producir 10 mil y están produciendo 100 mil. Hay ver caso por caso.
–Usted dice que el mercado interno es uno de los pilares del modelo. ¿No es contradictorio con la oferta oficial en la paritaria docente?
A partir del diagnóstico que yo hago (que es probable que la inflación se desacelere en la última parte del año) yo hubiera ofrecido a todos una suma fija y un acuerdo para postergar las paritarias hasta mayo, para tener más en claro cuál sería la inflación del año. Pero aparece (Hugo) Moyano diciendo que va a ser del 50% y empioja la discusión.
–¿El gobierno no lo hizo porque hubiera significado abandonar la bandera de las paritarias?
–No la abandonás, la postergás unos meses. Después de tantos años de haber recuperado las convenciones colectivas, pedir tres meses de pausa no es una traición a la ideología.
–Pero un cierre de paritarias del 25 o 27% representaría un ajuste del salario real del 10 por ciento…
–No compremos que el aumento de precios va a ser del 40% proyectando los resultados de enero. Hay factores en el medio que pueden atenuar esa presión y el salarial no es el principal. Noto de parte del sindicato docente una actitud muy dura, no sé si el gobierno se la esperaba.
–¿Ve riesgos en materia de empleo?
–Si los hubiera, el gobierno tiene que sacar los Repro de nuevo porque en 2009 fue un instrumento muy valioso. No hace falta mucha plata.
–¿Hay condiciones fiscales?
–Sin lugar a dudas, quizás sea más selectivo en cuanto a la empresa.
–¿El gobierno ya tiene un plan?
–No sé si es un plan demasiado formatizado, pero es un plan. La combinación del ajuste del tipo de cambio y tasas de interés, la promoción a las pymes, la colocación de Lebac para absorber recursos no son un conjunto de actos improvisados, demuestran que hay una idea central en torno a la cual, mal o bien, se está estructurando un plan. En el segundo semestre podemos mejorar los ritmos de producción, que los sectores mineros liquiden bien, que bajemos la demanda de energía, que lleguemos a un acuerdo razonable en materia salarial para que no se joroben los trabajadores y que baje la presión inflacionaria. Este equipo me ha demostrado que ha sabido encontrar salidas bastante pragmáticas y muestran claridad de a donde se quiere ir.
–O sea que el nuevo tipo de cambio y la tasa de interés conforman ese plan…
–No, son aspectos que muestran que hay una idea de plan y que está claro a dónde quieren llegar el año que viene. En materia de comercio exterior y como máximo de inflación aguantable. Es un disparate eso que dice Perfil de que todos los días se levantan e inventan una medida.
–Pero no son medidas que aparecen en el manual ortodoxo más que en el heterodoxo?
–Sí. Pero lo que no aparece en el manual ortodoxo es la diferenciación a favor de las pymes ni tampoco llamar a las cerealeras y decirles que liquiden U$S 2000 millones. La diferencia con la ortodoxia se ve en las medidas concretas. Como acordando de manera muy ventajosa con Repsol. No es que en el plan no haya medidas de carácter «ortodoxas», es un plan de heterodoxia que asume la realidad en todas sus dimensiones.
–La suba de las tasas para las pymes, ¿se va a reflejar en una caída de la producción o en los precios?
–La caída de la producción puede ser consecuencia de un cierto aplastamiento del mercado. En general el empresario compara la tasa de interés con la tasa de retorno de su inversión. El problema es que se generaron opciones de inversión atractivas y que se comparan con lo que me puede rendir el boliche. Si puedo tomar Lebac al 30%, tengo que tener una actividad que me rinda al menos 30% con mucho más riesgo y compromiso personal de patrimonio. Todo está muy virgen para sacar conclusiones estructurales. Los melones se tienen que acomodar cuando el carro se mueva.
–¿Es utópico recuperar los superávits gemelos?
–No, pero se puede vivir con déficit fiscal. Argentina tiene un endeudamiento bajísimo. Estas medidas tienen que crear las condiciones para que el país salga a tomar deuda externa, si eso es precedido de algunas inversiones productivas como YPF mucho mejor. No es difícil pero es inmediato, si no el país puede emitir bonos…
–Un precio de referencia puede ser lo emitido para el pago a Repsol…
–Sí, creo que sí. Si el Estado sale a emitir bonos, el sector privado es probable que salga atrás. Sobre todo si se resuelve el tema del Club de París y los holdouts. Sería el escenario ideal. Resolver estos problemas, salir a colocar y así resolver el desequilibrio fiscal a la espera de que un buen comportamiento de las ventas externas te proporcione derechos de exportaciones para alimentar las reservas. No hay sólo un problema de déficit fiscal sino de caída de reservas. Para resolverlo la Argentina va a tener que emitir deuda. Tenemos coeficientes de endeudamiento razonables.
–¿Y los subsidios? ¿Cómo entran dentro de este rompecabezas? Por un lado abonan al déficit fiscal pero por el otro, si se los quita, generan más inflación…
–Hay grandes beneficiarios de los subsidios que son las multinacionales exportadoras. Las quieren todas. Producen bienes que se exportan y ya tuvieron la devaluación. Hay que revisar eso sin dejar afuera los sectores acomodados como los countrys, shoppings etcétera. Hay que cuidar el consumo de los jubilados y los sectores populares. Nos queda la tarea pendiente de las comercializadoras como Edesur etc., que resultan de un plan del Banco Mundial del año 1992, cuya esencia era destripar el régimen eléctrico que creó en cada eslabón una fuente de renta. «
marcar precios testigos para los granos
–¿Hay condiciones para avanzar en mecanismos que garanticen la liquidación de granos?
–Se habla bastante de la Junta de Granos. En 1933 el abuelo de (Federico) Pinedo instala la junta porque tiene una diferencia de cambio entre el dólar que percibe por la comercialización y el de la actividad especulativa. Financia a los productores para que le vendan al Estado y este venda al exterior, el negocio es excelente porque hay un cambio en los precios internacionales de los cuales se beneficia. La Junta termina ese gobierno de la década infame con excedentes notables. (Juan )Perón toma esa experiencia y crea el IAPI, que permite realizar las inversiones que hizo en su primer gobierno. Ahora las condiciones internacionales y locales variaron. Se podría crear un área del Estado que mediante sus compras y ventas marque los precios testigo.
–Ahora es más difícil porque los puertos son privados…
–La destrucción del Estado que hizo Cavallo es de una perfección admirable. Dejó tantas granadas enterradas que todas las decisiones que tomás deben superar lo que este tipo dejó.
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