Por Marcelo Veneranda | LA NACION
Diputado provincial, analizó el anteproyecto junto a otros expertos y asesoró al líder del FR 10.03.2014 | Publicado en edición impresa
«El proyecto de Código Penal es el bebe de Zaffaroni. Es su ego, su retiro con gloria, su camino al bronce. Pero hay un problema: el Código de Zaffaroni es hipócrita.» El que habla es el diputado bonaerense Ramiro Gutiérrez, principal guionista de las críticas que Sergio Massa lanzó esta semana contra la reforma que acuna el kirchnerismo y que, hace 24 años, iniciaba su carrera académica como ayudante de cátedra en la UBA del juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni.
Según Gutiérrez, «hay dos Zaffaroni: está el Zaffaroni de los 80, que escribió un tratado de cinco tomos inspirado en la doctrina alemana de Hans Welzel, que proponía una fórmula rigurosa para que los jueces fijen la condena, y está el de 2001, que tuvo una crisis de sinceridad y se volvió agnóstico de la pena, que se inspiró en Michel Foucault y el garantismo de Luigi Ferrajoli para convencerse de que la pena es un ejercicio irracional del Estado hacia el delincuente, la simple imposición del dolor».
Este abogado ve al segundo Zaffaroni en la letra del anteproyecto que Massa salió a denunciar por, entre otros temas, eliminar la reincidencia como agravante y bajar las penas para delitos como el narcotráfico o la trata de personas. Pero antes de que el ex intendente mostrara su olfato político para fijar la agenda, Gutiérrez; la diputada Graciela Camaño; el senador provincial Jorge D’Onofrio; el rector de la Universidad de Lomas de Zamora, Diego Molea, y el secretario de Seguridad de Tigre, Diego Santillán, desmenuzaron el anteproyecto.
Nadie quiere revelar quién «les acercó» el borrador, pero los 50 apuntes sobre el escritorio de Gutiérrez, con cuadros, tablas y anotaciones que analizan por secciones el anteproyecto, prueban la premeditación del golpe.
Gutiérrez también llegó temprano al Frente Renovador. Como reveló en su momento la nacion, ya en agosto de 2012, luego de abandonar la presidencia del bloque de diputados denarvaístas, Gutiérrez recorría la quinta sección electoral junto con Fernando y Sebastián Galmarini, suegro y cuñado de Massa, en reuniones donde se hablaba de la candidatura presidencial que el tigrense niega en público.
«Fue el primer legislador que me apoyó cuando ni siquiera estábamos armando», dice Massa, que impuso el nombre del abogado por sobre la feroz interna que se desató en el Frente Renovador para ocupar la vicepresidencia de la Cámara de Diputados. «Es estudioso, de bajo perfil, capaz de laburar hasta las 6 de la mañana y a las 8 arrancar de nuevo», destaca Massa que, no obstante, le reprocha que no recomponga su relación con el ex senador provincial Alfredo «Tati» Meckievi, también de Dolores.
En 2003, Gutiérrez fue secretario de Justicia bonaerense en el ministerio que encabezó Meckievi en la gestión de Felipe Solá. Había sido interventor en Dolores de la policía bonaerense, cargo al que renunció en 1998 porque decidió cruzar de orilla y defender a una víctima del gatillo fácil.
Gutiérrez explica que «el 80 por ciento» de sus clientes «fueron víctimas». «Conozco los tribunales y la realidad de las cárceles, no como quienes escribieron este anteproyecto, que no salieron de la Capital Federal», se envalentona.
«Decía que el Código de Zaffaroni es hipócrita porque descree de que la pena tenga función alguna, pese a que nuestra Constitución nos exige tener penas destinadas a resociabilizar al condenado», sostiene Gutiérrez. «Al bajar penas y eliminar la reincidencia, alrededor de 17.000 delincuentes encarcelados podrán ampararse en el nuevo Código y pedir que se revise su sentencia. En forma paralela, recusarán a los tribunales que los juzgaron y presentarán hábeas corpus para esperar el resultado en libertad. Los tribunales, que hoy hacen esperar 4 años a una víctima para llegar a un juicio oral, recibirán miles de nuevos expedientes y colapsarán por completo», advierte.
De yapa, alerta sobre un aspecto silenciado del debate: «Este Código es garantía de impunidad para todos los delitos de los funcionarios contra la administración pública. Salvo el peculado, todos los delitos son excarcelables. Van a robar la mitad del país y no van a conocer la cárcel».
Diputado provincial, analizó el anteproyecto junto a otros expertos y asesoró al líder del FR 10.03.2014 | Publicado en edición impresa
«El proyecto de Código Penal es el bebe de Zaffaroni. Es su ego, su retiro con gloria, su camino al bronce. Pero hay un problema: el Código de Zaffaroni es hipócrita.» El que habla es el diputado bonaerense Ramiro Gutiérrez, principal guionista de las críticas que Sergio Massa lanzó esta semana contra la reforma que acuna el kirchnerismo y que, hace 24 años, iniciaba su carrera académica como ayudante de cátedra en la UBA del juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni.
Según Gutiérrez, «hay dos Zaffaroni: está el Zaffaroni de los 80, que escribió un tratado de cinco tomos inspirado en la doctrina alemana de Hans Welzel, que proponía una fórmula rigurosa para que los jueces fijen la condena, y está el de 2001, que tuvo una crisis de sinceridad y se volvió agnóstico de la pena, que se inspiró en Michel Foucault y el garantismo de Luigi Ferrajoli para convencerse de que la pena es un ejercicio irracional del Estado hacia el delincuente, la simple imposición del dolor».
Este abogado ve al segundo Zaffaroni en la letra del anteproyecto que Massa salió a denunciar por, entre otros temas, eliminar la reincidencia como agravante y bajar las penas para delitos como el narcotráfico o la trata de personas. Pero antes de que el ex intendente mostrara su olfato político para fijar la agenda, Gutiérrez; la diputada Graciela Camaño; el senador provincial Jorge D’Onofrio; el rector de la Universidad de Lomas de Zamora, Diego Molea, y el secretario de Seguridad de Tigre, Diego Santillán, desmenuzaron el anteproyecto.
Nadie quiere revelar quién «les acercó» el borrador, pero los 50 apuntes sobre el escritorio de Gutiérrez, con cuadros, tablas y anotaciones que analizan por secciones el anteproyecto, prueban la premeditación del golpe.
Gutiérrez también llegó temprano al Frente Renovador. Como reveló en su momento la nacion, ya en agosto de 2012, luego de abandonar la presidencia del bloque de diputados denarvaístas, Gutiérrez recorría la quinta sección electoral junto con Fernando y Sebastián Galmarini, suegro y cuñado de Massa, en reuniones donde se hablaba de la candidatura presidencial que el tigrense niega en público.
«Fue el primer legislador que me apoyó cuando ni siquiera estábamos armando», dice Massa, que impuso el nombre del abogado por sobre la feroz interna que se desató en el Frente Renovador para ocupar la vicepresidencia de la Cámara de Diputados. «Es estudioso, de bajo perfil, capaz de laburar hasta las 6 de la mañana y a las 8 arrancar de nuevo», destaca Massa que, no obstante, le reprocha que no recomponga su relación con el ex senador provincial Alfredo «Tati» Meckievi, también de Dolores.
En 2003, Gutiérrez fue secretario de Justicia bonaerense en el ministerio que encabezó Meckievi en la gestión de Felipe Solá. Había sido interventor en Dolores de la policía bonaerense, cargo al que renunció en 1998 porque decidió cruzar de orilla y defender a una víctima del gatillo fácil.
Gutiérrez explica que «el 80 por ciento» de sus clientes «fueron víctimas». «Conozco los tribunales y la realidad de las cárceles, no como quienes escribieron este anteproyecto, que no salieron de la Capital Federal», se envalentona.
«Decía que el Código de Zaffaroni es hipócrita porque descree de que la pena tenga función alguna, pese a que nuestra Constitución nos exige tener penas destinadas a resociabilizar al condenado», sostiene Gutiérrez. «Al bajar penas y eliminar la reincidencia, alrededor de 17.000 delincuentes encarcelados podrán ampararse en el nuevo Código y pedir que se revise su sentencia. En forma paralela, recusarán a los tribunales que los juzgaron y presentarán hábeas corpus para esperar el resultado en libertad. Los tribunales, que hoy hacen esperar 4 años a una víctima para llegar a un juicio oral, recibirán miles de nuevos expedientes y colapsarán por completo», advierte.
De yapa, alerta sobre un aspecto silenciado del debate: «Este Código es garantía de impunidad para todos los delitos de los funcionarios contra la administración pública. Salvo el peculado, todos los delitos son excarcelables. Van a robar la mitad del país y no van a conocer la cárcel».