El ministro marxista

La madre del ministro, Nora Lía Barenstein, es psicóloga. Su padre, Daniel Luis Kicillof, era un prestigioso psiquiatra que se suicidó el veinte de septiembre de 1994 cuando su hijo estaba a punto de recibirse de economista. Nicolás, el hermano dos años mayor, es licenciado en Ciencias de la Computación, recibió el Premio Microsoft a la Innovación de Excelencia en 2003 y ahora trabaja en Estados Unidos. Irene, un año y medio menor, se graduó en Psicología. Todos egresaron de la universidad pública con honores.
—Nicolás jugaba más a la ironía, al humor negro, era “el hermano mayor”. En cambio, Axel siempre fue más “campanita”, efervescente, creativo, inteligente, siempre tuvo ese look “decontracté”, nada ilustrado, igual que ahora, con esas mochilas medio roídas, los rulitos revueltos: un desacartonado. Desaliento cualquier asociación con el típico estudioso ratón de biblioteca.
La división estaba partida en dos; ellos pertenecían al grupo de los politizados. Se juntaban en la Cinemateca de la Sociedad Hebraica para ver cine —en condiciones bastante precarias y en donde nunca faltaba la proyección de La naranja mecánica —, o tomaban el tren y recalaban en la casona de un compañero que vivía en Olivos, un barrio alejado del centro con una costanera bañada por el Río de la Plata. Allí leían a Alejo Carpentier, Jorge Amado, Julio Cortázar, ciencia ficción. Si al día siguiente las clases estaban suspendidas —algo que en ese tiempo de conflictos y primavera democrática ocurría bastante seguido— avisaban a sus padres y se quedaban a dormir una, dos, tres noches.
La caída del sol ha dejado al living sin la claridad natural que entraba por la ventana y Gisela pregunta si hace falta prender la luz. Es de las que creen que una lámpara encendida sólo trae más calor. La señora que ayuda en la casa saluda desde lejos; va a sacar las bolsas de la basura, dice. Gisela habla del subsuelo del Colegio Nacional de Buenos Aires y de las historias del miedo que los más grandes se encargaban de contar a los novatos. Escaleras abajo se accedía a un pasillo donde una hilera de puertas simétricas permanecía invariablemente cerrada. Allí, les decían, se interrogaba a los alumnos y profesores durante la dictadura. Ellos hicieron algún truco con las combinaciones de las llaves y lograron entrar y confirmar que sólo quedaban el olor de los muebles viejos y bártulos que ya no se usaban.
—Había en Axel algo lúdico muy marcado. Era un tipo que no tenía problemas con “perder” el tiempo. Aunque aquella vez, fue más que un juego. Necesitábamos sacarnos de encima la oscuridad de ese lugar.
Después de aquel encuentro casual que tuvieron cuando comenzaban sus carreras universitarias, Gisela dejó de verlo. Sólo le escribió al enterarse de la muerte de su padre. Volvieron a acercarse hace cuatro años, cuando sus excompañeros le encargaron a ella que organizara la reunión por el vigésimo aniversario de egresados. El día en que le escribió para invitarlo, Axel Kicillof recién se sumaba a las filas del kirchnerismo como gerente financiero de la reestatizada Aerolíneas Argentinas.
“ Dueño de una gestualidad arrogante, practicante de un cinismo filoso, Kicillof se mostraba impermeable a los argumentos del otro”, escribe Mauro Vello en el artículo “La motivación de las ideas”, publicado por el diario oficialista Miradas al Sur , a días de la asunción del ministro. Como presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas, Vello fue, a mediados de los noventa, el gran contrincante de Axel Kicillof en la cruzada que el actual ministro dirigió desde su agrupación independiente Tontos pero No Tanto (TNT) en contra “de una reforma curricular trascendental para la carrera. Era imposible disuadirlo de que el proyecto no era una confabulación del neoliberalismo para terminar con la multiplicidad de enfoques y corrientes de pensamiento económico. No lo era”. Kicillof agitó las aguas, convenció a los alumnos de que la reforma curricular sí era una confabulación del neoliberalismo, y consiguió detenerla. El Dr. Pablo Levín, titular de las cátedras Economía Marxista e Historia del Pensamiento Económico i y ii, recordó ese momento en su libro El Capital Tecnológico (Edit. Catálogos, 1997), merecedor del Premio Nacional de Economía. “Dedico el libro a los alumnos de Economía Política, en particular a los participantes de las históricas Asambleas de 1995 que, al debatir el programa de estudio, descubrieron que la ciencia es potencia emancipadora”. Economía Política fue el nombre que tuvo la carrera hasta 1976; ese año, la dictadura decidió suprimir la palabra “política”.
Es diciembre, temprano en la mañana, los teléfonos suenan, pero Mauro Vello hace una pausa y deja por un rato las finanzas de la compañía discográfica en donde trabaja desde hace casi nueve años. Abandonó la actividad política, pero sigue de cerca los pasos de sus ex compañeros de Franja Morada, la agrupación afín al Partido Radical que ha gobernado la facultad casi ininterrumpidamente desde 1983.

2 comentarios en «El ministro marxista»

  1. encima de Marxista mal economista..?
    que hace ahora haciendo politicas de ajuste ??
    porque no aumenta keynesianamente el gasto publico un 50 % para reactivar la economia ?
    no ve que estamos estancados y no se genera empleo ?
    las inflacion es cada vez mas alta..
    la devaluacion de enero ya se la comieron los precios.
    la inflacion del 2014 no va a vajar del 60 %.. (5 mensual x 12 meses),
    acelerandose hacia fin de anio

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