Niegan a un niño un fármaco no aprobado que podría salvarle la vida

Josh Hardy tiene solo siete años y ha sobrevivido a cuatro recidivas de cáncer de riñón. Fue diagnosticado por primera vez cuando tenía nueve meses y ahora se enfrenta a una infección viral, potencialmente mortal, que le ha provocado que sus riñones y su corazón fallen, tras someterse a un trasplante de médula en noviembre de 2013.
Lo único que podría salvarle, según han explicado sus médicos del hospital St. Jude Children´s Research de Tennessee, es un medicamento experimental fabricado por una pequeña empresa, Chimerix, asentada en Carolina del Norte. La compañía ha denegado a la familia el acceso a este fármaco (brincidofovir).
El hospital lo recomendó para Josh tras obtener muy buenos resultados en un estudio que realizaron con niños y que acababa con el adenovirus en dos semanas. Tras la decisión, los médicos han mandado varias solicitudes a la compañía para que cambien de opinión. “El medicamento, un antiviral, puede combatir la infección que padece el niño», explicaron en un comunicado.
El caso ilustra los problemas éticos, médicos y financieros que suscitan en EE UU las medicinas que no han sido aprobadas aún por la Agencia del Control de Alimentos y Medicamentos del país (FDA, en sus siglas en inglés) , pero que se han empezado a evaluar.
A pesar de ello la FDA permite que las compañías faciliten estos medicamentos a los enfermos en determinadas circunstancias. Exactamente, cuando alguien padece una enfermedad que pone en riesgo su vida y ya se han probado todos los tratamientos posibles y estos han fallado. En estos casos los pacientes pueden solicitar un medicamento experimental a la compañía que lo fabrica, siempre que la FDA lo esté estudiando. Algunas empresas dicen que sí, en 2013 ocurrió en 974 casos, según informa la CNN, y en otras, dicen que no, como en el caso de Josh.
El presidente de Chimerix, Kenneth Moch, explicó que no podían decir que sí a Josh “porque tendrían que hacer lo propio con muchos otros” y se gastarían muchos recursos que impedirían completar el estudio necesario para conseguir la aprobación de la FDA, y “así ayudar a muchos pacientes en un futuro”. “Entendemos por lo que está pasando la familia. Pero esto no solo afecta a un solo niño”, explicó Moch. “Cada caso nos cuesta unos 50.000 dólares de nuestro bolsillo, porque las aseguradoras no cubren los medicamentos experimentales”, añadió.
Para recibir el medicamento la compañía exige que los sujetos se hayan sometido al producto en ensayos clínicos, incluidos los bebés que padecen el virus del herpes simple -agente infeccioso común de piel, de los genitales y de la mucosa oral y faríngea en humanos-. Josh no cumple ninguno de estos criterios, sostuvo. La compañía habría ayudado en el pasado a 451 pacientes, pero dejaron de hacerlo. Según la cadena Fox, la empresa habría recibido unos 72 millones de dólares para desarrollar el fármaco.
Tras la constante negativa de Chimerix, los padres del niño, Todd y Aimée, comenzaron el pasado jueves varias campañas de presión en las redes sociales y distintas cadenas de televisión, en la confianza de que la farmacéutica cambie de opinión. En Twitter se ha creado el hashtag #savejosh, para conseguir este objetivo.
Además, miles de personas se han puesto en contacto con la farmacéutica suplicando que modifiquen su criterio con respecto a Josh, según explicó Moch, en un comunicado. “Los doctores nos han dicho que el medicamento puede curar y salvar a nuestro hijo”, reiteró el padre de Josh en varios medios.
Este martes una organización de caridad ha ofrecido pagar el tratamiento de Josh pero la compañía sigue negándose a facilitársela.
Entre los que están a favor de la opinión de la compañía aseguran que a pesar de la simpatía que despierta la familia, y que tienen derecho a defender los intereses y el bienestar de su pequeño, la compañía, que es pequeña y cuenta con unos 45 empleados, tiene limitados recursos e inversores, “y podría ralentizar el proceso de aprobación”. Mientras que el padre, al igual que los que apoyan a Josh, reitera que está convencido de que el medicamento le ayudaría. “Mi hijo podría alimentarse con lo que necesitara; andar por sí mismo, y salir del hospital”.

Acerca de Napule

es Antonio Cicioni, politólogo y agnotólogo, hincha de Platense y adicto en recuperación a la pizza porteña.

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