Este gobierno se propone consolidar un capitalismo más racional e inclusivo. Estos objetivos son rechazados por los sectores más poderosos y este rechazo deja al desnudo la estructura de poder que nos ha condenado al estancamiento económico, las crisis políticas y el canibalismo social durante más de medio siglo. Lo que está en discusión hoy día es el control monopólico de resortes clave del poder precios, divisas e información que tienen un impacto brutal sobre la vida de la nación. En este contexto, explicar la coyuntura actual desde la perspectiva de la financiarización es decir, de una nueva fase de acumulación del capital caracterizada por la hegemonía de las finanzas sobre la producción conduce a políticas equivocadas. Esta mirada torna invisible lo central a la ecuación capitalista: las formas de producción del excedente económico. Confunde además las formas de producción con los mecanismos de apropiación y distribución tanto del excedente como de la riqueza acumulada. Si bien los grupos e instituciones financieros son canales indispensables para la circulación de la especulación financiera, no son los únicos. Hoy día no hay separación entre el capital financiero y el capital productivo. Constituyen una entidad única donde lo decisivo, en términos de la generación del excedente, es la reproducción de cadenas de valor global que integran el proceso productivo a nivel mundial y lo desintegran a nivel local como nunca antes ocurrió en el mundo capitalista. De ahí el rol cada vez más importante de las grandes empresas transnacionales, tanto en el comercio exterior informal como en la especulación financiera. Por otra parte, la historia nos enseña que, si bien esta última adquiere gran relevancia en los momentos de crisis del ciclo capitalista, los factores determinantes de las crisis se encuentran en última instancia a nivel del proceso productivo global. Necesitamos entonces mirar más de cerca nuestro sistema productivo y sus actores sociales para poder determinar de dónde venimos y hacia dónde vamos. En este sentido, el conocimiento del modo en que nos integramos a la división internacional del trabajo y a las cadenas de valor global, y el impacto que esto tiene sobre la producción, el mercado interno, el mercado de trabajo y las empresas, es de fundamental importancia. Si hacemos este análisis, no podremos seguir eludiendo el fenómeno de la dependencia tecnológica y su impacto sobre la concentración del capital, las empresas nacionales y la fragmentación del mercado de trabajo. Este es el dilema central que enfrentamos. Resolverlo implica, entre otras cosas, fortalecer el rol del Estado no sólo en su capacidad para regular la producción, la apropiación y la distribución del excedente, sino también en su capacidad empresaria.
El momento actual adquiere particular significación porque revela la conexión entre el sistema productivo y la especulación a nivel financiero y comercial. Revela que, tal como han sido otorgados hasta ahora, los subsidios a la industria, al mercado interno y a las exportaciones industriales garantizan grandes ganancias empresarias, pero no bastan para impulsar un capitalismo más racional, o para lograr una inclusión social sostenible. Mientras los sectores estratégicos de la industria sean controlados en forma monopólica u oligopólica, el futuro industrial quedará cautivo de la lógica de un capitalismo transnacional que controla decisiones, tecnología y segmentos cruciales de cadenas de valor global en las que nuestras industrias se encuentran integradas de manera poco sofisticada y son fácilmente sustituibles. En tanto no se cuestione un modelo de negocios agrario centrado en la necesidad creciente de importaciones de un paquete tecnológico, cuyos proveedores son unas pocas empresas multinacionales que controlan sectores clave del sistema agroalimentario a nivel global, el campo también reproducirá la dependencia tecnológica. Mientras el comercio exterior, el acopio, la distribución y el comercio interior estén dominados por el capital monopólico y oligopólico, la dependencia tecnológica terminará encarnándose en el saqueo del bolsillo de los consumidores.
A diferencia de otros momentos de nuestra historia, hoy se ha hecho explícito no sólo el accionar del capital monopólico, y su impacto sobre la vida entera del país, sino también cómo hay que hacer para frenar este embate. En efecto, la corrida y la dolarización de precios se intensificaron a partir de la ruptura de un acuerdo pactado en diciembre entre el Gobierno y los grandes exportadores de cereales. Según el mismo, estos últimos liquidarían las divisas que retenían del remanente de la cosecha de 2013 a cambio de Letras del Tesoro a un interés del 3,65 por ciento más el diferencial entre la devaluación del peso ese día y el 30 de junio de 2014. La ruptura de este acuerdo y la persistente retención de parte de la cosecha de cereales de 2013 por parte de los grandes productores agropecuarios y centros de acopio intensificaron la escasez de divisas para hacer frente al fenómeno de la restricción externa e incentivó la corrida cambiaria. El intento oficial de cerrar la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo con ajustes diarios y previsibles incentivó la corrida y la sangría de las reservas del Banco Central. Asimismo, la inmediata dolarización de los precios a nivel de la producción puso en jaque a la política de Precios Cuidados. Estos procesos llevaron a una gran devaluación el 23 de enero, seguida por una flexibilización relativa del control de la venta de divisas a los pequeños ahorristas. Esta medida permitió aislar al chiquitaje de los grandes operadores en el mercado de cambios.
La gran devaluación no logró revertir la situación, y la corrida y la dolarización continuaron imparables. Sólo a fines de la primera semana de febrero, la situación empezó a cambiar. ¿Qué es lo que permitió este cambio? En un contexto de crecientes demandas de control del comercio exterior, y de una velada amenaza oficial de considerar esa posibilidad, el 29 de enero, la Comisión Nacional de Valores obligó a las entidades financieras a informar diariamente todas las transacciones en el Mercado de Valores. El Gobierno adquiría así una radiografía de los actores y montos involucrados en las transacciones diarias operadas en contado con liqui, mecanismo que por ese entonces era central a la corrida y a la fuga de divisas. Ese mismo día, CFK denunciaba las maniobras especulativas de los bancos, grupos económicos, importadores y exportadores. Al día siguiente, el Gobierno anunciaba una investigación de estos grupos, sospechados de especular con divisas por un valor de seis mil millones de dólares. Tres días después, CFK denunciaba por cadena nacional a los grandes empresarios por la dolarización indiscriminada y convocaba a la militancia y a la población a movilizarse activamente para controlar los precios. Paralelamente, el Banco Central elevaba las tasas de interés y obligaba a los bancos a inundar el mercado cambiario con dólares, al fijar un tope del 30 por ciento a los activos líquidos en moneda extranjera. Estimados en 10 mil millones de dólares, éstos superaban en todos los casos el 50 por ciento de los activos líquidos de los bancos, llegando en algunos casos a representar el 150 por ciento. Si bien el 30 de abril era la fecha límite para pesificar activos, el efecto sobre el mercado de cambios y sobre los exportadores fue inmediato. Ese mismo día, estos últimos se comprometieron a liquidar divisas por 2 mil millones de dólares antes del fin de febrero. A partir de entonces, la corrida se atenuó y el centro de la pelea gira ahora en torno de la dolarización de los precios. El control más amplio y estricto de la formación de precios en las cadenas de valor, incluyendo a productores y proveedores, y el aumento de las sanciones por incumplimiento del acuerdo de precios son pasos importantes que deberán ser profundizados para que la política de Precios Cuidados sea eficiente.
Los hechos han puesto en evidencia a los que hacen la corrida cambiaria, a los que dolarizan, y la conexión entre ambos fenómenos. Los intereses que se persiguen, los mecanismos que se utilizan y la forma en que la corrida cambiaria se convierte en remarcación de precios han salido a la luz del día. Trascendiendo el limbo oscuro e intangible del dólar blue, del contado con liqui y del dólar Bolsa, la corrida es dolarización y se encarna en ámbitos concretos: las empresas, las cadenas de valor y los barrios. Se ha demostrado que si un gobierno transparenta lo que está ocurriendo, usa con decisión los resortes que el Estado tiene y legitima este uso, convocando a la movilización popular en defensa de un interés común, puede frenar el embate de los intereses monopólicos. Sin embargo, esta ofensiva no ha concluido. De ahí la importancia de profundizar la movilización organizada de la población en torno de objetivos que afectan la vida del conjunto, y de hacer valer toda la fuerza del Estado en defensa de los trabajadores, de los consumidores y de los que siguen excluidos.
* Socióloga.
Me parece un buen análisis el que hace Mónica P. Ramos. Particularmente importante es la movilización popular para tratar de frenar la dolarización de los aumentos de precios.
Este texto podía haber sido escrito hace 10 años, hace 20 años, hace 30 años, hace 40 años…
¿Nada cambió?
¿Qué significó la «Década Ganada» si nuestra burguesía nacional no cambió ni un ápice?
Aunque los primeros años parecía que había cambiado y por eso la «inclusión» del «modelo».
¿Qué le pasó a nuestra «burguesía nacional»?
¿Tres tipos malvados que son buenos en otros países, nos hacen volar por los aires?
¿No había vuelto la política de la mano de los genios de la «matriz productiva»
¿O este es el enésimo buzón que nos quieren vender?, (y que compramos con gusto, igualito que al menemismo).
Verdadero nudo gordiano, nacional y popular.
Demasiado largo y técnico para ser texto de una socióloga.
Se ve que hay que cumplir con el cupo de verborrea.
Entonces seremos solidarios y ayudaremos a razonar a la piba Peralta Ramos:
1) ¿Capital monopólico? El Estado controla el 40% del PBI, como nunca en la Historia Nacional.
2) Los grandes capitalistas y exportadores cerealeros NO son los que pagan las retenciones, estando estas últimas a cargo de los productores. Ganen o pierdan.
3) ¿Tener que devaluar? ¡Nunca devaluó, querida Mónica!
4) ¿Qué es el “capitalismo racional”? ¿El de todos los países menos el de Argentina y Venezuela? ¿Nuestros capitalistas vernáculos se intoxicaron de “inclusión”, y llegó la hora de la catarsis?
5) Mercado “polarizado por el trabajo esclavo” ¿En dónde? ¿en Carrefour? ¿en Coto? ¿Las cajeras duermen al lado del posnet?
6) ¿Cuándo apareció el “canibalismo social”. Parecía cosa del pasado hace apenas un par de añitos.
Casualmente cuando empezaron a mentir con el Indec y a darle a la maquinita.
7) ¿Excedente económico? Se llama “Plusvalía”, estimada Mónica. Aunque suene anacrónico. ¡Marx redivivo!
8) ¿Capital productivo es igual al capital financiero? ¡Qué bolú que soy: pago el 45% anual a mi banco favorito, y encima no consigo insumos porque “no entran”!
9) ¿Cadena de valor? ¿Le cambiaste el nombre a la muy Capitaníchtica “Matriz Insumo – Producto? ¿Podrías calcular la cadena de valor de YPF?
¿O la matriz insumo – producto de Ciccone?
10) ¿Crisis del ciclo capitalista? ¿Qué tan mal les va a todos en relación a nosotros?
11) ¿División internacional del trabajo? ¿En qué década te quedaste? ¡Tenemos la eficiencia económica del suelo de las más grandes del mundo, con precios récord jamás imaginada por la “doctrina Prebisch”!
Podríamos ser productores primarios de aquí a la eternidad, (digo: siempre que los chanchos chinos coman soja, obvio.)
12) “…fortalecer el rol del Estado no sólo en su capacidad para regular la producción, la apropiación y la distribución del excedente, sino también en su capacidad empresaria”.
¡Capacidad empresaria del Estado, ese que pinta de violeta (o deja pintar) los amortiguadores hidráulicos de la estación Once! Para que estén bien trabados en el momento fatal.
¡El mejor chiste del año!
13) “Dependencia tecnológica”. Obvio, querida Mónica. Es lo que más nos gusta: comprar chiches baratos con la inteligencia del Imperio y la mano de obra China (cuyos obreros ya comen proteína animal, gracias a nuestra soja).
14) ¡Y recién ahora venimos a darnos cuenta de que nos cuesta lograr una inclusión social sostenible!
El suscripto, que de sociólogo no tiene nada, lo viene diciendo aquí mismo desde hace 5 largos años, caramba… Por suerte siempre hay algún culpable ajeno al gobierno nac & pop a quien espetar las justas broncas…
15) “Saqueo del bolsillo de los consumidores”. Veamos: 21% de IVA, 35% ganancias para los pobres laburantes «ricos» que no pueden zafar.
Impuesto al cheque “por única vez”.
Retenciones mayores que la de la “125”.
Y el peor de todos y el más perverso: ¡El impuesto inflacionario!
16) ¿Devaluación? ¿Otra vez la palabreja? ¿De qué devaluación me hablás? ¡Nada de eso hubo, querida! (Ya lo dijo el Jefe de Gabinete de Ministros, con toda firmeza y convicción).
17) ¡Precios Cuidados! ¿No alcanzaron los patriotas de La Cámpora que ahora hay que pedir ayuda al pobre consumidor? ¿No se le podría retribuir a ese infeliz “redistribuyendole” algún impuestito supérstite?
18) ¿Comisión de Valores? El 85% de las empresas no tienen ni idea de lo que eso significa…
19) Me cansaste, Mónica. Juro que estoy agotado…
la burguesia con sentido nacional aun no la hemos logrado.Es una cuestion de mentalidad y el asunto tiene que ver con lo que acaba de sostener el presidente de YPF:LA DESICION DE SER INDEPENDIENTES.