Las autoridades de Monsanto, que desarrolló las semillas transgénicas adoptadas por Argentina hace casi dos décadas, advirtieron en Expoagro que el conflicto que mantienen con grupos ambientalistas que impiden la construcción de una nueva planta de maíz en Córdoba no afecta solo a esa empresa.
“Es una amenaza para todo el modelo productivo”, sostuvo Pablo Vaquero, su vicepresidente.
“Hoy vienen contra Monsanto, pero es una excusa para atacar a todo el sector”, alertó el ejecutivo. En los pasillos de la muestra había bastante preocupación por la ofensiva de grupos que deploran aspectos del paquete agrícola aplicado en el país. El rumor era que otras empresas, como Pioneer y Syngenta, habían detenido inversiones semejantes a la de Monsanto a la espera de ver qué sucede con este caso. La ofensiva ambientalista también llegó a firmas como Bio4, una fábrica de bioetanol de Río Cuarto.
Vaquero precisó que Monsanto ya invirtió en la localidad de Malvinas Argentinas unos 40 de los 300 millones de dólares que demandará su nueva planta de maíz. El emprendimiento se vio paralizado por un “acampe” de grupos que se oponen a la obra, alegando que será contaminante. El conflicto llegó tan lejos que se decidió enviar a la Legislatura un proyecto de ley ambiental con requerimientos más rigurosos. En este contexto, Monsanto presentará un estudio de impacto ambiental y enfrentará una audiencia pública. Vaquero lamentó no haber tenido chance de conciliar posiciones con los grupos que traban la obra. No los definió como “ambientalistas” sino como “grupos extremistas”.
Matías Longoni