Montados a la especulación de una segunda ola devaluatoria, algunos bancos eludieron la obligación de liquidar sus contratos a término en divisas. Los ocultaban transfiriéndolos a sociedades de Bolsa vinculadas.
El Banco Central ajustó los controles sobre las tenencias de activos en divisas por parte de las entidades bancarias, tras detectar que en varios casos habían ocultado sus posiciones en contratos de dólar futuro, transfiriéndolos a sociedades vinculadas para no declararlos como propios. Mediante esta maniobra, algunos bancos habían tratado de burlar la norma dictada por el Banco Central el 4 de febrero estableciendo un límite a los activos en dólares que podían mantener en cartera. La nueva disposición no tendrá un reflejo inmediato en la plaza cambiaria, pero desinflaría algunas expectativas de una nueva ola devaluatoria que empezaba a pretender instalarse en el mercado. Ya en la jornada de ayer, la tasa implícita en el mercado de dólar futuro (diferencial de precios entre el dólar a tres o seis meses y el dólar actual) cayó de casi el 30 a cerca del 25 por ciento anual.
La comunicación del BCRA del día de ayer establece que las operaciones de venta a término concertadas con contrapartes vinculadas con la entidad deberán computarse como equivalentes a un activo propio, a fin de poder definir la posición global neta en moneda extranjera. Además, les da plazo a los bancos hasta el próximo viernes para que informen al Central sobre dichas operaciones.
La información requerida se refiere, fundamentalmente, a las transferencias de los contratos a futuro que los bancos realizaron, durante el mes de febrero, a sociedades de Bolsa vinculadas. Al no presentar un balance consolidado (sumando los activos propios a los registrados como pertenecientes a las sociedades vinculadas), dicho cambio de manos aparecía como una disminución de las tenencias de activos en divisas, permitiéndole al banco titular cumplir con los límites que restableció el Banco Central por una norma del 4 de febrero.
Esta última norma dispuso que los bancos no podrán tener activos en divisas en cartera en una proporción que supere el 30 por ciento de su posición patrimonial, en posiciones líquidas y bonos que cotizan en divisas, ni mayor al 10 por ciento en el caso de activos en divisas a futuro. Para la obligación referida a los activos a futuro, el BCRA impuso como fecha límite de adecuación el 28 de febrero; para los otros, el 31 de mayo.
El propósito de la medida era obligar a los bancos a desprenderse de las posiciones en dólares en exceso, que funcionaban como una presión de demanda especulativa sobre el mercado cambiario y, por lo tanto, generando expectativas devaluacionistas. Con la liquidación de los activos presentes en divisas de los bancos, desaparecieron las tensiones cambiarias en la plaza. Lo mismo ocurrió, en las primeras semanas, con las posiciones a futuro, pero hacia fines de febrero se restableció cierta tensión en este segmento del mercado y una elevación de los precios para la segunda mitad del año, elevando en consecuencia la tasa implícita o premio para dichas ventas a término.
El seguimiento de la evolución de estas operaciones, por parte del Banco Central, permitió detectar que, otra vez, eran los bancos los que se encontraban detrás de este nuevo impulso especulativo. En vez de liquidar la totalidad de sus posiciones en dólares a futuro, varios bancos que tienen sociedades de Bolsa vinculadas hicieron uso de una maniobra de ocultamiento de activos, transfiriéndoles a las últimas dichas tenencias, pero sin declararlas como activos consolidados. Así, considerándolas contablemente como activos de terceros, eludían el límite establecido por el Banco Central para los activos dolarizados a futuro, pero sin perder el control.
Según explican fuentes de la autoridad monetaria, la norma dictada ayer no supone aumentar las restricciones vigentes, sino establecer una mayor equidad en el cumplimiento de la norma, entre los bancos que se adecuaron al límite del 10 por ciento vendiendo los contratos a futuro, y los que lo eludieron, derivándolos a una sociedad vinculada. Tal como ocurrió en los meses previos a la corrección cambiaria de enero, varias entidades financieras apostaron fuerte por una devaluación, pero en una proporción muy superior a la que finalmente dispuso la autoridad monetaria. Sin resignarse a haber perdido la apuesta, a través de la señalada maniobra de ocultamiento vuelven a jugar a favor de una nueva crisis cambiaria. Acompañados, además, por consultoras privadas que lanzan proyecciones de una segunda ola devaluatoria, como lo hizo Finsoport, de Jorge Todesca, en un informe conocido ayer.
El Banco Central ajustó los controles sobre las tenencias de activos en divisas por parte de las entidades bancarias, tras detectar que en varios casos habían ocultado sus posiciones en contratos de dólar futuro, transfiriéndolos a sociedades vinculadas para no declararlos como propios. Mediante esta maniobra, algunos bancos habían tratado de burlar la norma dictada por el Banco Central el 4 de febrero estableciendo un límite a los activos en dólares que podían mantener en cartera. La nueva disposición no tendrá un reflejo inmediato en la plaza cambiaria, pero desinflaría algunas expectativas de una nueva ola devaluatoria que empezaba a pretender instalarse en el mercado. Ya en la jornada de ayer, la tasa implícita en el mercado de dólar futuro (diferencial de precios entre el dólar a tres o seis meses y el dólar actual) cayó de casi el 30 a cerca del 25 por ciento anual.
La comunicación del BCRA del día de ayer establece que las operaciones de venta a término concertadas con contrapartes vinculadas con la entidad deberán computarse como equivalentes a un activo propio, a fin de poder definir la posición global neta en moneda extranjera. Además, les da plazo a los bancos hasta el próximo viernes para que informen al Central sobre dichas operaciones.
La información requerida se refiere, fundamentalmente, a las transferencias de los contratos a futuro que los bancos realizaron, durante el mes de febrero, a sociedades de Bolsa vinculadas. Al no presentar un balance consolidado (sumando los activos propios a los registrados como pertenecientes a las sociedades vinculadas), dicho cambio de manos aparecía como una disminución de las tenencias de activos en divisas, permitiéndole al banco titular cumplir con los límites que restableció el Banco Central por una norma del 4 de febrero.
Esta última norma dispuso que los bancos no podrán tener activos en divisas en cartera en una proporción que supere el 30 por ciento de su posición patrimonial, en posiciones líquidas y bonos que cotizan en divisas, ni mayor al 10 por ciento en el caso de activos en divisas a futuro. Para la obligación referida a los activos a futuro, el BCRA impuso como fecha límite de adecuación el 28 de febrero; para los otros, el 31 de mayo.
El propósito de la medida era obligar a los bancos a desprenderse de las posiciones en dólares en exceso, que funcionaban como una presión de demanda especulativa sobre el mercado cambiario y, por lo tanto, generando expectativas devaluacionistas. Con la liquidación de los activos presentes en divisas de los bancos, desaparecieron las tensiones cambiarias en la plaza. Lo mismo ocurrió, en las primeras semanas, con las posiciones a futuro, pero hacia fines de febrero se restableció cierta tensión en este segmento del mercado y una elevación de los precios para la segunda mitad del año, elevando en consecuencia la tasa implícita o premio para dichas ventas a término.
El seguimiento de la evolución de estas operaciones, por parte del Banco Central, permitió detectar que, otra vez, eran los bancos los que se encontraban detrás de este nuevo impulso especulativo. En vez de liquidar la totalidad de sus posiciones en dólares a futuro, varios bancos que tienen sociedades de Bolsa vinculadas hicieron uso de una maniobra de ocultamiento de activos, transfiriéndoles a las últimas dichas tenencias, pero sin declararlas como activos consolidados. Así, considerándolas contablemente como activos de terceros, eludían el límite establecido por el Banco Central para los activos dolarizados a futuro, pero sin perder el control.
Según explican fuentes de la autoridad monetaria, la norma dictada ayer no supone aumentar las restricciones vigentes, sino establecer una mayor equidad en el cumplimiento de la norma, entre los bancos que se adecuaron al límite del 10 por ciento vendiendo los contratos a futuro, y los que lo eludieron, derivándolos a una sociedad vinculada. Tal como ocurrió en los meses previos a la corrección cambiaria de enero, varias entidades financieras apostaron fuerte por una devaluación, pero en una proporción muy superior a la que finalmente dispuso la autoridad monetaria. Sin resignarse a haber perdido la apuesta, a través de la señalada maniobra de ocultamiento vuelven a jugar a favor de una nueva crisis cambiaria. Acompañados, además, por consultoras privadas que lanzan proyecciones de una segunda ola devaluatoria, como lo hizo Finsoport, de Jorge Todesca, en un informe conocido ayer.