Convocan a las calles para celebrar una masiva manifestación contra el presidente Goulart que fue la antesala de su derrocamiento. «Dilma es comunista»: es casi la misma consigna que utilizaban contra el mandatario constitucional que murió en circunstancias que se investigan, en 1976. Participarán de la protesta militares retirados.
Grupos de la derecha brasileña, entre ellos militares retirados, convocaron para hoy a una marcha que reeditará una manifestación realizada en 1964, que preparó el terreno para el golpe militar que el 31 de marzo de ese mismo año derrocó al presidente João Goulart y dio inicio a una dictadura que se prolongó hasta 1985. La antesala del golpe fue la «Marcha de la Familia con Dios por la Sociedad», que se realizó el 19 de marzo de 1964 en San Pablo y congregó, según diversas fuentes, a unas 100 mil personas que exigían a las Fuerzas Armadas «detener el avance del comunismo».
La convocatoria para las marchas que hoy pretenden tomar las calles de decenas de ciudades del país fue lanzada por grupos de militares retirados y sectores de derecha que tildan de «comunista» al gobierno de Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), quien en su juventud estuvo vinculada a grupos que se alzaron en armas contra la dictadura; fue detenida; pasó más de dos años en prisión y fue víctima de torturas. La manifestación incluye un firme rechazo a la Comisión de la Verdad instalada por la presidenta para investigar violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura.
El ministro de Defensa, Celso Amorim, aseguró la semana pasada que «ningún militar activo participa de esa convocatoria» y garantizó el compromiso de las Fuerzas Armadas con la democracia. El supuesto avance del «comunismo» que esgrimen hoy esos grupos fue también la excusa para el golpe de 1964, que sumergió a Brasil durante 21 años en un clima de violenta represión y censura que dejó miles de muertos, unos 400 desaparecidos y llevó a millares al exilio.
Goulart había sido elegido vicepresidente en 1960, como compañero de fórmula de Janio Quadros, quien renunció a su mandato en agosto de 1961, empujado por la derecha local. Días antes, Quadros había recibido y condecorado a Ernesto «Che» Guevara, entonces ministro de Industria de Cuba y emblema de la revolución encabezada por Fidel Castro.
Tras asumir la presidencia, Goulart inquietó más a esos sectores, que rechazaban sus vínculos con China y Cuba, con el Partido Comunista y con el socialdemócrata Leonel Brizola, que era uno de sus padrinos políticos y también su cuñado. Goulart le imprimió a su gobierno un fuerte tinte progresista y se comprometió a promover un programa de «reformas de base», que en plena Guerra Fría alertaron a Estados Unidos y a los sectores más conservadores de Brasil. Goulart anunció esas reformas en un multitudinario acto en Río de Janeiro el 13 de marzo de 1964 que, según muchos analistas, dio pie a la reacción conservadora, que ya conspiraba contra el régimen democrático con los militares.
Documentos desclasificados revelaron que la Casa Blanca y el Pentágono alentaron el movimiento que finalmente derrocó a Goulart, quien murió en el exilio, en la ciudad argentina de Mercedes en 1976, oficialmente de un ataque cardíaco, aunque se investiga si fue envenenado en una operación que habría sido parte del Plan Cóndor, articulado por las dictaduras de la época en el Cono Sur.