En un reportaje exclusivo a la red RIPE, de la que participa El Cronista, el presidente de Colombia afirmó que si es reelecto el 26 de mayo su objetivo será cerrar el conflicto histórico con la guerrilla en su país. Además, se mostró a favor de un acercamiento entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur; de una integración energética regional y de reformas impositivas a la chilena para equilibrar la desigualdad social
La cita fue en Bogotá, el miércoles último en la sede del Club El Nogal, un edificio histórico y frecuentado por los habitantes del poder en Colombia, momentos antes de la celebración de los 60 años del diario La República. El presidente Juan Manuel Santos respondió las preguntas de los directores de RIPE (Red Iberoamericana de Periodismo Económico), representando a La República (Colombia), Diario Financiero (Chile), Valor Económico (Brasil), Diario Gestión (Perú), Cinco Días (Paraguay) y El Cronista (Argentina). Los acuerdos de paz con la guerrilla colombiana; la integración económica regional y el desafío de la desigualdad en los países de América Latina fueron los temas claves de la entrevista.
¿Cuál será el mayor desafío si llega a ser reelecto? El desafío mayor es ponerle fin a un conflicto que lleva desangrando este país desde hace 50 años y si lo logramos, mucho de lo que estamos haciendo se potencializa. Se calcula que acabar con el conflicto podría significar entre 1,5% y 2% de crecimiento adicional de por vida. Solamente en términos de crecimiento es muy importante. El crecimiento natural de 4,5%, eso nos subiría a 6%. Por otro lado, hay que acabar de ejecutar las obras de infraestructura más grandes de toda nuestra historia, las carreteras y autopistas que conectarán realmente el país. El cálculo de los expertos y economistas sobre el impacto de esas obras en el crecimiento del país, mientras están ejecutándose en 6 años, sería de 1,5%, pero a partir de ese momento el aumento en la productividad genera un aumento de 0,7% y 1%. Eso nos aumentaría a 7% el crecimiento sostenible, solo con esos dos desafíos. Por supuesto tenemos muchos problemas a resolver en lo social y en lo económico, pero diría que la paz es lo más importante.
¿Por qué no se logra la paz total en Colombia? No se había logrado porque no habían elegido a Juan Manuel Santos como presidente… (risas). Hablando en serio, los grupos guerrilleros que tenemos, que son muy viejos, las FARC y el ELN han encontrado en Colombia una fuente de financiación como es el narcotráfico. En la época en que los grupos guerrilleros se secaron porque no tuvieron la ayuda de la Unión Soviética o de la China, encontraron una financiación propia. La geografía colombiana es ideal para cualquier guerrilla. En cierta forma, esta gente siempre pensó que aquí podrían darse las condiciones para una insurrección. A partir de hace unos ocho años el país decidió confrontarlos de verdad militarmente y, poco a poco, fuimos debilitándolos hasta tal punto que por la vía armada no iban a llegar al poder. Pero no se negocia de un día para otro un acuerdo con ellos. Creo que las condiciones que yo encontré y que, modestia aparte, yo ayudé a crear porque fui Ministro de Defensa en los últimos cuatro años del gobierno pasado, me mostraron que las condiciones estaban dadas para el siguiente paso. Hemos avanzado como nunca antes.
¿Es más optimista ahora sobre un acuerdo? Soy más optimista que hace un año o dos años. Yo diría que sí, que hay voluntad, aunque es complejo y difícil. El proceso está lleno de contradicciones, algunas impuestas por nosotros mismos. En mi gobierno no se acepta un cese al fuego hasta que firmemos, eso tiene razones históricas, de conveniencia. Para mencionar dos: un cese al fuego siempre ha sido tomado por la guerrilla como un momento para tomar aliento y fortalecerse, para ellos sería un mundo ideal un cese al fuego dialogando y armados. El sentido para llegar acuerdos se diluye indefinidamente; Además, la ofensiva militar los hace pensar dos veces en dilatar estas conversaciones. Estamos en el camino correcto y espero que podamos llegar a esto que para Colombia sería un cambio de paradigma histórico.
¿Cómo impacta en la región la desaceleración de China y el crecimiento de EE.UU., que puede alejar a los inversores? China, lógicamente tiene un efecto en nuestro crecimiento porque afecta el precio de las materias primas que exportamos. China juega un papel muy importante en el crecimiento mundial, pero no tenemos una dependencia directa de lo que sucede allí. En cambio, el crecimiento de EE.UU. nos afecta directamente no porque tengamos una dependencia, pero sí una relación muy estrecha e importante. Tenemos un acuerdo de libre comercio que apenas empezamos a aprovechar y el efecto del retorno de los capitales de los emergentes a sus nidos tradicionales (Nueva York, Londres) no nos ha afectado. Fíjese que a nosotros se nos devaluó la moneda, pero en los últimos meses se ha revaluado, cosa que no nos gusta. Creeríamos que no nos queremos volver demasiado atractivos porque eso tiene sus costos, pero ahí el factor que sería preocupante sería el acceso a los mercados. En este año, en una sola emisión, nos financiamos totalmente lo que necesitábamos este año a un costo muy bajo. No tenemos dificultades de acceso a los mercados, las firmas calificadoras de riesgo nos han subido dos veces el puntaje y están apunto de subirnos una tercera en la medida en que logremos mantener nuestras variables fundamentales en finanzas públicas y deuda.
¿Qué futuro le ve a la Alianza del Pacífico, más allá de lo comercial? El Financial Times acaba de publicar una gran separata sobre la Alianza del Pacífico y dice que hoy es cómo la niña consentida del barrio y del mundo. De alguna manera eso es cierto. América Latina está con perspectivas de crecimiento un poco superiores al promedio mundial, pero en la AP ese promedio es más alto. Nosotros debemos fortalecernos entre los cuatro países (Colombia, Chile, Perú y México) para generar cadenas de producción que nos permiten ser más competitivos y actuar como la novena economía más grande del mundo frente a terceros. El potencial de crecimiento es enorme, aunque entre nosotros el comercio es pequeño.
Todavía hay mucho proteccionismo. ¿Cómo puede la Alianza, que nació para liberalizar el comercio, reflejarlo en la realidad? Nosotros bajamos 92% de los productos a cero arancel, eso no tiene precedentes. El 8% que queda ya tiene unos cronogramas acordados para llegar a 100% para la liberalización total. La sensibilidad de algunos países exigió estos tiempos, pero no son muy largos comparado con otros acuerdos. Simultáneamente estamos avanzando en integrarnos financieramente con el libre flujo de capitales, así como personas (en temas de visado y con títulos universitarios) y estamos dándole mucha participación y atendiendo mucho el clamor del sector privado, para que se le facilite encadenarse. Esto va a ayudar muchísimo para ir destrabando obstáculos que impiden una integración más profunda. Lo que se ha hecho no lo había logrado ninguna propuesta de integración de América Latina en tan corto tiempo.
¿Qué posibilidades tienen los países del Mercosur como la Argentina de poder integrarse con la Alianza del Pacífico? Tenemos muy claro que no somos un grupo excluyente. Queremos fortalecerlo cada vez más. Tenemos 23 países observadores, entre ellos EE.UU., Canadá, Alemania, y en la medida en que podamos tener vasos comunicantes con las economías que lo deseen lo hacemos. Pensamos mantener el grupo de los cuatro, o como ahora nos llaman, los Pumas, como la columna vertebral, pero vamos a abrirnos a los que tengan las condiciones compatibles. Países con las mismas características en modelo de desarrollo, propiedad privada y mercado.
En el Mercosur pesa mucho la opinión de Brasil… Muchas veces nos han dicho que esto es contra Brasil, pero en realidad no es contra nadie. Es algo que nos fortalece a los cuatro países y que debe aportar a América Latina. Queremos tender puentes con Brasil, que es un país impresionante, y si podemos generar sinergia con ellos todo el mundo gana, igual que con Argentina, en la medida en que estén dispuestos a que esas sinergias sean posibles.
¿Qué posibilidad hay de una mayor integración energética en América Latina? Es urgente y necesario. Es uno de los propósitos más apremiantes que tenemos. Estamos negociando con Perú y Chile. Nosotros tenemos excedentes en energía para, por ejemplo, el norte de Chile. Hemos avanzado bastante en ellas. Es uno de los temas que tenemos que concretar rápidamente como parte de la integración profunda. Nosotros estamos interesados en conectarnos energéticamente hacia el norte, incluso, hasta México. Empresas colombianas han venido comprando compañías en Centroamérica (Guatemala, El Salvador), en Brasil (Sao Pablo, tenemos una grande). Esto sí es más allá de la Alianza del Pacífico.
Cuanto más crecen los países de la región se vuelven también más desiguales y hay más protesta. ¿Porqué sucede eso? Si por allá llueve, por aquí no escampa…, dice el viejo dicho. Aquí también estamos teniendo el mismo fenómeno. Hemos sacado, en estos tres años y medio, 2,5 millones de personas de la pobreza a la clase media. Esto genera expectativas y demandas crecientes, y vamos a ver países que han tenido una tremenda desigualdad que, en la medida en que esta se vaya disminuyendo (porque menos personas están en la pobreza y más en la clase media), vamos a ver más este tipo de fenómenos. Hablábamos con el presidente Sebastián Piñera cuando empezaron las protestas de los estudiantes en Chile, un país que es el campeón en los indicadores de América Latina tiene esta situación. Y Lula me decía que en Brasil no iba a suceder eso porque se habían sacado 18 millones de personas de la pobreza y, a los cuatro meses estaban en la misma situación. Y aquí en Colombia decíamos que no nos había pasado y casi me tumban en protestas de campesinos. Es un fenómeno normal en el sentido de que las personas en la pobreza se resignan a ser pobres y, de repente, salen de la pobreza y les cambia el mundo. Es uno de los grandes retos de cualquier democracia en América Latina, cómo canalizar las protestas crecientes. En mi caso digo: bienvenida la protesta, pero sin violencia y tratar de hacerlos partícipes de las decisiones.
¿Eso significa que se debe aplicar reformas tributarias o políticas más redistributivas? Sí. Nosotros ya hicimos una reforma con ese objetivo. No queríamos hacer más impuestos, sino distribuirlos. Hicimos algo importante para la generación de empleo disminuyendo los impuestos a la nómina, pero lo tuvimos que reemplazar con otros ingresos con impuestos a las empresas. Efectivamente, vamos a ver más reformas del corte de Chile, con Michelle Bachelet, si queremos financiar las expectativas crecientes. Habrá países como Chile que proponen dar la educación completamente gratuita. Nosotros tenemos sin cobro, la media, pero la universitaria, si bien hay que fortalecerla, no tenemos la capacidad económica para garantizar la gratuidad para todo el mundo y ahí sí las alianzas público-privadas. funcionan mejor.
La cita fue en Bogotá, el miércoles último en la sede del Club El Nogal, un edificio histórico y frecuentado por los habitantes del poder en Colombia, momentos antes de la celebración de los 60 años del diario La República. El presidente Juan Manuel Santos respondió las preguntas de los directores de RIPE (Red Iberoamericana de Periodismo Económico), representando a La República (Colombia), Diario Financiero (Chile), Valor Económico (Brasil), Diario Gestión (Perú), Cinco Días (Paraguay) y El Cronista (Argentina). Los acuerdos de paz con la guerrilla colombiana; la integración económica regional y el desafío de la desigualdad en los países de América Latina fueron los temas claves de la entrevista.
¿Cuál será el mayor desafío si llega a ser reelecto? El desafío mayor es ponerle fin a un conflicto que lleva desangrando este país desde hace 50 años y si lo logramos, mucho de lo que estamos haciendo se potencializa. Se calcula que acabar con el conflicto podría significar entre 1,5% y 2% de crecimiento adicional de por vida. Solamente en términos de crecimiento es muy importante. El crecimiento natural de 4,5%, eso nos subiría a 6%. Por otro lado, hay que acabar de ejecutar las obras de infraestructura más grandes de toda nuestra historia, las carreteras y autopistas que conectarán realmente el país. El cálculo de los expertos y economistas sobre el impacto de esas obras en el crecimiento del país, mientras están ejecutándose en 6 años, sería de 1,5%, pero a partir de ese momento el aumento en la productividad genera un aumento de 0,7% y 1%. Eso nos aumentaría a 7% el crecimiento sostenible, solo con esos dos desafíos. Por supuesto tenemos muchos problemas a resolver en lo social y en lo económico, pero diría que la paz es lo más importante.
¿Por qué no se logra la paz total en Colombia? No se había logrado porque no habían elegido a Juan Manuel Santos como presidente… (risas). Hablando en serio, los grupos guerrilleros que tenemos, que son muy viejos, las FARC y el ELN han encontrado en Colombia una fuente de financiación como es el narcotráfico. En la época en que los grupos guerrilleros se secaron porque no tuvieron la ayuda de la Unión Soviética o de la China, encontraron una financiación propia. La geografía colombiana es ideal para cualquier guerrilla. En cierta forma, esta gente siempre pensó que aquí podrían darse las condiciones para una insurrección. A partir de hace unos ocho años el país decidió confrontarlos de verdad militarmente y, poco a poco, fuimos debilitándolos hasta tal punto que por la vía armada no iban a llegar al poder. Pero no se negocia de un día para otro un acuerdo con ellos. Creo que las condiciones que yo encontré y que, modestia aparte, yo ayudé a crear porque fui Ministro de Defensa en los últimos cuatro años del gobierno pasado, me mostraron que las condiciones estaban dadas para el siguiente paso. Hemos avanzado como nunca antes.
¿Es más optimista ahora sobre un acuerdo? Soy más optimista que hace un año o dos años. Yo diría que sí, que hay voluntad, aunque es complejo y difícil. El proceso está lleno de contradicciones, algunas impuestas por nosotros mismos. En mi gobierno no se acepta un cese al fuego hasta que firmemos, eso tiene razones históricas, de conveniencia. Para mencionar dos: un cese al fuego siempre ha sido tomado por la guerrilla como un momento para tomar aliento y fortalecerse, para ellos sería un mundo ideal un cese al fuego dialogando y armados. El sentido para llegar acuerdos se diluye indefinidamente; Además, la ofensiva militar los hace pensar dos veces en dilatar estas conversaciones. Estamos en el camino correcto y espero que podamos llegar a esto que para Colombia sería un cambio de paradigma histórico.
¿Cómo impacta en la región la desaceleración de China y el crecimiento de EE.UU., que puede alejar a los inversores? China, lógicamente tiene un efecto en nuestro crecimiento porque afecta el precio de las materias primas que exportamos. China juega un papel muy importante en el crecimiento mundial, pero no tenemos una dependencia directa de lo que sucede allí. En cambio, el crecimiento de EE.UU. nos afecta directamente no porque tengamos una dependencia, pero sí una relación muy estrecha e importante. Tenemos un acuerdo de libre comercio que apenas empezamos a aprovechar y el efecto del retorno de los capitales de los emergentes a sus nidos tradicionales (Nueva York, Londres) no nos ha afectado. Fíjese que a nosotros se nos devaluó la moneda, pero en los últimos meses se ha revaluado, cosa que no nos gusta. Creeríamos que no nos queremos volver demasiado atractivos porque eso tiene sus costos, pero ahí el factor que sería preocupante sería el acceso a los mercados. En este año, en una sola emisión, nos financiamos totalmente lo que necesitábamos este año a un costo muy bajo. No tenemos dificultades de acceso a los mercados, las firmas calificadoras de riesgo nos han subido dos veces el puntaje y están apunto de subirnos una tercera en la medida en que logremos mantener nuestras variables fundamentales en finanzas públicas y deuda.
¿Qué futuro le ve a la Alianza del Pacífico, más allá de lo comercial? El Financial Times acaba de publicar una gran separata sobre la Alianza del Pacífico y dice que hoy es cómo la niña consentida del barrio y del mundo. De alguna manera eso es cierto. América Latina está con perspectivas de crecimiento un poco superiores al promedio mundial, pero en la AP ese promedio es más alto. Nosotros debemos fortalecernos entre los cuatro países (Colombia, Chile, Perú y México) para generar cadenas de producción que nos permiten ser más competitivos y actuar como la novena economía más grande del mundo frente a terceros. El potencial de crecimiento es enorme, aunque entre nosotros el comercio es pequeño.
Todavía hay mucho proteccionismo. ¿Cómo puede la Alianza, que nació para liberalizar el comercio, reflejarlo en la realidad? Nosotros bajamos 92% de los productos a cero arancel, eso no tiene precedentes. El 8% que queda ya tiene unos cronogramas acordados para llegar a 100% para la liberalización total. La sensibilidad de algunos países exigió estos tiempos, pero no son muy largos comparado con otros acuerdos. Simultáneamente estamos avanzando en integrarnos financieramente con el libre flujo de capitales, así como personas (en temas de visado y con títulos universitarios) y estamos dándole mucha participación y atendiendo mucho el clamor del sector privado, para que se le facilite encadenarse. Esto va a ayudar muchísimo para ir destrabando obstáculos que impiden una integración más profunda. Lo que se ha hecho no lo había logrado ninguna propuesta de integración de América Latina en tan corto tiempo.
¿Qué posibilidades tienen los países del Mercosur como la Argentina de poder integrarse con la Alianza del Pacífico? Tenemos muy claro que no somos un grupo excluyente. Queremos fortalecerlo cada vez más. Tenemos 23 países observadores, entre ellos EE.UU., Canadá, Alemania, y en la medida en que podamos tener vasos comunicantes con las economías que lo deseen lo hacemos. Pensamos mantener el grupo de los cuatro, o como ahora nos llaman, los Pumas, como la columna vertebral, pero vamos a abrirnos a los que tengan las condiciones compatibles. Países con las mismas características en modelo de desarrollo, propiedad privada y mercado.
En el Mercosur pesa mucho la opinión de Brasil… Muchas veces nos han dicho que esto es contra Brasil, pero en realidad no es contra nadie. Es algo que nos fortalece a los cuatro países y que debe aportar a América Latina. Queremos tender puentes con Brasil, que es un país impresionante, y si podemos generar sinergia con ellos todo el mundo gana, igual que con Argentina, en la medida en que estén dispuestos a que esas sinergias sean posibles.
¿Qué posibilidad hay de una mayor integración energética en América Latina? Es urgente y necesario. Es uno de los propósitos más apremiantes que tenemos. Estamos negociando con Perú y Chile. Nosotros tenemos excedentes en energía para, por ejemplo, el norte de Chile. Hemos avanzado bastante en ellas. Es uno de los temas que tenemos que concretar rápidamente como parte de la integración profunda. Nosotros estamos interesados en conectarnos energéticamente hacia el norte, incluso, hasta México. Empresas colombianas han venido comprando compañías en Centroamérica (Guatemala, El Salvador), en Brasil (Sao Pablo, tenemos una grande). Esto sí es más allá de la Alianza del Pacífico.
Cuanto más crecen los países de la región se vuelven también más desiguales y hay más protesta. ¿Porqué sucede eso? Si por allá llueve, por aquí no escampa…, dice el viejo dicho. Aquí también estamos teniendo el mismo fenómeno. Hemos sacado, en estos tres años y medio, 2,5 millones de personas de la pobreza a la clase media. Esto genera expectativas y demandas crecientes, y vamos a ver países que han tenido una tremenda desigualdad que, en la medida en que esta se vaya disminuyendo (porque menos personas están en la pobreza y más en la clase media), vamos a ver más este tipo de fenómenos. Hablábamos con el presidente Sebastián Piñera cuando empezaron las protestas de los estudiantes en Chile, un país que es el campeón en los indicadores de América Latina tiene esta situación. Y Lula me decía que en Brasil no iba a suceder eso porque se habían sacado 18 millones de personas de la pobreza y, a los cuatro meses estaban en la misma situación. Y aquí en Colombia decíamos que no nos había pasado y casi me tumban en protestas de campesinos. Es un fenómeno normal en el sentido de que las personas en la pobreza se resignan a ser pobres y, de repente, salen de la pobreza y les cambia el mundo. Es uno de los grandes retos de cualquier democracia en América Latina, cómo canalizar las protestas crecientes. En mi caso digo: bienvenida la protesta, pero sin violencia y tratar de hacerlos partícipes de las decisiones.
¿Eso significa que se debe aplicar reformas tributarias o políticas más redistributivas? Sí. Nosotros ya hicimos una reforma con ese objetivo. No queríamos hacer más impuestos, sino distribuirlos. Hicimos algo importante para la generación de empleo disminuyendo los impuestos a la nómina, pero lo tuvimos que reemplazar con otros ingresos con impuestos a las empresas. Efectivamente, vamos a ver más reformas del corte de Chile, con Michelle Bachelet, si queremos financiar las expectativas crecientes. Habrá países como Chile que proponen dar la educación completamente gratuita. Nosotros tenemos sin cobro, la media, pero la universitaria, si bien hay que fortalecerla, no tenemos la capacidad económica para garantizar la gratuidad para todo el mundo y ahí sí las alianzas público-privadas. funcionan mejor.
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