› HABLA FELIX CROUS, TITULAR DE LA PROCUNAR
El fiscal jefe de la Procuraduría de Narcocriminalidad, Félix Crous, dio detalles desconocidos sobre las complejidades del megaoperativo realizado en Rosario.
Rosario fue testigo el jueves de un megaoperativo en el que tres mil integrantes de fuerzas de seguridad federales, sin disparar un tiro, allanaron casi setenta puestos de venta de drogas distribuidos en distintos barrios de la ciudad. El fiscal federal Félix Crous, titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad, quien siguió las maniobras desde uno de los seis helicópteros que sobrevolaron Rosario, admitió ante Página/12 que el objetivo no era buscar a grandes narcotraficantes sino ocupar el terreno y neutralizar puntos de venta, destacó la capacidad del Estado para planificar y concretar con eficacia un operativo de alta complejidad y también la necesidad de avanzar hacia un sistema acusatorio en el que los jueces no se inmiscuyan en las investigaciones de los fiscales.
¿Quiénes planificaron el operativo?
La Secretaría de Seguridad. El operativo, como acción policial de auxiliar de la Justicia, fue una planificación total de la secretaría, y fue brillante, porque planificar planifica cualquiera, el tema es que salga bien, y fue una operación de una escala y una complejidad enormes.
¿Tenían antecedentes de operativos similares para tomar como referencia?
De fuerzas de seguridad democráticas, no.
¿No democráticas?
Sí, había una situación que invocábamos en el Regimiento de Ingenieros de San Nicolás (N. de R.: que funcionó como centro de operaciones en las horas previas al operativo): de ahí salió la operación del Villazo de Villa Constitución en los albores del terrorismo de Estado. De algún modo esto permite resignificar los espacios. Estábamos en el mismo regimiento donde (Manuel) Saint Amant (símbolo de la represión ilegal en San Nicolás) tenía su base de operaciones, pero ahora estaba (el secretario de Seguridad Sergio) Berni con todo su gabinete, y nosotros.
¿Cómo se hace para movilizar 3000 miembros de fuerzas de seguridad sin despertar sospechas?
(Crous reitera que el mérito fue de Seguridad antes de responder.) Se movilizaron tropas de Gendarmería que no sabían cuál era el destino, o bien creían que era otro; se trasladaron 400 vehículos, muchos alquilados; se trasladaron patrulleros en camiones mosquito y en transportes de autos para la venta tapados con lona; se trasladaron tropas especiales en colectivos de turismo y sin uniforme; se planificó todo para que no hubiera alteraciones del flujo normal de vehículos en los accesos a la ciudad.
Se habló de 89 allanamientos en simultáneo a cargo de 1500 gendarmes y 500 prefectos, ¿así fue?
Fueron 67 allanamientos, con una precisión de minutos. Trabajaron ochenta equipos, cada uno con un líder, un oficial de la Policía Federal. Cada etapa tuvo a su vez una conducción: la de irrupción o allanamientos a cargo de Drogas Peligrosas de la Federal, la de ocupación a cargo de Gendarmería. Estuvieron presentes el comandante de Gendarmería, el prefecto nacional y el subjefe de la Policía Federal. Obviamente hubo un dispositivo con vehículos de apoyo, con grupos tácticos para cada allanamiento, con helicópteros y un avión de observación, que tenían una misión más bien disuasiva, aunque los helicópteros llevaban francotiradores. Un helicóptero de Prefectura trasladó a un grupo de asalto, otro a un grupo sanitario y también hubo un equipo sanitario en tierra. Pero no fue necesario que intervinieran.
¿No se generó ningún enfrentamiento durante los allanamientos?
No, la línea fue justamente hacer operaciones con una superioridad tan abrumadora que desalentara cualquier resistencia. Además la concepción fue hacerlo sin ningún tipo de acción ofensiva con armas. Los grupos de irrupción llevaban armas cortas y sólo en los lugares más complejos iban con armas largas y grupos tácticos de apoyo.
¿Sabe cómo fue la reacción en los barrios ante semejante operativo?
No estuve en el piso, estuve en un helicóptero, pero tengo conocimiento de que la gente acompañó, de que hubo una sensación de alivio, de ya era hora.
¿Los allanamientos fueron sólo en lugares de venta o también en cocinas?
Todos en lugares de venta, activos e inactivos. Lugares que se chequearon permanentemente durante meses pero que mutan: algunos posiblemente fueron abandonados porque la inteligencia no es fácil de hacer. Nosotros seguimos con la política de trabajar con personas ajenas a Rosario y es probable que al ver personajes extraños se hayan percatado e ido. Pero el objetivo de la fase de seguridad era ocupar el terreno. No era ni buscar mucha droga ni a grandes narcotraficantes, de hecho en un lugar había una mujer en trabajo de parto, tan víctima como victimaria. La finalidad era neutralizar esos puntos de venta después de haber neutralizado buena parte de la provisión, que sabemos se vio afectada. Era una tarea de consolidación de lo conquistado. El gobierno de Santa Fe solicitó colaboración del Ministerio de Seguridad de la Nación para operaciones de seguridad en los barrios.
¿Cuántos detenidos hubo y qué eslabones se supone que ocupan en la estructura de los grupos de narcotraficantes?
Son alrededor de 20, poco más. Todos vendedores, personajes menores.
¿Cuál es el balance, entonces?
Bueno, nosotros teníamos claro que no eran lugares prioritarios, pero los objetivos de esta fase se consiguieron. Fue una operación que tuvo una faceta de investigación judicial combinada con una intervención de seguridad, fue una puesta a prueba de esa articulación, que no se produce habitualmente y mucho menos en esta escala.
Mientras se hacían los allanamientos el gobierno de Santa Fe anunció el relevo de la cúpula de la División Judiciales de la Unidad Regional II de la policía provincial. ¿Significa que esa fuerza volverá a actuar como auxiliar de la Justicia federal en estas causas?
La intervención de esa fuerza fue muy específica y minoritaria en el procedimiento, y del sector menos sospechado de esa policía provincial. Esa división de la Unidad Regional II no se había constituido en auxiliar de la Justicia federal en causas importantes de narcotráfico, para nada, sino en una herramienta de investigación de los crímenes en causas de la Justicia provincial, que luego fueron presentadas como vinculadas con el narcotráfico. Sobre el relevamiento, entiendo que la autoridad política encontró elementos que le hicieron desconfiar de la idoneidad y aptitud para seguir haciendo ese trabajo, pero la policía es una división administrativa dependiente del gobierno provincial, no tengo más que decir.
¿Deja alguna enseñanza este operativo a los fiscales y jueces a cargo de estas causas?
Sí. La más positiva es que las fuerzas federales tienen capacidad de organizar un procedimiento de gran escala, con una logística masiva y muy sofisticada; que el Estado puede planificar y operar de un modo eficiente. Tengo, desde antes de este procedimiento, la percepción de que las fuerzas federales tienen un nivel de profesionalismo muy alto y lo comprobé viendo cómo actúan en conjunto. Me parece una virtud tener una conducción política unificada de las fuerzas, que marque la doctrina y los objetivos de modo claro y que sea un vértice común a todos. Eso permite despejar recelos, asegurar la colaboración. Hubo una altísima aplicación de tecnología y capacidad de coordinación.
¿Alguna otra enseñanza?
Sí, las virtudes del sistema acusatorio. El operativo fue un banco de pruebas sobre la capacidad del Ministerio Público para investigar. Los jueces de Rosario delegan todas las investigaciones en los fiscales y esto hace que el sistema funcione en la práctica como un sistema acusatorio, donde los fiscales tienen la libertad de decidir qué y cómo reúnen las pruebas. Obviamente el juez controla si hay involucradas garantías constitucionales pero sólo eso. Esto prueba que el Ministerio Público está en condiciones de pasar al sistema acusatorio y también sus virtudes en comparación con el inquisitivo, que es totalmente anacrónico, donde el juez a su vez tiene altísima incidencia en la investigación y asume un rol invasivo del cometido del Ministerio Público y sensible para las defensas, ya que hace las veces de fiscal al reunir la prueba. Entonces, más allá del mérito de la Secretaría de Seguridad y del profesionalismo de las fuerzas federales, otro elemento relevante fue que los fiscales hicieron de fiscales y los jueces de jueces.
El fiscal jefe de la Procuraduría de Narcocriminalidad, Félix Crous, dio detalles desconocidos sobre las complejidades del megaoperativo realizado en Rosario.
Rosario fue testigo el jueves de un megaoperativo en el que tres mil integrantes de fuerzas de seguridad federales, sin disparar un tiro, allanaron casi setenta puestos de venta de drogas distribuidos en distintos barrios de la ciudad. El fiscal federal Félix Crous, titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad, quien siguió las maniobras desde uno de los seis helicópteros que sobrevolaron Rosario, admitió ante Página/12 que el objetivo no era buscar a grandes narcotraficantes sino ocupar el terreno y neutralizar puntos de venta, destacó la capacidad del Estado para planificar y concretar con eficacia un operativo de alta complejidad y también la necesidad de avanzar hacia un sistema acusatorio en el que los jueces no se inmiscuyan en las investigaciones de los fiscales.
¿Quiénes planificaron el operativo?
La Secretaría de Seguridad. El operativo, como acción policial de auxiliar de la Justicia, fue una planificación total de la secretaría, y fue brillante, porque planificar planifica cualquiera, el tema es que salga bien, y fue una operación de una escala y una complejidad enormes.
¿Tenían antecedentes de operativos similares para tomar como referencia?
De fuerzas de seguridad democráticas, no.
¿No democráticas?
Sí, había una situación que invocábamos en el Regimiento de Ingenieros de San Nicolás (N. de R.: que funcionó como centro de operaciones en las horas previas al operativo): de ahí salió la operación del Villazo de Villa Constitución en los albores del terrorismo de Estado. De algún modo esto permite resignificar los espacios. Estábamos en el mismo regimiento donde (Manuel) Saint Amant (símbolo de la represión ilegal en San Nicolás) tenía su base de operaciones, pero ahora estaba (el secretario de Seguridad Sergio) Berni con todo su gabinete, y nosotros.
¿Cómo se hace para movilizar 3000 miembros de fuerzas de seguridad sin despertar sospechas?
(Crous reitera que el mérito fue de Seguridad antes de responder.) Se movilizaron tropas de Gendarmería que no sabían cuál era el destino, o bien creían que era otro; se trasladaron 400 vehículos, muchos alquilados; se trasladaron patrulleros en camiones mosquito y en transportes de autos para la venta tapados con lona; se trasladaron tropas especiales en colectivos de turismo y sin uniforme; se planificó todo para que no hubiera alteraciones del flujo normal de vehículos en los accesos a la ciudad.
Se habló de 89 allanamientos en simultáneo a cargo de 1500 gendarmes y 500 prefectos, ¿así fue?
Fueron 67 allanamientos, con una precisión de minutos. Trabajaron ochenta equipos, cada uno con un líder, un oficial de la Policía Federal. Cada etapa tuvo a su vez una conducción: la de irrupción o allanamientos a cargo de Drogas Peligrosas de la Federal, la de ocupación a cargo de Gendarmería. Estuvieron presentes el comandante de Gendarmería, el prefecto nacional y el subjefe de la Policía Federal. Obviamente hubo un dispositivo con vehículos de apoyo, con grupos tácticos para cada allanamiento, con helicópteros y un avión de observación, que tenían una misión más bien disuasiva, aunque los helicópteros llevaban francotiradores. Un helicóptero de Prefectura trasladó a un grupo de asalto, otro a un grupo sanitario y también hubo un equipo sanitario en tierra. Pero no fue necesario que intervinieran.
¿No se generó ningún enfrentamiento durante los allanamientos?
No, la línea fue justamente hacer operaciones con una superioridad tan abrumadora que desalentara cualquier resistencia. Además la concepción fue hacerlo sin ningún tipo de acción ofensiva con armas. Los grupos de irrupción llevaban armas cortas y sólo en los lugares más complejos iban con armas largas y grupos tácticos de apoyo.
¿Sabe cómo fue la reacción en los barrios ante semejante operativo?
No estuve en el piso, estuve en un helicóptero, pero tengo conocimiento de que la gente acompañó, de que hubo una sensación de alivio, de ya era hora.
¿Los allanamientos fueron sólo en lugares de venta o también en cocinas?
Todos en lugares de venta, activos e inactivos. Lugares que se chequearon permanentemente durante meses pero que mutan: algunos posiblemente fueron abandonados porque la inteligencia no es fácil de hacer. Nosotros seguimos con la política de trabajar con personas ajenas a Rosario y es probable que al ver personajes extraños se hayan percatado e ido. Pero el objetivo de la fase de seguridad era ocupar el terreno. No era ni buscar mucha droga ni a grandes narcotraficantes, de hecho en un lugar había una mujer en trabajo de parto, tan víctima como victimaria. La finalidad era neutralizar esos puntos de venta después de haber neutralizado buena parte de la provisión, que sabemos se vio afectada. Era una tarea de consolidación de lo conquistado. El gobierno de Santa Fe solicitó colaboración del Ministerio de Seguridad de la Nación para operaciones de seguridad en los barrios.
¿Cuántos detenidos hubo y qué eslabones se supone que ocupan en la estructura de los grupos de narcotraficantes?
Son alrededor de 20, poco más. Todos vendedores, personajes menores.
¿Cuál es el balance, entonces?
Bueno, nosotros teníamos claro que no eran lugares prioritarios, pero los objetivos de esta fase se consiguieron. Fue una operación que tuvo una faceta de investigación judicial combinada con una intervención de seguridad, fue una puesta a prueba de esa articulación, que no se produce habitualmente y mucho menos en esta escala.
Mientras se hacían los allanamientos el gobierno de Santa Fe anunció el relevo de la cúpula de la División Judiciales de la Unidad Regional II de la policía provincial. ¿Significa que esa fuerza volverá a actuar como auxiliar de la Justicia federal en estas causas?
La intervención de esa fuerza fue muy específica y minoritaria en el procedimiento, y del sector menos sospechado de esa policía provincial. Esa división de la Unidad Regional II no se había constituido en auxiliar de la Justicia federal en causas importantes de narcotráfico, para nada, sino en una herramienta de investigación de los crímenes en causas de la Justicia provincial, que luego fueron presentadas como vinculadas con el narcotráfico. Sobre el relevamiento, entiendo que la autoridad política encontró elementos que le hicieron desconfiar de la idoneidad y aptitud para seguir haciendo ese trabajo, pero la policía es una división administrativa dependiente del gobierno provincial, no tengo más que decir.
¿Deja alguna enseñanza este operativo a los fiscales y jueces a cargo de estas causas?
Sí. La más positiva es que las fuerzas federales tienen capacidad de organizar un procedimiento de gran escala, con una logística masiva y muy sofisticada; que el Estado puede planificar y operar de un modo eficiente. Tengo, desde antes de este procedimiento, la percepción de que las fuerzas federales tienen un nivel de profesionalismo muy alto y lo comprobé viendo cómo actúan en conjunto. Me parece una virtud tener una conducción política unificada de las fuerzas, que marque la doctrina y los objetivos de modo claro y que sea un vértice común a todos. Eso permite despejar recelos, asegurar la colaboración. Hubo una altísima aplicación de tecnología y capacidad de coordinación.
¿Alguna otra enseñanza?
Sí, las virtudes del sistema acusatorio. El operativo fue un banco de pruebas sobre la capacidad del Ministerio Público para investigar. Los jueces de Rosario delegan todas las investigaciones en los fiscales y esto hace que el sistema funcione en la práctica como un sistema acusatorio, donde los fiscales tienen la libertad de decidir qué y cómo reúnen las pruebas. Obviamente el juez controla si hay involucradas garantías constitucionales pero sólo eso. Esto prueba que el Ministerio Público está en condiciones de pasar al sistema acusatorio y también sus virtudes en comparación con el inquisitivo, que es totalmente anacrónico, donde el juez a su vez tiene altísima incidencia en la investigación y asume un rol invasivo del cometido del Ministerio Público y sensible para las defensas, ya que hace las veces de fiscal al reunir la prueba. Entonces, más allá del mérito de la Secretaría de Seguridad y del profesionalismo de las fuerzas federales, otro elemento relevante fue que los fiscales hicieron de fiscales y los jueces de jueces.
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