Se reunirá hoy para renovar la conducción y ungirá al jujeño Fellner como presidente del partido; las agitadas negociaciones continuaban anoche para definir los otros cargos; la Casa Rosada siguió de cerca todo el proceso
Con el propósito de normalizar el partido y ordenarlo camino a la sucesión presidencial, el PJ se reunirá hoy para ungir a la nueva cúpula, cuya jefatura formal quedará a cargo del gobernador jujeño, Eduardo Fellner, un dirigente de perfil bajo y considerado «neutral» en la pelea por 2015, cuya entronización surgió de un consenso entre los mandatarios provinciales y el Gobierno.
Anoche, caciques y referentes usaron de búnker la Casa de San Juan, donde se terminó de delinear una nómina, que previamente había avalado, con retoques, el secretario de Legal y Técnica, . La sorpresa fue que, a no ser que haya contramarchas, aparecía como vicepresidente primero, segundo en la jerarquía, el jefe de Gabinete, , uno de los presidenciables que, por su desgaste en la exposición diaria, parecía relegado en el casting de aspirantes.
«No sé cuál es la lectura: o una señal o que no va a ser candidato», confió a LA NACION uno de los participantes de esa mesa chica. Como se preveía, la vicepresidencia segunda quedó para el líder de la CGT, , y la lista sigue con la generosa categoría de las «vices», creada a medida de un puñado de potenciales competidores en la contienda del año próximo, desde los gobernadores Daniel Scioli (Buenos Aires) y Juan Manuel Urtubey (Salta) hasta el ministro del Interior, Florencio Randazzo.
En las últimas semanas, las negociaciones se encaminaron para armar una estructura amplia que incluya a las líneas internas dentro del propio oficialismo -desde La Cámpora hasta los gremios, pasando por las rencillas particulares en cada territorio- y a dirigentes distanciados de la Casa Rosada, objetivo que resultó esquivo, ya que no se prevé la asistencia de figuras de fuste de la cantera del peronismo anti K.
El reordenamiento del sello se hizo en consulta con Cristina Kirchner. Si bien jamás mostró demasiado interés en los pormenores de la vida partidaria (de hecho, no quiso ocupar la conducción), la Presidenta supervisó el esquema y solicitó incorporaciones puntuales.
Cuando falta poco más de un año para la definición de las alianzas electorales, el PJ cobra relevancia como herramienta clave, dato que no pasa inadvertido para nadie con vocación de incidir en el próximo mapa del poder.
El lema, que se multiplicará hoy en banners en el congreso de Parque Norte, expresa el mensaje que pretende enviar el partido: «Unidos somos el futuro de un gran país». No de casualidad se eligió una leyenda que apunta a cerrar filas para evitar pases a la tropa de Sergio Massa, el líder del Frente Renovador, que generó un golpe al llevarse una porción del PJ por fuera del sello y, así, fragmentar el universo peronista.
Debate a futuro
También se escogió para el eslogan la mágica palabra «futuro», en alusión al debate de la etapa que viene, una zanahoria para mostrar supervivencia más allá del fin del mandato de Cristina.
El «operativo seducción» para atraer díscolos falló. No se arribó a un acuerdo con ninguno de los tres gobernadores peronistas no alineados: José Manuel De la Sota (Córdoba), Claudio Poggi (San Luis) y Daniel Peralta (Santa Cruz). El único pacto amasado fue con el senador Carlos Verna, que mantiene un audaz coqueteo entre Massa y Daniel Scioli, pero que lueg o de llegar a un entendimiento por el reparto del PJ pampeano optó por jugar dentro del partido.
Ayer, hubo un peinado final de detalles en un encuentro entre la mayoría de los mandatarios del PJ y los denominados «sin tierra», como Roxana Bertone, de Tierra del Fuego, y Víctor Santa María, de Capital.
Desde las 9, los organizadores esperan alrededor de 700 congresales de todo el país para cumplir el paso protocolar de aprobar las autoridades y así renovar los cargos que conforman el denominado Consejo Nacional, cuyos mandatos están vencidos desde hace dos años, hecho que enfilaba al sello a una probable sanción judicial.
Cuando ya esté oficializado, Fellner y un malón de integrantes de la flamante jefatura -que pasará de 75 a alrededor de 140 para contener a todos- subirán al escenario para escuchar al flamante presidente, único orador.
Con el propósito de normalizar el partido y ordenarlo camino a la sucesión presidencial, el PJ se reunirá hoy para ungir a la nueva cúpula, cuya jefatura formal quedará a cargo del gobernador jujeño, Eduardo Fellner, un dirigente de perfil bajo y considerado «neutral» en la pelea por 2015, cuya entronización surgió de un consenso entre los mandatarios provinciales y el Gobierno.
Anoche, caciques y referentes usaron de búnker la Casa de San Juan, donde se terminó de delinear una nómina, que previamente había avalado, con retoques, el secretario de Legal y Técnica, . La sorpresa fue que, a no ser que haya contramarchas, aparecía como vicepresidente primero, segundo en la jerarquía, el jefe de Gabinete, , uno de los presidenciables que, por su desgaste en la exposición diaria, parecía relegado en el casting de aspirantes.
«No sé cuál es la lectura: o una señal o que no va a ser candidato», confió a LA NACION uno de los participantes de esa mesa chica. Como se preveía, la vicepresidencia segunda quedó para el líder de la CGT, , y la lista sigue con la generosa categoría de las «vices», creada a medida de un puñado de potenciales competidores en la contienda del año próximo, desde los gobernadores Daniel Scioli (Buenos Aires) y Juan Manuel Urtubey (Salta) hasta el ministro del Interior, Florencio Randazzo.
En las últimas semanas, las negociaciones se encaminaron para armar una estructura amplia que incluya a las líneas internas dentro del propio oficialismo -desde La Cámpora hasta los gremios, pasando por las rencillas particulares en cada territorio- y a dirigentes distanciados de la Casa Rosada, objetivo que resultó esquivo, ya que no se prevé la asistencia de figuras de fuste de la cantera del peronismo anti K.
El reordenamiento del sello se hizo en consulta con Cristina Kirchner. Si bien jamás mostró demasiado interés en los pormenores de la vida partidaria (de hecho, no quiso ocupar la conducción), la Presidenta supervisó el esquema y solicitó incorporaciones puntuales.
Cuando falta poco más de un año para la definición de las alianzas electorales, el PJ cobra relevancia como herramienta clave, dato que no pasa inadvertido para nadie con vocación de incidir en el próximo mapa del poder.
El lema, que se multiplicará hoy en banners en el congreso de Parque Norte, expresa el mensaje que pretende enviar el partido: «Unidos somos el futuro de un gran país». No de casualidad se eligió una leyenda que apunta a cerrar filas para evitar pases a la tropa de Sergio Massa, el líder del Frente Renovador, que generó un golpe al llevarse una porción del PJ por fuera del sello y, así, fragmentar el universo peronista.
Debate a futuro
También se escogió para el eslogan la mágica palabra «futuro», en alusión al debate de la etapa que viene, una zanahoria para mostrar supervivencia más allá del fin del mandato de Cristina.
El «operativo seducción» para atraer díscolos falló. No se arribó a un acuerdo con ninguno de los tres gobernadores peronistas no alineados: José Manuel De la Sota (Córdoba), Claudio Poggi (San Luis) y Daniel Peralta (Santa Cruz). El único pacto amasado fue con el senador Carlos Verna, que mantiene un audaz coqueteo entre Massa y Daniel Scioli, pero que lueg o de llegar a un entendimiento por el reparto del PJ pampeano optó por jugar dentro del partido.
Ayer, hubo un peinado final de detalles en un encuentro entre la mayoría de los mandatarios del PJ y los denominados «sin tierra», como Roxana Bertone, de Tierra del Fuego, y Víctor Santa María, de Capital.
Desde las 9, los organizadores esperan alrededor de 700 congresales de todo el país para cumplir el paso protocolar de aprobar las autoridades y así renovar los cargos que conforman el denominado Consejo Nacional, cuyos mandatos están vencidos desde hace dos años, hecho que enfilaba al sello a una probable sanción judicial.
Cuando ya esté oficializado, Fellner y un malón de integrantes de la flamante jefatura -que pasará de 75 a alrededor de 140 para contener a todos- subirán al escenario para escuchar al flamante presidente, único orador.