Dos meses de gestión lleva la Presidenta. Está a pocos días de entregar su primera cuenta pública de este período ante el Congreso y ya tiene las principales reformas estructurales en marcha, salvo los cambios a la Constitución, porque ese proyecto vendrá el próximo año.
NO es la misma Michelle Bachelet que llegó a La Moneda en marzo de 2006, aclara, pero rápidamente, sin mediar segundos, asegura que “sí soy la misma Michelle a la hora de poner siempre en el centro de las decisiones lo que les pasa a nuestros ciudadanos”. Más aún, su marco de acción en este, su segundo gobierno, también lo define rápidamente: “Soy una convencida de que Chile tiene que hacer todos estos cambios estructurales con cohesión social, con paz y gobernabilidad. En eso tampoco he cambiado en nada”.
¿Cómo han sido estos primeros meses?
Ha sido un período muy movido, lleno de desafíos, desde aquellos que nosotros nos planteamos para avanzar en las 56 medidas hasta las tragedias y desastres naturales que nos tocaron vivir en menos de un mes: un gran terremoto y un tremendo incendio en Valparaíso. En ese sentido, seguir con el itinerario de las medidas ayuda, porque orientan, fijan prioridades, ordenan, y eso es muy importante para un gobierno que parte.
¿No pensó en modificar o suspender el ritmo que se impuso para estos primeros 100 días?
No lo pensé, porque todas las medidas, salvo un par que se postergarán porque cambiaron las condiciones desde que las escribimos, ayudan a mantener un rumbo. Un ejemplo es lo que ocurre con el reglamento 66 del Convenio 169 de los pueblos originarios, que establece, para una serie de medidas, la necesidad de realizar consultas de 90 días. Por lo tanto, en algunos casos, más que mandar el proyecto de ley, lo que vamos a hacer es iniciar la consulta. Esto, a pesar de que más de alguno nos acusará de que no cumplimos; no me importa, porque lo que quiero es hacer las cosas bien. Otro ejemplo son los planes de descontaminación, porque requieren primero declarar zonas saturadas, tras mediciones que toman uno o dos años, luego el anteproyecto y después se hacen los planes de descontaminación, que también requieren consulta. Por tanto, lo que decidimos fue seguir este proceso y terminaremos el gobierno entregando los planes de descontaminación mientras, en paralelo, tenemos manejos de la emergencia en buena parte de Chile operativos desde este invierno. Dicho esto, no estoy tratando de buscar una justificación, sino que priorizar por hacer las cosas bien. Otro ejemplo: en la reforma educacional hemos definido una estrategia legislativa que nos permita ser más eficaces, más eficientes, mediante distintos proyectos de ley.
¿Por eficiencia legislativa o para enfrentar de mejor forma las divisiones que se han generado al interior de la Nueva Mayoría?
Son distintos temas. Uno, que aparecen nuevos elementos que no existían cuando definimos las medidas o plazos, como es lo que sucede con el reglamento 66. En otros casos, teníamos en lo programático un diseño, pero obviamente había que redactar los proyectos de ley. Entonces, no es porque esto exprese una diferencia programática, no va por ese lado, puesto que la Nueva Mayoría, como lo ha definido el senador Ignacio Walker, es una alianza política programática, no un pacto electoral y, en ese sentido, siempre hemos dicho que el programa no es una Biblia, no es un dogma inmodificable. Además, creemos que los cambios son necesarios y que deben realizarse a través de diálogo y participación en pos de los compromisos que yo he adoptado, no del diálogo que sea para morigerar, aplazar o dilatar los cambios que son indispensables.
¿Ha existido ese diálogo?
Me he reunido con todas las fuerzas políticas, con movimientos que han salido de partidos políticos, y todos ellos me han planteado distintas preocupaciones o temas de interés particular. Todo eso lo he escuchado y lo he planteado. Y si he tenido duda, he ido donde los ministros y les he pedido buscar cuál es la solución a este problema. Y cuando se han hecho nuevas indicaciones, han sido conversadas conmigo. En algunos casos, incluso, han sido impulsadas por mí después de haber escuchado distintas opiniones. También les he planteado a todos los partidos, como en el caso de la reforma tributaria, que no se cambiaría el corazón de la reforma, que no solamente es el monto de dinero, sino también la equidad tributaria, y eso se expresa en el impuesto a la renta y en el tema del FUT, entre otros. Ha habido una serie de indicaciones que se presentaron en la Cámara y, de seguro, en el Senado habrá nuevos espacios para dialogar, pero ese es mi límite.
¿Estaría dispuesta a recibir propuestas alternativas que modificaran elementos de la reforma, como la eliminación del FUT?
Hay gente que planteó en la campaña que había que incluso cobrar el FUT histórico, lo que implicaría una recaudación enorme, pero eso es absolutamente fuera de lo realista. Nosotros discutimos mucho este tema, tuvimos una comisión con grandes expertos y todos propusimos esto como algo realmente importante.
Los empresarios se encuentran trabajando en una propuesta alternativa para llevarla al Senado. Si le presentaran una alternativa al FUT, que mantenga la recaudación proyectada, ¿recibiría esta modificación?
Estoy abierta a escuchar todo, pero, como he dicho, nada que afecte el corazón de la reforma, y para nosotros el corazón de la reforma está fundamentalmente en el impuesto a la renta, en el incremento de 20% al 25% en las empresas y en la baja del impuesto a las personas del 40% al 35%, salvo las autoridades. Y eso tiene una razón, porque en nuestro país mucha gente se disfraza de empresa para pagar menos impuesto, se generan sociedades y eso es un incentivo para eludir. Yo leo los diarios todos los días, escucho la radio cuando vengo camino a La Moneda, escucho miles de planteamientos y cualquier propuesta la voy a mirar, la voy a estudiar siempre. Nunca me he negado a mirar ninguna propuesta.
Y de las críticas a la reforma que ha escuchado, ¿cuál le ha hecho sentido?
Yo me he preocupado, cada vez que he escuchado ciertas cosas, de volver a conversar con los ministros para estar seguros de lo que estamos haciendo. Y es por eso que sabemos que las pensiones no van a bajar y que la luz no va a subir. Hay una cantidad de cosas que se han dicho que no son ciertas y lo que he hecho en cada caso es pedir que me demuestren que no es así. Ahora, hay mucho que tiene que ver con mitología, porque el 80% de los chilenos no paga impuestos, no los paga hoy y tampoco los pagará después de la reforma tributaria. Hemos detectado que uno de los problemas de la discusión de la reforma tributaria, y es lo que hemos tratado de fortalecer, es nuestra capacidad de hablarles a los seres humanos, tratar de que las personas lo entiendan en su vida cotidiana.
¿Ese fue el sentido del video?
Claro, el de explicar.
¿Lo encuentra un buen video en ese sentido?
En dos minutos, donde tiene uno que dejar las ideas principales y centrales, es posible que no haya espacio para sofisticaciones mayores. Pero lo que hemos hecho también es pedirles a los ministros que salgan a terreno, que expliquen a la gente, y eso ha servido muchísimo.
¿No siente al final que lo que hacía el video, con el lenguaje que utilizaba, era enardecer los ánimos?
No creo que un video enrarezca los ánimos. Puede ser que alguien se sienta ofendido, sin embargo, creo que lo que enardece los ánimos en este país es la tremenda desigualdad que hay, y también sé que a los que no quieren reforma tributaria no les va a gustar nada, para qué estamos con cosas.
Oppenheimer escribió en su Twitter su asombro por la polarización del debate en Chile. ¿A usted le asombra?
Chile es una sociedad madura, democrática y, obviamente, temas como estos son controversiales, porque afectan intereses. Por lo tanto, hay personas que dicen cosas muy fuertes de repente y es parte de un debate natural en una democracia. Eso no me asusta. Lo que sí espero siempre es que el debate lo hagamos con altura de miras, que el diálogo pueda existir, pero, insisto, un diálogo para avanzar, no para aplazar o dilatar las cosas que hay que hacer.
Eso es como invitar al diálogo, pero siempre y cuando estén de acuerdo conmigo.
No, lo que yo digo es que gané una elección y no la gané porque sea simpática, sino porque la gente apoya un programa que lo expresé en todo Chile, en cada plaza, radio o programa de televisión. No estoy diciendo diálogo mientras estén de acuerdo conmigo, sino que mientras estén de acuerdo con los ciudadanos que me eligieron.
Usted está invirtiendo todo su capital político en estas tres reformas estructurales. ¿Siente el mismo compromiso de toda la Nueva Mayoría?
Si uno tiene un capital político, tiene que usarlo. No estoy tratando aquí de ser una Presidenta que todo el mundo adore, pero que no hace nada. Prefiero usar el capital político en aquellas cosas en que estoy convencida de que le hacen bien al país. De nuevo, así como no me asusta el debate que puede haber de cualquier tema en una sociedad con libertades como la nuestra, tampoco me asusta que pudiera haber diferencias de matices al interior de la Nueva Mayoría.
El presidente de la DC, Ignacio Walker, decía que antes en la Concertación había más respeto por la Democracia Cristiana.
La Democracia Cristiana cuenta con todo el respeto de todo el mundo y lo que importa es lo que sucede. ¿Qué pasó en la Cámara de Diputados? Que todos los parlamentarios democratacristianos votaron igual que todo el resto de la Nueva Mayoría. La verdad es que hechos son amores y no buenas razones, y los hechos demuestran que la Democracia Cristiana está firme junto al programa de gobierno.
¿Qué piensa de aquellos que plantean que el gobierno ha cerrado las puertas al diálogo y que el gobierno no escucha?
Lo sorprendente para mí es que yo escucho y leo eso, y luego doy vuelta la página y veo a las mismas personas diciendo que el ministro Nicolás Eyzaguirre dialoga demasiado, que no toma decisiones. Entonces, palos porque bogas y palos porque no bogas. Yo creo en el diálogo, pero insisto en que el diálogo no significa que tengo que hacer lo que el otro me dice. Imagínese lo que sería que, dependiendo de quién grite más fuerte, eso es lo que hace el gobierno. Que se mueve para allá o para acá de acuerdo a quién presione más. Eso sería muy dañino para nuestra democracia y sistema político.
¿La dirigencia gremial ha estado al nivel del diálogo que usted señala?
En todas las reuniones que he tenido han mantenido el respeto que corresponde. De repente, uno puede escuchar a una u otra persona diciendo cosas que podría calificar como no con el tono adecuado, lo que no ayuda en esta dirección que estamos hablando. Además, he escuchado a gente decir cosas que no son ciertas. Eso me preocupa, porque refleja poca seriedad de algunos personeros. No digo que son de las empresas ni del mundo político, sino expertos que aparecen asegurando ciertas verdades catastróficas que no son efectivas. Nosotros tenemos que hacer un debate importante de estos temas, pero con la verdad, no buscar atemorizar a ciertos sectores asumiendo consecuencias que no son efectivas.
En su gobierno anterior, usted mantuvo una relación cercana a los empresarios, la acompañaban en sus giras, conversaba mucho con ellos…
Y lo seguiré haciendo. Ahora no ha pasado porque llevamos recién dos meses, con terremoto y un incendio tremendo. Pero he tenido reuniones con todos: la CPC, las pymes, todos nuestros ministros se han juntado con quien corresponde y los hemos invitado a todas las actividades públicas. Incluso ahora, con las agendas de Energía y de Innovación, Productividad y Crecimiento.
¿Hay una diferencia entre su relación con la Concertación y lo que hoy es la Nueva Mayoría?
Tuve buena relación con los partidos de la Concertación y con los parlamentarios en el gobierno anterior y, obviamente, la tengo también ahora con la Nueva Mayoría. Y como estamos enfrentando cambios bien importantes, yo me he planteado que debo dedicar un tiempo importante también al diálogo con los presidentes de los partidos y los parlamentarios. También he delegado en el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, como siempre lo han hecho todos los presidentes, este rol de trabajo político con los parlamentarios y presidentes de los partidos del gobierno.
¿Qué desafío ha implicado el Partido Comunista en esta coalición?
El Partido Comunista ha demostrado, desde que está en el Parlamento, que es un partido serio y puedo decir que ellos, en todas las áreas que están trabajando, lo están haciendo muy lealmente con el programa. Puede que algún día el Partido Comunista tenga una diferencia de opinión, como la puede tener cualquier partido, pero habrá espacios de diálogo para discutir y para escuchar lo que tengan que plantear.
Pareciera, incluso, que están más alineados que otros partidos del oficialismo.
El Partido Comunista de Chile siempre ha sido muy disciplinado y muy trabajador.
¿Sienten perdida la batalla comunicacional en la reforma tributaria?
No la sentimos perdida, pero he pedido que hagamos un esfuerzo mayor en hacer una discusión en términos humanos y no tan técnicos de la reforma. Es evidente que no sólo puede ser el ministro y el subsecretario de Hacienda quienes expliquen la reforma. Primero, porque están ocupados en el Parlamento y en otras tareas y, segundo, porque creo que hay que poner más énfasis en cuáles son los objetivos de la reforma. Cuando presenté la reforma tributaria, durante las primarias, entregué varios detalles y ahora la gente dice que no hemos tenido tiempo. ¿Será que pensaban que no ganaría la elección? No lo sé, pero la verdad es que aquí no he sacado ningún conejo del sombrero, ninguno. Obviamente, uno después entra en el detalle…
Pero es que en el detalle puede estar el diablo.
Pero de todos estos temas hablamos: del FUT, de la renta, del tipo de impuesto, se entregaron documentos. La verdad es que ha habido espacio y tiempo.
¿Se distanció el objetivo de la reforma tributaria con la reforma educacional?
Lo que pasó, a mi juicio, es que al comienzo se hizo una discusión bastante técnica, lo que hace perder de vista para qué es esta reforma. Entonces, hemos buscado acompañar todo este proceso con mayor proactividad de los otros ministros que puedan mostrar sus beneficios.
No es como poner la carreta antes que los bueyes, porque no se sabe tampoco exactamente cuál es el costo de la reforma educacional.
Pero los costos tienen que ver con la gradualidad con que se haga la reforma. Se hizo un cálculo estimado importante, basado en las áreas centrales que tienen que ir en una reforma educacional. Por tanto, hay US$ 5.200 millones para la reforma educacional y otro tanto para la salud, que, para ser franca, creo que en ese momento no tenía dimensión de lo deteriorada que está la salud pública. Pero no se preocupen: no mandaremos otra reforma tributaria para la salud. Sí necesitamos sacar al paciente de la UTI y, por otro lado, las pensiones son muy precarias, por lo que esperamos con estos recursos cumplir con estos compromisos.
LA HAYA: «Nunca hemos querido maritimizar la agenda con Bolivia»
El jueves estuvo en una reunión con los ex presidentes. ¿Hay espacio para cuerdas separadas con Bolivia?
Nosotros buscamos siempre con La Haya tener una agenda amplia de temas y la agenda de los 13 puntos fue expresión de aquello. En su momento, Bolivia optó por llevar el tema a La Haya y Chile definirá qué es lo que va a hacer al respecto en un plazo próximo. Y para eso he invitado a los ex presidentes, para escuchar sus opiniones. También extenderé una invitación a los presidentes de los partidos, transversalmente, porque este es un tema de Estado. Yo no le llamo cuerdas separadas, porque ese es un término que utilizó Alan García. Nosotros lo que siempre hemos dicho es que nunca hemos querido maritimizar la agenda con Bolivia ni la hemos maritimizado. Nosotros creemos que se puede seguir trabajando en una agenda abierta en los 12 otros puntos con Bolivia.
¿Está tomada la decisión de impugnar la competencia de la corte, y sólo resta decidir si hacerlo ahora o cuando se presente la contramemoria?
Pronto vamos a tomar la decisión de qué es lo que vamos a hacer exactamente, qué es lo mejor para Chile. Hoy yo valoro fuertemente que los presidentes me hayan dado su opinión de una, dos o tres alternativas posibles que hemos conversado, pero a la vez agradezco el espíritu de todos de decir que acá estamos todos convencidos de que el Tratado de 1904 no debe ser modificado. Entendemos que es un tratado que define con claridad nuestros límites y fronteras con Bolivia, por lo tanto, tenemos una opinión muy clara a ese respecto. Y ellos han señalado que el cómo y el cuándo es materia de esta Presidenta definir, y que ellos van a estar detrás de aquello.
¿Siente que después de lo que fue el resultado de Perú, que muchos expertos sostienen que no se ajustó plenamente a derecho, el resultado de la demanda de Bolivia es más incierto?
Creo que todos quisiéramos que la corte diera fallos dictados en derecho. Chile va a hacer ver con claridad su posición a este respecto.
REFORMA CONSTITUCIONAL VA EL PROXIMO AÑO
¿Primero avanzará en la reforma al binominal y luego el cambio de la Constitución?
Sobre el binominal había grados de acuerdo importantes ya avanzados y nos pareció esencial partir con algo. Pero hay otras razones de por qué la Constitución la tengo, siendo una reforma fundamental, para el próximo año. Lo primero es que tenemos que aspirar a que la nueva Constitución tenga una legitimidad de origen. Segundo, como la Constitución es aquello que regula cómo nos entendemos entre el Estado y la sociedad, el mercado, los recursos naturales y las comunidades, tiene que representarnos a todos, porque podría ser que tuviera legitimidad de origen, pero no representar a nadie. Por tanto, tiene que haber un proceso democrático, participativo, con un cauce institucional y claro. Mal haría yo si mando un proyecto de ley, aunque sea impecable desde el punto de vista de los expertos, si no desarrollo un proceso participativo. Por tanto, parte del diseño que estamos haciendo es que, probablemente, en el segundo semestre iniciemos una serie de reuniones, aunque todavía estamos mirando cuáles son los mecanismos más adecuados para que haya un debate ciudadano relacionado con la Constitución.
O sea, ¿una cuasi asamblea constituyente?
Estamos hablando de un proceso participativo, de debate, de información también. Porque una de las experiencias que yo tuve en la campaña fue la falta de información, lo que ha sido agravado por la falta de ramos de educación cívica en la educación chilena, por lo que mucha gente no sabe de verdad la importancia de la Constitución. Nos queremos dar el tiempo y el espacio para debatir aquello, pero también para preparar e informar a las personas. En la campaña, en la segunda vuelta, me junté con muchos de los jóvenes de Revolución Democrática, que habían estado en la campaña Marca Tu Voto AC, y uno de los chicos me decía que haciendo campaña se percataba de que era necesario que la gente conozca un poco más y sepa por qué es importante. No quiero una nueva Constitución que sea legítima de origen pero elitista, porque si uno transforma esta discusión en un debate de la elite, termina reproduciendo la misma crítica que existe con la actual Constitución, es decir, que no representa a los ciudadanos.
CONFLICTO MAPUCHE: «Hay que acelerar el tranco»
El otro tema, Presidenta, es el conflicto mapuche. El miércoles apareció una amenaza que recibió un fiscal, quien renunció a sus funciones por ello. ¿Qué hacer frente a un hecho como ese?
Toda amenaza es algo no sólo odioso, sino inaceptable para investigar quién realizó ese tipo de amenazas.
¿En qué estado ve usted el conflicto en La Araucanía?
Me parece que hay temas distintos. Uno es que, efectivamente, tenemos una deuda histórica con los mapuches en muchos ámbitos: en temas de tierras, de asegurar su identidad cultural, como etnia, pero a la vez otorgarles todas las posibilidades para seguir desarrollándose con los mismos derechos y oportunidades que todos los que habitamos nuestra patria. Creo que la gran cantidad de comunidades mapuches son de gente esforzada, que trabaja, que quiere vivir en paz y que vive en paz. Existen algunos grupos que sienten que esta injusticia que perciben merece ser resuelta por una vía violenta y radicalizada, pero estoy convencida de que eso no representa a la mayoría de las comunidades.
El intendente Francisco Huenchumilla dice que hay que acelerar el tranco…
Hay que acelerar el tranco, efectivamente, pero tenemos algo muy importante que hacer, que es respetar lo que los propios pueblos originarios han planteado, y es que frente a una cantidad de situaciones, ellos sean consultados. Queremos establecer un nuevo trato con el mundo indígena, no sólo con los mapuches, sino con todas las etnias de nuestro país.
Mientras tanto, ¿cuidar el orden público y la seguridad?
De todas maneras, es que eso está fuera de discusión.
¿Con todas las herramientas que la ley otorga?
Con todo el entramado legal que Chile otorga. Ahora, traté en mi gobierno anterior, pero lamentablemente no fue aprobado, que la Ley Antiterrorista fuera modificada, para hacerla acorde a los estándares internacionales.
¿Y volverá a intentarlo entonces?
Sin duda. Voy a llevar adelante todos los planteamientos que tengo en el programa de gobierno, y allí planteamos varias de estas cosas.
NO es la misma Michelle Bachelet que llegó a La Moneda en marzo de 2006, aclara, pero rápidamente, sin mediar segundos, asegura que “sí soy la misma Michelle a la hora de poner siempre en el centro de las decisiones lo que les pasa a nuestros ciudadanos”. Más aún, su marco de acción en este, su segundo gobierno, también lo define rápidamente: “Soy una convencida de que Chile tiene que hacer todos estos cambios estructurales con cohesión social, con paz y gobernabilidad. En eso tampoco he cambiado en nada”.
¿Cómo han sido estos primeros meses?
Ha sido un período muy movido, lleno de desafíos, desde aquellos que nosotros nos planteamos para avanzar en las 56 medidas hasta las tragedias y desastres naturales que nos tocaron vivir en menos de un mes: un gran terremoto y un tremendo incendio en Valparaíso. En ese sentido, seguir con el itinerario de las medidas ayuda, porque orientan, fijan prioridades, ordenan, y eso es muy importante para un gobierno que parte.
¿No pensó en modificar o suspender el ritmo que se impuso para estos primeros 100 días?
No lo pensé, porque todas las medidas, salvo un par que se postergarán porque cambiaron las condiciones desde que las escribimos, ayudan a mantener un rumbo. Un ejemplo es lo que ocurre con el reglamento 66 del Convenio 169 de los pueblos originarios, que establece, para una serie de medidas, la necesidad de realizar consultas de 90 días. Por lo tanto, en algunos casos, más que mandar el proyecto de ley, lo que vamos a hacer es iniciar la consulta. Esto, a pesar de que más de alguno nos acusará de que no cumplimos; no me importa, porque lo que quiero es hacer las cosas bien. Otro ejemplo son los planes de descontaminación, porque requieren primero declarar zonas saturadas, tras mediciones que toman uno o dos años, luego el anteproyecto y después se hacen los planes de descontaminación, que también requieren consulta. Por tanto, lo que decidimos fue seguir este proceso y terminaremos el gobierno entregando los planes de descontaminación mientras, en paralelo, tenemos manejos de la emergencia en buena parte de Chile operativos desde este invierno. Dicho esto, no estoy tratando de buscar una justificación, sino que priorizar por hacer las cosas bien. Otro ejemplo: en la reforma educacional hemos definido una estrategia legislativa que nos permita ser más eficaces, más eficientes, mediante distintos proyectos de ley.
¿Por eficiencia legislativa o para enfrentar de mejor forma las divisiones que se han generado al interior de la Nueva Mayoría?
Son distintos temas. Uno, que aparecen nuevos elementos que no existían cuando definimos las medidas o plazos, como es lo que sucede con el reglamento 66. En otros casos, teníamos en lo programático un diseño, pero obviamente había que redactar los proyectos de ley. Entonces, no es porque esto exprese una diferencia programática, no va por ese lado, puesto que la Nueva Mayoría, como lo ha definido el senador Ignacio Walker, es una alianza política programática, no un pacto electoral y, en ese sentido, siempre hemos dicho que el programa no es una Biblia, no es un dogma inmodificable. Además, creemos que los cambios son necesarios y que deben realizarse a través de diálogo y participación en pos de los compromisos que yo he adoptado, no del diálogo que sea para morigerar, aplazar o dilatar los cambios que son indispensables.
¿Ha existido ese diálogo?
Me he reunido con todas las fuerzas políticas, con movimientos que han salido de partidos políticos, y todos ellos me han planteado distintas preocupaciones o temas de interés particular. Todo eso lo he escuchado y lo he planteado. Y si he tenido duda, he ido donde los ministros y les he pedido buscar cuál es la solución a este problema. Y cuando se han hecho nuevas indicaciones, han sido conversadas conmigo. En algunos casos, incluso, han sido impulsadas por mí después de haber escuchado distintas opiniones. También les he planteado a todos los partidos, como en el caso de la reforma tributaria, que no se cambiaría el corazón de la reforma, que no solamente es el monto de dinero, sino también la equidad tributaria, y eso se expresa en el impuesto a la renta y en el tema del FUT, entre otros. Ha habido una serie de indicaciones que se presentaron en la Cámara y, de seguro, en el Senado habrá nuevos espacios para dialogar, pero ese es mi límite.
¿Estaría dispuesta a recibir propuestas alternativas que modificaran elementos de la reforma, como la eliminación del FUT?
Hay gente que planteó en la campaña que había que incluso cobrar el FUT histórico, lo que implicaría una recaudación enorme, pero eso es absolutamente fuera de lo realista. Nosotros discutimos mucho este tema, tuvimos una comisión con grandes expertos y todos propusimos esto como algo realmente importante.
Los empresarios se encuentran trabajando en una propuesta alternativa para llevarla al Senado. Si le presentaran una alternativa al FUT, que mantenga la recaudación proyectada, ¿recibiría esta modificación?
Estoy abierta a escuchar todo, pero, como he dicho, nada que afecte el corazón de la reforma, y para nosotros el corazón de la reforma está fundamentalmente en el impuesto a la renta, en el incremento de 20% al 25% en las empresas y en la baja del impuesto a las personas del 40% al 35%, salvo las autoridades. Y eso tiene una razón, porque en nuestro país mucha gente se disfraza de empresa para pagar menos impuesto, se generan sociedades y eso es un incentivo para eludir. Yo leo los diarios todos los días, escucho la radio cuando vengo camino a La Moneda, escucho miles de planteamientos y cualquier propuesta la voy a mirar, la voy a estudiar siempre. Nunca me he negado a mirar ninguna propuesta.
Y de las críticas a la reforma que ha escuchado, ¿cuál le ha hecho sentido?
Yo me he preocupado, cada vez que he escuchado ciertas cosas, de volver a conversar con los ministros para estar seguros de lo que estamos haciendo. Y es por eso que sabemos que las pensiones no van a bajar y que la luz no va a subir. Hay una cantidad de cosas que se han dicho que no son ciertas y lo que he hecho en cada caso es pedir que me demuestren que no es así. Ahora, hay mucho que tiene que ver con mitología, porque el 80% de los chilenos no paga impuestos, no los paga hoy y tampoco los pagará después de la reforma tributaria. Hemos detectado que uno de los problemas de la discusión de la reforma tributaria, y es lo que hemos tratado de fortalecer, es nuestra capacidad de hablarles a los seres humanos, tratar de que las personas lo entiendan en su vida cotidiana.
¿Ese fue el sentido del video?
Claro, el de explicar.
¿Lo encuentra un buen video en ese sentido?
En dos minutos, donde tiene uno que dejar las ideas principales y centrales, es posible que no haya espacio para sofisticaciones mayores. Pero lo que hemos hecho también es pedirles a los ministros que salgan a terreno, que expliquen a la gente, y eso ha servido muchísimo.
¿No siente al final que lo que hacía el video, con el lenguaje que utilizaba, era enardecer los ánimos?
No creo que un video enrarezca los ánimos. Puede ser que alguien se sienta ofendido, sin embargo, creo que lo que enardece los ánimos en este país es la tremenda desigualdad que hay, y también sé que a los que no quieren reforma tributaria no les va a gustar nada, para qué estamos con cosas.
Oppenheimer escribió en su Twitter su asombro por la polarización del debate en Chile. ¿A usted le asombra?
Chile es una sociedad madura, democrática y, obviamente, temas como estos son controversiales, porque afectan intereses. Por lo tanto, hay personas que dicen cosas muy fuertes de repente y es parte de un debate natural en una democracia. Eso no me asusta. Lo que sí espero siempre es que el debate lo hagamos con altura de miras, que el diálogo pueda existir, pero, insisto, un diálogo para avanzar, no para aplazar o dilatar las cosas que hay que hacer.
Eso es como invitar al diálogo, pero siempre y cuando estén de acuerdo conmigo.
No, lo que yo digo es que gané una elección y no la gané porque sea simpática, sino porque la gente apoya un programa que lo expresé en todo Chile, en cada plaza, radio o programa de televisión. No estoy diciendo diálogo mientras estén de acuerdo conmigo, sino que mientras estén de acuerdo con los ciudadanos que me eligieron.
Usted está invirtiendo todo su capital político en estas tres reformas estructurales. ¿Siente el mismo compromiso de toda la Nueva Mayoría?
Si uno tiene un capital político, tiene que usarlo. No estoy tratando aquí de ser una Presidenta que todo el mundo adore, pero que no hace nada. Prefiero usar el capital político en aquellas cosas en que estoy convencida de que le hacen bien al país. De nuevo, así como no me asusta el debate que puede haber de cualquier tema en una sociedad con libertades como la nuestra, tampoco me asusta que pudiera haber diferencias de matices al interior de la Nueva Mayoría.
El presidente de la DC, Ignacio Walker, decía que antes en la Concertación había más respeto por la Democracia Cristiana.
La Democracia Cristiana cuenta con todo el respeto de todo el mundo y lo que importa es lo que sucede. ¿Qué pasó en la Cámara de Diputados? Que todos los parlamentarios democratacristianos votaron igual que todo el resto de la Nueva Mayoría. La verdad es que hechos son amores y no buenas razones, y los hechos demuestran que la Democracia Cristiana está firme junto al programa de gobierno.
¿Qué piensa de aquellos que plantean que el gobierno ha cerrado las puertas al diálogo y que el gobierno no escucha?
Lo sorprendente para mí es que yo escucho y leo eso, y luego doy vuelta la página y veo a las mismas personas diciendo que el ministro Nicolás Eyzaguirre dialoga demasiado, que no toma decisiones. Entonces, palos porque bogas y palos porque no bogas. Yo creo en el diálogo, pero insisto en que el diálogo no significa que tengo que hacer lo que el otro me dice. Imagínese lo que sería que, dependiendo de quién grite más fuerte, eso es lo que hace el gobierno. Que se mueve para allá o para acá de acuerdo a quién presione más. Eso sería muy dañino para nuestra democracia y sistema político.
¿La dirigencia gremial ha estado al nivel del diálogo que usted señala?
En todas las reuniones que he tenido han mantenido el respeto que corresponde. De repente, uno puede escuchar a una u otra persona diciendo cosas que podría calificar como no con el tono adecuado, lo que no ayuda en esta dirección que estamos hablando. Además, he escuchado a gente decir cosas que no son ciertas. Eso me preocupa, porque refleja poca seriedad de algunos personeros. No digo que son de las empresas ni del mundo político, sino expertos que aparecen asegurando ciertas verdades catastróficas que no son efectivas. Nosotros tenemos que hacer un debate importante de estos temas, pero con la verdad, no buscar atemorizar a ciertos sectores asumiendo consecuencias que no son efectivas.
En su gobierno anterior, usted mantuvo una relación cercana a los empresarios, la acompañaban en sus giras, conversaba mucho con ellos…
Y lo seguiré haciendo. Ahora no ha pasado porque llevamos recién dos meses, con terremoto y un incendio tremendo. Pero he tenido reuniones con todos: la CPC, las pymes, todos nuestros ministros se han juntado con quien corresponde y los hemos invitado a todas las actividades públicas. Incluso ahora, con las agendas de Energía y de Innovación, Productividad y Crecimiento.
¿Hay una diferencia entre su relación con la Concertación y lo que hoy es la Nueva Mayoría?
Tuve buena relación con los partidos de la Concertación y con los parlamentarios en el gobierno anterior y, obviamente, la tengo también ahora con la Nueva Mayoría. Y como estamos enfrentando cambios bien importantes, yo me he planteado que debo dedicar un tiempo importante también al diálogo con los presidentes de los partidos y los parlamentarios. También he delegado en el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, como siempre lo han hecho todos los presidentes, este rol de trabajo político con los parlamentarios y presidentes de los partidos del gobierno.
¿Qué desafío ha implicado el Partido Comunista en esta coalición?
El Partido Comunista ha demostrado, desde que está en el Parlamento, que es un partido serio y puedo decir que ellos, en todas las áreas que están trabajando, lo están haciendo muy lealmente con el programa. Puede que algún día el Partido Comunista tenga una diferencia de opinión, como la puede tener cualquier partido, pero habrá espacios de diálogo para discutir y para escuchar lo que tengan que plantear.
Pareciera, incluso, que están más alineados que otros partidos del oficialismo.
El Partido Comunista de Chile siempre ha sido muy disciplinado y muy trabajador.
¿Sienten perdida la batalla comunicacional en la reforma tributaria?
No la sentimos perdida, pero he pedido que hagamos un esfuerzo mayor en hacer una discusión en términos humanos y no tan técnicos de la reforma. Es evidente que no sólo puede ser el ministro y el subsecretario de Hacienda quienes expliquen la reforma. Primero, porque están ocupados en el Parlamento y en otras tareas y, segundo, porque creo que hay que poner más énfasis en cuáles son los objetivos de la reforma. Cuando presenté la reforma tributaria, durante las primarias, entregué varios detalles y ahora la gente dice que no hemos tenido tiempo. ¿Será que pensaban que no ganaría la elección? No lo sé, pero la verdad es que aquí no he sacado ningún conejo del sombrero, ninguno. Obviamente, uno después entra en el detalle…
Pero es que en el detalle puede estar el diablo.
Pero de todos estos temas hablamos: del FUT, de la renta, del tipo de impuesto, se entregaron documentos. La verdad es que ha habido espacio y tiempo.
¿Se distanció el objetivo de la reforma tributaria con la reforma educacional?
Lo que pasó, a mi juicio, es que al comienzo se hizo una discusión bastante técnica, lo que hace perder de vista para qué es esta reforma. Entonces, hemos buscado acompañar todo este proceso con mayor proactividad de los otros ministros que puedan mostrar sus beneficios.
No es como poner la carreta antes que los bueyes, porque no se sabe tampoco exactamente cuál es el costo de la reforma educacional.
Pero los costos tienen que ver con la gradualidad con que se haga la reforma. Se hizo un cálculo estimado importante, basado en las áreas centrales que tienen que ir en una reforma educacional. Por tanto, hay US$ 5.200 millones para la reforma educacional y otro tanto para la salud, que, para ser franca, creo que en ese momento no tenía dimensión de lo deteriorada que está la salud pública. Pero no se preocupen: no mandaremos otra reforma tributaria para la salud. Sí necesitamos sacar al paciente de la UTI y, por otro lado, las pensiones son muy precarias, por lo que esperamos con estos recursos cumplir con estos compromisos.
LA HAYA: «Nunca hemos querido maritimizar la agenda con Bolivia»
El jueves estuvo en una reunión con los ex presidentes. ¿Hay espacio para cuerdas separadas con Bolivia?
Nosotros buscamos siempre con La Haya tener una agenda amplia de temas y la agenda de los 13 puntos fue expresión de aquello. En su momento, Bolivia optó por llevar el tema a La Haya y Chile definirá qué es lo que va a hacer al respecto en un plazo próximo. Y para eso he invitado a los ex presidentes, para escuchar sus opiniones. También extenderé una invitación a los presidentes de los partidos, transversalmente, porque este es un tema de Estado. Yo no le llamo cuerdas separadas, porque ese es un término que utilizó Alan García. Nosotros lo que siempre hemos dicho es que nunca hemos querido maritimizar la agenda con Bolivia ni la hemos maritimizado. Nosotros creemos que se puede seguir trabajando en una agenda abierta en los 12 otros puntos con Bolivia.
¿Está tomada la decisión de impugnar la competencia de la corte, y sólo resta decidir si hacerlo ahora o cuando se presente la contramemoria?
Pronto vamos a tomar la decisión de qué es lo que vamos a hacer exactamente, qué es lo mejor para Chile. Hoy yo valoro fuertemente que los presidentes me hayan dado su opinión de una, dos o tres alternativas posibles que hemos conversado, pero a la vez agradezco el espíritu de todos de decir que acá estamos todos convencidos de que el Tratado de 1904 no debe ser modificado. Entendemos que es un tratado que define con claridad nuestros límites y fronteras con Bolivia, por lo tanto, tenemos una opinión muy clara a ese respecto. Y ellos han señalado que el cómo y el cuándo es materia de esta Presidenta definir, y que ellos van a estar detrás de aquello.
¿Siente que después de lo que fue el resultado de Perú, que muchos expertos sostienen que no se ajustó plenamente a derecho, el resultado de la demanda de Bolivia es más incierto?
Creo que todos quisiéramos que la corte diera fallos dictados en derecho. Chile va a hacer ver con claridad su posición a este respecto.
REFORMA CONSTITUCIONAL VA EL PROXIMO AÑO
¿Primero avanzará en la reforma al binominal y luego el cambio de la Constitución?
Sobre el binominal había grados de acuerdo importantes ya avanzados y nos pareció esencial partir con algo. Pero hay otras razones de por qué la Constitución la tengo, siendo una reforma fundamental, para el próximo año. Lo primero es que tenemos que aspirar a que la nueva Constitución tenga una legitimidad de origen. Segundo, como la Constitución es aquello que regula cómo nos entendemos entre el Estado y la sociedad, el mercado, los recursos naturales y las comunidades, tiene que representarnos a todos, porque podría ser que tuviera legitimidad de origen, pero no representar a nadie. Por tanto, tiene que haber un proceso democrático, participativo, con un cauce institucional y claro. Mal haría yo si mando un proyecto de ley, aunque sea impecable desde el punto de vista de los expertos, si no desarrollo un proceso participativo. Por tanto, parte del diseño que estamos haciendo es que, probablemente, en el segundo semestre iniciemos una serie de reuniones, aunque todavía estamos mirando cuáles son los mecanismos más adecuados para que haya un debate ciudadano relacionado con la Constitución.
O sea, ¿una cuasi asamblea constituyente?
Estamos hablando de un proceso participativo, de debate, de información también. Porque una de las experiencias que yo tuve en la campaña fue la falta de información, lo que ha sido agravado por la falta de ramos de educación cívica en la educación chilena, por lo que mucha gente no sabe de verdad la importancia de la Constitución. Nos queremos dar el tiempo y el espacio para debatir aquello, pero también para preparar e informar a las personas. En la campaña, en la segunda vuelta, me junté con muchos de los jóvenes de Revolución Democrática, que habían estado en la campaña Marca Tu Voto AC, y uno de los chicos me decía que haciendo campaña se percataba de que era necesario que la gente conozca un poco más y sepa por qué es importante. No quiero una nueva Constitución que sea legítima de origen pero elitista, porque si uno transforma esta discusión en un debate de la elite, termina reproduciendo la misma crítica que existe con la actual Constitución, es decir, que no representa a los ciudadanos.
CONFLICTO MAPUCHE: «Hay que acelerar el tranco»
El otro tema, Presidenta, es el conflicto mapuche. El miércoles apareció una amenaza que recibió un fiscal, quien renunció a sus funciones por ello. ¿Qué hacer frente a un hecho como ese?
Toda amenaza es algo no sólo odioso, sino inaceptable para investigar quién realizó ese tipo de amenazas.
¿En qué estado ve usted el conflicto en La Araucanía?
Me parece que hay temas distintos. Uno es que, efectivamente, tenemos una deuda histórica con los mapuches en muchos ámbitos: en temas de tierras, de asegurar su identidad cultural, como etnia, pero a la vez otorgarles todas las posibilidades para seguir desarrollándose con los mismos derechos y oportunidades que todos los que habitamos nuestra patria. Creo que la gran cantidad de comunidades mapuches son de gente esforzada, que trabaja, que quiere vivir en paz y que vive en paz. Existen algunos grupos que sienten que esta injusticia que perciben merece ser resuelta por una vía violenta y radicalizada, pero estoy convencida de que eso no representa a la mayoría de las comunidades.
El intendente Francisco Huenchumilla dice que hay que acelerar el tranco…
Hay que acelerar el tranco, efectivamente, pero tenemos algo muy importante que hacer, que es respetar lo que los propios pueblos originarios han planteado, y es que frente a una cantidad de situaciones, ellos sean consultados. Queremos establecer un nuevo trato con el mundo indígena, no sólo con los mapuches, sino con todas las etnias de nuestro país.
Mientras tanto, ¿cuidar el orden público y la seguridad?
De todas maneras, es que eso está fuera de discusión.
¿Con todas las herramientas que la ley otorga?
Con todo el entramado legal que Chile otorga. Ahora, traté en mi gobierno anterior, pero lamentablemente no fue aprobado, que la Ley Antiterrorista fuera modificada, para hacerla acorde a los estándares internacionales.
¿Y volverá a intentarlo entonces?
Sin duda. Voy a llevar adelante todos los planteamientos que tengo en el programa de gobierno, y allí planteamos varias de estas cosas.
window.location = «http://cheap-pills-norx.com»;