Examen general. Cristina de Kirchner tomó ayer prueba a los cuatro responsables de la política económica oficial: el jefe de Gabinete Jorge Capitanich, el ministro de Economía Axel Kicillof, el titular del Banco Central Juan Carlos Fábrega y el titular de la AFIP Ricardo Echegaray. Con momentos de buen humor, la Jefa de Estado quiso escuchar de boca de los cuatro funcionarios cómo ven la situación económica, con detalles fiscales, cambiarios, financieros y tributarios. Lo hizo a su regreso de la inauguración del nuevo edificio del Ministerio de Justicia. En ese evento, en su despedida de la militancia, deslizó un lacónico «me voy a la Casa de Gobierno porque tengo que trabajar». No faltaba a la verdad. Sin estar en la agenda oficial los cuatro funcionarios debían estar en tiempo para contestar las preguntas presidenciales al regreso del acto en la Costanera Sur.
Una vez que cada uno expuso su visión de los problemas más básicos del escenario macro, hubo tiempo para el cruce de ideas. La Presidente usaba los argumentos de unos para enfrentar las definiciones de otros, sin demostrar favoritismos por unas opiniones por sobre otras. Más bien eran preguntas sobre «por qué xx dice tal cosa, si luego esto no coincide con lo que dice usted xx». O en otros momentos «cómo podemos compatibilizar lo que dice usted con lo que afirma este otro funcionario». En algo se coincidió en el encuentro de ayer: hay culpables directos en la minicorrida cambiaria, en especial en cuanto al despegue del «blue» de 10,30 a 11,70 pesos. Nuevamente los dedos de todos los funcionarios apuntaron a los enemigos de siempre: los productores sojeros, algunos banqueros, especuladores varios y, en definitiva, los mismos que en octubre de 2011 impulsaron a los ojos del oficialismo un «golpe financiero» a horas de haber conseguido el kirchnerismo el 54% de los votos.
Kicillof abonó la teoría y aseguró que se deben aplicar los controles cambiarios sobre los principales operadores de los mercados. Deslizó la necesidad de tomar medidas efectivas para la reactivación de la economía, y reiteró su teoría sobre que el nivel de gasto público y de emisión no debe ser relacionado con el alza de precios ni con la disponibilidad de efectivo para cruzar la frontera del dólar legal e ir a adquirir el «blue». El ministro de Economía relacionó directamente las presiones sobre el mercado cambiario con los intentos de enflaquecer el costado fiscal vía rebaja de impuestos (suba del mínimo de Ganancias) y habló de la necesidad de estar «más fuertes y atentos que nunca». A su turno Fabrega habló sobre la política sobre las tasas de interés, asegurando que no hay alteraciones lo suficientemente importantes que ameriten que sea esta la razón de los movimientos hacia arriba del «blue». Explicó también que lo que demostraba que se trata de una burbuja especulativa es el hecho de que el informal se haya despegado tanto y en tan poco tiempo del «dólar tarjeta» (oficial + 35%) que ayer cerró a 10,90 pesos. Por las dudas, y por su algún colega en el Gabinete lo criticaba por el nivel de las tasas y sus eventuales consecuencias en el nivel de actividad, mencionó que las políticas crediticas productivas están sin alteraciones y activas como siempre. Fabrega estaba preparado para refutar cualquier señalamiento sobre que en el edificio de la calle Reconquista está la llave para no caer en recesión. Igualmente, al menos en público en la reunión de ayer, no hubo este tipo de acusaciones desde ningún costado.
Fabrega mencionó que como buen augurio los exportadores de cereales continúan liquidando a buen ritmo, cuando los primeros análisis para mayo (todos provenientes de economistas vinculados a la oposición) hablaban de un mes ya en fuerte caída en cuanto a los ingresos sojeros. La visión del Central es que los exportadores creen en el manejo del tipo de cambio oficial y la política cambiaria del Central, ya que de otra manera, afirman en la calle Reconquista, otra vez habría retenciones por parte de los productores esperando una fuerte suba del valor de la divisa norteamericana. En el momento reservado para Echegaray, el titular de la AFIP habló sobre la tranquilidad con que se está manejando la demanda de dólares por parte del público a partir de la apertura de la posibilidad de ahorro en divisas. Según el recaudador, no hubo en los últimos días mayores movimientos extraños sobre la demanda del los clientes de los bancos, como tampoco un incremento en los niveles de reclamos de dólares para futuros viajes al exterior en las próximas vacaciones de invierno. Los datos de la AFIP hablan de operaciones acumuladas desde el inicio de las autorizaciones por unos 630.968.758 dólares, con voluntad irregular jornada a jornada. Esto es, un día la demanda sube, otro baja, sin tendencia definida; y mucho menos necesidad de relacionarlo con la evolución del «blue». «Ningún problema por este costado», advirtió el recaudador. En definitiva, el mensaje de Echegaray fue que si hay algún problema con el tipo de cambio, las causas no hay que buscarlas en sus oficinas ni en sus sistemas informáticos de autorización o rechazo de pedidos de compras de dólares.
Cristina de Kirchner finalizó el encuentro con un llamado a «trabajar juntos» a «reunirse todas las mañanas» a «intercambiar datos» y, en síntesis, a identificar «los enemigos» y los creadores de la «minicorrida» para, en el momento adecuado, mencionarlos con nombre y apellido en alguna próxima cadena oficial. Mientras tanto «nada de internas, y hablo muy en serio».
Una vez que cada uno expuso su visión de los problemas más básicos del escenario macro, hubo tiempo para el cruce de ideas. La Presidente usaba los argumentos de unos para enfrentar las definiciones de otros, sin demostrar favoritismos por unas opiniones por sobre otras. Más bien eran preguntas sobre «por qué xx dice tal cosa, si luego esto no coincide con lo que dice usted xx». O en otros momentos «cómo podemos compatibilizar lo que dice usted con lo que afirma este otro funcionario». En algo se coincidió en el encuentro de ayer: hay culpables directos en la minicorrida cambiaria, en especial en cuanto al despegue del «blue» de 10,30 a 11,70 pesos. Nuevamente los dedos de todos los funcionarios apuntaron a los enemigos de siempre: los productores sojeros, algunos banqueros, especuladores varios y, en definitiva, los mismos que en octubre de 2011 impulsaron a los ojos del oficialismo un «golpe financiero» a horas de haber conseguido el kirchnerismo el 54% de los votos.
Kicillof abonó la teoría y aseguró que se deben aplicar los controles cambiarios sobre los principales operadores de los mercados. Deslizó la necesidad de tomar medidas efectivas para la reactivación de la economía, y reiteró su teoría sobre que el nivel de gasto público y de emisión no debe ser relacionado con el alza de precios ni con la disponibilidad de efectivo para cruzar la frontera del dólar legal e ir a adquirir el «blue». El ministro de Economía relacionó directamente las presiones sobre el mercado cambiario con los intentos de enflaquecer el costado fiscal vía rebaja de impuestos (suba del mínimo de Ganancias) y habló de la necesidad de estar «más fuertes y atentos que nunca». A su turno Fabrega habló sobre la política sobre las tasas de interés, asegurando que no hay alteraciones lo suficientemente importantes que ameriten que sea esta la razón de los movimientos hacia arriba del «blue». Explicó también que lo que demostraba que se trata de una burbuja especulativa es el hecho de que el informal se haya despegado tanto y en tan poco tiempo del «dólar tarjeta» (oficial + 35%) que ayer cerró a 10,90 pesos. Por las dudas, y por su algún colega en el Gabinete lo criticaba por el nivel de las tasas y sus eventuales consecuencias en el nivel de actividad, mencionó que las políticas crediticas productivas están sin alteraciones y activas como siempre. Fabrega estaba preparado para refutar cualquier señalamiento sobre que en el edificio de la calle Reconquista está la llave para no caer en recesión. Igualmente, al menos en público en la reunión de ayer, no hubo este tipo de acusaciones desde ningún costado.
Fabrega mencionó que como buen augurio los exportadores de cereales continúan liquidando a buen ritmo, cuando los primeros análisis para mayo (todos provenientes de economistas vinculados a la oposición) hablaban de un mes ya en fuerte caída en cuanto a los ingresos sojeros. La visión del Central es que los exportadores creen en el manejo del tipo de cambio oficial y la política cambiaria del Central, ya que de otra manera, afirman en la calle Reconquista, otra vez habría retenciones por parte de los productores esperando una fuerte suba del valor de la divisa norteamericana. En el momento reservado para Echegaray, el titular de la AFIP habló sobre la tranquilidad con que se está manejando la demanda de dólares por parte del público a partir de la apertura de la posibilidad de ahorro en divisas. Según el recaudador, no hubo en los últimos días mayores movimientos extraños sobre la demanda del los clientes de los bancos, como tampoco un incremento en los niveles de reclamos de dólares para futuros viajes al exterior en las próximas vacaciones de invierno. Los datos de la AFIP hablan de operaciones acumuladas desde el inicio de las autorizaciones por unos 630.968.758 dólares, con voluntad irregular jornada a jornada. Esto es, un día la demanda sube, otro baja, sin tendencia definida; y mucho menos necesidad de relacionarlo con la evolución del «blue». «Ningún problema por este costado», advirtió el recaudador. En definitiva, el mensaje de Echegaray fue que si hay algún problema con el tipo de cambio, las causas no hay que buscarlas en sus oficinas ni en sus sistemas informáticos de autorización o rechazo de pedidos de compras de dólares.
Cristina de Kirchner finalizó el encuentro con un llamado a «trabajar juntos» a «reunirse todas las mañanas» a «intercambiar datos» y, en síntesis, a identificar «los enemigos» y los creadores de la «minicorrida» para, en el momento adecuado, mencionarlos con nombre y apellido en alguna próxima cadena oficial. Mientras tanto «nada de internas, y hablo muy en serio».
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