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Según las explicaciones publicadas por la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos (BEA, por sus siglas en inglés) en su blog, la caída del PIB se debe en gran parte a la reducción de inversiones y de exportaciones. Además, contribuyeron a la tendencia los gastos del Gobierno federal y las administraciones municipales y la inversión en el sector inmobiliario. En contraste, el consumo iba creciendo, especialmente en los servicios.
«En caso de que esa tendencia continúe, es altamente probable que las agencias de calificación de riesgos mundiales rebajen la nota a EE.UU», advirtió en un comentario concedido al sitio politonline.ru el corredor de bolsa Phil Solenson. «No se asombren, este ya fue el caso hace unos años y en aquel entonces la situación fue semejante, aunque algo mejor».
Según pronostica el experto, eso sucederá «si EE.UU. no recurre a su motor preferido de crecimiento: una guerra con alguien». Hace poco algunos medios de comunicación estadounidenses ya plantearon el tema del impulso que podría dar a la economía una guerra eventual y contaban con varias opiniones de los economistas invitados a favor de esa suposición.
En el período anterior a esta caída, el cuarto trimestre del 2013, el PIB había aumentado el 2,6%, por eso estadísticamente todavía no se habla de una recaída en la recesión (lo que requiere al menos dos trimestres consecutivos de decrecimiento). Sobre lo que sí insinúan los analistas es la posible manipulación por parte del Gobierno estadounidense del conjunto de los datos estadísticos reales.
Cierta modificación de los índices económicos permite influir de una manera indirecta sobre la demanda de los bonos del Tesoro siempre que se acerquen los plazos de colocación o vencimiento de grandes lotes de la deuda, según explican los expertos del servicio bursátil ruso BCS-express. El Gobierno de EE.UU. podría manejar de este modo el nivel de atracción inversionista del país.
Así, las dos interpretaciones predominantes de la desalentadora cifra del PIB son la previsión de una guerra y un intento de manipular con la estadística para obtener ventajas en la administración de la deuda.