Una nación es, ante todo, un sistema de secretos”, escribió Ortega y Gasset. La identidad de un país está en lo no dicho, en lo que no hace falta aclarar, en los sobreentendidos. Por eso distintos países se ríen de distintas cosas y el sentido del humor, aunque universal, es local.
Mascherano hace que aparezca la foto de Vandenbroele con Boudou Desde el día del triunfo de la Selección argentina sobre Holanda, la máquina de hacer chistes funciona a todo vapor.Cualquiera diría que esta máquina vive en Twitter, pero en verdad nace en la calle y se refleja en las redes sociales.
Mascherano interrumpe a Mirtha.
Y siempre es anónima, el motivo por el cual Ricardo Montaner no podrá nunca conocer al autor de la letra del estribillo futbolero “Brasil/decime qué se siente”.
Es cierto, la música es de Creedence. Pero con la música no basta.
Mascherano le paga al chino con caramelos y recibe monedas de vuelto.
En estos días de triunfos y derrotas las palabras exageran, y entonces los diarios brasileños gritan “¡Humillación!” luego de la goleada sufrida por su equipo ante Alemania, como si esa derrota fuera un insulto al país. Mientras, los argentinos evitamos usar la misma palabra para algo que en verdad nos humilla, como es la presencia de Amado Boudou en el acto oficial conmemorativo de nuestra independencia, el 9 de Julio en la Casa de Tucumán.
Si la montaña no va a Mahoma, Mascherano se la alcanza.
Ni los funcionarios del Gabinete, habituados al rol de aplaudidores, podían ese mediodía sostenerle la mirada al vicepresidente. Nunca vi a Agustín Rossi, actual ministro de Defensa, aplaudir con tanta desidia; ni a Florencio Randazzo mirar molesto al horizonte; ni esa sensación de tragame tierra que invadía las primeras filas de asistentes al acto, y se contagiaba a todo el auditorio, con excepción de algunos fieles de La Cámpora que vitoreaban en el fondo.
Mascherano rechaza una oferta de Vito Corleone En el otro extremo de la cuerda, horas después, el jugador de la Selección Javier Mascherano se convirtió en una especie de héroe nacional instantáneo. El vértigo con el que creció la figura del deportista hablaba con absoluta claridad de las necesidades que su figura evocaba. Ahí estaba un jugador de bajo perfil, que siempre utiliza el plural al hablar y que se mantuvo como líder natural de su grupo aunque formalmente hace meses que dejó de ser el capitán del equipo.
Mascherano entendió el final de Lost Ahí estaba Mascherano sufriendo un golpe, atacando, defendiendo, evitando un gol de Robben, diciéndole al arquero Sergio Romero una frase de almanaque: “Hoy vos te convertís en héroe”, que parece la hubiera escrito Kipling. En el medio de la jungla, un ángel.
Mascherano se casa con Wanda Nara y viven felices para siempre.
Es exactamente lo contrario a lo que somos, me decía Marcelo Longobardi en la radio, ayer a la mañana.
¿Es Mascherano lo que somos o lo que queremos ser? ¿El reguero de pólvora de chistes, el centimil, las miles de menciones a Mascherano en las redes sociales evocan una necesidad, o la melancólica ausencia de lo que no seremos jamás?
Mascherano va a negociar con los fondos buitre y trae el vuelto De pronto los argentinos, inventores de la cultura de “salvarse” con un batacazo individual, sentimos la necesidad de un equipo, del trabajo y del tiempo que se tarda en realizarlo.
Cuando Jesús multiplicó los panes, Mascherano le dijo: “Dejá, flaco, traje facturas”.
Es probable que ni Mascherano sepa lo que despertó. Nos mostró lo que queremos ser. Nos enseñó que la humildad, el trabajo y el sacrificio pueden ser “negocio”. Hay demasiadas uñas mordidas como para intentar algún equilibrio: esta semana la Argentina se reconoció en un héroe poco convencional si analizamos nuestra historia.
Todos los chistes –que siguen y siguen apareciendo– nos muestran, como incorregibles que somos, pidiéndole imposibles. Pero también sintiéndolo cerca nuestro. ¿Estaremos, colectivamente, intuyendo el futuro? ¿Podremos pensar alguna vez en una Argentina de bajo perfil, con trabajo y compromiso, sin grietas y tan normal como Mascherano?
Mascherano hace que aparezca la foto de Vandenbroele con Boudou Desde el día del triunfo de la Selección argentina sobre Holanda, la máquina de hacer chistes funciona a todo vapor.Cualquiera diría que esta máquina vive en Twitter, pero en verdad nace en la calle y se refleja en las redes sociales.
Mascherano interrumpe a Mirtha.
Y siempre es anónima, el motivo por el cual Ricardo Montaner no podrá nunca conocer al autor de la letra del estribillo futbolero “Brasil/decime qué se siente”.
Es cierto, la música es de Creedence. Pero con la música no basta.
Mascherano le paga al chino con caramelos y recibe monedas de vuelto.
En estos días de triunfos y derrotas las palabras exageran, y entonces los diarios brasileños gritan “¡Humillación!” luego de la goleada sufrida por su equipo ante Alemania, como si esa derrota fuera un insulto al país. Mientras, los argentinos evitamos usar la misma palabra para algo que en verdad nos humilla, como es la presencia de Amado Boudou en el acto oficial conmemorativo de nuestra independencia, el 9 de Julio en la Casa de Tucumán.
Si la montaña no va a Mahoma, Mascherano se la alcanza.
Ni los funcionarios del Gabinete, habituados al rol de aplaudidores, podían ese mediodía sostenerle la mirada al vicepresidente. Nunca vi a Agustín Rossi, actual ministro de Defensa, aplaudir con tanta desidia; ni a Florencio Randazzo mirar molesto al horizonte; ni esa sensación de tragame tierra que invadía las primeras filas de asistentes al acto, y se contagiaba a todo el auditorio, con excepción de algunos fieles de La Cámpora que vitoreaban en el fondo.
Mascherano rechaza una oferta de Vito Corleone En el otro extremo de la cuerda, horas después, el jugador de la Selección Javier Mascherano se convirtió en una especie de héroe nacional instantáneo. El vértigo con el que creció la figura del deportista hablaba con absoluta claridad de las necesidades que su figura evocaba. Ahí estaba un jugador de bajo perfil, que siempre utiliza el plural al hablar y que se mantuvo como líder natural de su grupo aunque formalmente hace meses que dejó de ser el capitán del equipo.
Mascherano entendió el final de Lost Ahí estaba Mascherano sufriendo un golpe, atacando, defendiendo, evitando un gol de Robben, diciéndole al arquero Sergio Romero una frase de almanaque: “Hoy vos te convertís en héroe”, que parece la hubiera escrito Kipling. En el medio de la jungla, un ángel.
Mascherano se casa con Wanda Nara y viven felices para siempre.
Es exactamente lo contrario a lo que somos, me decía Marcelo Longobardi en la radio, ayer a la mañana.
¿Es Mascherano lo que somos o lo que queremos ser? ¿El reguero de pólvora de chistes, el centimil, las miles de menciones a Mascherano en las redes sociales evocan una necesidad, o la melancólica ausencia de lo que no seremos jamás?
Mascherano va a negociar con los fondos buitre y trae el vuelto De pronto los argentinos, inventores de la cultura de “salvarse” con un batacazo individual, sentimos la necesidad de un equipo, del trabajo y del tiempo que se tarda en realizarlo.
Cuando Jesús multiplicó los panes, Mascherano le dijo: “Dejá, flaco, traje facturas”.
Es probable que ni Mascherano sepa lo que despertó. Nos mostró lo que queremos ser. Nos enseñó que la humildad, el trabajo y el sacrificio pueden ser “negocio”. Hay demasiadas uñas mordidas como para intentar algún equilibrio: esta semana la Argentina se reconoció en un héroe poco convencional si analizamos nuestra historia.
Todos los chistes –que siguen y siguen apareciendo– nos muestran, como incorregibles que somos, pidiéndole imposibles. Pero también sintiéndolo cerca nuestro. ¿Estaremos, colectivamente, intuyendo el futuro? ¿Podremos pensar alguna vez en una Argentina de bajo perfil, con trabajo y compromiso, sin grietas y tan normal como Mascherano?