Artemio López: «La autoestima elevada constituye un activo para el gobierno»

Entrevista. El sociólogo y consultor de opinión pública Artemio López sostuvo que «el gobierno hace muy bien en publicitar su gestión» en las transmisiones de fútbol.
Artemio López defendió la publicidad oficial en los partidos del mundial.
Por Rodolfo Montes / La Capital (rmontes@lacapital.com.ar)
Artemio López, sociólogo, consultor de opinión pública y de medios, analiza en exclusiva para LaCapital la posible influencia del mundial de fútbol en el desenvolvimiento del proceso político argentino. La repolitización que trajo el kirchnerismo a partir de 2003 ¿activa aún más el vínculo entre política, fútbol y medios?
Para Artemio, por el contrario, «el clima de refundación política que trajo el kirchnerismo más que activar el vínculo entre política y medios que existe, y que siempre existió, quiebra la subordinación de la política a la línea editorial de las corporaciones de medios y reinstala el dominio de lo público sobre lo privado también en materia de decisiones de gobierno».
—¿Resulta razonable, o no, vincular los buenos resultados del equipo del fútbol con la imagen del gobierno?, ¿o son valoraciones que funcionan claramente por separado en la opinión pública?
—No hay asociación mecánica, pero sin duda en el particular clima existente hoy en el país de tanta confrontación mediática opositora con el gobierno nacional —disputa cuyo plexo es inducir el desánimo colectivo y la fragmentación comunitaria—, el reforzamiento de la autoestima colectiva, el clima festivo y los valores nacionales por sobre los particulares constituyen un activo para el gobierno. Al resultado exitoso de la Argentina en el mundial se agrega la estrategia comunicacional del gobierno que también induce esos valores.
—¿Qué tipo de incidencias puede volcar el resultado futbolero de la selección en la configuración de un clima político respecto del gobierno nacional?
—Dado el clima social creado por los medios opositores tan negativo para el gobierno, el cambio de humor que induce la gran performance argentina en el mundial, es de por si un activo para el oficialismo.
—El gobierno desplegó publicidad temática futbolera mostrando gestión, en medio de altísimos rating. ¿Fue correcta esa intervención y qué efectos podría producir?
—El gobierno hace muy bien en publicitar su gestión mediante la ventana de oportunidad que abre la televisación del fútbol en general y el mundial en particular. En caso contrario no habría modo de comunicar gestión por parte del oficialismo ya que los medios opositores han hecho caer una cortina de silencio inexpugnable sobre la comunicación de las obras de gobierno.
—¿Cómo analiza la cobertura televisiva oficial del mundial?, ¿tuvo el profesionalismo y tono esperados? ¿ o sigue con retraso respecto de los medios privados opositores que logran mayores audiencias?
—La cobertura fue óptima y muy profesional, superior a los estándares anteriores privados o públicos, con una calidad y variedad de imágenes inéditas hasta hoy.
—La pretensión opositora de «neutralidad» y «no utilización» del mundial en su cruce con los medios y la política ¿tiene algún andamiaje en la realidad, o es mera abstracción?
—La neutralidad frente a los acontecimientos sociales siempre resulta una pretensión grosera cuando no hipócrita. A partir de la afirmación de la buena performance de la Argentina, por caso, todos los dirigentes de la oposición se sumaron a la reivindicación del equipo e incluso a la figura del técnico Alejandro Sabella al que antes habían defenestrado por kirchnerista. Por lo demás, el involucramiento de la política con el deporte en general y el fútbol en particular es universal. En Alemania, por ejemplo, se observa el banner que el Partido Socialdemócrata (SPD) decidió imprimir y colgar hoy en la fachada de la Willy-Brandt-Haus (la central del partido) con la encendida y nada sutil leyenda: «¡Muchachos, traigan la cuarta estrella! Estamos a su lado».
—Por un último, visto a la distancia, ¿qué considera que le sumó el mundial 78 a la dictadura militar?, y así el resto de los mundiales en los distintos momentos políticos del país
—El mundial del 78 y sus efectos sociales fueron atípicos y bochornosos. Aquél funesto episodio sumó a la dictadura el clima de exaltación nacionalista de un sector importante de la población, clima que los dictadores demandaban para administrar con sordina el genocidio frente a las denuncias de violación a los DDHH cada vez más visibles a nivel nacional e internacional. Por otra parte, para lograr el supuesto «éxito deportivo» de 1978 se forzaron extradeportivamente resultados como el de Argentina-Perú que permitió la clasificación argentina a la final. Peor aún, hasta se intentó el secuestro de jugadores de Holanda. En democracia, por el contrario, los éxitos deportivos de los años 1986 y 1990 fueron muy circunstanciales en su efecto de legitimación al gobierno de turno y no resultaron en absoluto decisivos en materia de impacto político de largo y mediano plazo. Y mucho menos de preponderancia electoral, como tampoco lo fueron las frustraciones de los años 1994, 1998, 2002, 2006 y 2010.
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