El camaleón, mamá … (El Peronismo disidente habla de moral)

Suceden cosas extrañas estos días, sin duda. La crisis del capitalismo financiero y las respuestas de la otrora ortodoxia neoliberal son una muestra de ello (claro que aún cuando se cambian los términos de la ecuación los resultados son los mismos: la transferencia de recursos de trabajadores asalariados al sector o decil más alto de la pirámide social).

No menos extraño es el reconocimiento del matrimonio gobernante de que a la Argentina esta crisis global la está afectando, lo cual significa un avance de los Kirchner en su comprensión del funcionamiento económico de orden mundial y del rol que cumple la «confianza» en términos de operatividad financiera e inversiones productivas.

Advertido de este inconveniente -enhorabuena-, el gobierno ha dispuesto una serie de medidas de carácter crediticio y financiero que conocemos como el llamado «paquete anticrisis». No creo necesario ahondar en esta cuestión e iniciar un debate económico; en primer lugar porque no es el propósito de este artículo, y en segundo lugar porque reconozco en el lector de este sitio un lector informado, al menos de las movidas oficiales.

Lo que aquí nos ocupa es, en el marco del plan oficial, la controvertida repatriación de capitales, el «premio a los evasores», y «Argentina nuevo paraíso fiscal»; en suma, las reacciones que la medida ha provocado entre opositores y peronistas disidentes. En relación a esto, siendo yo antikirchnerista de la primera hora y convencido arista seguidor de Carrió, debo decir que no me ha causado sino extrañez escuchar a un peronista hablar de «lo moral». El sentimiento es, empero, ambiguo. Pero antes quisiera recapitular algo de la memoria política de este «último recurso» entre peronistas desencantados con el Partido y su conducción.

El «republicanismo peronista» -el apego a la ley y sus procedimientos-comienza con la Alianza, siendo su máximo referente el «expatriado» Chacho Álvarez. Claro que no puedo decir mucho de aquella experiencia, de su génesis, desarrollo e implosión porque entonces era yo casi un disciplinado votante del Partido Justicialista, el partido de «papá», un activo militante peronista -concejal y delegado- con orígenes en la JP.

Ya más cerca, aquel republicanismo se reactualiza en Telerman en las elecciones porteñas de 2007, a través de su multipartidaria alianza con la CC, el socialismo, el radicalismo porteño y la extinta UCD -contando incluso con la venia de «El Padrino»; todo un «éxito de armado». Por supuesto que a Telerman nunca le creí: una, por vanguardista charlatán, y otra, por ambiguo. Los resultados de esta alianza -y aclaro: no me opongo a las alianzas en sí- son ostensibles, y veremos si el Pelado puede volver a salir del «cuartito» en el que transcurren sus «días chachescos».

Apenas ayer con el reciente pase de la diputada santiagueña Velarde a las filas lilistas, y hoy, con las declaraciones de Felipe Solá al Diario Perfil en entrevista con el furibundo antiká Jorge Fontevecchia, una vez más se consuma el «escape-peronista-vía-republicana» de la estructura del «partido maldito de la Argentina».

Pero a Felipe no le creo -jamás le creería a alguien que dice todo el tiempo «al pedo!» y que «se hace el boludo para sobrevivir». Tampoco al gobernador Das Neves, claramente distanciado de la Casa Rosada y sujeto a «tregua». No obstante, celebro la persistencia -aunque sea engañosa- de «lo moral» en el discurso peronista. Quizá algún día sea real y mayoritaria, y entonces pueda cual Carrió a la UCR volver (a charlar) al partido donde tantas veces festejamos con un simple choripán.

*El autor es militante del ARI-CC y ex peronista.