«Hay que atravesar 2015», dijo Orlando Ferreres.
Luego de mencionar las «buenas perspectivas» que podrían abrirse para la economía argentina a partir de 2016, Orlando Ferreres se encargó de poner esa previsión en contexto: «Pero primero hay que atravesar el 2015, ése es el problema».
El ex viceministro de Economía no fue el único en señalar ayer, durante el 19° Simposio Internacional de Economía organizado por la Universidad de Tel Aviv, que la complicada situación macroeconómica que atraviesa la Argentina podría revertirse con el cambio de gobierno. Tampoco fue el único, sin embargo, en detallar las debilidades y desafíos que el país enfrenta en un horizonte más inmediato. «Las cifras para el año que viene son bastante malas», dijo.
Ejemplos de esas cifras malas no faltaron. Ferreres cree que en 2015, como consecuencia de la caída en el precio de la soja, dejarán de ingresar en el país alrededor de US$ 8700 millones en exportaciones de ese producto. A esto se suma una caída de US$ 2000 millones en las ventas de maíz. El presidente de la consultora homónima también prevé que el Gobierno mantendrá la expansión monetaria y, por tanto, no cederá la inflación, que estima que actualmente ronda el 40% anual (45% en el caso de los alimentos).
Para Miguel Kiguel, una señal de que en los mercados «hay confianza de que la situación actual se va a superar en 2016, con un buen management» es el hecho de que el riesgo país, pese al default de la deuda, no se disparó a los niveles de 2001. No obstante, la descripción que el director de EconViews hizo de la situación presente no lució alentadora. Kiguel detalló las que, según él, son las «diez plagas de la economía argentina actual»: el default de la deuda, que deriva en un mayor riesgo país y en la falta de acceso a los mercados externos de capitales; la caída en el nivel de actividad (él prevé que este año el PBI se contraerá entre 2% y 3%); el aumento del desempleo y la pobreza; la inflación; el atraso cambiario; la brecha cambiaria; el bajo nivel de las reservas internacionales; la caída en el precio de la soja; el déficit fiscal, que «sin artilugios contables llega al 5% del PBI», y el déficit energético.
Para Kiguel, la complicada situación actual responde, en gran parte, al manejo económico del Gobierno y, por tanto, la situación es reversible con una administración adecuada de la economía. Sin embargo, el analista, que resaltó el riesgo de una posible aceleración en el cobro de los bonos reestructurados, destacó la importancia de que el país recupere el acceso al crédito externo.
También el analista político Sergio Berensztein, que cerró la jornada que se llevó a cabo en el Hotel Panamericano, dijo estar preocupado por lo que pueda pasar «de acá a las elecciones», pero añadió que «los inversores tienen una visión optimista» sobre el futuro de la Argentina a partir del cambio de gobierno. Sin embargo, Berensztein, para quien el país está viviendo un fin de ciclo, no está seguro de que el «momento del despegue» llegue en 2016 o un par de años más tarde.
Lo que parece seguro es que ese despegue se dará desde un punto bastante bajo. Así surge de la descripción que hizo Bernardo Kosacoff de la actual situación económica de la Argentina: caídas en la industria, en la construcción, en el empleo manufacturero, en la venta de autos, en el comercio minorista, en las importaciones. A todo esto, Kosacoff -en cuya opinión desde 2011 se han cometido errores en el manejo económico como el cepo cambiario, la administración del comercio y el programa de blanqueo- sumó la suba en los costos y la reducción en los márgenes que enfrentan las empresas.
La situación que atraviesa el país, resaltó José Siaba Serrate, no es generalizada. Al contrario, según él, «la Argentina va a contramano del resto del mundo», ya que mientras éste se recupera la economía argentina se deteriora. Siaba Serrate también se refirió a la crisis energética, que, en su opinión, «es hechura propia [del Gobierno] de cabo a rabo».
La diferencia entre la Argentina y otros países también fue señalada por el analista uruguayo Ernesto Talvi, que mencionó que mientras en los demás países de la región la economía se enfría, en la Argentina directamente se contrae. En su opinión, esa diferencia se explica por «decisiones que comprometieron la confianza» en la economía local, como el financiamiento del déficit fiscal con emisión monetaria..
Luego de mencionar las «buenas perspectivas» que podrían abrirse para la economía argentina a partir de 2016, Orlando Ferreres se encargó de poner esa previsión en contexto: «Pero primero hay que atravesar el 2015, ése es el problema».
El ex viceministro de Economía no fue el único en señalar ayer, durante el 19° Simposio Internacional de Economía organizado por la Universidad de Tel Aviv, que la complicada situación macroeconómica que atraviesa la Argentina podría revertirse con el cambio de gobierno. Tampoco fue el único, sin embargo, en detallar las debilidades y desafíos que el país enfrenta en un horizonte más inmediato. «Las cifras para el año que viene son bastante malas», dijo.
Ejemplos de esas cifras malas no faltaron. Ferreres cree que en 2015, como consecuencia de la caída en el precio de la soja, dejarán de ingresar en el país alrededor de US$ 8700 millones en exportaciones de ese producto. A esto se suma una caída de US$ 2000 millones en las ventas de maíz. El presidente de la consultora homónima también prevé que el Gobierno mantendrá la expansión monetaria y, por tanto, no cederá la inflación, que estima que actualmente ronda el 40% anual (45% en el caso de los alimentos).
Para Miguel Kiguel, una señal de que en los mercados «hay confianza de que la situación actual se va a superar en 2016, con un buen management» es el hecho de que el riesgo país, pese al default de la deuda, no se disparó a los niveles de 2001. No obstante, la descripción que el director de EconViews hizo de la situación presente no lució alentadora. Kiguel detalló las que, según él, son las «diez plagas de la economía argentina actual»: el default de la deuda, que deriva en un mayor riesgo país y en la falta de acceso a los mercados externos de capitales; la caída en el nivel de actividad (él prevé que este año el PBI se contraerá entre 2% y 3%); el aumento del desempleo y la pobreza; la inflación; el atraso cambiario; la brecha cambiaria; el bajo nivel de las reservas internacionales; la caída en el precio de la soja; el déficit fiscal, que «sin artilugios contables llega al 5% del PBI», y el déficit energético.
Para Kiguel, la complicada situación actual responde, en gran parte, al manejo económico del Gobierno y, por tanto, la situación es reversible con una administración adecuada de la economía. Sin embargo, el analista, que resaltó el riesgo de una posible aceleración en el cobro de los bonos reestructurados, destacó la importancia de que el país recupere el acceso al crédito externo.
También el analista político Sergio Berensztein, que cerró la jornada que se llevó a cabo en el Hotel Panamericano, dijo estar preocupado por lo que pueda pasar «de acá a las elecciones», pero añadió que «los inversores tienen una visión optimista» sobre el futuro de la Argentina a partir del cambio de gobierno. Sin embargo, Berensztein, para quien el país está viviendo un fin de ciclo, no está seguro de que el «momento del despegue» llegue en 2016 o un par de años más tarde.
Lo que parece seguro es que ese despegue se dará desde un punto bastante bajo. Así surge de la descripción que hizo Bernardo Kosacoff de la actual situación económica de la Argentina: caídas en la industria, en la construcción, en el empleo manufacturero, en la venta de autos, en el comercio minorista, en las importaciones. A todo esto, Kosacoff -en cuya opinión desde 2011 se han cometido errores en el manejo económico como el cepo cambiario, la administración del comercio y el programa de blanqueo- sumó la suba en los costos y la reducción en los márgenes que enfrentan las empresas.
La situación que atraviesa el país, resaltó José Siaba Serrate, no es generalizada. Al contrario, según él, «la Argentina va a contramano del resto del mundo», ya que mientras éste se recupera la economía argentina se deteriora. Siaba Serrate también se refirió a la crisis energética, que, en su opinión, «es hechura propia [del Gobierno] de cabo a rabo».
La diferencia entre la Argentina y otros países también fue señalada por el analista uruguayo Ernesto Talvi, que mencionó que mientras en los demás países de la región la economía se enfría, en la Argentina directamente se contrae. En su opinión, esa diferencia se explica por «decisiones que comprometieron la confianza» en la economía local, como el financiamiento del déficit fiscal con emisión monetaria..