WASHINGTON.- El clima que se vivió en la Conferencia Anual de la Corporación Andina de Fomento (CAF, un banco de desarrollo regional) fue de fin de fiesta. América latina ya no crecerá como lo hizo en la última década. Se terminó la era de las commodities, sintetizó Enrique García, presidente de la CAF. «Hace dos años estábamos acá muy optimistas. Pero parece que todo ha cambiado», agregó.
Los pronósticos fueron unánimes: China ya no crecerá como antes y los precios de las commodities no serán los que fueron y se estacionarán un escalón por debajo de los récords de los últimos años. Como si esto fuera poco, la Reserva Federal de Estados Unidos subirá la tasa y no quedará dinero barato para los países emergentes. También se coincidió en que a América latina le costará sobrepasar un 2% de crecimiento, lo que alejará cada vez más la región de los países ricos.
Este panorama, que afectará principalmente a los países dependientes de las exportaciones de materias primas (la Argentina, entre ellos), podría derivar en fuertes tensiones sociales generadas en la falta de respuestas que tendrían los gobiernos a millones de latinos que ingresaron a la clase media en estos años de bonanza y que ahora presionarán por mantenerse lejos de la pobreza.
Claro que esto no afecta a todos por igual. El ex presidente de México Felipe Calderón puso el tema sobre la mesa. «En los próximos años sólo crecerán los países que generen valor. Será imposible la expansión si la economía depende de la exportación de productos básicos», sostuvo. Luego ilustró sus dichos con la relación entre las exportaciones y el crecimiento de Brasil y la Argentina con el precio de las materias primas.
Más tarde, Héctor Schamis, un argentino que es profesor de la Universidad de Georgetown, volvió sobre el tema: «Ha cambiado el ciclo de los precios. Asistimos a un auge de América latina que se dio por tres factores: tasa de interés muy baja, liquidez y precio de las commodities. Ya no queda nada de eso y lo que viene es un tiempo de caída». Recalcó los problemas fiscales que tendrán Brasil y la Argentina, y para el final dejó una de sus frases más elocuentes: «En América latina se avanzó y mucha gente se incorporó a la clase media. El problema es que gran parte de esa clase media es candidata a volver a la pobreza. Y eso es un cóctel explosivo virulento».
Unas horas después, el director del poderoso Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDS), João Carlos Ferraz, retomó el tema. «La región estuvo en un proceso de crecimiento fácil, que yo llamaría de acumulación rápida de ganancias y resultados. Entonces invitamos a más gente a la fiesta. Pero cuidado, sólo los dejamos ir hasta la puerta y apenas mirar desde allí. No van a creer que más», dijo en un portuñol que desató la risas de la gente que colmaba el lujoso Willard Intercontinental Hotel, ubicado a pocas cuadras de la Casa Blanca.
El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, había sido el más optimista. «Los vientos para América latina cambian, pero hay muchas cosas por hacer, como trabajar en la productividad. El reto para nuestros países es integrarse rápido», agregó.
Lo siguió en la palabra Alejandro Werner, un mexicano que es director para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional. «La inversión ha dejado la región. Desde ahora en más, aumentar los niveles de vida de la gente va a ser muy difícil. Habría que mejorar mucho la eficiencia de los gobiernos», sostuvo. Y luego, sin nombrarlos, habló de la Argentina y Venezuela: «Hay algunos países que además tienen mucha inflación. Y eso claramente habrá que resolverlo, es volver a viejos problemas que se creían terminados».
No todo sucedió en los paneles. El encuentro, que también fue organizado por la Organización de los Estados Americanos (OEA) y por la fundación Inter-American Dialogue, estuvo repleto de conocedores de la política regional que hicieron un clearing de tarjetas en el lujoso hotel. Allí estaba el influyente Dan Restrepo, un hombre de entrada asidua a la Casa Blanca que fue asistente especial del presidente Barack Obama y director para Asuntos del Hemisferio Occidental. «La verdad es que el presidente (Obama) estaría más cómodo con una América que tuviera a la Argentina. Pero no está. Y no está por decisión propia. Se aisló tanto que ni siquiera representa un peligro de contagio para la región. Apenas Brasil tendría problemas si a la Argentina le fuera peor», contestó ante una pregunta de LA NACION. Y siguió hablando, desentendido del off o del on the record..
Los pronósticos fueron unánimes: China ya no crecerá como antes y los precios de las commodities no serán los que fueron y se estacionarán un escalón por debajo de los récords de los últimos años. Como si esto fuera poco, la Reserva Federal de Estados Unidos subirá la tasa y no quedará dinero barato para los países emergentes. También se coincidió en que a América latina le costará sobrepasar un 2% de crecimiento, lo que alejará cada vez más la región de los países ricos.
Este panorama, que afectará principalmente a los países dependientes de las exportaciones de materias primas (la Argentina, entre ellos), podría derivar en fuertes tensiones sociales generadas en la falta de respuestas que tendrían los gobiernos a millones de latinos que ingresaron a la clase media en estos años de bonanza y que ahora presionarán por mantenerse lejos de la pobreza.
Claro que esto no afecta a todos por igual. El ex presidente de México Felipe Calderón puso el tema sobre la mesa. «En los próximos años sólo crecerán los países que generen valor. Será imposible la expansión si la economía depende de la exportación de productos básicos», sostuvo. Luego ilustró sus dichos con la relación entre las exportaciones y el crecimiento de Brasil y la Argentina con el precio de las materias primas.
Más tarde, Héctor Schamis, un argentino que es profesor de la Universidad de Georgetown, volvió sobre el tema: «Ha cambiado el ciclo de los precios. Asistimos a un auge de América latina que se dio por tres factores: tasa de interés muy baja, liquidez y precio de las commodities. Ya no queda nada de eso y lo que viene es un tiempo de caída». Recalcó los problemas fiscales que tendrán Brasil y la Argentina, y para el final dejó una de sus frases más elocuentes: «En América latina se avanzó y mucha gente se incorporó a la clase media. El problema es que gran parte de esa clase media es candidata a volver a la pobreza. Y eso es un cóctel explosivo virulento».
Unas horas después, el director del poderoso Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDS), João Carlos Ferraz, retomó el tema. «La región estuvo en un proceso de crecimiento fácil, que yo llamaría de acumulación rápida de ganancias y resultados. Entonces invitamos a más gente a la fiesta. Pero cuidado, sólo los dejamos ir hasta la puerta y apenas mirar desde allí. No van a creer que más», dijo en un portuñol que desató la risas de la gente que colmaba el lujoso Willard Intercontinental Hotel, ubicado a pocas cuadras de la Casa Blanca.
El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, había sido el más optimista. «Los vientos para América latina cambian, pero hay muchas cosas por hacer, como trabajar en la productividad. El reto para nuestros países es integrarse rápido», agregó.
Lo siguió en la palabra Alejandro Werner, un mexicano que es director para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional. «La inversión ha dejado la región. Desde ahora en más, aumentar los niveles de vida de la gente va a ser muy difícil. Habría que mejorar mucho la eficiencia de los gobiernos», sostuvo. Y luego, sin nombrarlos, habló de la Argentina y Venezuela: «Hay algunos países que además tienen mucha inflación. Y eso claramente habrá que resolverlo, es volver a viejos problemas que se creían terminados».
No todo sucedió en los paneles. El encuentro, que también fue organizado por la Organización de los Estados Americanos (OEA) y por la fundación Inter-American Dialogue, estuvo repleto de conocedores de la política regional que hicieron un clearing de tarjetas en el lujoso hotel. Allí estaba el influyente Dan Restrepo, un hombre de entrada asidua a la Casa Blanca que fue asistente especial del presidente Barack Obama y director para Asuntos del Hemisferio Occidental. «La verdad es que el presidente (Obama) estaría más cómodo con una América que tuviera a la Argentina. Pero no está. Y no está por decisión propia. Se aisló tanto que ni siquiera representa un peligro de contagio para la región. Apenas Brasil tendría problemas si a la Argentina le fuera peor», contestó ante una pregunta de LA NACION. Y siguió hablando, desentendido del off o del on the record..