La ‘hembra alfa’ de Pablo Iglesias

Diez de la mañana del miércoles. Tania Sánchez pasea a su perra por un parque junto a su casa de Rivas Vaciamadrid. Al cruzarse con ella, los vecinos la saludan con espontánea familiaridad.
-¡Esa Tania! ¿Todo bien?
Los paseantes no se dirigen a ella como candidata a las primarias de IU para presidir Madrid. Tampoco como la feroz tertuliana de los debates televisivos. Ni, por supuesto, como la pareja de Pablo Iglesias.
Aquí, Tania es una vecina más: la hija de comunistas que llegó al pueblo con cuatro años, la joven a la que apodaban La Pasionaria de Rivas por su fervor político, la diplomada en Educación Social que trabajó un año en una narcosala…
¿Y Pablo Iglesias? En esta barriada, orgullosa y obrera, el líder de Podemos aún es «el novio de Tania».
Quedan pocos lugares así. El auge de Podemos ha convertido a Tania en la persona más cercana al político del momento, ayer coronado como secretario general de su formación. Y, para alimentar aún más el morbo, milita en un partido distinto al de su pareja. Así que no hay entrevista en la que no la interroguen sobre su vida privada: un fastidio que ella afronta con un cóctel de rabia y resignación.
-Entiendo que haya un cierto morbo por nuestra relación -dice- Pero muchos aprovechan la situación para debilitarme políticamente. Como si, por ser mujer, no pudiera tener mis propias ideas.
Más bien al contrario. Tania, de 35 años, es una mujer de armas tomar, a la que también apodan Nikita, como la espía de la serie de TV, por la vehemencia con que defiende sus ideas. Mientras Pablo niega ser «un macho alfa», ella asume sin complejos la etiqueta de «hembra alfa». Lo explica con un ejemplo de su vida cotidiana: «Yo no como carne y mi compañero sí. Por tanto, en mi casa no se come carne».
8.45 h. Tania Sánchez abre la puerta envuelta en un albornoz blanco, con el rostro aún adormilado. Anoche se quedó trabajando hasta las tres de la mañana y se le han pegado las sábanas. Así que aplaza unos minutos su cita con este suplemento, con el que compartirá un día completo de campaña.
Media hora después, reaparece en el bar de la esquina. Su uniforme de trabajo es una blusa blanca, falda gris, botas de cuero y un discreto piercing bajo el labio. Tras beberse un zumo y café, cumple su ritual matutino: pasear con su perra Lola. Luego, vuelve a casa, donde envía unos emails antes de iniciar su jornada laboral.
Un rincón de esta casa -un coqueto dúplex de 80 m²- simboliza la complejidad de su posición. En la nevera hay un cartel de Podemos pegado con imanes de IU. Para algunos, Tania podría ejercer de imán que ayude a que ambos partidos converjan de cara a las autonómicas. Pero, a su vez, estas esperanzas la han convertido en el centro de los ataques de quienes temen esta alianza, dentro y fuera de su partido.
-Juan Carlos Monedero dice que IU también forma parte de la Casta. ¿Qué le respondería?- le preguntamos más tarde.
‘Yo no como carne y mi compañero sí. Por tanto, en mi casa no se come carne’. Su barrio… ¡¡Pablo Iglesias!!
-Cuando alguien ha estado en una organización, como Monedero, debería tener más respeto. Es como decir que tu ex novia es una imbécil. Eso habla mal de ti, por haberte enamorado de ella.
-¿Alguna vez le han pedido que se una a Podemos?
-Pablo ni siquiera me lo propuso porque ya sabía la respuesta: no. Yo soy de IU. Jamás me iría ni traicionaría a mi partido.
10.30 h. La jornada arranca en la Asamblea de Madrid, donde Tania Sánchez ocupa un escaño. Suele conducir un Smart de cuatro plazas, pero hoy lo tiene en el taller, así que toma prestado el coche de su pareja: un viejísimo Renault Clio con el asiento del conductor roto. «Siempre le digo que se compre otro, aunque sea un Dacia de esos baratos, pero no hay forma: a Pablo no le interesan esas cosas», resopla.
La relación se fraguó hace unos tres años, cuando él era asesor externo de IU y ella acudía los platós de La Tuerka, el programa televisivo de Pablo. Sin embargo, siguen viviendo por separado: ella, en su casa de Rivas; él, a caballo entre Bruselas y un piso heredado en Vallecas. «Cuando nos conocimos, ya estábamos independizados», explica Tania. «Nos gusta mantener nuestro propio espacio. Eso sí, cuando él está en Madrid, intentamos dormir juntos».
El auge de Podemos ha alterado la vida cotidiana de la pareja. Los planes más simples, como ir a tomar una cerveza con los amigos, se han vuelto inviables: «A mí la gente me habla de lejos, pero ir por la calle con Pablo es imposible: le paran todo el rato. Es un horror».
11.00 h. Tania visita brevemente su despacho en la Asamblea, que comparte con otra diputada. Recoge documentación, responde emails y atiende las cuestiones parlamentarias más urgentes. No hay tiempo para más: al cabo de unos minutos, la avisan de que ya ha llegado el taxi. Toca ir a la televisión.
En los últimos meses, Tania se ha convertido en una de las tertulianas más populares del país. Curtida en los platós de La Tuerka, saltó a los canales más conservadores de la TDT, como Intereconomía. Y de ahí, escaló hasta las cadenas masivas: hoy es una de las caras habituales de Al Rojo Vivo (La Sexta) y El programa de Ana Rosa (Telecinco).
La diputada asume las tertulias como uno de los pilares de su actividad política. Se estudia los temas a conciencia la noche anterior, con ayuda de los argumentarios que le prepara su equipo. Y aprovecha el trayecto en taxi para empaparse de las noticias de última hora.
-¿Por qué dedica tanto tiempo y esfuerzo a las tertulias?
-Porque la televisión es el principal dispositivo de construcción del pensamiento político. Siempre supimos que teníamos que colarnos ahí. Que las tertulias políticas batan récords de audiencia habla mucho de la situación que vive el país.
-Algunos dicen que estos programas banalizan el debate…
-Si te parece que las tertulias no tienen nivel, vente un día a los debates de la Asamblea de Madrid.
El taxi tarda media hora en llegar a La Sexta. El equipo del programa la espera al borde de la taquicardia, pese a que están acostumbrados a que Tania sea la última en llegar. Apenas tienen cinco minutos para peinarla y maquillarla. Cuando se acomoda en el plató, sólo quedan unos segundos para que empiece a sonar la sintonía del programa.
12.20 h. El programa de hoy tiene chicha. La emisión coincide con la comparecencia de Mariano Rajoy sobre el 9-N. Tania resopla indignada mientras escucha la rueda de prensa desde Moncloa. Cuando le toca intervenir, saca a pasear su verbo afilado: describe al presidente como «Mariano I el Ausente» y le vapulea por no buscar una salida negociada al desafío catalán.
Tras su primera intervención, tiene un enganchón con un tertuliano que cuestiona su objetividad porque pertenece a un partido. Ella se defiende con tono irritado: en los platós, Tania es aún más «hembra alfa» que en persona. Algunos le recomiendan que sonría más, pero ella prefiere mantener su fachada aguerrida. «Soy mujer, joven y rubia: por eso tengo que ser más seria y dura que en la vida real», argumenta.
14.10 h. Tania aprovecha el trayecto de vuelta para hacer llamadas, responder mensajes… Y, en cuanto tiene un respiro, sacamos el tema que tanto la incomoda: «No es que me moleste hablar sobre Pablo: me aburre. Yo tengo mi propia actividad. ¿A tí no te molestaría que sólo te preguntaran por tu pareja?».
-Mi pareja no es el líder político más rompedor del momento…
-Eso lo entiendo. Pero muchas veces me llaman «novia de» innecesariamente, como si tuviera una relación de sumisión respecto a él.
-Si Pablo Iglesias se presenta a las generales, ¿le votará?
-Si IU compite, no.
-¿No?
-Esto ya pasó en las europeas. No le voté. Voté a mi partido.
-¿Y él la votaría a usted en las elecciones autonómicas?
-Supongo que él votará a su candidato.
-¿Se presentarán juntos Podemos e IU?
-De momento, sólo estamos eligiendo el candidato de IU para el proceso de convergencia. Lo que ocurra después no lo sabe nadie.
-¿Qué siente cuando ve que IU ha pasado del 11,3% al 4,5% en el CIS en un año mientras Podemos pelea por la primera plaza?
-Me genera rabia y frustración. No porque a Podemos le vaya bien, sino porque nosotros podríamos hacerlo mejor.
-Dígame un fallo de Podemos.
-Que se han creído que ellos solos pueden cambiar el país, que son los únicos que saben cómo hacerlo, que hay que disolver todo lo demás.
15.00 h. Tania ha quedado con su equipo para comer en un bar de menú. Es una mujer de voraz apetito: pide cocido completo, aunque sin carne. Cuando ve patatas fritas en otro plato, pide al camarero que le sirva unas cuantas. Y casi gruñe cuando intentan quitarle el plato antes de que termine de comer.
Le viene bien coger fuerzas. A las cinco tiene un acto con sus dos rivales de las primarias: José Antonio Moreno y Julián Sánchez-Vizcaíno. El escenario no es propicio: el Foro Sindical, frecuentado por los militantes de IU más tradicionales. El auge de Podemos se vive allí con más aprensión que sed de cambio.
Tania no se equivoca. Aunque no la mencionan directamente, sus rivales vuelcan sus ataques en ella. Hay dos acusaciones que se repiten: que planea entregar el partido a Podemos y que su omnipresencia mediática le otorga una ventaja injusta. La candidata, curtida en las tertulias más agresivas, opta por una respuesta conciliadora: proclama su fe en el futuro de IU y argumenta que sólo usa la televisión para difundir el mensaje del partido.
Más amistoso es el siguiente acto: una reunión con simpatizantes de Vicálvaro, organizada por su candidatura. De camino, relata la última discusión que ha tenido con su pareja, sobre una de sus series favoritas, House of Cards, sobre un despiadado político estadounidense. «Debatimos si es creíble que el protagonista se encargue en persona de asesinar a sus enemigos. Pablo sostenía que no y yo decía que sí… Discutimos mucho, como cualquier pareja».
-¿También sobre política?
-Los dos nos dedicamos a eso. ¡No vamos a discutir sobre el futuro de Luis Enrique!
21.30 h. Tras el acto de Vicálvaro, Tania se relaja tomando una cerveza con los militantes. Pablo está en Bruselas, así que duerme sola en casa. Un dúplex, por cierto, ubicado en un barrio cuyo nombre -Pablo Iglesias, en homenaje al fundador del PSOE- parece todo un presagio. La sombra de Pablo es alargada, incluso para una «hembra alfa» como Tania Sánchez.

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