El fracaso de la intentona de construir una alianza de centroderecha entre el panradicalismo, el Pro de Mauricio Macri y hasta con el Frente Renovador de Sergio Massa, mantiene por el momento un escenario de cuatro fuerzas en pugna por la Casa Rosada, en el cual el Frente para la Victoria sostiene la supremacía con la candidatura de su postulante mejor posicionado, Daniel Scioli.
Si bien los boinas blancas acuerdistas volverán a la carga en la Convención radical de marzo próximo en favor de la alianza conservadora, por ahora se mantiene inalterable el escenario electoral de cuatro cuartos que existía antes del documento difundido el lunes en San Fernando, tras la reunión de un centenar de dirigentes radicales.
Aunque ruidoso, el portazo de Lilita Carrió en las narices de sus aliados, a los cuales acusa hasta de la muerte de Gardel, no parece alterar el mapa electoral. La chaqueña cree que la fórmula presidencial que surja de las primarias abiertas en el FA-UNEN, con Ernesto Sanz, Julio Cobos o Hermes Binner a la cabeza, no tiene posibilidades de alcanzar el balotaje, por lo cual decidió olvidarse que Macri era unos meses atrás su «límite moral» e impulsar un acuerdo que ganaría por derecha más de lo que pierde por centroizquierda.
Desairada y nerviosa, la chaqueña amenaza con ser partenaire de Macri en las PASO. Sin embargo, el caudal electoral que puede aportar Carrió a Macri es un misterio: obtuvo el 15% en 2003, el 23% en 2007 y el 2% en 2011.
Los referentes de Proyecto Sur y de Libres del Sur, Fernando Pino Solanas yHumberto Tumini, así como el socialista Hermes Binner, respiraron aliviados por haberse sacado de encima a la conflictiva dirigente que ahora deberá ser contenida por Macri.
No hubieran podido permanecer en el FAU si se hubiese impuesto la postura de Sanz y Carrió de unirse a Macri, o la de Gerardo Morales, que planteaba sumar también a Massa. A cambio, Binner deberá soportar la presión de los radicales que exhibieron en San Fernando sus aspiraciones hegemónicas y cargaron contra el principio fundacional del FAU que aceptaba un partido un voto. «Es evidente que lo socios no ponemos el mismo capital», reflexionan.
En el ojo de la tormenta radical está seguramente la vieja contradicción interna que expresaron en el partido centenario Hipólito Yrigoyen y Marcelo T. de Alvear, la Unión Cívica Radical del Pueblo y la Unión Cívica Radical Intransigente de Arturo Frondizzi, Ricardo Balbín y Raúl Alfonsín, o el propio Alfonsín y Fernando de la Rúa.
Pero la crisis estalla en verdad ante el abismo de un nuevo fracaso electoral, porque las viejas diferencias podrían tolerarse –no sería la primera vez– si olieran el poder y no la derrota.
El problema central es que las encuestas siguen pronosticando que el candidato presidencial del FPV, Daniel Scioli, es el que mayores chances tiene de imponerse en las primarias del oficialismo por sobre el ministro del Interior, Florencio Randazzo, para resultar luego el presidenciable más votado, seguido del intendente de Tigre y del alcalde porteño, desplazando al aspirante del FAU al cuarto puesto.
Sanz y Cobos competirán con Hermes Binner en las PASO dentro del espacio del FAU, pero ninguno de los tres aparece en las encuestas como contendiente de Scioli en un probable balotaje. Cualquier combinación de fórmula de este espacio, según varias encuestas, ronda entre el 10 y el 15% de los votos. Es un porcentaje demasiado escuálido para soñar con la Rosada, pero importante para el oficialismo, que cree que buena parte de esos votos antikirchenristas no se volcarán a Macri ni a Massa.
La evolución de la intención de voto a Scioli que llegó a medir 35%, frente a la división de la oposición en tres fuerzas (PRO, Frente Renovador y FAU), generó optimismo en el entorno del gobernador bonaerense. Para triunfar en primera vuelta, es preciso lograr el 40% de los votos y más de diez puntos de diferencia sobre el más inmediato adversario.
Ningún sondeo le asigna todavía hoy al gobernador bonaerense la intención de voto necesaria para eludir una riesgosa segunda vuelta. Y mucho menos el 45% que lo catapultaría sin más a la Casa Rosada, pero en el entorno del ex motonauta buscan con esperanza los puntos que le faltan.
Intentan eludir la alianza opositora que se produciría en las urnas de un balotaje. La propuesta de Carrió y Sanz, así como la de Morales, apuntan en realidad a derrotar a Scioli en primera vuelta. Dicho de otro modo, pretende anticipar un escenario similar al de un balotaje. La Unión Democrática no pudo ganarle a Juan Domingo Perón en 1946, pero podría vencer a Scioli en el 2015.
La cada vez mayor identificación de Scioli con el gobierno nacional atan buena parte de su suerte al desempeño de la gestión de Cristina Fernández, en el año que resta de mandato. La oposición soñaba con un «final de ciclo» a toda orquesta, en el cual las variables económicas se dispararan sin control, lo cual obviamente promovería un voto castigo a todo lo que tuviera que ver con el kirchnerismo.
Ese cataclismo no está ocurriendo.
Por el contrario, la semana que termina constató que la cotización del dólar parece controlada por el gobierno, que consiguió sumar reservas.
«En estos 45 días ha quedado claro que si alguno soñaba con una corrida cambiaria o creía que podría desestabilizar, no lo va a lograr», advirtió el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, en el discurso de apertura de las Jornadas Monetarias y Cambiarias 2014.
Al retirarse de esa reunión, el ministro Axel Kicillof se mostró exultante: «Para esta época el dólar iba a estar en 20 pesos, ¿no?», preguntó irónico a los periodistas. El oficial cerró la semana a 8,50 y el ilegal a 13,40.
Pero el camino hasta octubre de 2015 está lleno de riesgos. El gobierno tuvo esta semana un sinsabor al conocerse el incremento del índice de desempleo del INDEC: en el último trimestre del año pasado la desocupación había llegado a su nivel más bajo con 6,4%, mientras que en el segundo y tercer trimestre de este año midió un 7,5% , lo cual implica que no hubo en realidad variación negativa alguna, pero tampoco creación de empleo.Y el nivel de ocupación laboral es una de las obsesiones del gobierno, ya que considera que junto al poder adquisitivo constituyen datos centrales de «la década ganada».
Con el PBI estancado a lo largo del año, el gobierno sabe que no tiene mucho margen para hacer política. Considera, que el contexto global, la baja en el precio de la soja y de los comodities en general, la volatilidad financiera, la situación económica del Brasil, la retracción del comercio mundial y el peso del fallo del juez Griessa, no auguran un futuro inmediato como el de los años felices del kirchnerismo.
Pero Cristina no ceja en su convicción contracíclica y de contención social: en los últimos días amplió en 49 mil millones de pesos las partidas presupuestarias, para atender centralmente jubilaciones, pensiones no contributivas, asignaciones familiares y Asignación Universal por hijo. Para ella, el «ciclo» no terminó.
Si bien los boinas blancas acuerdistas volverán a la carga en la Convención radical de marzo próximo en favor de la alianza conservadora, por ahora se mantiene inalterable el escenario electoral de cuatro cuartos que existía antes del documento difundido el lunes en San Fernando, tras la reunión de un centenar de dirigentes radicales.
Aunque ruidoso, el portazo de Lilita Carrió en las narices de sus aliados, a los cuales acusa hasta de la muerte de Gardel, no parece alterar el mapa electoral. La chaqueña cree que la fórmula presidencial que surja de las primarias abiertas en el FA-UNEN, con Ernesto Sanz, Julio Cobos o Hermes Binner a la cabeza, no tiene posibilidades de alcanzar el balotaje, por lo cual decidió olvidarse que Macri era unos meses atrás su «límite moral» e impulsar un acuerdo que ganaría por derecha más de lo que pierde por centroizquierda.
Desairada y nerviosa, la chaqueña amenaza con ser partenaire de Macri en las PASO. Sin embargo, el caudal electoral que puede aportar Carrió a Macri es un misterio: obtuvo el 15% en 2003, el 23% en 2007 y el 2% en 2011.
Los referentes de Proyecto Sur y de Libres del Sur, Fernando Pino Solanas yHumberto Tumini, así como el socialista Hermes Binner, respiraron aliviados por haberse sacado de encima a la conflictiva dirigente que ahora deberá ser contenida por Macri.
No hubieran podido permanecer en el FAU si se hubiese impuesto la postura de Sanz y Carrió de unirse a Macri, o la de Gerardo Morales, que planteaba sumar también a Massa. A cambio, Binner deberá soportar la presión de los radicales que exhibieron en San Fernando sus aspiraciones hegemónicas y cargaron contra el principio fundacional del FAU que aceptaba un partido un voto. «Es evidente que lo socios no ponemos el mismo capital», reflexionan.
En el ojo de la tormenta radical está seguramente la vieja contradicción interna que expresaron en el partido centenario Hipólito Yrigoyen y Marcelo T. de Alvear, la Unión Cívica Radical del Pueblo y la Unión Cívica Radical Intransigente de Arturo Frondizzi, Ricardo Balbín y Raúl Alfonsín, o el propio Alfonsín y Fernando de la Rúa.
Pero la crisis estalla en verdad ante el abismo de un nuevo fracaso electoral, porque las viejas diferencias podrían tolerarse –no sería la primera vez– si olieran el poder y no la derrota.
El problema central es que las encuestas siguen pronosticando que el candidato presidencial del FPV, Daniel Scioli, es el que mayores chances tiene de imponerse en las primarias del oficialismo por sobre el ministro del Interior, Florencio Randazzo, para resultar luego el presidenciable más votado, seguido del intendente de Tigre y del alcalde porteño, desplazando al aspirante del FAU al cuarto puesto.
Sanz y Cobos competirán con Hermes Binner en las PASO dentro del espacio del FAU, pero ninguno de los tres aparece en las encuestas como contendiente de Scioli en un probable balotaje. Cualquier combinación de fórmula de este espacio, según varias encuestas, ronda entre el 10 y el 15% de los votos. Es un porcentaje demasiado escuálido para soñar con la Rosada, pero importante para el oficialismo, que cree que buena parte de esos votos antikirchenristas no se volcarán a Macri ni a Massa.
La evolución de la intención de voto a Scioli que llegó a medir 35%, frente a la división de la oposición en tres fuerzas (PRO, Frente Renovador y FAU), generó optimismo en el entorno del gobernador bonaerense. Para triunfar en primera vuelta, es preciso lograr el 40% de los votos y más de diez puntos de diferencia sobre el más inmediato adversario.
Ningún sondeo le asigna todavía hoy al gobernador bonaerense la intención de voto necesaria para eludir una riesgosa segunda vuelta. Y mucho menos el 45% que lo catapultaría sin más a la Casa Rosada, pero en el entorno del ex motonauta buscan con esperanza los puntos que le faltan.
Intentan eludir la alianza opositora que se produciría en las urnas de un balotaje. La propuesta de Carrió y Sanz, así como la de Morales, apuntan en realidad a derrotar a Scioli en primera vuelta. Dicho de otro modo, pretende anticipar un escenario similar al de un balotaje. La Unión Democrática no pudo ganarle a Juan Domingo Perón en 1946, pero podría vencer a Scioli en el 2015.
La cada vez mayor identificación de Scioli con el gobierno nacional atan buena parte de su suerte al desempeño de la gestión de Cristina Fernández, en el año que resta de mandato. La oposición soñaba con un «final de ciclo» a toda orquesta, en el cual las variables económicas se dispararan sin control, lo cual obviamente promovería un voto castigo a todo lo que tuviera que ver con el kirchnerismo.
Ese cataclismo no está ocurriendo.
Por el contrario, la semana que termina constató que la cotización del dólar parece controlada por el gobierno, que consiguió sumar reservas.
«En estos 45 días ha quedado claro que si alguno soñaba con una corrida cambiaria o creía que podría desestabilizar, no lo va a lograr», advirtió el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, en el discurso de apertura de las Jornadas Monetarias y Cambiarias 2014.
Al retirarse de esa reunión, el ministro Axel Kicillof se mostró exultante: «Para esta época el dólar iba a estar en 20 pesos, ¿no?», preguntó irónico a los periodistas. El oficial cerró la semana a 8,50 y el ilegal a 13,40.
Pero el camino hasta octubre de 2015 está lleno de riesgos. El gobierno tuvo esta semana un sinsabor al conocerse el incremento del índice de desempleo del INDEC: en el último trimestre del año pasado la desocupación había llegado a su nivel más bajo con 6,4%, mientras que en el segundo y tercer trimestre de este año midió un 7,5% , lo cual implica que no hubo en realidad variación negativa alguna, pero tampoco creación de empleo.Y el nivel de ocupación laboral es una de las obsesiones del gobierno, ya que considera que junto al poder adquisitivo constituyen datos centrales de «la década ganada».
Con el PBI estancado a lo largo del año, el gobierno sabe que no tiene mucho margen para hacer política. Considera, que el contexto global, la baja en el precio de la soja y de los comodities en general, la volatilidad financiera, la situación económica del Brasil, la retracción del comercio mundial y el peso del fallo del juez Griessa, no auguran un futuro inmediato como el de los años felices del kirchnerismo.
Pero Cristina no ceja en su convicción contracíclica y de contención social: en los últimos días amplió en 49 mil millones de pesos las partidas presupuestarias, para atender centralmente jubilaciones, pensiones no contributivas, asignaciones familiares y Asignación Universal por hijo. Para ella, el «ciclo» no terminó.
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